Cuando Hayley Williams firmó contrato con Atlantic a los 14 años, la discográfica pensaba que tenía a la próxima Avril Lavigne o Kelly Clarkson, pero los planes que ella tenía para su carrera distaban mucho de ser una princesa pop punk. Por el contrario, su sueño era tener una banda: Paramore. Pero tener una banda resultó más difícil de lo que esperaba. Después de que los hermanos Josh y Zac Farro se fueran (Zac volvió en el 2016, un año después de que Jeremy Davis abandonara la banda), Taylor York, hasta entonces solo guitarrista, se volvió una figura crucial al hacerse cargo de la co-composición de las canciones junto con Hayley y también de la producción de los discos, abriendo el sonido hacia otros géneros musicales.
A lo largo de todas esas idas y vueltas, Williams pensó muchas veces en desarmar Paramore y formar una nueva banda, pero nunca pensó en hacer un disco solista. Después de la gira de su disco After Laughter en 2017, Paramore decidió tomar un descanso, pero cuando ella volvió a su casa en Nashville empezó a componer canciones casi al pasar, sin darles demasiada importancia. Era tal su negativa a hacer una carrera solista que fue York —quien produjo todas estas canciones también,— el que le dijo que podrían ser un disco, y así nació Petals for Armor.
Un teclado tenso, suspiros, un bajo que ondea por lo profundo y un ritmo rápido y cauteloso llevan a la primera frase del álbum: “La rabia es una cosa silenciosa”. Y con solo estos primeros segundos, ya sabemos que este tampoco es el disco pop que esperaba Atlantic hace quince años. “Simmer” —así se llama la canción—, es un buen ejemplo de cómo Hayley Williams explora los sentimientos y toda su complejidad. En vez de ofrecer ruido para personalizar al enojo, lo cual sería más obvio, hay silencio y misterio —es ese momento justo antes de la ebullición.
Como indica el título (“Pétalos para una armadura”), el disco combina delicadeza con tenacidad, pero no como elementos que se oponen sino que se complementan. En algunas canciones se luce por la vulnerabilidad. El bajo de “Leave it Alone” funciona como soporte de la voz débil y desganada de Williams, mientras reflexiona sobre la finitud de la vida: “Que nadie me diga que Dios no tiene sentido del humor porque ahora que yo quiero vivir, todos a mi alrededor se están muriendo”. En “Why We Ever”, se acerca al R&B, con un sonido limpio de teclados y un ritmo suave, que de repente se quiebra para dejar entrar una nueva melodía, más frágil y solitaria, que repite la misma frase como si no pudiera superar un momento del pasado.
Estas canciones conviven con otras muy diferentes como “Sudden Desire”, que comienza con su voz abstraída hasta que el sintetizador grave y tétrico empieza a crecer y la lleva a liberar la tensión en un gran grito. Se trata de retratar el deseo sexual a partir de la contradicción entre lo que se desea y lo que sabe que es mejor para ella. “Dead Horse” es una canción synth pop directa y divertida, pero la letra es sobre una relación en la que se quedó más de lo que debería. Son estas variaciones, contradicciones y ambigüedades las que hacen que este disco se aleje de los lugares comunes para darle espesor a las emociones.
A pesar de ser un disco solista, Hayley Williams quiso dejar en claro que muchas personas participaron en este proyecto, y cada vez que sacaba una canción, subía a sus redes una foto de los créditos. Esto no es un dato menor en un disco que funciona como un proceso íntimo relacionado a dejar atrás los vínculos tóxicos (especialmente su divorcio con Chad Gilbert de New Found Glory) y empezar a construir nuevos vínculos que la hagan sentir bien con ella misma. A lo largo de los primeros meses del 2020, Hayley Williams fue sacando el disco por partes. El 6 de febrero salió la primera, y cuando empezó la cuarentena en marzo decidió publicar una canción por semana de la segunda parte. Para cuando salió el disco completo, solo quedaban cinco canciones que el público no había escuchado. Sin embargo, esas últimas canciones le dan el sentido final a Petals for Armor.
En “Pure Love” se deja llevar por el pop explosivo de sintetizadores, mientras en “Taken” se relaja en el ritmo de la bossa nova. En “Sugar on the Rim”, nos sorprende con una canción tecno, oscura pero bailable a la vez, y en “Watch Me While I Bloom” empieza con una instrumentación mínima para que su voz se luzca —parece que estuviera gritando desde la punta de la montaña—, hasta que aparece el ritmo minimalista de fondo y el bajo entrecortado del funk. Si en las primeras dos partes del disco hay cierta desconfianza en la forma en la que las melodías se enroscan, en estas últimas canciones se entrega con plena soltura, especialmente en “Crystal Clear” que cierra el tracklist con una sensación de paz interior. Los sintetizadores que abren la canción parecen una grabación hecha hace muchos años, pero cuando se suma la batería, esos mismos acordes reviven. Su voz planea por las melodías, se sumerge en ellas con confianza. De repente canta rápido, casi un poco hablado, corta las frases en la mitad o cambia la intensidad. Hacia el final, hay una armonía casi perfecta entre ella y la instrumentación, logra unirse a todo lo que la rodea en vez de esquivarlo. “No me voy a entregar al miedo”, canta una y otra vez, lista para tener nuevas experiencias.
Hayley Williams – Petals for Armor
2020 – Atlantic
01. Simmer
02. Leave It Alone
03. Cinnamon
04. Creepin’
05. Sudden Desire
06. Dead Horse
07. My Friend
08. Over Yet
09. Roses/Lotus/Violet/Iris
10. Why We Ever
11. Pure Love
12. Taken
13. Sugar on the Rim
14. Watch Me While I Bloom
15. Crystal Clear