El under estadounidense de los 80 estaba saturado de testosterona. Los hombres dominaban los escenarios, las bandas y los espacios de decisión. En medio de este panorama, Bikini Kill rompió el molde y encendió la llama del movimiento riot grrrl. Kathleen Hanna, Kathi Wilcox, Tobi Vail y Billy Karren no solo fueron pioneras del punk rock feminista, sino que se convirtieron en la voz de una generación de mujeres hartas de ser relegadas a un segundo plano. Hartas de todo.
La historia de la banda comienza en 1989 cuando Vail publica el primer número de su fanzine, Jigsaw, que destacaba cuestiones feministas en la música y la cultura punk. Este fanzine atrajo la atención de Hanna, quien pronto comenzó a colaborar y juntas convirtieron a Jigsaw en una plataforma para discutir temáticas urgentes y abogar por una mayor inclusión de mujeres en la música.
“Yo era adolescente en los 80, así que formé parte del movimiento hardcore americano -cuenta Vail, fundadora y baterista de la banda, en conversación con Indie Hoy antes de su esperada primera visita a Argentina-. Eran solo chicos organizando shows para otros chicos. Bikini Kill surgió de eso, desde mi punto de vista. Pero en los 90, las cosas empezaron a cambiar y hubo más interés en lo que estaba sucediendo en el Noroeste del Pacífico debido al grunge. Así que estábamos en un momento muy interesante donde había mucha atención del mainstream en el underground y eso creó una situación extraña que no existe hoy en día, tanto para bien como para mal”.
El movimiento riot grrrl fue mucho más que música: fue un grito de resistencia y empoderamiento femenino en la escena punk. Bandas como Bikini Kill, Bratmobile, Sleater-Kinney, Heavens to Betsy y L7, entre otras, atacaron el sexismo y la misoginia en la sociedad y la industria musical. Con letras directas y crudas, abordaron temas como la violencia contra las mujeres, la cosificación sexual, el aborto y la igualdad de género.
“Cuando comenzamos, nos sentíamos orgullosas de ser una girl band -recuerda Vail-. Queríamos que fuera parte de nuestra identidad porque queríamos dar el ejemplo para animar a otras chicas a formar bandas. En aquel entonces, había muchas más chicas y mujeres involucradas detrás de escena o en la audiencia que en el escenario, y queríamos cambiar eso, incluso hoy en día. Obviamente, ahora somos mujeres que estamos en nuestros cincuenta, pero creo que sigue siendo algo importante. Siempre nos identificamos más como una banda feminista”.
Un puño levantado en desafío, mujeres marchando, pancartas con mensajes de empoderamiento y guitarras eléctricas rasgando la oscuridad. Un torrente de palabras incendiarias, poesía visceral para mujeres que se niegan a ser silenciadas. Un rugido amplificado, una explosión de furia y energía. Acordes que cortan como cuchillas, bajos palpitantes de un corazón rebelde, baterías que golpean como un martillo contra la opresión. Bikini Kill no es para oídos sensibles.
Con su álbum debut de 1993, Pussy Whipped, Bikini Kill hizo temblar al patriarcado. Sus gritos a garganta rota resonaban con una intensidad visceral en canciones como “Star Bellied Boy“, “Speed Heart” y “Tell Me So“. El álbum incluiría hitos inmortales del movimiento riot grrrl como “Alien She“, “Rebel Girl” y “Magnet“, que continúan inspirando a nuevas generaciones con su mensaje de empoderamiento y resistencia. “Cuando empezamos a sacar canciones, eran simplemente documentos de cómo sonábamos en vivo. Nunca pensé en formar una banda que publicara discos por alguna razón, simplemente no se me ocurrió, no lo esperaba. Así que fue emocionante, muy emocionante”, recuerda Vail.
A través de los años, el repertorio de la banda perduró con una energía inigualable y, a pesar del tiempo, Vail sigue encontrando un profundo éxtasis en destrozar la batería con las canciones de su álbum debut. Su amor por llevarlas al escenario demuestra una conexión inquebrantable con la esencia rebelde de su pasado. “La canción que más disfruto durante el set se llama ‘Lil’ Red’, sin dudas. Está en Pussy Whipped. Me encanta la guitarra y creo que la interpretación vocal de Kathleen es fantástica”, admite.
La presencia de Bikini Kill en la escena musical inspiró a muchas mujeres jóvenes a participar en la música, el arte y la política. Su mensaje de empoderamiento y su estilo agudo y sin disculpas retumbaron especialmente entre las jóvenes que se sentían marginadas o invisibilizadas en la sociedad. Bikini Kill y todas las bandas asociadas con el movimiento riot grrrl crearon espacios seguros donde las mujeres podían expresarse libremente, sin miedo a ser juzgadas o acosadas. Estos espacios eran importantes para contrarrestar el machismo que prevalecía dentro y fuera de la escena punk.
En ese contexto, la separación de la banda en 1997 fue un momento más que significativo. Después de años de activismo, la banda anunció su disolución y, aunque las razones exactas de la separación pueden variar según las fuentes, se sugirió que el agotamiento por el ritmo intenso de la gira, las tensiones internas y la presión de la atención mediática contribuyeron al final de la banda. En ese tiempo, cada integrante estuvo ocupada en sus propios proyectos. En 1999, Hanna formó Le Tigre, un proyecto de electroclash junto a Johanna Fateman que se mantuvo activo hasta el 2005. Ahora, por fin, Bikini Kill está de regreso.
“Alrededor de 2012 volvimos a estar en contacto porque comenzamos un sello discográfico llamado Bikini Kill Records para volver a sacar los discos que originalmente habíamos publicado en [el sello] Kill Rock Stars. Cinco años después, nos reunimos en Nueva York para tocar una canción como teloneras de The Raincoats para sorprenderlas, y decidimos hacer una canción de Bikini Kill -cuenta la baterista acerca de la reunión de la banda-. Y luego, obviamente, Trump acababa de ser elegido y las cosas estaban realmente mal en los Estados Unidos para las mujeres. Así que esa fue la motivación”.
En el seno de Bikini Kill, sabemos que Vail es una enciclopedia ambulante, siempre lista para compartir sus bandas favoritas, así que no perdimos la oportunidad de saber lo que escucha hoy en día. “Me gusta Sweeping Promises de Lawrence, Texas, y me gusta una banda que escuché hoy por primera vez llamada Shadow Show de Detroit -comparte-. También estoy muy emocionada por el disco nuevo de Mary Timony. Me gustan The Linda Lindas y mi banda favorita es The Lemon Twigs. No son feministas ni nada por el estilo, es un grupo pop de chicos muy jóvenes extremadamente talentosos”.
Para Vail, la lucha es constante en todos los ámbitos. En redes sociales, se muestra participando en manifestaciones y sosteniendo carteles con consignas como “Punks 4 Palestine” en defensa del derecho del pueblo palestino a un Estado libre e independiente, denunciando la ocupación israelí y el bloqueo en Gaza.
“El 27 de enero, en Olympia, dimos un show benéfico para alrededor de 800 personas. Las entradas se agotaron en 10 minutos. Tal vez deberíamos haber hecho un espectáculo más grande. De todas formas, los hicimos en beneficio del Fondo de Ayuda para los Niños de Palestina, y ese espectáculo fue organizado por la Fundación Rachel Corrie, la Voz Judía por la Paz y el Colectivo Feminista Palestino. Así que solo estábamos allí para tocar música y atraer a la gente. Pero la verdadera estrella del espectáculo fue Salma Al-Aswad, oradora del Colectivo Feminista Palestino, que dio un discurso acerca de las conexiones entre la batalla por la liberación palestina y el movimiento riot grrrl”, cuenta Vail.
“Estamos trabajando en un fanzine para documentar la noche que incluirá su discurso y espero que viaje por todo el mundo y aclare un poco nuestra posición -explica Tobi en cuanto a las críticas a su postura, enfatizando que su apoyo a la causa palestina se basa en principios de justicia y derechos humanos, y no guarda relación con cuestiones religiosas como el judaísmo-. Creo que en los Estados Unidos hay muchas opiniones diferentes sobre lo que está sucediendo en Israel y Palestina. Mucha gente piensa que ser crítico es ser antisemita, y no creo que eso sea cierto. Creo que podés estar en contra del antisemitismo y oponerte al odio antijudío y estar en contra de la islamofobia y el odio antimusulmán al mismo tiempo. Eso está muy claro para mí”.
Hace 30 años, Bikini Kill desafió agresivamente el dominio del “beergutboyrock”, confrontando el enfoque exclusivamente masculino en el rock. No solo a través de sus canciones, sino también en sus shows intensos y a veces violentos que priorizaron a las mujeres en las primeras filas, mientras dejaban a los hombres en la parte de atrás. Ahora, en un momento de cambio radical y despertar social donde movimientos como #MeToo y #NiUnaMenos desafían las estructuras de poder patriarcales, el regreso de Bikini Kill resuena como un eco atronador de rebelión y esperanza. Es una llamada de atención al establishment, un recordatorio épico de que la lucha continúa en todas sus formas.
Bikini Kill se presenta el viernes 9 de marzo a las 19 h en Complejo C Art Media (Av. Corrientes 6271, CABA), entradas disponibles a través de Passline.