“Este es mi escondite preferido, donde todo lo que puede salir mal, saldrá peor”, dice Barbi Recanati en “Mil partes”, la primera canción de Único y Nuestro. Con ese inicio, nos invita a pensar que en su tercer disco encontró un espacio propio de experimentación.

El álbum, publicado el 5 de septiembre, comienza con el sonido de una trompeta disparada por Lux Raptor que pareciera venir de la época de Nefertiti de Miles Davis. Antes de que podamos reaccionar, nos lleva en una escalera descendente a ese escondite donde nos esperan ella y su banda con un sinfín de arreglos y sorpresas. Junto a los riffs juguetones de sintetizadores y guitarras, Barbi sobrevuela la oscuridad con cierta ironía: “Hoy voy a cambiar, todo va a salir de maravillas”. 

Si bien el sonido de las guitarras y la manera de decir, medio rota y filosa, de Barbi emparentan este trabajo con sus discos anteriores, Único y nuestro tiene momentos con más espacio para disfrutar de la ingeniería fina de cada canción, con un claro giro a los sonidos que invitan al baile. Pero también, en esos espacios, hay más lugar para decodificar las imágenes precisas de sus letras y entrar en el universo que nos propone a lo largo del disco: un mundo que se mueve entre la coyuntura densa de la realidad argentina y otro mundo craneado para sobrevivirla

Como en “Mojarse en invierno”, cuando dice: “Suenan las sirenas, '¿Eran del mar o la ciudad?', preguntaste al despertar” en medio de una conversación de loops de sintetizadores puestos bien al frente por Juan Manuel Segovia (quien también grabó guitarras, bajos y coprodujo el disco con Barbi). A lo lejos, emergen fraseos de guitarras eléctricas, crece la tensión de los teclados y aparecen una batería y un bajo graves para hacernos perder en ese ritmo mecánico. En esta atmósfera que huele a New Order, canta Barbi con cierto desencanto: “Otra vez confundo sueños con la realidad, qué barato que es imaginar”.

Submundo - Barbi recanati (video oficial)

Algo similar ocurre en “No me alcanza”, que empieza como una balada melancólica y retrata una espera donde la protagonista pasa de arreglar el jardín —donde se marchitaron los jazmines de la persona ausente— a la ansiedad y el temor que la llevan a confesar: “Cambié de lugar los muebles otra vez, y ahora tengo miedo de que vuelvas y nada sea igual”. El tema, inesperadamente, levanta el tempo, como si este personaje apagara la luz y entrara en un trance para exorcizar sus miedos.

Ese clima etéreo que atraviesa el disco aparece de forma clara en “Submundo”. Por momentos evoca a The Cure, tanto en la forma de cantar de Barbi, con frases lanzadas como pequeños ataques, como en los teclados y guitarras con reverb. En una entrevista con Romina Zanellato contó que ese vos al que le habla es Narval, el sufrido personaje de Bajar es lo peor, la primera novela de Mariana Enríquez. “Te dije ¿por qué no probamos con un submundo. Sería único y nuestro”, le propone Barbi a este personaje ficcional, otra vez acudiendo a un escondite de fantasía, mientras entran guitarras envolventes que recuerdan al shoegaze de Dynamo de Soda Stereo (1992), pero también al sonido del anterior trabajo de Barbi, El final de las cosas (2023). 

Hay letras que dejan entrever un futuro más luminoso, como en “El sur”, cuando Barbi pregunta: “¿Dónde vas a estar cuando todo vuelva a empezar?”. Con esa frase, da lugar a un baile con un halo oscuro, una vaivén instrumental donde sintetizadores y guitarras a veces se alternan y otras convergen. Es ahí donde el pulso grave y constante de Tomás Molina Lera (que también participó de decisiones técnicas) se encarga de sostener la canción con precisión.

Barbi Recanati (2025)
Barbi Recanati. Foto: Cortesía de la artista

El álbum cierra con dos reversiones. Primero, esta el cover del himno stone argento Todo sigue igual” de Viejas Locas, jugando con esa idea inicial de que, a pesar de todo, todo saldrá de maravillas; y finaliza con la contracara de ese concepto: la dolorosa “Nada nadie 2”, donde Barbi pareciera sacarse la máscara y dejar a un lado la maquinaria con la que construyó este disco y esos otros mundos posibles. Con la voz cruda y casi vencida, hace una emocionante reversión acústica de su propio sencillo publicado originalmente en 2024, en el que confiesa “No creo que los malos pierdan hoy, no creo que venza el amor”.

El último trabajo de Barbi Recanati —que lo completa la hermosa portada del artista Pablo Font y un espectacular visualizer realizado por Flor Vaccaro y Tot Romero donde se ven detalles extraños de la grabación— no solo es una continuación estética a sus discos anteriores. Más allá de las reminiscencias a la música anglo de los 80, la tensión entre luces y sombras, entre violencia y baile, que cruza el álbum es tremendamente actual y argentina, si bien no de forma explícita. Es la salida que encuentra para todos los que necesitamos soportar estos tiempos de intolerancia y odio en un espacio distinto: único y nuestro. 

Escuchá Único y nuestro de Barbi Recanati en plataformas (SpotifyTidalApple Music).

Barbi Recanati: "Quiero hacer la música que escucho" |  Memoria Interna
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