El río y su continuidad, quinta producción del dúo tecnopop Matilda, llega como un remolino en el agua que gira y gira en torno a los ya 15 años de historia de la banda, reformulando en su fuerza centrífuga los tópicos que merodean en cada uno de sus discos, a saber: el pulso que invita al movimiento, la melodías -por momentos simples, por momentos sofisticadas- pero siempre memorizables, los estribillos explosivos, las letras que exaltan la vitalidad (a lo virus), retratan el amor, la gris cotidianidad de la ciudad, las fantasías, todo esto desde una perspectiva siempre (o casi siempre) política. “Nuestra idea fue desde un principio que el público pudiera bailar y pensar al mismo tiempo, que esas dos cosas no se excluyan”, dice Juan Manuel Godoy en una entrevista.
La banda se originó en Rosario en el paradigmático 2001, durante sus primeros años eran un trío: Juan Manuel Godoy (Checho) en voz, Ignacio Molinos (Nacho), en bajo y Maxi Falcone en teclados. Después del primer disco Tres corazones rotos y un ordenador (2002), Maxi deja la banda y de ahí en mas continúan como dúo. Su segundo y tercer trabajo Formas de inventar nuestro destino (2005) y Para ser movimiento(2008) es donde más explotan esta idea de pensamiento reflexivo + baile. Muy articulados, por aquel entonces, con la militancia del colectivo y sello discográfico Planeta X, editor de sus primeros discos y organizador de fiestas en la noche rosarina, los Matilda hacían explotar la pista de baile. Con el tiempo supieron cómo salir de la ciudad y armar su propio itinerario que los llevó, siempre bajo la bandera de la autogestión y la independencia, a recorrer incansables veces muchas ciudades del interior y a ir sembrando la semilla de un público -devenido fan- que no para de crecer. Quien presencie hoy un recital de Matilda en Rosario, Córdoba o Santa Fe, no podría dejar de sorprenderse al observar la cercanía que generan con su público, y como éste canta y baila incansablemente dejándose llevar por una –ya que estamos en la analogía del río- nunca mejor dicho catarata de hits.
Después de Las acciones cotidianas (2012) –disco editado solo en formato virtual- y un par de años de trabajo en los estudios La mansión mutante, de Nacho (también gestor de muchísimas ediciones independientes con su sello Soy Mutante), El río y su continuidad (2016) es sin duda el trabajo más elaborado de Matilda y cuenta con la participación de otros músicos como Sofía Pasquinelli y Rodrigo Jávega en guitarras, Leandro Giandoménico en percusión, Pol Nada en coros y Nata Rangone en teclados.
En tiempos tan dispersos -donde la sobreinformación nos inunda y nos hace colapsar, donde por momentos nos sentimos “náufragos sin memoria”, donde las marcas de nuestros propios recorridos parecen distantes y a veces no las encontramos – existe una orilla para amarrar. Tal vez detenerse y observar el río sea la clave. Mirar cómo se configura su movimiento, cómo la continuidad y la persistencia de algunas prácticas logran vencer la fuerza disipativa de nuestros tiempos. Pensar en el encuentro, en la alegría que genera vernos bailar y compartir nuestras preguntas.
Matilda – El río y su continuidad
2016 – Independiente
01. El río y su continuidad
02. Un amor
03. Cuestión particular
04. Sartre en la TV
05. Encandilados
06. A las canciones de amor
07. Nada se va
08. Soy un cuerpo
09. Un enlace mejor