En años en los que aún existía cierto velo que impregnaba de enigma y azar a aquella música con la que nos cruzábamos en internet, un disco llegó para marcar la época. Se cumplen 20 años del lanzamiento del debut homónimo de Clap Your Hands Say Yeah, y la banda neoyorquina volverá a Argentina después de diez años para tocar el disco en su totalidad: ese puñado de canciones ominosas e hipnóticas que, con una voz tan particular el frente, supieron calar hondo en la curiosidad de muchos.
En la antesala de su show el viernes 13 de junio en Niceto Club, el cantante y compositor Alec Ownsworth habló con Indie Hoy sobre cómo vive este homenaje de su primer disco y cómo concibe en la actualidad la idea de seguir trabajando en forma independiente. Además, compartió sus reparos con la idea de hacer música solo para llegar a más gente, y contó cuáles son los dos artistas jóvenes que más lo sorprendieron últimamente.
El próximo 13 de junio será la tercera vez que Clap Your Hands Say Yeah venga a la Argentina. ¿Recordás algo en particular de aquellas primeras dos veces en Buenos Aires?
Sí, recuerdo la primera en un festival [Personal Fest 2012] y tocamos en la mitad de la jornada. El sol era muy intenso y lo teníamos frente al escenario y no podía ver a nadie. También recuerdo que dimos una vuelta con los Dirty Projectors, quienes también eran parte del lineup, y haberle sacado una foto a un plato con una porción enorme de algún tipo de carne. Quienes comían carne en la mesa estaban realmente impresionados. A veces no recuerdo precisamente los shows, sino más bien este tipo de cosas. Fue una experiencia interesante.
Tuvieron la posibilidad de vivir ambas experiencias: integraron el lineup de un festival así como también de dieron un show más pequeño en Niceto Club durante su segunda visita. ¿Dirías que alguna, por naturaleza, te cautiva más que la otra?
Me gusta la intimidad característica de los shows en escenarios más chicos, así como también la energía que existe en festivales grandes. No necesariamente elegiría una experiencia por sobre la otra. Sí creo que en Sudamérica encontramos un buen equilibrio entre ambas cosas. Recuerdo los shows que dimos en festivales, tanto en Buenos Aires como Santiago, fueron un contexto de una magnitud bastante considerable, pero aún así encontré cierta sensación de intimidad. Puede que existan ciertos festivales en que efectivamente el artista sienta cierta distancia con el público, pero en Sudamérica se las ingenian para que no se sienta de esa manera.
Se cumplen 20 años de la salida del disco homónimo y debut de la banda, disparador que te vuelve a traer a Buenos Aires para revisitar el disco. ¿Sos consciente de que se transformó en una suerte de disco emblemático para el indie rock de la primera década de los 2000?
Sé que hay personas que lo piensan, que lo consideran así. A decir verdad, no es algo en lo que piense demasiado, aunque sí es un disco al que le tengo más aprecio ahora que en el momento en que se publicó. Me gusta tener la oportunidad de revisitarlo y tocarlo enteramente. Me interesa más tener un disco del que estoy orgulloso, que haber hecho algo que simplemente se vuelva popular. No creo que pueda trabajar en un álbum que le guste a la gente pero no a mí. Que me guste lo que hago no es algo garantizado, pero en este caso sí pasa.

Es evidente que la industria musical experimentó muchos cambios en estos últimos 20 años. No son pocas las personas que romantizan aquellos primeros años de internet y la irrupción de las redes sociales. ¿Qué visión tenés de aquellos años?
Como en todo comienzo, en aquel entonces todavía había un cierto nivel de inocencia. Para mi carrera y para este proyecto en particular, todo funcionaba de manera muy orgánica: la gente conectaba con el disco simplemente porque le gustaba. No invertimos dinero en promoción ni en estrategias para hacerlo circular. Hoy es un poco más difícil hacerse escuchar entre tantos proyectos, pero me da esperanza ver que hay bandas y artistas jóvenes con muchísimo talento. Me encanta lo que hace Cameron Winter, por ejemplo, que con solo 23 años sacó un disco fantástico. También me gustó mucho el último álbum de Mk.gee. No sé si hay necesariamente un cambio, pero sí noto que estos artistas están muy empapados de la historia de la música. Se nota que escucharon a Television, Wire, Joy Division y, por supuesto, The Velvet Underground. Hay algo de estudio y profundidad en lo que hacen, y eso me alegra. No sé si con esto estoy respondiendo a la pregunta, pero en definitiva celebro que estén captando la atención.
Sostenés la independencia como una bandera desde que arrancaste con Clap Your Hands Say Yeah. ¿Qué significa hoy ser independiente para vos?
Cuando empecé, fue una decisión relativamente fácil. Había escuchado muchas historias sobre lo complicado que podía ser trabajar con sellos discográficos. No sabía si todo eso era cierto, pero fue suficiente para saber que quería tener el control total del proceso creativo. Hoy en día, podés trabajar por fuera de los márgenes y hacer lo que querés, pero siento que no hay tanta recepción para esa idea. Al final, se trata de seguir trabajando e intentándolo. Vuelvo a pensar en Cameron Winter: no creo que haga magia ni que tenga un equipo enorme detrás. Recuerdo haber intentado comprar su disco y estaba agotado, y daba la impresión de que él mismo estaba viendo cómo resolver la situación. Eso me gustó, porque muestra que su prioridad es hacer un buen álbum, algo de lo que pueda sentirse orgulloso. Para mí, eso es ser independiente. Lo que pase después ya depende más del público que de vos.
En una oportunidad, te referiste a la idea de crear, grabar y publicar música como un proceso más parecido a una suerte de lucha. ¿Lográs hoy entender ese proceso como una experiencia placentera?
Sí, creo que es ambas cosas: una lucha, pero placentera. Me pasaba antes y me pasa ahora que, cuando una idea aparece temprano en el día, le doy vueltas, la grabo, y aunque después tenga que seguir con otras cosas, paso el resto del día con una alegría y un entusiasmo muy particulares, con ganas de volver a escuchar lo que hice. Es una sensación hermosa, aunque nunca dejo de ser consciente de que eso que grabé es apenas un comienzo. Trabajo mucho detrás de cada canción, incluso cuando suenan simples, como en el primer disco. Nunca siento una satisfacción total con el resultado final, pero siempre tengo el deseo de encarar una canción, producirla, rearmarla. Supongo que es algo bastante común en muchas personas.
¿Experimentó algún tipo de cambio a lo largo de los años tu abordaje del proceso creativo?
Sí, creo que cambiaron algunas cosas. A veces soy muy estructurado o estricto con algunos temas. Por ejemplo, durante un tiempo no me gustaba para nada la batería. Pero como trabajo de forma independiente y tengo total libertad, cada disco termina teniendo un color distinto. No me interesa repetir la misma fórmula una y otra vez. En ese sentido, me gustan bandas como MGMT, que se dejan llevar por lo que sienten en el momento y cambian radicalmente su sonido de un álbum a otro. La manera en que escribo canciones sigue siendo la misma que al principio, pero me suelo desenamorar de estilos o estéticas que usé en discos anteriores. Y eso tiene que ver, simplemente, con que tengo poca paciencia para repetirme solo con el objetivo de atraer a más gente. Podría hacer “The Skin of My Yellow Country Teeth” de cien maneras distintas, pero me daría un poco de vergüenza hacerlo solo para cautivar a más personas.
Un enfoque distinto según cuál sea el disco que hagas…
Sí. Supongamos que quiero usar una pedal steel, pero la persona que está tocando conmigo no sabe tocarla, y sin embargo yo tengo en mente que ese sonido atraviese todo el disco. En ese caso, priorizo lo que creo que sirve mejor a la idea general. Nunca fui muy de tener una banda estable. El proyecto siempre se trató más bien de armar lo que se necesite para darle forma a lo que tengo en la cabeza.
¿Hay alguna idea o proyecto en que estés trabajando hoy de cara a un futuro lanzamiento?
Sí, tengo ganas de meterme en el mundo de las bandas sonoras. Ahora estoy trabajando con un amigo cineasta que está haciendo una serie de documentales. Me gusta la idea de responder a algo, de no tener que crear desde cero sino a partir de imágenes. Siento que me saca presión y me pone en un lugar diferente. Estoy bastante activo: siempre trabajo en cosas nuevas, aunque no siempre las termino. De todos modos, me entusiasma entrar más en ese mundo y descubrir aspectos de mí que quizás todavía no conozco.
Clap Your Hands Say Yeah se presenta el viernes 13 de junio a las 20 h en Niceto Club (Av. Niceto Vega 5510, CABA). Las entradas están disponibles a traves de Passline, con un 25% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.