Hablar de Neo Pistea es hablar de uno de los fundadores de la escena que hace varios años domina los charts y las calles a nivel nacional y regional. Después de haber musicalizado a la perfección el sinfín de sentimientos que lo atormentaron durante la pandemia en Punkdemia (2021), Neo decidió abrir el 2023 acelerando a fondo hacia las profundidades de una distopía que empieza a tener escalofriantes similitudes con la realidad.
En su concepto, Neo puede ser comprendido como una secuela de Punkdemia, pero en términos estrictamente sonoros es un interesante giro de 180° que posee una esencia experimental que no suele verse –salvo algunas muy conocidas excepciones– dentro de cada una de las vertientes que componen el amplio universo del hip hop argentino. Imaginado como una sinuosa ópera trap-punk con un fuerte anclaje en el rock pesado y el trash metal, el regreso de Neo Pistea a los primeros planos es lo suficientemente revulsivo como para hacer temblar los cimientos del actual sonido del mainstream.
Con golpes brutales y certeros, “Intro” y “Campeón” son prueba de que Neo tiene muy claro cómo asentar el clima a través de retazos de hard rock bien rápido y desprolijo, mezclados con sutiles referencias a otros sonidos como la música country y la cumbia clásica. Deformando su voz hasta el máximo con el autotune, el bonaerense sorprende al derretir por completo los dos extremos de la ecuación sónica. Si bien puede parecer una obviedad, es necesario recordar que la idea de “portarse mal” involucra de forma directa el deseo de romper las reglas para rehacerlas por completo. Entre muchas sombras y pocas luces, el escenario de un nuevo fin del mundo es el de una ciudad en la que el asfalto quema por completo, y esto puede palparse en cada canción de Neo.
Durante el recorrido, hay momentos -como “Pan”, “Banco” y “Tiki”- en los que el artista redobla la apuesta y lleva su voz a niveles alienígenas nunca antes vistos en la escena. Y lo hace distorsionando directamente con esa acción sobre beats muy artesanales que pendulean del lo-fi hasta estructuras más densa –cercanas al rompecabezas del thrash, punk y heavy metal–, sin jamás perder tensión ni oscuridad. Como un alquimista que hace de la paciencia y la atención al detalle toda su existencia, Neo atraviesa sin miramientos la piel de quien lo escucha, acelerando de forma progresiva su rapeo hasta alcanzar la locura absoluta, estableciendo un retorno a una marca registrada que supo ser una revolución.
El lugar para la reflexión montada sobre un sonido más cercano al clasicismo latino –sin la innecesaria pose a lo Residente– tiene una mínima cuota dentro del disco en “Ancestral”. Sin embargo, el Neo Pistea O.G -el más trapero y brutal desde el micrófono- emerge con toda la furia en “Inflamable”, “Problemas”, “Océano” y “Bombastic”, a bordo de una marca personal que ya es registrada: rap ultrasónico y ambivalente sobre beats estridentes, generando una atmósfera esquizofrénica, enmarcada en una total vocación por cruzar géneros musicales -jazz, dance, techno y hasta funk- al punto de esquivar todo tipo de categorización por parte de la industria.
Esta cuestión en particular se acentúa durante “Portación de rostro”, una canción que pasa sin peajes del emo-trap profundo a una celebratoria explosión a puro dance y techno. Un segmento en el que los universos analógico y digital se combinan a la perfección mientras la guitarra sostiene la estructura global y gestiona con mucha pericia las explosiones bailables sin perder en ningún momento el eje melódico tradicional. Preludio para llegar a la gema de Neo: “Interludio para escuchar con auriculares”, una verdadera experiencia inmersiva en la que Neo Pistea elige abrazarse con el rock progresivo, construyendo una caótica y calculada pared sonora en la que un sinfín de texturas e imágenes se entremezclan al punto de sumergirnos por completo en una realidad paralela donde la linealidad y el encasillamiento no son bienvenidos.
Expandiendo la propuesta distópica de Punkdemia y renovando por completo su sonido, Neo Pistea volvió al centro de los focos con un trabajo totalmente diferente a lo que todos esperaban. Complementado por un directo lleno de potencia y distorsión que es una verdadera aplanadora, Neo desafía los límites habituales del trap y del rap en nuestro país y traza un puente tendido hacia quienes por seguir anclados en un tradicionalismo excesivo no pueden –ni quieren– darle una oportunidad a los sonidos mutantes que dominan tanto el mainstream como el under.
Escuchá Neo en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).