El Reino es la ópera prima de la cordobesa Pamela Rudy; un disco extraordinariamente sutil que se las arregla para tocar aquellas fibras del inconsciente colectivo que parecen reaccionar ante eso que podríamos llamar la canción arquetípica: esa canción sincera, de argumentos simples, que llega al hueso sin mayores ambiciones y delirios de grandeza.
Compuesto por 11 canciones que se suceden como pequeñas fábulas ilustradas, el trabajo se destaca por unificar y adornar distintos tipos de registro sin resignar carácter y encanto pop.
Iniciando con las notas elípticas y melancólicas de “Melmak“, la cantante marca una de las líneas líricas que atravesarán, subliminalmente, todo el trabajo: la figura de un amor ausente. Esta evocación parece ser una constante que se confirma en otras canciones como “El Reino” (una zamba hecha souvenir), el rockero “Hello Ginger“, “Llueve” o “Fantasma“, canciones que logran superar el melodrama por la apelación a lo naif o a melodías y recursos pegadizos.
Desde lo musical, aunque la voz sea el atributo más destacado y, en definitiva, el que conecte melódicamente todas las canciones (algo prácticamente obvio para el trabajo de una cantante), es meritorio subrayar la amplia gama de colores y miniaturas sonoras que enaltecen la expresión de cada canción: un ukelele (“Canción Para Una Mordida De Serpiente”), un bombo (“El Reino“), cuerdas (“Llueve“, “Miramar“, “Sonatina“), un saxo (“Fantasma“), palmas, coros y guitarras eléctricas (“Hello Ginger“) o las influencias clásicas de un piano (“Sonatina“) son algunos de los recursos utilizados para decorar los climas y escenarios del disco. Aciertos que no solo hablan de la virtud compositiva, sino que también se encuentran sustentados por un excelente trabajo de producción (a cargo de Tomás Ferrero, de Rayos Laser) y una nutrida variedad de colaboradores locales.
El viaje de una canción a otra (todas distintas, todas especiales) endulza una experiencia de escucha sin sobresaltos, a la vez que refuerza cierta impronta conceptual y poética donde El Reino se presenta como el paisaje que engloba y sintetiza ese pequeño universo de narrativas. Una metáfora que resume un espacio de encuentro íntimo (“El Respiro“, “Sonatina“), un recuerdo (“Miramar“), un momento (“Llueve“, “1500 mañanas“) o un lugar en el mundo (“La Casa“).
¿Con qué canciones me quedo? El disco funciona tan bien como conjunto que cuesta un poco decidirse. Si me la tengo que jugar definitivamente lo hago por “La Casa“, “Fantasma“, “El Reino” (por la expresividad percusiva) y “Hello Ginger” (no solo por la amplitud de recursos, sino por el excelente trabajo Eduardo Valdés, una de las mitades del dúo pop Valdés, en guitarra).
Antes de cerrar pienso en El Reino como un refugio. Un lugar donde lo naif puede servir como principio de evasión, pero también como una posible declaración de principios. El Reino puede ser un lugar que todos compartimos sin saberlo. Espacio de deseo, tal vez, espacio de introspección y repliegue. Por qué no. Un espacio donde la música fluye y florece con la misma familiaridad ambigua y risueña con que se respira el olor a pasto mojado.
Puede pasar el tiempo y aunque tengamos una actitud yonki frente a lo nuevo, hay historias, temáticas y formatos que no terminan de perder vigencia nunca. Intuyo que en El Reino hay algo de esto: una clave posible para entender y justificar la infatigable vitalidad del pop.
Este viernes 25 a las 20 hs, la cantautora presentará oficialmente el disco en el Auditorio de Radio Nacional Córdoba acompañada por grandes músicos locales. ¿Logrará darle vida a cada uno de los paisajes del disco? Seguramente. Así que vale la pena acercarse a comprobarlo.
Rudy – El reino
2016 – Independiente
01. Melmak
02. Canción para una mordida de serpiente
03. Llueve
04. El reino
05. Miramar
06. Hello Ginger
07. La casa
08. 1500 mañanas
09. Fantasma
10. El respiro
11. Sonatina