En 1982 Martin Scorsese estrenó El rey de la comedia, una película peculiar en su filmografía pero que reúne los aspectos más interesantes de su autoría. Es una de las tantas colaboraciones con Robert De Niro y cuenta la historia de un cómico que está obsesionado con la fama y tomará una extrema decisión para lograr sus objetivos.
El film tiene un tono de gran pesimismo, algo que Scorsese también desplegó en Taxi Driver y, al igual que en este largometraje, la salud mental tiene un rol fundamental. El director hizo un trabajo artesanal para delinear el personaje principal, lo cual también conllevó un esfuerzo de parte de De Niro en la construcción de Rupert Pupkin.
Siendo que el protagonista está obsesionado con uno de sus ídolos y comete locuras con tal de tenerlo cerca, De Niro -quien ya era un actor más que reconocido- decidió ponerse en contacto con un fan. Según fragmentos del libro De Niro: A Life, en el que se relata cómo el actor se contactó con un fanático que lo perseguía para saber qué buscaba y este le respondió que su objetivo era cenar, charlar y tener una buena velada.
Problemas de salud que complejizaron el rodaje
Por su parte, Scorsese no estaba en buen estado de salud durante el rodaje de El rey de la comedia. Así escribió José Enrique Monterde en Martin Scorsese según recogieron desde La Nación: “La salud de Scorsese era muy precaria entonces, de hecho estuvo a punto de abandonar la película tras dos semanas de rodaje porque los fuertes accesos de tos lo obligaban a recostarse en el suelo para recuperar la respiración”.
Además, en Scorsese on Scorsese, el director explicó lo complejo que fue finalizar el film: “Empecé a experimentar tanta ansiedad que me volví loco. Bajaba a la sala de edición y veía un mensaje de alguien sobre algún problema y decía: ‘No puedo trabajar hoy, es imposible’. Y mis amigos respondían: ‘Marty, el negativo te está esperando. El estudio está enloqueciendo, ¡están pagando intereses! Tienes que terminar la película’“.