Desde su irrupción en 2016, Louta fue mucho más que un proyecto musical: se volvió experiencia, performance, provocación. Con una identidad construida a fuerza de imaginación, humor absurdo y una fuerte impronta escénica, Jaime James se consolidó como uno de los artistas más singulares del panorama argentino. En Un instante, su cuarto disco de estudio, busca reinventarse una vez más con la tarea aparentemente urgente de exteriorizar su ser.
La propuesta, según James, es la primera parte de una trilogía. Después de 2030 (2020), este nuevo trabajo llega tras un extenso proceso creativo en el que compuso cerca de 50 canciones, de las que solo diez llegaron a la selección final. Casi todas fueron grabadas en solitario, salvo “No sé quién sos”, el único featuring, junto a Bizarrap. La producción corrió por cuenta del propio Louta, Nico Cotton y Martín Pla, en una combinación que se nota pulida, versátil y efectiva.
También contó que siente a este disco como un libro de cuentos. Esto tiene sentido: si algo destaca a Louta como artista es su capacidad de embeber de surrealismo todo lo que hace. Como un libro de literatura infantil, su trabajo desborda de colores e ilustraciones, y comprime reflexiones profundas dentro de letras aparentemente simples. Él sabe hacer canciones, sabe de performance y cómo traducir lo que pasa por su cabeza a un show. Habla el lenguaje del cuerpo y también el del escenario, y los combina a la perfección. Es un showman de pura cepa —como lo demostró su regreso a los escenarios encabezando el festival Buena Vibra—, aunque esta vuelta nos deja gusto a poco.
Un instante no reniega de sus contradicciones. Aunque algunos titulares insistan en definirlo como su disco más "profundo", Louta nunca fue superficial. Su arte se mueve por capas: una capa sonora, donde el ritmo y el diseño construyen paisajes siempre distintos; una capa textual, donde letras que juegan a ser simples esconden giros inesperados; y una capa emocional, que oscila entre el absurdo y la melancolía. Su universo funciona a fuerza de sentir. La búsqueda de profundidad no es un gesto forzado, sino su forma de plasmar el arte en el mundo.
La realidad es una, y Louta nunca quiso esconder sus pliegues bajo el disfraz liviano del pop juguetón y los gestos escénicos predecibles. Un instante es un peso más a ese banco de informacion infinita que parece ser su creatividad. Acá habla de Freud, Mandela y Gardel, de la profundidad del ser, de no poder negarse a sí mismo, y juega con extractos de estilos como la salsa, el flamenco, el funk, la electrónica y la cumbia, que escuchó en varios de sus viajes por el mundo. El disco parece un álbum de fotos o una colección de crónicas ultra singulares: es rico y llamativo, pero no sabe dónde se sitúa.
En entrevistas, James dice que este es un disco muy latinoamericano, donde el que canta a su vez es muy porteño. Dice también que es un disco que mira desde la perspectiva del realismo mágico, tal vez por esa manera de instalar lo aparentemente extraño en lo cotidiano y lo invisible en lo familiar del Buenos Aires digital que se esconde entre el tránsito, los dispositivos y la emocionalidad rota de una generación sin certezas. Sin embargo, esto genera dudas. El realismo mágico surgió como una forma de representar la realidad latinoamericana donde lo mágico y lo fantástico coexisten con lo cotidiano para hacer una crítica social.
Un instante no parece querer usar el extrañamiento para señalar nada. Es un retrato personal atravesado por una paleta diversa de géneros y estéticas visuales, pero sin voluntad de diálogo con lo que pasa afuera. En las mismas entrevistas, Louta dice también que este es un disco de época, y ahí sí acierta: en un momento histórico donde todo nos empuja a guardarnos más y donde los vínculos están en crisis, este disco pone el foco en el sentir individual y reafirma ese lugar como único refugio. Si el realismo mágico plantea una crítica social en pos de un bien colectivo, esto es una obra más bien fría y aislada.
Para lo inquieto y disruptivo que es Louta como artista, este disco no termina de representarlo. No porque esté mal producido (al contrario, el despliegue técnico y estético es impecable), sino por usar tanto para tan poco. Ese mismo armatoste de producción que antes potenciaba su mensaje, acá parece convertirse en un escenario sin actores. Hay una ambición de profundidad que no encuentra sustancia.
En el medio, Louta anunció la presentación del disco en el Teatro Vorterix, con entradas agotadas en pocos días. Tal vez por eso, lo más prometedor de Un instante sea imaginar cómo estas canciones se completarán en vivo, donde Louta suele revelar lo que en estudio apenas insinúa.
Escuchá Un instante de Louta en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).