El segundo álbum de Isla Mujeres, Secreto, ofrece tierra firme en una época marcada por la tendencia al single y el consumo fragmentado de las playlists. En sus diez canciones, el cuarteto platense fluctúa entre el pop y los flashes de trip hop, con rimas ágiles y beats electrónicos. Las guitarras emergentes que aparecían machacando rasgueos y arpegios en su EP debut Naturalia (2015) y, en menor medida, en su primer LP Otras (2017), aquí se diluyen para ceñirse en arreglos esporádicos y abrir puertas hacia nuevos géneros y estilos.
Hay una paciencia en las composiciones del disco, un orden armónico en la orquestación que hace que cada instrumento tenga su espacio y su momento. Secreto es un disco que prescinde del tiempo, más bien parece que tuvo al tiempo funcional a las canciones y no a las canciones funcionales al tiempo como demandan los tiempos de un estudio profesional. En la creación del álbum, Fausti Sagasti, Julia Barreña, Elena Radiciotti y Amparo Torres trabajaron junto a la productora Antu La Banca y Nicolás Carlino de Un Planeta, en su propio home studio Sala Isla, en La Plata. La banda se permitió tomar riesgos en sus arreglos vocales y en los cambios internos dentro de las canciones. Esta búsqueda refleja una madurez y una exploración musical consecuente de saber a qué orilla se quiere llegar y cómo hacerlo. Pero lejos de quedarse en la búsqueda, estas decisiones dotan al disco de un impulso dinámico, lúdico y orgánico que no estanca ni hace perder su singularidad en el trayecto.
Hay un magnetismo que se desprende del trabajo de las cuatro cantantes. Las voces que parecen flotar proponen un juego donde se enredan entre sí, trazando un tejido y manejándolo con una fragilidad y calidez que hace zigzaguear los ánimos del disco por trances bailables (“Problema”, “Las partes vivas del monstruo”, “Yo me perderé”, “Comiéndonos” y “Desordenar”), pasajes más pantanosos que utilizan breakbeats como bandera (“Veo el cielo” y “Caímos al suelo”), hasta volver a aterrizar cerca del pop con melodías suaves y texturas de sintetizadores que entran, toman la delantera, y se vuelven a fundir en la canción (“Color”, “Enemigo”, “Mi nombre”).
Las canciones escapan de la literalidad para encontrar terreno en lo sugestivo. Son letras que no pretenden corresponder a una univocidad o buscar una condescendencia. Con pocas líneas, las Isla Mujeres son capaces de evocar poderosas imágenes ambivalentes para indagar y desenmascarar inquietudes. Secreto corre rápido a través del lirismo de las cantantes con un modo catártico de acentuar las palabras y cargar las canciones sin apelar al drama, invitando a transitarlas bailando en lo íntimo y lo recóndito.
Uno de los elementos más interesantes de Islas Mujeres radica en sus juegos de contrastes. La banda platense usa el pop casi como una excusa para virar en diversas direcciones. Hay guiños a la electrónica, al dreampop, al ambient y al trip hop para converger en un encuentro que huye de lo predecible. Pero Secreto es un disco que invita a la escucha repetida no solo por su hibridez, sino por sus melodías luminosas que suscitan esperanzas módicas en tiempos de incertidumbre.
Isla Mujeres – Secreto
2020 – Independiente
01. Mi nombre
02. Color
03. Las partes vivas del monstruo
04. Yo me perderé
05. Comiéndonos
06. Veo el cielo
07. Caímos al suelo
08. Desordenar
09. Enemigo
10. Problema