Después de haberse convertido en un fenómeno global con su debut homónimo en 2022, Wet Leg redobla la apuesta con Moisturizer, un trabajo mucho más ambicioso, emocionalmente expuesto y, por momentos, desconcertante. En él, la banda oriunda de la Isla de Wight y comandada por Rhian Teasdale y Hester Chambers logra conservar su identidad lúdica y sarcástica, pero amplía su espectro emocional con canciones que apuestan por la ternura sin perder la picardía ni el carisma que los volvió hipnóticos.
Publicar un segundo disco tras un éxito apabullante no debe ser tarea fácil, pero la dupla no se abrumó y apostó por más. Si el debut fue una carta de presentación con el gancho justo para volverse inolvidable, este segundo álbum es una obra que se permite explorar lo sentimental, el deseo y las expectativas sin volverse del todo meloso. Más bien, se construye como una colección de canciones en clave dance punk que se anima a jugar con capas, distorsión y la cadencia del spoken word susurrado al oído.
El quinteto —completado por el bajista Ellis Durand, el baterista Henry Holmes, y el guitarrista y tecladista Joshua Mobaraki— suena más compacto, más potente y más dispuesto a dejar que las guitarras al frente conduzcan la narrativa sonora del disco. Dan Carey, de nuevo como productor, les permite sonar más pastosos, más sucios y también más refinados. En vez de repetir la fórmula, Wet Leg navega por sonidos más densos y sofisticados que su disco debut.
El arranque con "CPR" marca el tono de su mecanismo creativo: es confesional, casi teatral y sexy, y convierte la fragilidad del encanto en una performance de urgencia. La voz de Teasdale funciona como un arma de doble filo y puede sonar envolvente y peligrosa al mismo tiempo. Ese mismo espíritu aparece en “Liquidize”, donde todo es un caos hormonal y existencial se hace presente. El estribillo aparece como una joya de nonsense emocional, al mismo tiempo que expone cierta ingenuidad latente.
El costado más confrontativo de su ADN sigue ahí, especialmente en canciones como "Catch These Fists", un tema que retoma el filo punk de su primer disco, con más groove y punch. Hay piñas, hay coqueteo, pero no así indulgencia. Le sigue “Davina McCall”, una de las piezas más tranquilas del LP, que mezcla ternura queer y referencias de la cultura pop con una sensibilidad kitsch encantadora. Por momentos, Teasdale canta como si leyera una declaración cursi y honesta, sin miedo al ridículo ni a la exageración.
El punto más alto del disco, sin dudas, llega con “Jennifer’s Body” y “Mangetout”. La primera es un mantra espacial, inundado de distorsión y referencias cinematográficas que cruzan lo teen y lo gótico. En cambio, “Mangetout” escupe rabia con un groove venenoso: un antihimno de empoderamiento con frases que rebotan entre el desprecio y la risa nerviosa. Es Wet Leg en el ápice de su magnetismo y en modo riot grrrl, disparando líneas como “You wanna fuck me, I know most people do" con toda la soltura y gracia que las caracteriza.

Moisturizer tiene el mérito de no sonar nunca predecible, y ese equilibrio agridulce se explora a fondo en el corazón del disco. “Pond Song” y “Pillow Talk” funcionan casi como extremos. Mientras la primera se caracteriza por su romanticismo nerd, poético y confesional, la segunda irrumpe como uno de los temas más extraños del álbum, en el mejor de los sentidos. “Pillow Talk” es una fantasía húmeda, delirante y descaradamente divertida, con momentos de tranquilidad y explosión en partes iguales. Habla del deseo sexual no desde la solemnidad, sino como un juego: un terreno donde lo kinky, lo tierno y lo absurdo se entrelazan de forma natural.
Tal vez los puntos menos agraciados del disco sean “Don’t Speak” —no, no es la de No Doubt— y “11:21”, canciones con potencial pero que exponen el lado más incómodo del grupo. Da la sensación de que parte de la esencia magnética que tanto encanta de Wet Leg se diluye cuando sacan el pie del acelerador. Esa línea introspectiva, de alguna manera, no termina de cuajar y llega a sentirse forzada. También lo son las constantes comparaciones del estilo “soy tu Davina”, “tu Shakira”, “tu marshmallow worm”, “tu Bellatrix”; un recurso efectivo, pero que se desgasta con el correr de los minutos.
Moisturizer es, sobre todo, un disco sobre el amor en sus distintas formas. Aunque a veces peque de empalagoso, esa chispa de insurgencia no se apaga casi en ningún momento. Tampoco intenta ser un Wet Leg 2 ni reniega del pasado; más bien lo expande y lo matiza con nuevas texturas y sonidos. Con Moisturizer, Wet Leg demuestra que no solo sabe cómo llamar la atención, sino también cómo sostenerla y transformarla en algo más íntimo, más raro y más valiente. En su segundo disco, el dúo no busca complacer a todos ni mucho menos, sino continuar una obra contundente y divertida, donde el caos, la ternura y la distorsión se funden en un universo propio, donde el drama y la ironía conviven con el goce y la vulnerabilidad.
Escuchá Moisturizer de Wet Leg en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).