“Nadie gana nada de esto. Hasta el mismo Milei se va a querer morir“, dice Barbi Recanati. En Argentina es el lunes posterior a las elecciones primeras, en las que el precandidato a presidente por el partido libertario Javier Milei se alzó con la victoria y hablar del tema resulta ineludible. Pasaron unas pocas horas desde que se dieron a conocer los resultados y la artista ya expresó su descontento en redes sociales. “Me parece horrible que se vote en contra de los derechos conquistados, pero elijo creer que las personas que lo votaron lo hicieron por hambre y porque realmente creyeron que les va a ir mejor“, añade en conversación con Indie Hoy.
Barbi siempre militó la igualdad de derechos para mujeres y disidencias. Gracias a su trabajo en la radio, con su sello Goza Records, o con la publicación de su libro Mostras del rock, donde relata el derrotero de cientos de artistas mujeres que han sido invisibilizadas a lo largo de la historia, Recanati se convirtió en una referente para miles de jóvenes -y no tan jóvenes- que siguen con firmeza sus pasos. “Para mí, la juventud siempre tuvo que ver con la pertenencia -expresa en relación a la aceptación que el líder libertario tiene en los adolescentes-. Seguramente que dentro de ese grupo algún facho tenés, pero por lo general creo que son chicos buscando un lugar al cual pertenecer”.
En junio de este año salió a la luz El final de las cosas, su segundo álbum de estudio y el sucesor de Ubicación en tiempo real, elegido por Indie Hoy como el mejor disco de 2020. En su más reciente obra, la ex Utopians profundiza el sonido de su primer LP solista virando hacia candencias más oscuras, densas y dinámicas. La fórmula explosiva que fundó su ópera prima vuelve a repetirse bajo la misma formación que la acompañó durante todo este tiempo: Lux Raptor en teclados, Marilina Bertoldi en bajo, y –los productores del álbum– Juan Manuel Segovia en guitarra y Tomás Molina Lera en batería.
Aunque la identidad del disco se empañe de un aura nostálgico a lo largo de sus nueve canciones, la realidad es que detrás de El final de las cosas hay un pulso optimista. “En mi vida, a los finales los tomo como algo súper positivo porque los inicios que llegaron después siempre fueron emocionalmente para arriba“, confiesa Recanati antes de presentarse este fin de semana en el escenario de Club Paraguay, Córdoba.
El título del disco es El final de las cosas y eso ya de alguna manera adelanta la identidad del álbum. Además, implica el cierre de viejos ciclos y el comienzo de otros nuevos. ¿Qué te inspiró a ponerle ese nombre al disco y darle ese concepto?
El nombre del disco salió y apareció a través de la canción “Lo que queda“. Con el tiempo, empezó a tomar un sentido que tiene mucho que ver con lo que dice el tema, y con una etapa de la vida en la que ya viví muchas veces el final de las cosas: el final de una relación, el de la vida de un ser querido, el de un proyecto, el de un trabajo. Momentos que, cuando pasan, comienza una segunda etapa un poco más cínica, con expectativas muy distintas y con menos ganas de comerte el mundo, pero con mucha más felicidad. Yo disfruto mucho mi vida actual y “Lo que queda” es un poco una oda a eso.
¿De donde nacieron las canciones para el disco? El LP parece comprender muchos momentos desde la salida de Ubicación en tiempo real. También hay una veta melancólica y súper íntima en canciones como “Caja de cristal”, donde además te mostrás más vulnerable.
La primera canción que hice fue “Fin del mundo” y entré al estudio a grabarla con la idea de hacer un disco entero. Cuando terminé la canción, me di cuenta que no estaba lista para hacer un álbum, así que me tomé un año para volver al estudio. Cuando retomamos las grabaciones, a esa canción la modificamos bastante y empezamos a grabar el disco de nuevo. Para mí, eso refleja mucho el espíritu del LP porque es bastante emocional. Como música, mi expresión más sensible fue admitir que no estaba para escribir canciones. Tenía ganas de vivir mi vida y hacer otras cosas. No quería ser productiva, solamente hacer acústicos, estar con mi hijo y hacer alguna que otra actividad fuera de la música. Creo que todo eso afloró mi lado más sensible que me motivo un montón para cuando volví al estudio. No creo que hubiera podido escribir ninguna de estas canciones hace cinco años.
Desde lo sonoro, parece haber un cambio y una búsqueda diferente también. ¿Cómo fue ese trabajo de experimentación junto a los productores, Juan y Tomás? ¿Siguieron alguna referencia?
Las referencias ya nos quedaron atrás. Ahora encontramos un sonido que es muy propio y está buenísimo. Tomi y Juan tienen una identidad única que surge de una forma de trabajar que es muy nuestra. Por lo general, yo caigo al estudio con las canciones en guitarra bien punki, bien de habitación, y ellos le ponen un montón de cosas. Cuando vuelvo, el tema ya es completamente otra cosa. Es por eso que todo el tiempo nos sorprendemos de las canciones. De repente ponemos play a lo que hicimos y nos quedamos todos con los ojos abiertos. Es como si no tuviéramos control de la canción y eso es muy especial. Este disco forjó aun más esa forma de trabajo. Había canciones que no tenían nada que ver unas con las otras y para nosotros eso sí fue nuevo, porque por lo general somos más conceptuales. De todas maneras, en el fondo todos los temas tienen un hilo de oscuridad y cinismo que no soltamos.
De alguna forma, la tapa también refleja muy bien el concepto del álbum. ¿Cuál es la historia detrás de esa foto?
Teníamos que entregar el disco a fines de mayo y para marzo ya lo habíamos terminado. Entonces contaba con mucho tiempo para hacer las fotos y la tapa, pero a último momento me di cuenta que no me gustaba la mitad del álbum, así que tuvimos que volver al estudio. Dos semanas antes de presentarlo, aparecieron tres o cuatro canciones y estuvimos 15 días encerrados, día y noche sin dormir, tratando de terminarlo y mandarlo. Ahí nos dimos cuenta que no teníamos la portada. Estábamos tan inmersos en completar las canciones que pasamos por alto la tapa. En ese momento me acordé de una foto que sacó mi mejor y única amiga que tengo del colegio, Mercedes Cotoli. Ella es fotógrafa y hace como 10 o 15 años que va a Barrerito, en Misiones, a sacar fotos. Ahí está ese árbol, al lado del colegio rural del pueblo. Cuando vi esa foto supe que era la portada del disco, así que se la pasé a mi amigo Pablo Font, que es diseñador, y cuando me la mandó terminada la vi muy parecida a Closer de Joy Division y me enamoré. Es la tapa más hermosa que podría haber soñado para el álbum.
Cuando salió Ubicación en tiempo real, fue elegido por Indie Hoy como el mejor disco del 2020 por varias razones: sobre todo, porque resultó como un bálsamo para el contexto inhóspito que se vivía y porque en su gen se siente el hecho de haberlo hecho en familia y sin ningún tipo de ataduras. ¿Qué visión y reflexiones tenés de tu primer disco solista después de tres años de haberlo publicado?
No soy muy del club del mainstream y de hacer promoción de las cosas que hago, de llegar más gente a las que les llego. Soy muy feliz con mi público y con el recorrido musical que se va generando. Sin embargo, después de ese año de pandemia tan difícil para todos, y de haber sacado el álbum el día que se decretó la pandemia, cuando salió elegido como disco del año fue uno de los mimos más lindos que me pasaron con ese disco. Después de Ubicación en tiempo real no volví a ser la misma artista de antes, para mí fue el comienzo de un camino pleno. Aprendí a trabajar como soñaba en ese disco. Con los chicos, fueron muchos los momentos en los que nos reímos de la canciones, del proceso y de la ingenuidad de pensar en quién podría escuchar lo que estábamos haciendo. Por eso el proceso fue sumamente libre y descontracturado. No puedo ni imaginar lo que debe ser trabajar en un estudio por hora, junto a un productor que contrató un sello y con la discográfica dándome opiniones sobre mis canciones. Me muero. No sé si podría volver a pasar por eso.
Hace poco fue la muerte de Sinead O’Connor y posteaste al respecto, además de que has hablado y escrito mucho sobre ella. Si bien el episodio de la foto del Papa fue famosísimo, hay muchas chicas jóvenes que lo desconocían y ahora están descubriendo a la artista después de su fallecimiento. En parte, tu libro y Brilla la luz para ellas de Romina Zanellato permiten que estas historias de vida y estas artistas tengan esa visibilidad que merecían y tantos años se les negó. ¿Qué recepción recibiste con la publicación del libro?
Es re loco porque me pasa que cada vez que me paran en la calle, dos de cada tres veces es para agradecerme por Mostras del rock o por la divulgación en la radio. Me re impresiona eso porque veo el impacto que tuvo, no solo en pibas jóvenes, sino también en gente grande. A veces no se trata solo de la información sino del relato detrás de ella. El caso de Sinead O’Connor es un gran ejemplo porque por muchos años consumimos el relato de “la loca”. Son cosas que con los años fuimos reconociendo, pero el relato es lo que queda y no lo que pasó. Yo creo que ahora lo que estamos intentando es cambiar esas narrativas. Ocupo con mucha responsabilidad y cariño todos los espacios de los que formo parte porque soy consciente que genero un cambio en muchas personas.
En tus redes solés compartir las vivencias junto a tu hijo, Pepe. La familia que formaron escapa de lo tradicional y rompe con la concepción clásica. Por otro lado, Pepe los acompaña en las giras, en el estudio, y hasta parece una parte indispensable en el grupo que formaron. ¿Cómo es vivir todas esas experiencias junto a tu hijo? ¿Cómo contempla él tu trabajo?
Es re loco porque cuando lo transitás desde adentro no ves nada raro, pero cuando te toca hablar de eso casi que tenés que excusarte. Juan, el papá de Pepe, es mi productor, es mi guitarrista y además es mi mejor amigo. Nosotros somos una familia para Pepe y para nosotros, y atravesamos todo juntos sin ser pareja. Es algo que vivimos con mucha naturalidad, y nuestro hijo también, aunque cuando nos chocamos con la realidad de afuera es muy loco. Pepe tiene a su mamá que es lesbiana, con su respectiva pareja y tiene a su padre, que es heterosexual y que también vive con total normalidad sus relaciones, y no sé, así es nuestra familia. Mi novia también es su familia, y Marilina es su tía Maru y Lux es su tía Lux y Tomi es su tío Tomi y él siempre dice que tiene una familia tan grande que no le entra en la hoja cuando la tiene que dibujar. Nosotros como padres estamos re orgullosos de eso porque sentimos que no tiene más que amor por todos lados. Con respecto a lo musical, me encanta llevarlo a todos lados porque es un gran compañero en las giras. Para mí, la persona más copada que existe en el mundo es mi hijo. Me divierto mucho con él y me hace muy feliz cuando está con nosotros. Sin embargo, a veces lo escucho hablar de mi trabajo como algo que lo suele aburrir, no le entusiasma mucho todavía. Igual canta todas las canciones nuestras porque él está en el estudio cuando las grabamos. No es que nosotros le ponemos los temas ni nada, pero a veces lo escuchás en la habitación y está cantando el disco nuevo entero y yo me estallo de risa porque me doy cuenta que es un acto reflejo de habernos escuchado de fondo. Así es desde que nació. Me acuerdo que “Teoría espacial” era la una canción con la que se calmaba cuando empezaba a llorar. Me intriga mucho saber cómo va a ser cuando sea grande, qué le va a decir de esto a su terapeuta. Por ahora es todo bastante divertido.
Barbi Recanati se presenta el sábado 19 de agosto a las 20 h en Club Paraguay (Marcelo T de Alvear 651, Córdoba), entradas disponibles a través de Alpogo. Escuchá El final de las cosas en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).