Ana Curra es una figura enigmática, una mujer de contrastes. Su belleza andrógina y su voz poderosa reflejan un ser magnético que emana un aura de misterio y peligro. Nacida en San Lorenzo de El Escorial y pionera del punk español, su estilo rebelde sin causa se vio impreso en un puñado de canciones que la posicionaron eternamente como referente de la movida madrileña.
Entre medio de su estadía en la icónica banda de new wave Alaska y Los Pegamoides entre 1979 y 1983, Curra también integró Parálisis Permanente, un soplo de aire fresco y oscuro a la vez como el complemento perfecto al sonido gótico y post punk de su primera banda. Su imagen inspirada en la estética del New Romantic encajaba a la perfección con la atmósfera lúgubre y decadente que caracterizaba a El acto (1982), el debut discográfico de Parálisis Permanente.
Curra no solo era la cantante y tecladista, sino que también era la musa inspiradora del también cantante y guitarrista Eduardo Benavente. Su relación, tanto personal como profesional, era intensa y apasionada. Juntos crearon una estética única que definía a Parálisis Permanente como una banda diferente a todas las demás. Sin embargo, la tragedia marcó el destino de la banda con la muerte de Benavente en un accidente de tráfico en 1983. A pesar del dolor y la pérdida, en 1984 publicaron el disco póstumo Los singles y la banda se disolvió poco después.
Luego de estos proyectos, Curra se mantuvo en movimiento con proyectos solistas. Su disco Volviendo a las andadas de 1987 presentaba temas como “Pájaros de mal agüero” y “Rien de rien“, que capturan tanto la energía creativa como la sátira social de la época, abordando temas como la crisis del VIH, la heroína y el impacto cultural y social de la movida madrileña.
Su música refleja esa fascinación por lo oscuro, con canciones cargadas de erotismo, violencia y muerte, envueltas en melodías punk crudas y contundentes. Sus letras, como himnos a la libertad y la autodestrucción, calaron hondo en una generación desencantada que buscaba romper con las normas establecidas.
Antes de su primer show en Argentina, Ana Curra habló con Indie Hoy sobre su amplia y retorcida trayectoria.
Hace poco te grabaste recitando el poema “Tu oficio” en el canal Escaparate de Poesía. ¿Qué nos podés contar sobre el poema y por qué lo elegiste?
“Tu oficio” está enmarcado dentro de un programa dedicado a la poesía que se está haciendo ahora mismo. Se lo dediqué a Gata Cattana, que es una chica jovencísima que ha fallecido. Es un poema suyo, le he rendido homenaje con un poema propio suyo. Ella era música, poeta y rapera. Cuando escribió este poema debía de tener 25 o 26 años, falleció con 27, creo. Escribía muy bien, con pulso de músico y de gran conocimiento de la escritura y de la palabra. Me gusta porque habla de lo que es el poeta y yo lo traslado a cualquier forma de estar en el mundo haciendo tu oficio, el que quieras, donde te insta a traspasar los límites del raciocinio y a ser un canto de esperanza desde la desesperanza. Concluye diciendo que de toda nuestra obra, una parte se salve que merezca la pena el raciocinio. Y bueno, es mi sencillo homenaje a Gata Cattana.
Siendo testigo de la evolución del feminismo a lo largo de los años, ¿cómo percibís los cambios en la manera en que se aborda el movimiento en la industria musical y en la sociedad en general? ¿Pensás que hubo avances significativos y qué desafíos persisten en la lucha por la igualdad de género?
El feminismo hoy día en la industria musical, a nivel compositoras y músicas y en toda la industria, en todos los ámbitos, ha subido un escalón importante. Creo que, en paralelo a todos los ámbitos de la sociedad y a todas las profesiones, es inequívoca su determinación en esta tercera ola de feminismo que vivimos en la historia. Para muchísimas jóvenes hoy, ya no hay vuelta atrás. Tienen muy claro lo que a lo mejor en otras generaciones ha costado más esfuerzo y más trabajo. Había demasiadas mujeres referentes y ahora, en esta tercera ola, hay un trabajo increíble que se está haciendo de desenterrar a todas esas artistas, músicas, escritoras, pintoras, científicas que estuvieron absolutamente solapadas, ninguneadas y en la sombra. Esto se está poniendo encima de la mesa todo el trabajo enmascarado que había detrás, que es fundamental para que vivamos muchísimo mejor como sociedad.
Como alguien que estuvo activamente involucrada en la escena underground durante los años 80, ¿podrías darnos una visión más cercana de cómo era esa época?
La escena underground en España durante los años 80 podríamos compararla con una botella de champán que se descorcha e inunda las calles de burbujas chispeantes. Éramos como moléculas estableciendo infinidad de enlaces que nunca habíamos experimentado. Y los electrones de nuestro cerebro corrían en un sentido y en el contrario al mismo tiempo. Muchísima magia y transformación y un momento realmente brillante a nivel artístico.
¿Cuál es tu canción favorita de Parálisis Permanente para interpretar en vivo?
Podría decir muchas canciones, pero me voy a quedar con “Quiero ser santa”. Es una canción que representa una ética y una estética, una ironía. Es importante lo que supone de limpieza y catarsis de una educación judío-cristiana. Creo que resume muy bien a Parálisis Permanente.
A más de cuatro décadas de su salida, ¿qué significa para vos El acto en tu trayectoria?
El acto representa un trabajo realmente sin pretensiones, no fue tan intencional. Fue por convicción, pero no por intencionalidad. No quisimos transferir nada a generaciones sucesivas. Fue un momento nuestro veraz, absolutamente fresco y espontáneo en cuanto a nuestras necesidades, pero fue transgresor en el momento en que nació y creo que esa es la clave de su perdurabilidad.
¿Cómo te sentís al tocar en Argentina por primera vez? ¿Qué podemos esperar de tu show?
Me siento feliz de visitar Argentina. Tenemos muchos vínculos, he tenido siempre infinidad de amigos de allá porque en España sabéis que hemos tenido muchísimos paisanos argentinos. El show que haremos será un repaso, una visita por todas las canciones que han formado parte de mi carrera. Y de las que soy compositora, las llevo más conmigo en todos los conciertos. Habrá representación de la última etapa, del último disco Huaca (2019), pero también la “Aphrodita la Monarca”, que es el último lanzamiento. Habrá momentos también de Volviendo a las andadas, y luego por supuesto, estarán las canciones de la banda que me ha conformado más gratificantemente. Me refiero a mi pareja Eduardo, él siempre está presente conmigo y también las canciones de Parálisis Permanente que hicimos juntos. Estarán todos los himnos que la gente espera.
¿Qué inspiró el concepto detrás de Huaca?
Huaca ha sido un momento muy dulce para mí. Un momento de vuelta a la cueva, a esa cueva que puedes tener varios significados. A la cueva de Platón para saber quién eres y distinguirte, o no, o fundirte con tu sombra. Pero también es un guiño a las huacas peruanas, a los lugares sagrados de culto, al origen, a saber de dónde vienes, de dónde procedes, dónde quieres estar, si en el underground o en esa falacia de la mercancía y el producto. Es un lugar al que acudo casi todos los días para tomar multitud de decisiones.
¿Y cuál es la historia detrás de “Aphrodita la Monarca”?
La canción “Aphrodita la Monarca” está en clave punk y en clave también irónico. Alude a muchas cosas. Es un símil de la mariposa monarca, la más bella del planeta, y se juega a un futurible en el que fue expulsada de su paraíso por el clima. Porque no se la quería, porque ya no aguantaba ahí, tuvo que emigrar a otras dimensiones, a otros espacios. En un momento abismal como el que estamos viviendo ahora, los humanos, donde estamos con el pie en el acelerador para nuestro propio suicidio, pues hay un grito de ayuda y Aphrodita la Monarca, que ha creado una comunidad de féminas, regresa para rescatar otra vez a la especie humana e instala un laboratorio en un burdel para hacer su selección de las criaturas, las larvas que van a poder sobrevivir. Esto es todo. Es una historia muy loca y futurista, un poco punk Kafka, como yo lo llamo.
¿Cómo describirías esa etapa de experimentación junto a Digital 21 que quedó registrada en el álbum colaborativo que publicaron en 2011?
Mi etapa con Miguel Digital fue realmente interesante, fue un reto. Nos planteamos de hacer algo conjunto de electrónica bastante experimental con el instrumento del piano acústico, un piano de cola. Giramos este disco por teatros con luces estroboscópicas cegando a la gente y realmente fue una experiencia muy positiva. Fue uno de los momentos de mi vida que rompía con una fórmula que ya había hecho y que me interesaba probar otras cosas. Por esto te aludía antes de que en el cambio está la clave, en el irte desubicando y reubicándote de nuevo sin perder las cosas que importan. Pero sin acomodarte al patrón establecido y ya hecho donde no te sorprendes a ti mismo para nada y por lo tanto tampoco sorprenderás a nadie.
¿Qué diferencias encontrás en la forma en que canalizabas la rabia en tu escritura en el pasado y cómo lo hacés ahora?
Creo que uno de los grandes recursos para canalizar la rabia es la hedonía. Yo siempre la he utilizado desde bastante chica, ya en “Quiero ser santa”, por ejemplo. Pero me doy cuenta de que puedes emplear la hedonía cuando también tienes capacidad de distanciarte un poquito de esa rabia. Hay una canción que también es muy reciente mía que se llama “Hiel”, que es un sabor agridulce, el sabor de los momentos trágicos. Aquí murieron muchas personas en las residencias de ancianos por un fallo en la administración de los gobernantes de la Comunidad de Madrid. Murieron de una manera ignominiosa, abandonados sin entender nada, atados a las camas y sin visitas de nadie. Cuando el dolor es tan grande, es muy difícil poner ironía, entonces la rabia se sigue canalizando con llantos, con plegarias, con gritos, cada uno como sabe y puede. La música es un vehículo que te da esa capacidad de poder poner tensiones o armonías que laten en la misma frecuencia que tu estado anímico, y así poder sacarlo.
¿Qué creés que genera esa conexión tan poderosa con la audiencia cuando te entregás por completo y desnudás tus sentimientos en el escenario?
Me parece que un artista, si realmente lo es, para que alguien pueda usar ese nombre de artista que a veces puede sonar un poco ruidoso, es necesario que tenga la capacidad de cambiar y revelar cosas sobre los demás. Capacidad de posicionamiento y de valentía. Debes tener todos estos componentes, ser emotivo y veraz con lo que estás diciendo y transmitiendo. Creo que el arte en todas sus vertientes es obligatorio para vivir tu momento y a través de tu propio lenguaje y forma de decirlo, tu personalidad y, sobre todo, tu verdad. No andes con ropa abrigada sin pensar que eso es lo que te gustará, eso es lo que no te gustará. No, tenemos que ser directos, claros y con un posicionamiento. Creo que la responsabilidad del artista es hacer las cosas a su manera, al menos de la manera que uno ha elegido. Y, en momentos convulsos, donde la gente lo está pasando mal porque tiene hijos de puta que gobiernan sus vidas, es muy importante porque los jóvenes son parte del despertar. La música empapa mucho cuando eres joven porque es directamente emoción y esas palabras que llevas contigo quedarán en la vida de estos jóvenes para siempre. Son rayos transformadores, rayos que llevan tus uñas a una edad muy temprana, donde eres capaz de discernir perfectamente lo que debes ser, no lo que los demás quieren que seas. Y te hace aterrizar en un lugar del que nunca saldrás, o te resultará difícil salir. Por muchas responsabilidades que tengas, a lo largo de la vida hay que cuestionarse. Por eso, las obras que cambian vidas, ya sea en forma de música o libros, tienen un papel tan importante.
Estamos viviendo un resurgimiento del post punk y otros géneros musicales de los años 80, ¿cuál creés que es la razón detrás de este renacimiento en la escena musical contemporánea y qué impacto creés que tiene en la cultura?
En este mismo año, 2024, he colaborado con un prólogo a un libro de Rafa Cervera sobre la historia de la Velvet Underground. Y en pocos meses me han pedido también el prólogo de la historia del libro de Cathi Unsworth, Temporada de brujas, sobre la historia de lo gótico en Inglaterra. ¿Por qué hablo de esto? Pues porque en España hay un resurgimiento importante y yo creo que corresponde a ciclos que se van cumpliendo. Son movimientos también que están dentro del culto y del underground. Por eso es tan importante constatar que nos vamos retroalimentando, que vamos dejando huella y otros la van recogiendo. Porque está claro que en el underground es donde se cuecen las verdades, es donde suceden las cosas interesantes. Y ahora mismo en España hay bandas que están muy bien, de gente muy jovencilla, que está haciendo cosas que interesan y que están retomando esos guiños, esas lecturas que han hecho de obras de hace 30, 40 y 50 años, como estos grupos que te digo. Está clarísimo que la Velvet Underground fue el grupo más oscuro en Nueva York mientras estaban todos los hippies con las flores en los años 60. Fueron pioneros de absolutamente todo, de la experimentación, de la ruptura, del arte. Si desconoces a la Velvet Underground te va a faltar el dios de la Biblia, la base. Y el libro de Cathi Unsworth también es muy interesante porque te habla de grupos como los Cramps o Siouxsie and the Banshees en una época muy convulsa en Londres. Pero eso lo hemos vivido en otros países a la vez, en el momento, o tres años después, y también lo estáis viviendo ahora mismo en la Argentina de Milei. Es una época muy convulsa y por eso tenéis grupos como Buenos Vampiros.
Ana Curra se presenta el martes 16 de abril a las 20 h en Maquinal (Anchorena 364, CABA) junto a Buenos Vampiros, entradas disponibles a través de Alpogo.