El anuncio de un nuevo disco de Death Grips se volvió rápidamente, dada la cantidad de material que sacaron desde su primer lanzamiento en 2011 y el carácter sorpresivo y errático de la banda, en algo que supera cualquier tipo de expectativas. Una vez más, la banda que influenció y se ganó la admiración de artistas de la talla de Björk, David Bowie y Kanye West, nos sorprendió con un novedoso LP. Semanas después de haber lanzado Interview, su segunda recopilación de instrumentales, la llegada de Bottomless Pit, quinto álbum de estudio, continúa con la línea de vanguardia y superación musical que caracteriza a esta banda que hace tiempo no puede encasillarse bajo ningún género.
Con trece temas y menos de cuarenta minutos, Bottomless Pit marca el regreso de la banda al sonido más pop de su primer y más aclamado trabajo de estudio, The Money Store, pero tamizado por la agresividad y dureza de su último disco, The Powers that B. Pero a diferencia de este último, que para muchos resultó un tanto difícil de escuchar, Bottomless Pit es, incluso para los parámetros de Death Grips, un conjunto de canciones que permiten ser procesadas desde el primer momento.
“Giving Bad People Good Ideas”, tema que abre el disco, comienza con uno de los coros más pegadizos de toda su discografía, cantado por la actriz Clementine Creevy. E inmediatamente retoman la agresividad que, disco a disco, fueron intensificando. De la mano de la omnipotente batería de Zach Hill, y con la adición de Nick Reinhart en guitarras, Bottomless Pit retoma donde dejaron con su último lanzamiento. Esta agresividad encuentra uno de sus puntos más altos en “Hot Head”, el primer single del disco. La nueva versión de este tema no hace más que acrecentar el carácter sorpresivo de la banda. Esta canción, que había tenido más que buena recepción por parte de los fans, apareció remixada, aunque su caótico orden de percusión y gritos agresivos, sumado a unos sintetizadores salidos de una pesadilla de Philip Glass, quedó intacto, sino mejorado.
Temas como “Spikes” o “Trash” sorprendieron no tanto por su evolución musical con respecto al resto del catálogo de la banda, sino por el acercamiento al sonido más cercano al pop que Death Grips tenía abandonado desde The Money Store. Cualquiera de las trece canciones de este disco podría elegirse, casi sin excepción, como single promocional, o incluso como introducción a la banda. Esto podría explicar la contratapa, que lee casi en su totalidad y con colores muy llamativos la frase “Very shallow listening” (escucha poco profunda). De todos modos, este no deja de ser otro de los juegos a los que la banda tiene acostumbrados a sus fans. Y es que, a pesar de tomar los aspectos más pop de su carrera, los renuevan y mejoran con una agresividad y un nivel de producción pocas veces visto en su carrera.
Uno de esos juegos, y el que más atractivo le resulta a una nueva generación de fans de internet, es el misterio del que se rodean. Death Grips logró, tal vez sin quererlo, ser una de las bandas que mejor incorporó la era digital de esta generación. La falta de comunicación, las letras cada vez más crípticas y confusas, las cada vez más inentendibles tapas (esta es una de las más bizarras, teniendo en cuenta que una de sus tapas es una pija con el nombre del disco escrito con marcador y otra tiene dos caricaturas sadomasoquistas), el anuncio de la separación de la banda seguido del lanzamiento de nuevo material, todos estos son aspectos que, lejos de generar fastidio, provocan fanatismo y admiración. Sin ir más lejos, mucha gente estuvo sorprendida (y hasta decepcionada) de que la banda cumpliera sin excepciones las fechas de su última gira, acostumbrados a las imprevistas cancelaciones a último momento.
La pesada carga conceptual de Death Grips, que convirtió a esta banda en una de las más relevantes de este siglo, hace pensar si, habiendo vuelto al lugar donde empezaron sólo para superarse, no habrán querido completar el ciclo para, de una vez por todas, dejar atrás este proyecto. Esta idea, que plantearon cuando anunciaron su separación a través de una nota escrita en papel higiénico (no podía ser de otra forma) en el 2014, pareció haber sido dejada de lado cuando siguieron sacando material. Es así que, desde su supuesta separación, lanzaron Jenny Death, segunda parte de The Powers That B, los discos sorpresa de instrumentales Fashion Week e Interview, además de Bottomless Pit y una de sus más largas y mejores giras. De no ser así, y de tener todavía una prolífica carrera por delante, a nadie debería molestarle que sigan separados, lo que le daría a Death Grips el merecido título de la mejor ex banda del siglo.
Death Grips – Bottomless Pit
2016 – Harvest
01. Giving Bad People Good ideas
02. Hot Head
03. Spikes
04. Warping
05. Eh
06. Bubbles Buried in the Jungle
07. Trash
08. Houdini
09. BB Poison
10. Three Bedrooms in a Good Neighborhood
11. Ring a Bell
12. 8080808
13. Bottomless Pit