La escena electrónica contemporánea experimentó una reconfiguración de lo oscuro y lo sensible gracias a Boy Harsher. Con base en Northampton, Massachusetts, este dúo compuesto por Jae Matthews en la voz y Augustus Muller en la producción se convirtió en un símbolo de la melancolía sintetizada y la energía inquietante que retumba en las pistas de baile alternativas. Boy Harsher supo capturar la esencia de un romance lúgubre y desplegarlo en cada latido y susurro de sus composiciones.
Desde su EP debut, Lesser Man (2014), la dupla consiguió amalgamar una serie de subgéneros y referencias que convergen en un territorio pesadillesco. La intensidad de sus sintetizadores oscilantes y beats que palpitan con precisión robótica se entrelazan con la voz envolvente de Matthews, quien murmura y clama al mismo tiempo, dando vida a historias que exploran el deseo, la pérdida y el anhelo. Su música recuerda tanto al synthwave de los años 80 como a la crudeza del post punk, creando un espacio híbrido en el que lo retro y lo moderno se funden sin fisuras.
Pero quizás sea Careful (2019), su segundo LP, la máxima representación de su estilo. Canciones como “LA” y “Come Closer” exhiben la habilidad del dúo para conjurar una atmósfera densa, casi tangible, que va más allá de lo auditivo. Las letras, cargadas de emociones ambiguas y evocaciones viscerales, contrastan con la producción minimalista, logrando un equilibrio perfecto entre vulnerabilidad y fortaleza.
El enfoque visual de Boy Harsher es igual de importante que su música. Su estética, que bebe de influencias cinematográficas y del arte noir, se traduce en videos y presentaciones en vivo que transportan al público a un mundo de luces intermitentes y sombras seductoras. No es casualidad que el dúo haya explorado la producción de un mediometraje titulado The Runner (2022), que combina su música con narrativas visuales, reafirmando su compromiso de ofrecer una experiencia multisensorial.
Sobre el escenario, Boy Harsher es una fuerza imparable. La presencia de Matthews, hipnótica y perturbadora, se complementa con la destreza de Muller en los sintetizadores y samplers. El resultado es un espectáculo cargado de intensidad, donde cada canción se convierte en un ritual compartido entre la banda y su audiencia, creando una simbiosis que trasciende lo meramente performático.
Antes de su ansiado regreso a Buenos Aires, el dúo hablo con Indie Hoy sobre su pasado y presente musical, entrelazados con destellos cinematográficos.
Pasaron diez años desde la salida de Lesser Man. ¿Qué significa para ustedes ahora ese primer EP? ¿Qué recuerdan de aquella época?
Augustus Muller: La relación con ese disco pasó por muchas fases. Últimamente, volví a escucharlo bastante para ver qué encuentro en él. Es uno de los trabajos favoritos de nuestros fans, así que trato de analizarlo y entender qué es lo que lo hace tan especial. A veces, al expandir tu sonido, hacer ajustes y mejorar la producción, terminás perdiendo un poco la esencia de donde empezaste. Por eso, siempre vuelvo a Lesser Man para redescubrir si hay algo importante en ese sonido original que podría estar pasando por alto.
Jae Matthews: Es un disco que representa un momento muy particular en mi vida en el que no sabía qué rumbo tomar. No tenía claro qué quería hacer ni dónde quería vivir. Me había mudado de un lugar que amaba y estaba en Atlanta. Gus insistía en que grabáramos este álbum, pero en ese entonces, no me llevaba bien con él y no quería trabajar juntos. Así que Lesser Man es, para mí, un objeto curioso. Al final, me convencieron de terminarlo, y estoy muy agradecida de haberlo hecho porque cambió mi vida. No sé qué fue lo que hizo que todo cambiara, pero mucha gente en otros países lo descubrió y mostró interés. Recuerdo a un youtuber ruso que subió “Pain” a YouTube, y fue sorprendente ver cómo esa canción ganaba reproducciones mientras nosotros tocábamos en pequeñas giras, viviendo en una casa caótica y tocando en sótanos. Lesser Man simboliza ese momento en mi historia musical en el que comprendí que la suerte y la esperanza son fundamentales. Es el comienzo de lo que somos y somos muy afortunados de que ese álbum tan minimalista y sencillo, y que surgió en un momento de tensión, haya terminado siendo parte esencial de nuestro legado.
“Pain” es el tema más icónico de Lesser Man. ¿Cómo les ayuda la música a canalizar el dolor?
JM: Nuestra música a veces puede ser increíblemente sanadora, pero también puede resultar muy dolorosa, tanto al hacerla como al escucharla. A menudo vuelvo a escuchar temas antiguos y pienso: “Wow, esta canción en realidad es bastante buena”, y ese proceso me resulta sanador porque soy muy autocrítica y suelo sentir que no merezco todo esto. Cuando vuelvo a escuchar y reconozco que algo está bien hecho, me da una sensación de sanación, como si estuviera curando ese dolor. No sé si la música realmente puede curar el dolor, pero para mí, volver a esos temas y encontrar algo positivo es parte de ese proceso de sanación.
AM: No sé si la música cura el dolor, pero sí siento que hacer música es una necesidad para mí. Me motiva ir al estudio y crear algo, me da confianza y, en cierto modo, mejora mi salud mental. Pero, en realidad, hago música porque funciona como un diario íntimo para mí. Captura un momento en mi vida, un pensamiento o un sentimiento que estoy experimentando. Lo que más me gusta de tener una discografía es poder volver y escuchar esas canciones, ser transportado al momento en que las escribí, y aprender más sobre mi vida a través de la música que si hubiese llevado un diario convencional.
¿Cómo surgió la idea de The Runner y cómo fue el proceso de crear esta película?
AM: The Runner nació en plena pandemia, cuando los shows en vivo estaban cancelados y no sabías cuál sería el futuro de la banda ni cuándo volverías a presentarte. Muchas personas estaban haciendo sesiones y streamings, pero eso no nos interesaba mucho. Sin embargo, vimos una oportunidad en el hecho de que la gente estaba dispuesta a sentarse y ver algo. Teníamos un lote de canciones y se nos ocurrió añadirles un componente visual. Así que desarrollamos este proyecto, este film, alrededor de esas canciones en las que habíamos estado trabajando, y poco a poco se convirtió en lo que terminó siendo: una película de 40 minutos.
Sabemos que les gusta el director David Cronenberg. ¿Qué es lo que más les atrae de sus películas?
JM: Es curioso porque tanto a Gus como a mí nos gusta Cronenberg, pero cada uno se interesa por períodos distintos de su filmografía. A mí me fascinan más sus primeras películas, las de horror corporal. Me atraen mucho Rabid, Shivers y todo lo relacionado con la sangre y lo visceral, porque me encantan las historias que giran en torno a nuestros cuerpos, nuestra biología, o algo humano que se vuelve en nuestra contra. Rabid es una de mis películas favoritas, especialmente porque, hasta el final, el personaje de Marilyn Chambers está convencido de que ella no es la causa de la destrucción masiva. Tenía un deseo muy simple, necesitaba conectarse con alguien, y eso es todo lo que diré para no arruinar la película. Me encanta cómo Cronenberg muestra un interés profundo en los humanos como seres que pueden experimentar una traición biológica. Ese idea de que hay algo innato y orgánico en nosotros que, al final, nos llevará a la autodestrucción. Veo esto también en Crash, que es otra de mis películas favoritas de Cronenberg. La forma en que aborda un fetiche y lo convierte en algo que manipula a las personas, transformándolas en criaturas destrozadas y consumidas por el deseo, es impresionante. La película es fantástica y muestra cómo los personajes se ven arrastrados por algo que los convierte en seres casi irreconocibles. Es un enfoque muy provocador y fascinante, y aunque no quiero hablar por Gus, sé que sus preferencias por Cronenberg son diferentes a las mías.
AM: Bueno, Naked Lunch es una de mis películas favoritas. Lo que me atrae de Cronenberg es cómo usa el cine como un medio para contar una historia que esconde otra más profunda. Puede ser sobre la pérdida, la imagen propia o el futuro, como en eXistenZ, donde la tecnología se convierte en parte de nosotros. También adoro la atmósfera de sus películas; son completamente bizarras, con situaciones surrealistas y personajes que reaccionan de manera impasible, como si todo fuera completamente normal. Puede que algo increíble esté emergiendo del cuerpo de alguien y la gente lo acepta sin pestañear. Tiene un efecto muy particular, casi como una droga única, que te envuelve y te sumerge en ese mundo extraño y perturbador.
¿Podemos relacionar su álbum Yr Body is Nothing con el body horror de Cronenberg? ¿O cuál es el concepto hay detrás de ese título?
JM: Sí, el título Yr Body Is Nothing surgió de la idea de que, cuando bailás o te dejás envolver completamente por la música, especialmente ese tipo de música que hacemos en Boy Harsher, perdés toda conciencia de tu cuerpo. En ese momento estaba muy interesada en la transferencia de energía entre el músico y la audiencia, y cómo esa energía puede fluir de un lado a otro. Crecí siendo muy tímida e insegura, y no fue hasta mucho más tarde en mi vida que pude permitirme bailar. Y de repente, fue como un golpe de realidad: entendí que la gente baila porque intenta desaparecer, perderse en algo más grande. Gus mencionó antes las drogas, y creo que hay un paralelismo en esto: bailar, escuchar música y experimentar un buen show es casi como un narcótico. Estás dentro tuyo, pero al mismo tiempo, completamente fuera. No sé si mi interés en el body horror influyó tanto en el título, pero sí es cierto que fue un tema recurrente en mis intereses desde muy joven. Aunque la idea de perderte y convertirte en algo que se disuelve en la música podría tener un eco de ese body horror que tanto me fascina.
Como fanáticos de John Carpenter, ¿cómo fue la experiencia de formar parte del soundtrack de Halloween Ends? ¿Y qué significa para ustedes “Burning Down“, la canción que aportaron?
AM: Fue una oportunidad realmente especial. Recibimos una llamada de que el director, David Gordon Green, estaba interesado en nuestra música, pero no sabíamos bien qué implicaba eso. Pensamos que tal vez solo quería licenciar una canción que ya habíamos hecho. Luego, fuimos al cuarto de edición con él, y nos mostró una escena. Después nos preguntó si queríamos crear algo original para esa escena. Y, claro, sin pensarlo, dijimos que sí. ¡Cómo no vas a escribir una canción para una película de Halloween! Solo teníamos una semana, estábamos entre giras, pero igual nos metimos en el estudio. Nos pasamos 24 horas intentando crear algo para esta película. Fue completamente surrealista, una experiencia increíble.
¿Qué nos pueden contar sobre “Machina”, el track de The Runner y los remixes del EP que publicaron este año?
AM: Eso fue solo otro producto de la cuarentena. En ese momento, los shows no estaban sucediendo, así que simplemente tratábamos de hacer algo. Empezamos a contactar a amigos para colaborar, y comencé a enviar algunas pistas a [la artista mexicana] Mariana Saldaña. Ambos estábamos bastante metidos en este sonido italo de alta energía, así que tratamos de canalizar eso.
Hacen un trabajo increíble con los remixes. ¿Cuál es su enfoque para reinterpretar sus propias canciones o ser reinterpretados?
AM: Hacer remixes es algo muy divertido porque abre muchas posibilidades. Siempre hemos hecho remixes de nuestras canciones, si podemos conseguir buenas vocales y tenemos un beat decente, a veces dejo solo las vocales para reescribir una instrumentación nueva. Lo hicimos con “Motion”, por ejemplo. Era un beat diferente, de hecho estaba en otra tonalidad, y tomé la instrumentación original para escribir algo nuevo detrás. Es solo una forma de jugar con la música; no todo tiene que hacerse en el estudio en el momento, podés tomarte tu tiempo y reorganizar las cosas.
¿Hay alguna banda o artista nuevo qué estén escuchando y les gustaría recomendarnos?
JM: Siempre recomiendo a Spelling. Creo que es lo más cercano que tenemos a Kate Bush en la actualidad, pero también es mucho más que eso. Su música es hermosa, interesante, y su voz tiene un carácter que me fascina. Podría escucharla todo el tiempo. Y, por supuesto, aunque no estoy seguro de cuán activos están, Special Interests es una banda increíble, una especie de proto punk de Nueva Orleans. Es synth pero agresivo, y la cantante Holly tiene una voz que podría liderar a una multitud de un millón de personas, algo que realmente te atrapa.
AM: Hay una banda de Nueva York que me gusta mucho llamada Cassie Croft. Son miembros de la banda Palm, pero es su nuevo proyecto. Van a sacar un EP pronto. También tocaron con un tipo llamado Autograph en L.A., él es de Austin y hace música como house y nuevos beats. Está bastante genial. Y una artista bastante nueva para la que hicimos un remix es Nilüfer Yanya. Ella es artista del sello Ninja Tune. No había escuchado su música hasta que nos contactó para el remix, pero tiene una voz increíble, y sus canciones son muy dinámicas y eclécticas. Su nuevo disco está realmente genial.
Boy Harsher se presenta el jueves 7 de noviembre a las 21 h en Deseo (Av. Chorroarín 1040, CABA). Entradas disponibles a través de Venti, con un 25% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.