Tan empírea como reconfortante, la carrera de Benjamín Walker aflora con más sabiduría que inocencia, con más intimidad que artilugios y con más vestigios que espejismos. Su sonido rebosa de frescura y entusiasmo con un anclaje a las entrañas de los sentimientos más profundos. Es nostalgia en su estado más puro y, a la vez, un renuevo de lozanía del cual convergen fragancias de lo que fueron, razonamientos en boga y paisajes esperanzadores.
El músico chileno radicado en México dejó plasmadas sus vivencias en un álbum sumamente confesional, intimista y consecuente. Libro abierto, su último trabajo discográfico publicado en 2021, amalgama atmósferas ensoñadoras y reflexiones sugerentes en un repertorio que incluye piezas como “Quiero verte hoy” junto a Vanessa Zamora, “Querernos bien” y la popular colaboración junto a las argentinas Perotá Chingó titulada “Octubre”.
Luego de una gira abundante, Walker sorprendió a su audiencia con una colaboración con Fármacos titulada “Quería olvidarte”, una pieza que demuestra la versatilidad del cantautor al virar hacia nuevos horizontes estéticos sin perder la identidad. En ella, convive la dualidad entre la melancolía y el baile haciendo de los contrastes un aura mucho más rutilante.
“Creo que es muy propia de cierta línea del pop chileno que viene de Corazones de Los Prisioneros, ese disco es fundacional -explica Walker en conversación con Indie Hoy antes de su show este miércoles en Buenos Aires-. La música chilena está muy atravesada por la melancolía y me encanta esta dicotomía, esta tensión que ocurre en una canción que te dan ganas de bailar, como The Cure. Hay una tradición que aprieta mucho el botón de la melancolía con canciones que te dan ganas de bailar igual, por eso pienso en la new wave como una cosa oscura y bailable.
¿Qué podemos esperar de tu próximo show en Buenos Aires?
La Tangente es un espacio donde la música se escucha bien, la gente va en plan de escuchar música, de estar atentos. Y eso es precisamente un formato que le hace bien a mi set de solista, vengo con voz y guitarra, en un formato reducido. Pero es una propuesta que mantuve firme este año. Arranqué teloneando a Jack Johnson y después de eso estuve de gira solo con la guitarra por siete ciudades de México. Me encanta la intimidad. O sea, si las canciones ya vienen desde un lugar de intimidad y de introspección, el formato de voz y guitarra presenta las canciones tal y como vienen al mundo, y permite mostrar esa magia que emociona cuando tú las creas. En primer lugar, que la gente sepa cómo huele el crudo de una canción cuando se compone permite tocar fibras distintas a las que se puede llegar con mucha parafernalia. Creo que La Tangente, precisamente, es un lugar donde le puedo sacar mucho provecho a eso. Algo bonito es el hecho de compartir con Alejandro y María Laura que, esto es un dato de la causa, hemos tocado ya en cinco países juntos y las cinco oportunidades nunca las planificaremos juntos, siempre nos encontramos en las ciudades en las que estamos tocando, terminamos por juntar nuestros shows y es como si fuésemos una caravana que va de gira juntos. Es realismo mágico, una que no se puede creer. Y tenemos tanta afinidad en nuestro lenguaje musical, en nuestras canciones donde se recogen temas sociales latinoamericanos, pero llevado al plano del pop y de la música indie. Creo que nos entendemos y manejamos ese lenguaje.
¿Qué significó para vos a nivel emocional tanto volver como irte de Santiago de Chile?
Voy a cumplir dos años viviendo en México. Quizás no es tanto tiempo, pero siempre es el lugar de los círculos cercanos, del circuito musical que uno conoce. Porque cuando uno sale de su país tiene que aprender un código nuevo, un sentido común nuevo. La industria pueda operar de forma distinta, también el tipo de música. Y sí, cuando llegué a México, me di cuenta que subestimé el coste emocional que significa dejar a los tuyos, dejar de alimentar tu día a día con tus círculos más cercanos, con tu familia, con tu contención. Por otro lado, está la emoción del hype de estar en un lugar nuevo y encontrarte con otros colegas. Hay una comunidad artística increíble, muchos argentinos. Pero el hogar es el hogar. Eso hace que cada vuelta a Chile se vuelva mucho más significativa. Hay una suerte también de vivir los shows más intensos. Uno sabe que son pocas las veces que estás viendo el público y uno mismo va a entregar otra cosa porque es la gente que te vio crecer.
¿Por qué elegiste a Fármacos para participar en tu nueva canción, “Quería olvidarte”?
Fue hacernos cargo de esa circunstancia azarosa de estar los dos haciendo carrera desde cero en México. Diego Ridolfi es un gran amigo mío. Independiente de que podamos tener públicos que nos escuchen a ambos, mi proyecto viene muy desde la cantautoría y Diego ha cultivado mucho más fuerte el lenguaje del pop. Entonces, yo sé que para mucha gente fue una sorpresa muy loca. Pero la canción tuvo mucho que ver. La trabajé en Miami con un par de productores, Alfonso Ordóñez de Venezuela y Jona Camacho de Colombia. Los chicos me llevaron a esas líneas melódicas más new wave, un sonido más ochentero. Algo que inmediatamente me llevó a a Fármacos. Si había alguien que podía ayudarme a hacer que la canción crezca era Diego. Le mostré la canción y en menos de 24 horas estábamos juntos en el estudio.
¿En qué aspectos te basaste para la producción de tu último disco, Libro abierto?
Hubo un pie forzado clave. Siempre hice música que se sostenía mucho en las sonoridades que se podían defender solo con voz y guitarra. Esta vez quería hacer un disco con más presencia de paisajes sonoros. Javier Barría fue el mismo productor del segundo disco, Brotes (2017), pero para cuando hicimos Libro abierto él venía de estar siete meses viviendo en Sao Paulo solo estudiando síntesis, con módulos de sintetizadores. Entrar al estudio de Javi era entrar a un laboratorio. Con sus saberes hicimos que se sintiera una sensación orgánica entre los sonidos acústicos, a pesar de ser timbres distintos. Con el paso del tiempo puedo decir que me gusta como envejeció el disco.
Libro abierto incluye la participación especial del dúo argentino Perotá Chingó, ¿cómo surgió su colaboración en “Octubre”?
Con Perotá fue por circunstancias del universo. Hice la canción para hacer una celebración de esa pulsión ciudadana que hubo en Chile para el estallido social en octubre de 2019, donde salió toda la ciudadanía a la calle para protestar en contra de un modelo que nadie eligió. Después de 30 años de democracia, seguíamos viviendo bajo las instituciones de Pinochet. Yo vengo de una generación que nació en democracia y no tenía ningún sentido vivir bajo las reglas del juegos de una junta militar que las impuso a sangre y fuego. Las chicas sensibilizaron mucho con el movimiento en Chile y viajaron sin ningún miedo para el estallido social que fue terrible, una violencia policial brutal.
¿Cuál creés que es la función del arte frente a este tipo de acontecimientos sociales?
La industria musical chilena es pequeña, siempre es una industria con un círculo de colegas que resisten por existir. Esa resistencia, y la canción protesta en particular, están en el ADN de la tradición de la música chilena. Nuestros grandes padres y madres de la canción de autor en Chile son Víctor Jara y Violeta Parra, artistas que hicieron de la lucha social la punta de lanza de su legado musical. Yo soy de la idea de que no existe la música que no sea contingente. Uno no puede pretender que lo que hagamos no envuelva el contexto. Y funciona si estamos hablando de amor, de una anécdota que no sea explícitamente de alguna causa social o de una contingencia, porque igual vamos a incidir en terceros, en el estado de ánimo de la sociedad. Y eso es político. Lo lindo en Chile es que, ante estas circunstancias de violencia estatal, se cuadró toda la escena musical detrás de la defensa de los derechos humanos y de las demandas que se estaban socializando. La trinchera de la música fue el lugar desde donde más se visibilizaron la violación a derechos humanos, pero también las causas por las que estábamos en la calle. En mi caso, “Octubre” la hice porque hablar de libertad de prensa en Chile es muy cuestionable. Los medios oficiales estaban socializando la violencia y estigmatizando la movilización social como si solo se tratara vandalismo. Entonces, usé el vehículo de la canción ante la necesidad de decirle a la gente lo valioso que era que estemos en la calle. Acá hay familias enteras que están saliendo, artistas que están dejando de lado lo que están haciendo en pos de crear por esta causa social y eso hay que celebrarlo.
¿Podés profundizar en los aspectos sonoros y poéticos del salto entre los discos Brotes y Brotes (florecen) de 2020?
Me hice cargo de una circunstancia que estaba pasando de forma espontánea. Con el impacto del disco empecé a recorrer Latinoamérica, conociendo sobre todo otros colegas. Y hay una circunstancia que a mí siempre me ha gustado mucho, es propia de nuestro oficio, que es compartir un vinito post show. O estar viajando por una ciudad, que te inviten a cenar a la casa de un colega y compartir canciones con la guitarra y nada más. Y creo que es algo que el público en general no accede a ver. Brotes (florecen) hace el juego de palabras con aquello en que se terminó convirtiendo el disco publicado. Todas las grabaciones son muy caseras, suena a casa.
El próximo año se cumplen diez años de Felicidad, tu primer disco. ¿Cuál es tu reflexión en retrospectiva acerca de lo vivido?
Yo estudié la carrera de Derecho y en un momento fue clave decirme a mí mismo si acaso podría quedarme con la duda de qué hubiese pasado si no me hubiera atrevido a mostrar mi música. Y mi cuerpo inmediatamente sabía que si me quedaba con la duda no me la iba a perdonar nunca. Y el no quedarme con la duda siempre ha sido un criterio y me ha servido de motor para ser fiel a mí mismo y hacerle caso a las intuiciones. Tampoco no hay nada que perder. ¿Qué es lo peor que le puede pasar a uno que dedica energía y tiempo a cultivar algo que te nace del corazón? La presencia de la carrera en mi vida fue importante. Viví muchas anécdotas, fui a una facultad, estudié, fui a protestar, compusimos música. Vengo de una generación del 2011 que entra a estudiar a la Universidad y que fue en Chile lo que conocemos como el movimiento estudiantil liderado por Gabriel Boric, actual presidente. Entonces, mi oficio creo que tiene mucho que ver con vivir y después contar anécdotas de estar viviendo. Hoy puedo contar anécdotas reales que se siente esa transparencia de los hechos en una canción. Si hay una cosa que para mí es clave hoy en día es que no hay camino más obvio hacia la autenticidad que el de ser uno mismo. Somos personas únicas en el mundo y tenemos que decir las cosas como nos nacen, ser fieles a eso.
Benjamín Walker se presenta este miércoles 19 de abril a las 20 h en La Tangente (Honduras 5317, CABA) junto a Alejandro y María Laura, entradas disponibles a través de Passline. Escuchá “Quería olvidarte” en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).