La escena independiente argentina no tiene nada que envidiarle al resto del mundo. Ante la cantidad de alternativas que se ofrecen cada fin de semana, una madrugada en Buenos Aires puede pronto devenir en una epopeya nocturna a través de bares, centros culturales y clubes DIY. Faltan figuras locales de peso comercial masivo, sí, pero esa carencia es contrarrestada por un océano fructífero de artistas autogestionados maravillosos.
Es este el ambiente en el cual ha nacido, circulado y ascendido La suma de todos los tiempos, banda de Parque Patricios que acaba de lanzar El futuro para siempre, su tercer disco de estudio, editado en CD por el renombrado sello Casa del Puente.
El futuro para siempre pone en evidencia lo acertadamente nombrada que está La Suma por dos motivos. El primero es que se trata de un colectivo de músicos talentosos, todos venidos de otros proyectos, constituyendo algo más grande que las partes. Por regla general, el potencial de los supergrupos suele verse diluido: sus integrantes pueden estar en frecuencias creativas disímiles, o jerarquizados de forma que uno acapare el protagonismo pero sin poder materializar su visión con la plena libertad que le concedería su plataforma original. Aquí, sin embargo, sucede lo contrario. Diego Litwiller y Fernando Turenne de Digisagas, Enrique Gil Navarro, y el legendario técnico y productor Peta D’Agostino (miembro de los ya míticos Go-Neko!, entre otros) entablan una sociedad orgánica y se complementan mutuamente alcanzando un dinamismo fluido y absoluto.
El segundo motivo es que, como constatan las canciones que conforman El futuro para siempre, el repertorio de La suma de todos los tiempos es atemporal: sus temas no están sometidos a los confines de una época, sino que son efectivos hoy como lo hubiesen sido ayer y lo seguirán siendo mañana. Esto se debe en parte a la destreza compositiva, pero hay un factor aún más eterno. La Suma tiene la extraña habilidad de capturar el perpetuamente atesorado sentimiento de la juventud. El futuro para siempre se desenvuelve con la ligereza y la frescura de una tarde de verano.
“El Comienzo” inaugura la escucha con unos slides distorsionados de potencia apabullante que remiten a los trabajos tempranos de My Bloody Valentine; las hermanas “A Donde Lleguemos” y “Mientras Escapamos” son propulsadas por riffs memorables; y “En el Tren” marcha con la solemnidad de un himno de Tears for Fears. En tan solo veintiocho minutos de duración, estas excursiones shoegaze concentran una abundancia de melodías coreables, reverb, feedback de guitarra y pura psicodelia.
En contraste a su predecesor Grandes distancias (2015), El futuro para siempre es un disco más inmediato, lo que no tiene nada de malo: hay que sacarle lo peyorativo a lo directo. Sin embargo, si bien estas canciones son más breves, a nivel estrictamente sónico son sumamente elaboradas; y suenan cristalinas. El lustre que les aporta la grabación, mezcla y producción del maravilloso Estanislao López (quien ha trabajado para varios de los mejores grupos del indie argentino moderno, como Riel y Niños del Parque) es, como siempre, brillante.
El futuro para siempre se consolida así como uno de los lanzamientos del año en lo que fue un período particularmente sólido para la música nacional. Refina la paleta sónica de La Suma de Todos los Tiempos, y es otra digna entrada a su discografía, aunque a veces eso ni es necesario: sólo basta con que un disco te recuerde que todo va a estar bien.
La suma de todos los tiempos – El futuro para siempre
2017 – Casa del Puente
01. El comienzo
02. A donde lleguemos
03. En el tren
04. Los pibes
05. En el parque
06. El calor
07. El camino
08. Mientras escapamos
09. Y los accidentes