Dani Umpi realizará una serie de shows que lo llevarán por Buenos Aires, Córdoba, Montevideo y La Plata. Antes de esto, nos contó sobre cómo vivió la repercusión de su último trabajo discográfico titulado Lechiguanas, un disco que combina melodías synthpop con pinceladas oscuras y reminiscencias ochentosas. Dani Umpi es un árbol con muchas ramificaciones: la performance, la literatura, la música, el collage, las artes visuales; en sus shows hay gotas de cada cosa y la pista se convierte en un territorio para sentirse libre y ponerse a bailar.
¿Qué nos podés contar sobre esta nueva ola de shows?
Es como una presentación tardía del disco. Lo habíamos presentado en Córdoba, que fue el primer show que hicimos después de que salió el disco. Lechiguanas ya tiene más de un año, salió a fines del 2017, pero se difundió más en 2018. Igual tuvo algo medio inmediato, por ejemplo en Córdoba ya se sabían las canciones y había salido hacía muy poco, fue muy sorpresivo para mí. Hace años que canto, pero nunca tuve esa cosa como con este disco, mucha aceptación, las críticas estuvieron muy buenas. Y al pensar que este disco dio muchas sorpresas, dijimos que era buen momento de presentarlo.
¿Qué pensás que tuvo Lechiguanas?
Siempre me sentí en un margen, pues estando en Uruguay me sentía muy fuera de la escena musical, y además vengo de otra parte del arte. Y cuando venía a Buenos Aires siempre era extranjero, estaba en una vuelta rara y la propuesta era medio rara también, aunque desde el principio tuve un público muy fiel. Con este disco pasó algo distinto, le agradó más a la gente que venía del palo musical. Y a la vez, hay una generación más chica que empatiza con lo que hago. A veces pienso que es por el sonido. En el 2005 saqué mi primer disco, Perfecto, y tiene un montón de años pero ahora en las redes me vuelven a arrobar en canciones de ese disco. Hay como un rizo que se está dando y que tiene que ver con el sonido y una generación interesada por el electro-pop. Ahora vas a bailar y te ponen María Daniela.
Perfecto no parece un disco que tiene 10 años.
Tiene mucho que ver con lo queer. En mi época no había tantos cantantes queers, o gays incluso, era más raro. Todo tiene varios momentos. Yo por mi parte lo siento re viejo, pero es lindo que vuelva a resurgir. No hago canciones de ese disco, estoy muy en otra, pero me encanta como fenómeno. A mí me sucede al revés, porque ahora canto más que antes. Tengo 44 años pero a veces siento que soy nuevo, con las bandas que comparto escenario, o con quienes van a verme, o el mensaje. Hay un nuevo interés.
¿De dónde nace tu interés por la performance?
Originariamente vengo de las artes visuales y la performance, la vocación de cantar fue muy posterior. El primer disco fue a partir de una obra que hice en Uruguay que era una relectura de un disco de Jaime Roos, mis inicios son con artistas conceptuales y esa onda. Tengo muchos vicios de eso, no es que me largaba a zapar. Al principio era un show mucho más performático, había una banda falsa de señoras, yo era un personaje mucho más drag muy autoparódico. Estaba muy consciente de ese lugar, como de lo bufonesco. Todo era por algo, tenía un tipo de ironía. Tenía influencias de otras partes pero sentía que me iba infiltrando en la música.
¿De dónde viene el título “Lechiguanas”?
Yo soy del norte de Uruguay, de Tacuarembó, cerca de la frontera con Brasil. Allá hay unas avispas chiquitas que hacen un nido muy particular, todo puntiagudo. Yo tenía la idea de que la miel que hacen las avispas era venenosa, pero después de sacar el disco me di cuenta que no, que se come. Pero en mi cabeza está esa imagen de la avispa con miel venenosa. Y a la vez es un personaje de Nazareno Cruz y el Lobo de Leonardo Favio, esa película me encanta. En el videoclip de la canción yo hago una especie de representación de la escena del fuego, haciendo como del personaje de Mandinga.
¿Conociste a Leonardo Favio primero por su cine o por su música?
En mi casa se escuchaba mucho la música de Leonardo Favio, su cine me encanta pero ya era más grande cuando lo vi. Cuando era chico tenía un interés mayor por la música melodramática, con esa cosa típica adolescente; cuando descubrís la mirada camp o kitsch hay una cosa que se da. Descubrís esa vuelta de mirada, releyendo esos cantantes que escuchaba cuando era chico y el que más me gustaba era Leonardo Favio. En su momento era la canción “Ding dong” porque era graciosa. Me gustan mucho sus letras, cómo compone, cómo canta, es uno de los primeros artistas que me interesó.
¿Cómo te llevás con tu literatura?
Hoy en día no estoy escribiendo mucho, hace unos años quedé medio estancado en lo que venía haciendo y no lo seguí. Igual hice otras cosas, también hago collages de papel. Me gusta que me describan como multidisciplinario. Antes escribía mucho y tenía una rutina más de escritor, pero después se acabó. Lo más curioso es que cuando estaba más cerrado fue cuando empecé a dar un taller literario que ayudaba mucho a desenredarse, una contradicción. Pero pienso que eso con el tiempo me va a gustar. Algunos de mis libros se siguen reeditando, Miss Tacuarembó es la segunda y tiene un montón de ediciones y está en varias editoriales. El año pasado tuvo una edición bolsillo en Planeta, es un libro que siempre anda dando vueltas. Pero son libros viejos, era otra cabeza.
¿Con qué bandas de la escena argentina sentís cercanía?
Con Lxs Rusxs Hijxs de Putx canté varias veces y ahora voy a cantar con la Kobra Kei, también la siento muy cercana porque me vine a Buenos Aires muy incentivado por ella. Me gusta mucho colaborar con la gente porque es una forma de conocer procesos creativos diferentes y música distinta. Con Ignacio Herbojo y Diosque también, son con los que más toco.
¿Escuchás música uruguaya?
Me gusta mucho lo que está haciendo la generación más nueva de pop, tipo Eros White, Amiga, Lila Tirando a Violeta, Goro Gocher, Kevin Royk. Ahora hay gente más interesante, en mi época había pero no tantos como ahora.
Pasaste de no sentirte músico a que te nominaran a un Gardel. ¿Cómo te cayó la nominación?
Fue re sorpresivo. Igual de entrada sabía que no iba a ganar, los otros eran Axel, Luciano Pereyra, además en “Artista Masculino” me sentía medio raro. Pero estuvo bueno. Hay gente que se burla o que no le interesan los premios, pero para mí fue inesperado porque sentí que les había gustado el disco. Yo ahí no sé ni quiénes son, no tengo ningún tipo de influencias. Para mí estuvo bueno, fue como un reconocimiento a un laburo que tardé un montón de tiempo en hacerlo.
¿Cómo fue el proceso de Lechiguanas?
Fue larguísimo y lleno de obstáculos, porque lo arranqué en México con un productor de allá. Fui un par de veces, primero a cantar y luego compartí muchos shows con Descartes a Kant, que es una banda buenísima. Pensaba hacer el disco con su productor, pero después fue difícil estando tan lejos y él con tanto trabajo, fue algo que se fue diluyendo. Después fui y grabé las voces, pero era una cosa que se me iba de las manos. Luego retomé varias de esas canciones en Argentina y las rearmé. Fue un rejunte de ambos.
¿Y ahora en qué andás?
A partir de canciones que no quedaron en Lechiguanas, las junté con otras más viejas que habían quedado por ahí. Sería como un lado B de Lechiguanas pero más largo. Hay de todo, remixes, demos, canciones con piano, y hay algunas que empezaron con un productor y se las terminé dando a otro para que las termine. Hay registros en vivo, hay covers. Es un gran rejunte, como un salmón. Técnicamente hay varias intencionalidades, algunas son más lo-fi, todas son diferentes. No es un disco conceptual, sino un compilado de cosas que fueron quedando, que no son descartes. Con el tiempo tu mirada va cambiando y ves distinto. Siento que es un buen momento para mirar más lo que hice y ver en ese camino que había cosas que estaban buenas. Son más de 20 canciones, se va a llamar Lechiguanx Box.
Dani Umpi se presentará en Buenos Aires, Córdoba, Montevideo y La Plata. Más información.