Hay cierta verdad latente en el discurso de que todo contratiempo puede servir como punto de partida para un acto de reinvención o superación. Molly Rankin es un claro ejemplo de ello. Cuando la vocalista y líder de Alvvays empezó a esbozar las primeras maquetas de lo que sería el nuevo álbum de la banda, no tenía la más mínima idea del sinuoso camino que tenía por delante. Parece mentira que, después de atravesar una seguidilla incesante de obstáculos -tales como una inundación, el robo de material de grabación y la pandemia- el grupo canadiense haya podido sacar adelante lo que hoy conocemos como Blue Rev, su más reciente lanzamiento.
Está claro que el derrotero hacia su tercer disco de estudio no fue nada fácil para Alvvays. Poco después de la publicación de Antisocialites en 2017, Rankin y su principal socio y guitarrista, Alec O’Hanley, empezaron a trabajar en nuevas canciones y algunas finalmente acabaron en su último LP. Entre ellas, “Pomeranian Spinster“, “Easy On Your Own?” y “Belinda Says“, las cuales, además, se encontraban dentro de un disco duro que fue robado y nunca pudieron recuperar. Eso no es todo: siguiendo la pésima racha, parte del equipo de sonido de la banda se arruinó casi por completo, luego de una inundación en el sótano de su residencia un día después.
Como si algún poder divino estuviese ensimismado en estropear la realización de este disco, llegó la pandemia y con ella las restricciones que complicaban aun más las grabaciones. En ese contexto totalmente adverso y desesperanzador, Rankin se refugió en los recuerdos de su niñez y en cientos de fotografías que evocaban imágenes de su crianza en Cabo Bretón, una isla en Nueva Escocia, Canadá. En esa búsqueda, la artista también quiso dejar registro de los sonidos, paisajes, costumbres y gran parte de la identidad cultural propia de su tierra natal a través de su música: un rito catártico ceñido por la nostalgia del pasado y el valor consustancial de no tener nada más que perder.
Cuando todas las canciones de Blue Rev quedaron finalmente maqueteadas, la banda viajó a California a finales de 2021 para entrar en el estudio con su compatriota y productor Shawn Everett, reconocido por su trabajo con artistas como The Killers, The War On Drugs y Weezer. Según explica Rankin, esa fue una experiencia revolucionaria y logró aflorar algo nuevo en Alvvays. “Shawn es capaz de materializar el paisaje sonoro que estás buscando lograr -cuenta la artista en conversación con Indie Hoy y agrega-. No sé cómo lo hace, pero es algo que realmente puede manifestar”. De la unión entre el grupo canadiense y el famoso productor emergió una obra que oscila entre lo sublime y lo extremadamente portentoso.
Por momentos escueto, por otros completamente onírico y shoegaze, Blue Rev logra configurarse bajo un power pop matizado que azota cuando quiere y reposa cuando lo necesita. Cada una de sus canciones fluye de forma orgánica y despreocupada en una inmersión profunda a los confines más recónditos de la memoria de Rankin. Una prueba cabal de que, a veces, los contextos más desfavorables suelen ser el escenario perfecto para abrazar el presente y encarar el futuro desde una perspectiva incluso aun más esperanzadora.
Blue Rev marca un cambio en el sonido de la banda. Por otro lado, también tuvo varias complicaciones severas en medio de su producción, entre ellas, una inundación, el robo de material y, por supuesto, la pandemia. ¿Cómo afectaron todos estos sucesos al proceso creativo del disco?
Todo empezó cuando estábamos en el estudio, con una cierta cantidad de canciones ya trabajadas, hasta que llegó el COVID y el mundo se puso en pausa. Tuvimos que correr al aeropuerto para volver lo más rápido posible a Canadá y así pasar la pandemia en nuestras casas. Después contamos con un año y medio para bajar ideas a tierra, trabajarlas y experimentar todo el tiempo que quisiéramos con lo que habíamos creado. De esa forma comenzamos a contemplar muchas más opciones en cuanto a la producción, y dimos con Shawn y la posibilidad de grabar en Los Ángeles. Así que todo resultó en una gran oportunidad, bastante afortunada, que nos surgió de una muy mala racha.
Shawn Everett es un productor con varios años de experiencia y con un estilo particular. ¿Cómo definirías el trabajo con él en el estudio?
Es muy divertido. Shawn no le tiene miedo al error y creo que eso es algo determinante en el proceso creativo. La metodología de trabajo con él fue tirar una idea y después trabajarla durante dos días. A veces esa idea terminaba siendo una epifanía y muchas otras resultaba siendo un completo desastre. Aun así, creo que tomar ese tipo de riesgos puede ser extremadamente fructífero. Shawn es alguien que está muy inmerso en la ciencia detrás del audio, más allá de ser gran artista, así que siempre llegaba con un montón de referencias musicales de bandas como R.E.M, The Smiths y The Psychedelic Furs. Por otro lado, Alec [O’Hanley] también estuvo bastante inmerso en la producción de este disco. Lo que me parece importante destacar es que Shawn permitió esa colaboración y fue muy flexible con aquellas cosas del álbum que quisimos que permanecieran igual.
Eso es algo valioso y notable, dado que muchas veces suelen haber choques y cruces de egos.
Sí, totalmente. Es normal que haya una colisión entre lo que la banda quiere y lo que el productor sugiere. Creo que es una cosa bastante lógica que puede suceder. Muchas bandas realmente luchan contra eso, especialmente cuando trabajan con alguien que tiene notoriedad.
¿Hubo algo en particular que les haya servido de inspiración para abordar el disco bajo este nuevo sonido y con este concepto?
Inspiraciones hubieron, pero estoy segura de que con el tiempo fueron cambiando. Me inspiré en los paisajes costeros de mi ciudad y en algunas referencias culturales que marcaron mi juventud. En cuanto al sonido, pasa tanto tiempo entre disco y disco que las cosas que escuchamos en medio varían todo el rato. Algo que me propuse fue que el rasgueo de muchas de las canciones estén cargadas con un overdrive super portentoso y que, a su vez, confluya en un sonido similar al shoegaze. Es por eso que en este disco en particular las cosas se sienten un poco más pesadas y etéreas. No fue algo que hice de forma consciente, buscando ese sonido en particular, simplemente toqué lo que quería escuchar a través de los parlantes.
Sé que amás la fotografía analógica. De hecho, varias de tus canciones mencionan aspectos de esa disciplina. ¿Qué lugar ocupa la fotografía en tu vida? ¿Qué puntos de conexión encontrás en sacar fotos con el componer canciones?
Para mí cumple un rol vital. Soy una persona que se deja llevar mucho por lo visual, me encantan los colores vibrantes y amo la manera en que las cosas solían verse en el pasado. Las fotos analógicas, los rollos Kodachrome, las cintas fílmicas y la forma en que retrataban al mundo y su arquitectura son algo que me fascina. Volviendo al tema de la inspiración, de cierta forma me siento inspirada por ese registro del pasado. Hay algunos colores que me seducen y me deslumbran y hay otros que desprecio y me repelen, pero todos funcionan como los sonidos en ese sentido. Con la portada del disco me pasó que, apenas vi esa foto, inmediatamente supe que tenía que ser el arte de tapa, por todo lo que me trasmitía.
¿Qué es lo que te trasmitía? ¿Cuál es la historía detrás de esa imagen?
Esa foto fue sacada por algún miembro de la familia después de un día navegando. Me acuerdo que, apenas nos embarcamos, el agua estaba bastante calma pero de la nada todo se volvió súper caótico y tormentoso, el océano puede ser muy volátil. En la imagen están mis padres sacándome del barco lo más rápido posible para dejarme en el muelle, mientras de fondo se ve ese cielo ominoso que parece abalanzarse sobre nosotros.
¿Qué otras cosas te motivan, aparte de la composición y la fotografía?
Tengo diferentes tipos de motivación y, por consecuencia, distintos niveles de productividad, pero la música prevalece por sobre todas las cosas. Hay veces en las que siento que absolutamente nada me motiva y entro en un periodo de muy poca productividad. Pero después, cuando hago música, realmente me encuentro con un propósito en la vida y es por eso que de vez en cuando me tomo más tiempo para componer y grabar. Soy yo en mi plenitud cuando estoy trabajando con visuales o componiendo canciones.
Varias críticas coinciden en que Blue Rev es el trabajo más complejo que tienen hasta el momento. ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?
La verdad es que me es difícil evaluar eso con objetividad. Hace bastante tiempo que no escucho nuestros discos -este último inclusive-, pero podría decirte que es un álbum muy ecléctico. Parte del viaje que significó grabarlo y mezclarlo se basó esencialmente en hacer que todas estas canciones diferentes entre sí pudieran convivir en un mismo LP. Diría que es el álbum más ambicioso que hemos hecho hasta ahora. En él hay cosas que ni Alec y yo hubiéramos permitido que estén en los otros discos. Afloró en nosotros un sentimiento de audacia y atrevimiento del que no fuimos conscientes hasta mucho tiempo después. Por suerte supimos canalizarlo y plasmarlo en la música que estábamos componiendo. Cuando creés que el mundo está por terminar, te volvés más valiente.
¿De dónde viene el título del disco?
En Nueva Escocia, de donde vengo, hay una bebida energética con alcohol que se llama Rev y solía ser bastante popular entre los adolescentes. Cuando era joven la tomaban todos, así que estaba en las fiestas, en los bailes, y por alguna razón el sabor favorito de la gente era el azul. En la canción “Belinda Says”, la letra dice “Blue Rev detrás de la pista” y es una referencia a las fiestas que solíamos organizar atrás de las pistas de hockey con mis amigos. Surgió como una referencia cultural muy específica de mi tierra la cual pensé que sonaba bien. Volviendo a las influencias, puedo decirte que esa bebida es un nexo directo con mi juventud, lo que inspiró gran parte de este material.
¿Cuál creés que fue su mayor logro con este disco?
Alec tuvo momentos de guitarra realmente emocionantes y hubieron algunas cosas que tratamos de revisar pero simplemente no pudimos porque el sonido inicial de una idea formándose era tan emocionante que no podía ser superado. También hay un montón de intentos vocales hilarantes que parecían ridículos, pero terminaron siendo lo que la canción realmente necesitaba. Así que hay un par de experimentos muy salvajes y creo que abrazar eso fue importante para permitir que la canción adoptara su forma más honesta.
Sobre el proceso compositivo, dijiste que a veces sentías que cada canción que componés puede ser la última. ¿Seguís pensando lo mismo?
A veces siento que nunca voy a volver a escribir una canción. Se siente como escalar una montaña, especialmente porque soy muy dura conmigo misma y muy exigente con la trayectoria melódica de algo. En mi cerebro solo hay un número determinado de melodías que alguien puede cocinar sin que las cosas se sientan redundantes. Así que no sé si la creatividad es finita o infinita, pero me pregunto en cuántas piscinas puedo ahondar, si es una cantidad infinita o si es solo una cantidad determinada de ideas que una persona tiene. Soy bastante neurótica cuando se trata de elegir y crear.
Esta va a ser la primera vez de la banda en el país. ¿Qué puede esperar Argentina del próximo show de Alvvays?
Nos enorgullecemos de ser una banda bastante robusta y compacta en los vivos. Esperamos poder trascender de alguna manera el sonido de este último disco y de los anteriores lo mejor posible. Pero bueno, se podrán imaginar que no somos el tipo de banda que lleva cañones de confeti ni todo ese tipo de parafernalias. Simplemente tocamos nuestras canciones y esperamos que eso sea suficiente.
Alvvays se presenta el sábado 10 de diciembre a las 16:30 h en el festival Music Wins (Club Ciudad de Buenos Aires, Av. del Libertador 7501), entradas disponibles a través de Venti. Escuchá Blue Rev en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).