Hay algo que se hace evidente cuando escuchamos Relicario de El Club Audiovisual: la banda se nutre de su experiencia. Más allá de que este año cumplen una década juntos, Relicario se siente como la suma de sus dos discos anteriores, un balance entre el shoegaze de su debut, Ya no estamos tan solos (2020), y el pop punk de su sucesor homónimo (2023). Parte de esa continuación tiene que ver con que, por tercera vez, trabajaron con Estanislao López en la producción y ahora también sumaron a Dayvan —más conocido por ser productor de Saramalacara, aunque también trabajó con Odd Mami.

“¿Cuántas veces me dejé llevar?” es un buen ejemplo. La canción abre con un riff de guitarra agudo y ensordecedor que instantáneamente remite a My Bloody Valentine pero, sobre todo, a los propios principios de la banda en “Todo”. La diferencia de entonces es que hoy las voces no se esconden atrás del ruido o de la distorsión vocal, sino que se animan a tomar el papel principal. 

No es un detalle menor el de la voz. Todo el disco parece querer romper paredes, salir del encierro introspectivo. “No soy yo” funciona como metáfora de esta apertura: empieza como un bedroom pop de baterías electrónicas, la voz de Tomás Peláez grabada en un celular, una guitarra eléctrica contenida y pequeños detalles de teclados y guitarras acústicas. De repente, hay un quiebre en la mitad de la canción en donde la banda completa se mete para hacerla estallar. 

El Club Audiovisual - no soy yo (Video Oficial)

En el 2023, mientras muchas bandas de la escena (Winona Riders, Dum Chica, Buenos Vampiros) exploraban el post punk, El Club Audiovisual en cambio se entregó de lleno al pop punk —a su inmediatez, a las voces quejosas y a las melodías adictivas. Esa búsqueda hoy tiene sus consecuencias en Relicario. Con una producción no tan limpia como en el disco homónimo, lo que le juega a favor, las canciones siguen teniendo la misma agilidad. 

En parte es gracias a la batería de Juan Costa Viaggio que está siempre intentando darle una vuelta de rosca a la percusión para salirse del molde. Siguiendo la línea de Travis Barker de Blink-182, aprovecha cualquier ocasión para hacer un fill que funciona como un shot de energía, como se ve en los primeros segundos después del primer coro de "Armadura", solo por mencionar un ejemplo claro. Además, el disco está repleto de pequeñas variaciones en los patrones rítmicos que llaman la atención. En “Antes de que vuelva”, la batería acompaña las diferentes sorpresas con que nos encontramos —un silencio en medio de los versos o un puente que se acerca al rock más pesado—, lo que hace que esta “balada” no encaje del todo en esta categoría.

Ese dinamismo es también gracias a que El Club parece haber conseguido dar cauce a su sonido distorsionado dentro de una estructura más concisa. Sus primeras composiciones buscaban la expansión y el trance. Hoy, en cambio, hay cierto autocontrol, dicho en el mejor de los sentidos. En “El mundo no es solo para mí” vuelven a aparecer los tonos disonantes, pero se silencia en los versos, haciendo que su impacto en el coro acompañe la potencia de la voz de Matías Vertula.

El Club Audiovisual 2025
El Club Audiovisual. Foto: Cortesía del artista

Si en su debut las letras hablaban de una experiencia grupal que difuminaba al yo en lo colectivo, en el segundo disco hicieron lo contrario tomando las temáticas clásicas del pop punk (¡Crisis existencial! ¡Ansiedad! ¡Soledad!). Hoy, en Relicario retoman esas mismas temáticas, pero el encierro ya no equivale a estar solo con los pensamientos. Ahora hay un otro que irrumpe en el mapa —“Sin querer te vuelvo a pensar”, canta Delfina Gel casi con desesperación en “Armadura”, las palabras saliendo escupidas. 

Hay una tensión a lo largo del disco entre lo que se comparte y lo que se esconde, entre lo real y lo que se sueña, entre el deseo de saber qué es lo que siente la otra persona y la imposibilidad de acceder realmente a eso. Quizás es una tensión que surge gracias a que hay diferentes letristas. “Y ahora que vas a estar lejos de mí, ¿me vas a extrañar como dijiste?”, canta Delfina en “Lejos de mí” sin miedo a la vulnerabilidad. Como si le respondiera, Tomás canta en “Las luces”: “Sueño perdido, si te extraño no estoy vivo“. Esta tensión se condice con el tratamiento de las voces que a veces suenan nítidas y otras con una bruma por encima. 

“Cuando no hay nadie mirando, guardo tu foto en mi relicario”, dice “Lo que me llevo”, la última canción del disco. Un relicario es un objeto preciado no tanto por su material, sino por su contenido emocional, por permitirnos llevar a la otra persona lo más cerca posible de uno. En un contexto sociocultural en donde prima el individualismo, el sentirse solo un número y el estar mirando nuestra pantalla, se hace palpable en estas canciones el anhelo de sentir cerca a alguien que importe. Se podría decir que un disco, en parte, es eso.

Escuchá Relicario de El Club Audiovisual en las plataformas (Apple Music, Spotify, Tidal).

El Club Audiovisual se presenta el jueves 23 de octubre a las 20 h en Niceto (Niceto Vega 5510, CABA). Entradas disponibles a través de Passline, con 20% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.

El Club Audiovisual - relicario (full album)
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