Es sábado pasada la medianoche y en Niceto Club reina el clima para un perreo intenso, fino y elegante. A la una de la mañana el escenario ya está totalmente acondicionado. Luces de neón que tiñen la oscuridad de rosa, plantas monsteras ficticias adornan el juego de consolas donde varios DJs van a presentarse a lo largo de la noche y donde, por supuesto, está quien dirige la fiesta: Color.
Hace unos meses Sudan cumplió 1 año. Su debut fue en septiembre de 2017, en el lado B de Niceto con un público de no más de 200 personas. La propuesta por ese entonces surgía de las ganas de pasar dancehall, hip hop y música latina que no tenía espacio en otros ámbitos porteños.
Hoy Sudan agota entradas en el lado A, comparte espacios con artistas de renombre como Nathy Peluso y llegó a realizarse en festivales como La Nueva Generación y Ciudad Emergente, entre otros. María Hoffman, mejor conocida como Color, es la cara visible de este evento que no solo pasa buen reggaetón, sino que viene a romper con el esquema clásico de boliche porteño. La discriminación, el acoso, el abuso de autoridad y la cosificación de mujeres, en esta fiesta quedan afuera.
¿Cuáles fueron las ideas principales para hacer Sudan?
Me había ido un mes a Europa en 2017 y me di cuenta que afuera estaban pasando cosas que acá no pasaban. Si querías ir a bailar música urbana tenías cinco opciones por noche. En Buenos Aires no. Pero yo no tenía experiencia organizando fiestas y pensar una en Niceto era inalcanzable. El día que volvía del viaje me escribió uno de los productores de Niceto diciéndome que ambos teníamos la misma sensación: acá faltaban cosas. Me comentó que quería pasar música urbana, dancehall, Rihanna, Beyoncé. “Quiero que seas la DJ residente y que además seas socia.” Su idea en un principio fue llamarla Sudán –con tilde, como el país-, porque le parecía que expresaba muy bien todo lo que era el poder femenino, porque estaba conectado con Egipto y con Cleopatra, los orígenes de la música negra. Yo dije que sí, pero se iba a llamar Sudan –sin tilde-, porque acá la gente va a venir a transpirar.
¿Cómo fue creciendo y cambiando Sudan desde entonces?
Lo que cambió un poquito es la música. Al principio era música negra, dancehall y hip hop. Un día se me ocurrió poner unos reggaetones porque yo siempre coqueteé con eso cuando “reggaetón” todavía era mala palabra. Vino un amigo y me dijo “che, es por acá, seguí poniendo esta música porque la gente está re copada.” Y claro, eran temas viejos que habíamos bailado todos cuando teníamos 14 años. Lo escuchás ahora, 10, 15 años después y te copan, te remiten a una época divertida tuya. Automáticamente me convertí en DJ de reggaetón. Tuve que cambiar no solo la orientación de la fiesta sino mi orientación musical como DJ. Si bien siempre me gustó la música negra, Sudan prácticamente se convirtió en perreo puro y exclusivo.
La escenografía es una base importante de la fiesta. ¿Cómo se diseñó?
El productor ya tenía una idea con pirámides. Pero yo había quedado muy flasheada con la escenografía de un set de Björk que dio en el Sónar. Llenó de plantas todo el escenario, casi que no se la veía a ella. Entonces yo dije “quiero plantas”. También estoy súper obsesionada con el color rosa. De hecho, tengo un tubo de luz rosa en mi casa. Y de ahí de a poquito todo se fue armando. Después sumamos el telón plateado y el resto de los elementos que hoy hacen a la escenografía.
Sudan está planteada desde otro foco que los boliches clásicos. Y no solo por la música sino por toda la puesta en escena en sí (el personal de seguridad, no hay discriminación al momento de ingresar, no hay VIP). ¿Esto se da gracias a la organización de Niceto únicamente? ¿Podría darse de la misma forma en otro lugar?
No, no se da solo gracias a la organización de Niceto. La idea de que no haya VIP lo propuse yo. Me pareció que era necesario que no haya ningún tipo de diferencias. Como dice J Balvin: “Si te dan ganas de bailar pues dale/ Que en esta disco somos todos iguales.” El tema de la discriminación para entrar, eso sí corre por Niceto. Aunque, de todas maneras, si me mudara de lugar, seguiría teniendo en cuenta estas cosas. Para mí bermudas o joggin y zapas es el uniforme semi obligado de Sudan. Sería ridículo que no nos dejaran entrar por estar vestidos de cual o tal manera. La fiesta podría darse en otro lugar, pero siempre manteniendo las mismas condiciones de igualdad.
Sudan tiene una impronta femenina muy fuerte. ¿Es algo que buscaste o se fue dando?
El compromiso con las mujeres es cien por ciento. Es una fiesta muy feminista. Una de las partes de la escenografía es un triángulo invertido verde que simboliza al pañuelo del aborto legal. Todo el equipo está conformado por mujeres, no intencionalmente, sino que se fue dando. Me di cuenta que si una le abre el espacio a las mujeres para que ocupen puestos de trabajo puede suceder, y si no sucede es porque también entre nosotras no nos estamos dando esos espacios, más allá de lo que pase con el género masculino. Abrir esa puerta me pareció increíble. Tiene otro encanto, otra visión. Siento que lo que le da finura y elegancia al perreo es que estén mujeres a la cabeza.
Es perreo fino, elegante y sobre todo feminista.
Yo soy feminista, así que obviamente que un producto mío lo va a ser también. Refleja lo que soy. Ya yendo con un pantalón transparente y una tanga mostrando el culo demuestro que puedo ir “desnuda” y que nadie me va a mirar, ni tocar ni decir nada. Es un mensaje bastante fuerte.
Según un informe de la Asociación de Víctimas de Violaciones, 2 de cada 5 chicas sufren abusos en boliches y la mayoría no se denuncian. ¿Cómo se planta Sudan ante esto?
Sudan tiene que ser un espacio donde las pibas (y también los pibes) puedan bailar hasta abajo sin sentirse incómodas, miradas y sin que las manoseen ni que las molesten. Todavía hay que hacer una deconstrucción gigante en esta sociedad. No es un lugar ideal cien por ciento. Siempre aparece algún tincho y es difícil. ¿Cómo te reservás el derecho de admisión a un tincho? Eso se ve cuando pasa en vivo. La jefa de seguridad de Niceto es mujer y no le cabe ninguna. En ese sentido, estamos bastante preparados. Sudan es un lugar donde nos reservamos el derecho de admisión al machirulo. Nunca llegaron quejas de algo grave. Sacamos un comunicado diciendo que nos avisen por favor si en algún momento de la noche pasa algo fuera de lugar. Es una fiesta donde queremos que todos bailen libres y estén felices. Es un trabajo que hacemos entre todos.
Los boliches clásicos lidian con una gran cantidad de irregularidades. De hecho, hubo una propuesta en la legislatura porteña para lanzar una app para hacer denuncias. ¿Qué opinás de estos lugares?
Creo que de a poco se está deconstruyendo. Tiene que ver la escuela de dónde vienen. Los boliches clásicos están manejados por los clásicos bolicheros, que tienen todos mil años y son dinosaurios que no entienden nada. Siguen viendo a la mujer como incapaz. La nueva escena liderada por nuevas generaciones entiende que la cosa es distinta y si no lo es tiene que cambiar. Pero se va a terminar en algún momento esto. Es generacional. Hoy las cosas se hablan mucho más. Como el caso de abuso que hubo en la costa, el boliche salió a pedir disculpas. Pero como dijo Duki, estas cosas pasan porque hay terceros que dejan que esto suceda. Aunque también pienso que está en uno elegir seguir yendo o no.
En la escena local de la música urbana no es común encontrar a DJs mujeres. ¿Fue difícil hacerte tu lugar?
Cuando me surgió la idea de hacer una fiesta fue porque yo como DJ mujer no tenía muchos espacios donde tocar. La escena de DJs era muy de hombres y no estaba desarrollada para el lado femenino. Como mujer, siento un compromiso. Ahora se está abriendo más el juego y me parece increíble. Aunque también creo que cada uno tiene que buscar ese espacio. Yo me lo busqué y me acomodé sola. Si te falta tu espacio, podés ir y buscártelo o quedarte en el molde pensando que te falta tu espacio. En general, yo trato de darle lugar a las mujeres en todo lo que hago. De hecho, para mis videoclips, los equipos son casi todos de mujeres. No es por una cuestión de preferencias, no digo “que no haya hombres en mi equipo.” Pero sí es verdad que hace un año que aprendí el significado de la palabra sororidad y mi vida cambió. Sí, es cierto, todavía no somos muchas. Tiene que ver con el género de música urbana, es muy de machos, no solo DJs sino en toda la música.
Trap y feminismo no parecen ir de la mano. ¿Cómo rompemos el machismo en estos ámbitos?
Es algo que me pregunto todos los días. ¿Por qué sigo escuchando trap con letras vulgares y misóginas si soy feminista? Pero la realidad es que no todas las letras son así. También tienen su parte realista, cruda. Digo, si hay consentimiento, sí, a mí me gusta que me tiren del pelo, me gusta bajar hasta el piso. No es raro, lo que pasa es que no es careta. Por ahí en otros géneros te lo disfrazan con poesía, pero te están diciendo lo mismo. No digo que no hay machismo en las letras. Gracias a la entrada de mujeres al género esto empieza a ser distinto. Hay muchos grandes que no son así, Daddy Yankee, J Balvin. Yo soy feminista y tengo una fiesta de trap y reggaetón, creo que se pueden hacer las dos cosas, siempre y cuando uno no apoye malas personas.
¿A dónde apunta Sudan a un futuro?
Quiero que siga siendo un lugar donde todos podamos estar cómodos bailando. Que siga teniendo energía feminista. Que sea un lugar que brinde escena a los músicos y artistas emergentes en cuanto al género. Pero también artistas más grandes, referentes de la música urbana. No se va a transformar en un lugar de shows porque Sudan es una fiesta.
¿Y Color como artista?
Este año tengo que sacar mi EP o mi disco, todavía no sé, pero me lo puse como obligación. En marzo quiero tener el material listo. Aspiro a desarrollarme, estoy recién empezando y esto es muy nuevo. Me tengo que poner a trabajar para que todo suceda.