Ningún disco de Alex Anwandter es igual al otro. Año tras año, el artista chileno nos guía a través de un viaje musical de altos y bajos, un repertorio bipolar y desbordante de historias que hablan por sí solas. En El diablo en el cuerpo, Anwandter sigue siendo un alma melancólica y aguerrida, pero ahora brilla con una reflexión más profunda y una conciencia más clara de lo que significa ser un testimonio de su época. Si cada álbum es una ventana a su constante metamorfosis estética, en este capítulo las luces de neón resplandecen más que nunca.
“Siempre para mí hacer un disco tiene un propósito de crecer o de no repetirme a mí mismo– cuenta en conversación con Indie Hoy antes de su presentación este jueves en Buenos Aires-. Supongo que este disco resumió ciertos intereses que he tenido hace mucho tiempo, estilísticamente hablando, que son la música electrónica, la música bailable y la música orquestal. Por momentos es un poco maximalista, pero también siento que tenía mucho que ver con una energía colectiva, en las letras y las temáticas. Así que lo dejé así”.
La visionaria feminista Emma Goldman nos legó una frase que resuena al día de hoy: “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”. Esas palabras cobran un nuevo significado en la obra de Anwandter, quien demuestra magistralmente cómo el pop puede ser un acto social. El diablo en el cuerpo explora la política de los cuerpos, desentrañando nuestras libertades y desafiando las censuras que nos imponemos. Un llamado a la acción y una danza de resistencia, reafirmando la declaración de Goldman de que la libertad individual es el corazón de cualquier auténtico movimiento revolucionario.
“No quise hacer letras tan discursivas, sino justamente centrar las letras en un contexto, y que el contexto se transforme en discurso -cuenta Alex-. Ese contexto es la pista de baile, que es un lugar muy poco productivo, en ese sentido un poco anticapitalista. Poner el foco en esa transacción no productiva, colectiva, para mí es súper importante. Es una especie de rebeldía”.
Es que el baile también puede ser una forma de protesta con motor a tracción de las masas. En sus shows en vivo, Anwandter lo utiliza como una herramienta alineada a despertar conciencia sobre cuestiones políticas y sociales imperiosas. Un vehículo para la transformación que encuentra una forma de catalizar emociones, promover la libertad individual y abogar por un cambio significativo. “Amo la danza y me encantan los bailarines porque es tan mágico dedicarse a algo que no sirve para nada -cuenta-. No sirve de nada bailar, no produce nada y eso es hermoso. Me produce más admiración que la música en ese sentido. Porque la música por ahí llena un cierto vacío de espacio, te acompaña mientras lavas los platos, qué sé yo. El baile no”.
En el precipicio, Alex desata el baile de una fiesta infernal e interminable, donde florecen nuevas frases inmortales al nivel de “La iglesia me mandó al infierno” de su hoy clásico hit con Miranda! “Siempre es viernes en mi corazón“. Y es que los años pasaron, pero las llamas siguen ardiendo. En esa línea, el título del álbum fue elegido como un punto de convergencia temática, al mismo tiempo que dejaba las puertas abiertas para que la audiencia proyectara su propia interpretación. Anwandter prefiere que las canciones vivan en la imaginación de cada oyente en lugar de imponer significados concretos. “Para mí el diablo es un montón de cosas en el disco -confiesa-. Viene de lo calentón que es el disco, de cuestionarse qué es lo bueno y lo malo dentro de las relaciones amorosas. Y también soy muy fan de lo anticlerical. Odio a la iglesia católica con toda mi alma“.
“Gracias a Dios que salí maricón”, canta el músico de 40 años en uno de los hits indiscutidos de su nuevo álbum, “Ahora somos dos”. Tras comprender durante su adolescencia las maldades del mundo, Anwandter optó por emplear la música como una herramienta de denuncia, ironía y ridiculización de las normas arraigadas en una sociedad regida por la moral cristiana. “Son pequeñas ofensas a la iglesia -admite-. Siempre que tengo la oportunidad, la tomo. Porque me entretiene, me divierte y porque estoy en contra también de ellos. Me encanta la idea de ser el embajador de lo anticlerical en el pop. Si alguien lo tiene que ser, pues mejor que sea yo”.
Alex pone sobre la mesa otro tipo de debates que no cuadran en el ideario de familia perfecta que dicta el dogma religioso. En “Tienes una idea muy antigua del amor”, canta junto Julieta Venegas acerca del los sentimientos posesivos que opacan el fuego de una relación. “Siento que todos sufrimos innecesariamente por esa noción del amor, que equivale a estar con alguien y amar a alguien con poseerlo, ser dueño de su tiempo y de su cuerpo. No tengo ninguna solución. No soy un gurú de lo poliamoroso o algo parecido”, dice Anwandter con tono divertido. Su electro pop es un viaje hipnótico que te hace bailar mientras tu mente se inunda de cuestionamientos profundos.
“Hay una frase que me gusta mucho de esa canción -señala-. Me voy a parafrasear a mí mismo porque no me sé mis propias letras. Pero es algo así como, ¿qué otra cosa significa el amor si no es volver a alguien? Volver a querer a alguien, una y otra vez. Ese gesto de revalidación permanente lo encuentro mucho más romántico que a una cosa estática, posesiva, donde están dos personas que no se pueden mover de su lugar. Y eso supuestamente es lo más romántico posible. Me encantan las historias. Lo que encuentro más romántico del mundo son esos casos, como por ejemplo Elizabeth Taylor y Richard Burton, que se casan, se divorcian, se odian y después pasan unos años y se casan de nuevo. Me parece lo máximo”.
Además de esta colaboración, Anwandter desempeñó un papel fundamental como productor en el último álbum de Julieta Venegas, Tu historia, elegido como uno de los mejores discos de 2022 por Indie Hoy. Actualmente, se encuentra inmerso en la producción del primer álbum en solitario de Juliana Gattas, desplegando su aguda comprensión de los horizontes estéticos de cada proyecto y continuando su evolución en el estudio de grabación. “Cada vez que uno graba un disco aprende un montón, y esas herramientas las usa para el próximo disco. El disco de Juliana y el mío son discos más hermanos. Julieta tiene una identidad tan fuerte de su propia música que está más separado de mí, y lo hice también más conscientemente de que Julieta no puede sonar como que esté cantando canciones mías. Tiene que sonar a un disco de Julieta, con las ideas mías que ella quiera aceptar. Y eso era muy importante para mí en el disco de ella”.
“Me encanta producir porque me resulta muy fácil emocionalmente -agrega-. Cuando me produzco a mí mismo, soy el propio evaluador de mis ideas. Entonces, se me ocurre una idea e inmediatamente tengo que cuestionarme si es buena. Es un proceso muy raro. En cambio, si produzco a otra persona hay otro tipo de diálogo. Y también se trata de no perder la perspectiva. Hay que recordar que estamos haciendo un disco, no estamos curando el cáncer, y hay que pasarlo bien”.
Al igual que desafió la autoridad eclesiástica en el pasado, Anwandter no dudó en enfrentarse a las aberraciones que se vivieron durante la revuelta social en Chile en 2019. De este caos tan urgente y necesario nació “Paco vampiro“, una canción afilada cargada de indignación hacia la ultra derecha chilena y sus fuerzas armadas. Para ilustrar el poder confrontativo de esta canción, basta con recordar un video filmado desde un celular en el que dos mujeres aterrorizadas eran amenazadas por carabineros armados para que apagaran la canción que estaban escuchando en su auto. A pesar de haberse convertido en el portavoz de un himno adictivo y contagioso que resonó en las calles, Alex todavía lleva consigo un sabor amargo, como si la musicalización de la rebelión no hubiera sido suficiente, especialmente después de que la lucha se detuviera debido a la pandemia.
“Tengo sentimientos reencontrados con esa canción -admite-, pero también porque mis sentimientos con esa canción están directamente asociados con el proceso social que se vio completamente frustrado al punto que ahora hay una especie de contrarrevolución social donde la extrema derecha está a cargo de escribir una nueva constitución para reemplazar la que escribió la dictadura de Pinochet. Ni vale la pena comentar lo paradójico que suena eso. Si fue una victoria, fue muy pequeña y me hace pensar que más bien que fue insuficiente el esfuerzo. Y por ahí, en este disco, mi mente estaba en otro lado, quería alejarme de la discursividad en las letras. Pero a futuro, parece que voy a tener que escribir más canciones”.
En esta desilusión, Alex no encuentra consuelo, pero aún tiene esperanzas. Puertas adentro, lo que parecen metáforas son analogías que mimetizan el grado de euforia del corazón en su último álbum. “Hay una canción que se llama ‘Vamos de nuevo’, que habla sobre las balas pasando por encima. Lo menciona así muy a la pasada, pero a mí, como a todo el mundo, me dispararon también los carabineros. Y eso lo usé como punto de partida para cuestionar mi relación amorosa en ese momento porque era similar. Cuando te disparan y no te pasa nada, vuelves a tu casa y tus peleas amorosas parecen más insignificantes de lo que pensabas que eran. Y por ahí aparece esa revolución de Chile”.
Todo disco de Alex es político. En la línea de grandes trovadores como Violeta Parra, encuentra la manera más sensible y significativa de decodificar los acontecimientos históricos. A pesar de tomar distancia de lo discursivo, en el álbum nos cautiva con “La balada de la impunidad”, un tema que siembra la reflexión y remite a Charly García. “Tengo un amigo argentino que me dijo lo mismo -aclara-. A mí me gusta mucho Charly. Curiosamente, las dos cosas que me hicieron pensar más en esa canción fueron, por un lado, esta tradición medio brechtianas de canciones de protesta, medias irónicas y medias ligeras también, y por otro lado mi relación con Argentina”.
“Tengo una especie de admiración a cómo Argentina hizo su proceso de transición a la democracia, infinitamente mejor que Chile -continúa Alex-. Obviamente que no debe haber sido perfecto, pero enjuiciaron a sus genocidas. Y en Chile las dictaduras fueron distintas. Podemos convenir que la de Chile fue más larga, y por eso lograron instaurar y dejar más afirmadas sus reglas y sus trampas para no poder cambiar las cosas que ellos cambiaron. Pero aún así, es muy frustrante vivir en un país donde una cosa que sucedió hace 50 años y que la mayor parte del pueblo condena siga dictando todos los aspectos de nuestra vida”.
“¿Cuánto tiempo va a durar la balada?/ Ya llevo décadas acá y la canción no es buena si no se acaba”, canta en “La balada de la impunidad”. Hace algunos años, cuando Anwandter hizo eco de “Cordillera” como un grito popular, la canción había salido en 2016 en su disco solista titulado Amiga, pero nadie puede negar su inexorable actualidad para el pueblo chileno y latinoamericano. Al igual que “Paco Vampiro”, Alex se muestra como un detractor del conformismo.
“Me da ganas de que esa canción fuera irrelevante y me frustra que sea relevante -admite-. Porque significa que sigue hablando de algo que está intacto. Que sigue siendo necesario. Pero no soy tan egomaníaco como para querer que mi canción sea eterna y que el país esté mal para siempre. Prefiero que mi canción no tenga ninguna relevancia y que el país esté bien”. Pero los años pasan y la canción sigue siendo necesaria, como un refugio al que el pueblo siempre debe regresar. Esto demuestra la importancia permanente de su mensaje, lo cual es altamente valioso, pero Alex no quiere quedarse dormido en los laureles. “Es raro para mí -concluye-. Sobre todo porque cuando fui en 2019 a Chile y estuve allá todo ese tiempo, y cantaba esa canción en recintos grandes o en la calle, se sentía muy distinto. Finalmente estábamos haciendo lo que esta canción habla. Pasaron los años y estamos igual. ¿Qué pasó?”.
Alex Anwandter se presenta el jueves 14 de septiembre a las 21 h en Teatro Vorterix (Av. Federico Lacroze 3455, CABA) junto a Ibiza Pareo, entradas disponibles a través de Allaccess. Escuchá El diablo en el cuerpo en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).