No es sencillo seguir despertando interés después de 20 años de trayectoria, pero Wilco lo consigue. No solo por encontrar nuevas maneras de ampliar y refinar su sonido, sino por la velocidad con la que viene lanzando discos. Tan solo un año después del inesperado Star Wars, la pronta aparición de un sucesor resultó un evento igualmente repentino. Pero si aquel tenía un sonido decididamente más eléctrico y sucio, en Schmilco la continuidad de esa energía puede encontrarse en principio en el estridente arte de tapa a cargo del humorista gráfico Joan Cornellà. Esas imágenes que podrían prometer un disco irreverente y sobrecargado, son el falso pie para el remate con el que nuevamente sorprende la banda de Jeff Tweedy: doce canciones predominantemente acústicas que se alejan de los desbordes y ofrecen una marcada cohesión sonora.
En este caso, el abanico ecléctico del catálogo de Wilco se repliega en su faceta más amable y tranquila. A diferencia de su predecesor, estas nuevas canciones están más cerca del folk-rock de The Whole Love (2011). Aunque el disco con el que pueden emparentarse más directamente no se encuentra en la discografía de la banda, sino en Sukierae (2014), el disco solista que Tweedy realizó junto a su hijo. Aquel trabajo, que incluií el single “Low Key” (casi un manifiesto sobre su bajo perfil) deja ver esa filosofía en el trazo intimista que presenta este nuevo album.
Es esa poca pretensión la que hace que la banda suene tan relajada y segura. Ya sin nada que demostrar a nadie, Wilco puede animarse a explorar y probar, sin necesidad de grandilocuencias, sabiendo encontrar grandeza también en los detalles. Pero no por ser un disco coherente o conciso carece de matices o ideas. Cada tema ofrece una variedad de recursos que no solo le da una identidad propia dentro del disco, sino que cada uno se las ingenia para traer novedades a la vasta obra de la banda. Hay familiaridad en el sonido, pero no repetición, no hay clones, sino un árbol familiar que continúa extendiéndose. Ya sea en la variedad de ritmos, en los nuevos matices que alcanza la voz de Tweedy, en la creativa percusión (que en “Common Sense” llega a incluir silofones que podrían haber salido de un disco de Tom Waits), en el cruce de guitarras o las líneas de bajo, la banda encuentra siempre la manera de hacer valer cada momento.
Este sonido maduro y seguro de sí, le permite a Tweedy abordar temas personales desde un lugar, por momentos cargado de melancolía, pero también con su mordaz sentido del humor. Es en la lírica en que la electricidad anunciada por el arte de Cornellà se percibe como una corriente subterránea. Su pluma va con igual lucidez a su infancia, su adolescencia y el rechazo a una normalidad amenazadora, al escapismo limitado de las drogas, al recuerdo de su madre o a esas dudas y relaciones que nunca terminan de resolverse. El contraste de la negatividad y pesadez de estos tópicos, con la liviandad y tranquilidad con la que la banda se manifiesta, iluminan la capacidad de Wilco para alcanzar su equilibrio.
En poco más de treinta minutos, se cierra un disco pequeño y sutil, que crece mientras más atención se le presta. De esta manera, Wilco se ubica cómodo en la tensión de continuar experimentando y de disfrutar su propio legado.
Wilco – Schmilco
2016 – dBpm
01. Normal American Kids
02. If I Ever Was a Child
03. Cry All Day
04. Common Sense
05. Nope
06. Someone to Lose
07. Happiness
08. Quarters
09. Locator
10. Shrug and Destroy
11. We Aren’t the World (Safety Girl)
12. Just Say Goodbye