Desde sus primeros adelantos –“End of Summer”, “Loser” y “Dracula”– se anticipaba un giro en el sonido de Tame Impala. Kevin Parker regresa inmerso en la escena rave de Australia occidental y la cultura bush doof (fiestas electrónicas al aire libre), dando como resultado un disco con una impronta marcadamente electrónica, pero también personal. Esto último lo transmitió desde el minuto cero cuando compartió una imagen junto a su hija de cuatro años, Peach, mostrando la portada en blanco y negro del disco.
A diferencia de su juventud aventurera de Innerspeaker o el anhelo romántico de Lonerism, el Parker actual reflexiona sobre responsabilidades, frustraciones personales, pérdidas y la propia dinámica familiar –el término “Deadbeat” hace alusión a un ser inútil, vago, bueno para nada. Todo eso lo vuelca en el disco a través de letras que añoran la juventud con resignación, rememoran amores pasajeros y se mixean con pianos cuasi melancólicos y cortes tajantemente electrónicos con tintes rave. Tanto el video de “Dracula” (dirigido por Julian Klincewicz) como el de “Loser” (dirigido por Sam Kristofski) ubican al perdedor en situaciones donde su soledad se hace palpable, como una fiesta bajo las estrellas del desierto australiano o Joe Keery (quien personifica a Parker) robando un encendedor en un kiosco luego de que le rompan el corazón.
Evolucionando pero sin innovar abismalmente, Deadbeat marca una continuación lógica desde The Slow Rush (2020). Ahora abandona el rock psicodélico de guitarras de sus inicios y avanza cada vez más hacia la electrónica de club. En “Oblivion”, por ejemplo, hay tintes de un reggaetón matizado por su voz y por sonidos etéreos mientras la letra se llena de ternura al hablar de su hija: "Cuando vi tu cara, me hipnotizaste, bebé. Pude ver mi futuro, nunca anhelé por un amor de forma tan profunda".
La producción se siente sobrecargada de sintetizadores vintage, cajas de ritmo y loops hipnóticos. En “Dracula” hay una base bailable marcada y un aire cinematográfico: sonidos reverberantes y un bajo recio. Parker mismo comparó “Dracula” con una canción de Max Martin, buscando conscientemente un gancho pop bajo esa atmósfera oscura. En contraste, “Loser” apuesta por un ritmo más lento: bajo ameno, teclados ochenteros y guitarras procesadas al servicio de un groove lánguido. De alguna forma, en Deadbeat, Parker demuestra que quiere llegar a las fiestas cual Brat, pero sin disociarse completamente de su ADN.
El cierre del disco con el tema “End of Summer” —un track largo y expansivo— emula la estructura de Currents (2015), que abre y cierra con canciones inmersivas. Al mismo tiempo, canciones como “Not My World” o, nuevamente, “Oblivion” sugieren un espíritu más lisérgico, filtrado a través de sintetizadores pulsantes. Esa mirada madura, sin la urgencia épica de antes, se percibe en varios pasajes: ya no hay tantos breakdowns extasiantes como en “Let It Happen”, sino que prima el groove lineal.

Algunos críticos y fans señalaron que Deadbeat es coherente en su estética pero conservador en cuanto a su ambición: la realidad es que a esta altura, Kevin Parker no le tiene que demostrar nada a nadie. Tal vez se notan en este disco vestigios de las producciones que encaró en estos cinco años entre disco y disco, y en las cuales nos encontramos con una faceta de él más mainstream (como producir New Optimism de Dua Lipa, hacer hits para películas taquilleras como Barbie, Minions y Elvis, sin mencionar que en el medio colaboró con Gorillaz, Justice, Thundercat y The Streets). De alguna forma, el disco dice “me convertí en esto, más automatizado que antes, pero no por eso menos yo”.
Deadbeat es un álbum que consolida a Tame Impala como un proyecto que intenta reinventarse constantemente, pero en este caso, no lo logra del todo. Explora géneros bailables y, sobre todo, refleja que entró a un nuevo capítulo de su vida que claramente reverbera en su música. Sus momentos de introspección se traducen en letras sin aparatos literarios rebuscados y cargadas de honestidad. Lo muestran vulnerable, cercano y confesando sus “malos hábitos”, tratando de llegar a una conciliación con el yo interno, como expresa en su canción “My Old Ways”: “Me digo a mí mismo que solo soy humano”.
Escuchá Deadbeat de Tame Impala en plataformas (Spotify, Apple Music, Tidal).