El nuevo disco de Isla de Caras emergió a modo de bitácora de viaje, un peregrinaje musical que atraviesa senderos físicos y espirituales. En el ruedo de la creación de Gran turismo, la banda argentina halló un nuevo sonido, rompiendo las ataduras del pasado y dejando que las melodías vuelen en libertad. Como intrépidos navegantes, recorrieron horizontes desconocidos, trascendiendo fronteras estéticas con el ansia de quien busca un tesoro oculto en la profundidad del alma.
“Fuimos muy felices en la gira del año pasado y ahí descubrimos algo que no conocíamos. Quisimos extender inconscientemente esa sensación hasta el disco”, cuenta Lautaro Cura en conversación con Indie Hoy acerca del proyecto que comenzó como un alias personal y en su tercer álbum se consolidó como una banda integrada por Panchito Villa en guitarras, Manuel Schupak en bajos, Santiago Martínez en teclados y Nicolás De La Puente en batería.
El sucesor de Una caricia (2021) encuentra a Isla de Caras despojándose de prejuicios para trazar un nuevo curso en su carrera. Gran turismo es una odisea en sí misma, repleta de recuerdos de películas, colillas de cigarrillos compartidos entre amigos y una contrastante melancolía escondida entre sus canciones.
Entre la efervescencia de la travesía, aparecen vestigios de una nostalgia que añora la calidez de un pasado. El sonido del álbum se tiñe con todos los colores del arcoíris, pero también con las tormentas que se desvanecen detrás del paisaje. Destellos luminosos se entrelazan con fantasmas, recordándonos que la belleza y la adversidad son dos caras inseparables de una existencia en la que flotamos como en un río inagotable.
A medida que daban forma a Gran turismo, afirmaron que estaban trabajando en su disco favorito. ¿Qué emociones y experiencias hicieron de esta aventura una de las más significativas para ustedes?
Lautaro Cura: Después de sacar Una caricia, lo salimos a tocar todo lo que pudimos. De hecho, tocamos 52 veces el año pasado, una bocha, pero era un sueño anhelado para el proyecto. Tocamos en México, Colombia, Perú, y ahí se armó un espíritu de banda de amigos, un grupo muy formado, con una formación muy establecida de cinco miembros. Entonces, el método original, que era más mío, devino en una cosa mucho más orgánica y grupal de manera súper natural. Y si bien yo tenía algunos demos ya empezados por Mati Cella, el productor del disco, que también es el que mezcló Chango y Una caricia, el 80% del disco fue creado con los pibes en situaciones cotidianas, en ranchadas. La cerveza fue una gran aliada. Fueron meses muy intensivos, en marzo y abril estuvimos casi todos los días. Tenemos la suerte de que el estudio de Mati está acá a cinco cuadras, entonces se armó una base de operaciones en el barrio. Siempre nos encontrábamos, volvíamos después a charlarlo y al día siguiente nos volvíamos a encontrar. En ese sentido, fue nuestro disco favorito de hacer. Fue muy gracioso, muy poco neurótico. Una caricia, con una pandemia en el medio, para mí fue la cosa más barroca. Como un brochazo de pintura que de repente no te gusta tanto, y tenés que hacer un cambio acá y le agregás más cosas, más y más, después le sacás otras tantas. Acá fue muy distinto. Pusimos una fecha y dijimos que el disco tenía que salir ese día. Fue un proceso muy rápido, nuestros amigos no podían creerlo. Le mostrábamos un demo en febrero, y después a las tres semanas ya le mostrábamos la primera mezcla. Todo gracias a la intensidad de nuestras juntadas, de la constancia del grupo.
Panchito Villa: Cuando se empezó a gestar el disco hubo dos intensidades distintas. Estaba la locura de estar tocando Una caricia, y de repente la distancia de bajar un poco a empezar a crear los nuevos temas. Un día que teníamos libre en la gira, lo dedicábamos a encerrarnos y empezar a maquetear.
El disco se impregnó de estos viajes por Perú, Colombia y México. ¿Cómo creen que la experiencia de la gira dejó una huella en la concepción del álbum?
LC: Tocar allá es lo más, te tratan muy bien, parece que estás en Almost Famous. Se vive un espíritu de rock and roll muy vivo, una especie de leyenda así. En Colombia y en Perú nos pasó lo mismo, el público fue muy cálido, muy agradecidos de que vayamos hasta ahí. Me encanta ir a tocar a allá porque sentís un poquito más la historia de la gira, los hoteles, te comés más la peli.
Manuel Schupak: A lo mejor estábamos tocando en Lima en una especie de sótano pero con 200 personas, era increíble. Es posta que ahí sentís algo distinto, se ponen muy locos por vernos a nosotros. A mí al menos me impactaba bastante.
LC: Son muy creyentes en lo que están viendo, creen con locura en estar ahí y apreciar ese momento muy especial para nosotros también. La del sótano de cuenta Manu fue increíble. Después hacían fila para sacarse fotos con nosotros y nos parecía una locura eso. Además tienen algo muy divertido, que es que tienen algunas tradiciones. Una es la de tirarle muñecos a las bandas. El personaje es como un viejito farmacéutico y es una tradición pero muy extendida.
En relación a México, el disco incluye una colaboración con Little Jesus. ¿Cómo surgió “Mi droga favorita“?
LC: Fue súper natural. Santi [Casillas Escobedo], el cantante, es mega simpático. Fue muy fácil hacerlo en el sentido en que hay veces en que te tirás buena onda con un artista de una. Capaz se dilatan los tiempos, ellos están de gira por Estados Unidos, pero aún así fue muy sencillo. En el momento en que decidimos hacerlo, pasaron nueve días y ya teníamos todas las voces grabadas. A mí me encantaba la banda y un día vi que Santi había empezado a seguir a Isla de Caras, un martes random de tu vida, una noticia virtual de esas locas. Yo justo tenía una remera de Little Jesus que me había regalado nuestro amigo Fabri y ahí se armó la onda. Teníamos una amiga en común y por ella nos conocimos personalmente. Pegamos la mejor y ahí se terminó de armar, entre lo orgánico y lo digital. Además, van muy bien ambas bandas, somos muy primos. En los comentarios de Twitter le pareció muy orgánico al oyente de Little Jesus, como que podía ser un tema de ellos.
¿Cuáles fueron las premisas que guiaron el disco?
PV: Es como decía Lauti, queríamos tratar de salir de la cosa barroca. En ese sentido, la premisa fue la simpleza y la crudeza. Veníamos hablando de volver a escuchar las cosas que escuchabas cuando eras adolescente, que pasa todo el tiempo, siento que hay momentos. Pero esta vez le dimos una vuelta de tuerca y empezamos a buscar las influencias de las influencias.
LC: No había ninguna premisa más clara que avanzar y sacar un disco en tal fecha. Y teníamos 14 canciones de las que todos nos sentíamos parte. También sumamos un par de individualidades que nos aportaron un montón. Por ejemplo, no solo Mati que ya estaba arriba del barco, sino Berni Ferrón de Telescopios. Para nosotros fue una especie de ying yang, de luz y oscuridad, con aportes de otra dimensión. Le confiamos dos temas que sabíamos que él podía aportarle algo distintivo y nosotros no estábamos logrando destrabar. Eran “Como si” y “Mi droga favorita” justamente, son medio hermanos esos temas, tienen una sonoridad y de hecho algunos instrumentos similares. En el Age of Empires, hay una metáfora que es buenísima, que es la del Marco Polo. Vos tenés el mapa y en el juego vas descubriendo lo que hay alrededor a medida que avanzás. A menos que vayas por el truco del Marco Polo. No sabíamos muy bien en qué mapa estábamos, cuál era nuestro Gran turismo, qué era lo que estábamos recorriendo, pero sí sabíamos que éramos nosotros cinco descubriéndolo. Y así, en cierto sentido, se siente estar de gira.
El título del disco sugiere ese espíritu de exploración en su música y en sus experiencias personales. ¿Cómo influyó esta idea en el proceso creativo del álbum ?
LC: Yo no era tan consciente de la relación hasta que la explicité recién. Pero es un poco eso. No sabíamos muy bien hacia dónde íbamos, sabíamos de estas 14 canciones, sabíamos más o menos lo que nos gusta entre todos, que es algo que descubrimos nuevamente hace poco en la gira recorriendo muchos tramos en auto a Córdoba, Rosario y Mar del Plata. Panchito poniendo The Cars, que yo conocía dos temas, pero de repente me empezó a encantar. Descubrimos una especie de bagaje en común y después tuvimos que hacer nuestro propio turismo sobre las canciones que habíamos decidido. El disco lo fuimos descubriendo entre todos a medida que avanzábamos, se armó una especie de croquis. No es un disco uniforme, ni suenan todas las canciones parecidas. Capaz es el disco más diverso, si se quiere, tenés un tema que nada tiene que ver con el otro, pero hay algo de eso que nos causa gracia también.
Hablamos sobre los temas más bailables del álbum, pero también hay canciones como “Insurgentes” que son caídas, aunque llenas de luminosidad. ¿Cómo surgió esa canción?
LC: “Insurgente” fue la primera que hicimos todos juntos, en el hostel de Ciudad de México. La hicimos un día libre de la gira, teníamos una botella de mezcal que nos habían regalado. Vivimos creo que 20 días en una habitación de ocho cuchetas, nosotros éramos seis porque estábamos con nuestro amigo Tony. La ventana era una especie de colección de colillas de cigarrillos y no nos decían nada porque nos habían mandado a vivir al fondo del staff del hostel, entonces nadie se animaba tampoco a venir a limpiar. Era una casa medio antigua remodelada para el turista promedio. Estábamos medio de ocupas, la verdad.
La canción “Discoteca” hace referencia al cineasta oriental Wong Kar-Wai. ¿Cómo se establece esta analogía en la canción y qué vestigios emocionales de sus películas se reflejan en Isla de Caras?
LC: A mí me agarró una especie de fascinación con Wong Kar-Wai el verano pasado. “Discoteca” es uno de los temas más viejos, acompaña ese momento de mi vida y está dedicada a la persona con la que más vi esas pelis en mi vida. Había una especie de tentación de hacer un salto hacia otra disciplina del arte y traer metáforas de ese mundo a una canción. Happy Together me encantó, además está basada en un libro de Manuel Puig. Es increíble. A mí siempre me intriga bastante esto de cómo sería Buenos Aires en los ojos de un turista. Y la ves muy distinta, no solo a la conciencia que tenemos nosotros por la época, sino por la sensibilidad del tipo en cómo la muestra, como una especie de joya oculta, como una perla abajo del océano en el fondo austral del planeta.
En ese sentido, Happy Together se relaciona mucho con lo que hablamos de México, sobre su mirada de turistas y extranjeros.
LC: También porque era la Ciudad de México abriéndose para nosotros, y era un sueño también. Hay una avenida que atraviesa la ciudad que es como el bulevar de los sueños rotos. Vas ahí a soñar, a ver qué pasa, si finalmente lográs tocar en México y hacer un Lunario, o te volvés con las manos vacías. Y “Discoteca” tiene lo mismo, todos terminan siendo excursiones turísticas.
Contaban que la producción de Una caricia estuvo atravesada por la pandemia, que marcó un antes y un después en la convocatoria de sus shows. ¿Qué oportunidades enfrentaron después del lanzamiento del disco?
LC: Fue muy loco, muy loco. Pasamos de tocar para 70 personas en Matienzo, al Konex que había 700. Y para mí fue muy impactante porque no había visto tanta gente junta. No lo podía creer cuando salí al escenario. Sentía además una cosa muy rara que me pasa, como que tenía que cantar hasta allá lejos, hasta el último que estaba. Pero después te olvidás, vos estás acá. A mí me parece que creció muy bien. Hay algo muy lindo de la pluralidad nuestra, de cómo conseguimos Islas. Por ejemplo, los dos temas favoritos de Pancho son “Tan cerca” y “Un planeta aparte” que son de Una caricia los dos. Y de pronto, para mí o para Manu, son dos temas que nos gustan pero no son nuestros favoritos. Eso me parece que habla de nosotros como grupo humano, somos complementarios. A mí, Una caricia me parece lo más lindo que tuvo Isla hasta este disco. Es coral la apreciación que tenemos sobre ese disco. Me parece que envejeció bien, a mí me encanta escucharlo. Me parece un poco más barroco de lo que es este disco. También estábamos todos encerrados, responde mucho a ese contexto. Había una parte del disco que ya estaba terminada y después hubo un año y medio para enloquecerse al respecto.
Con una trayectoria tan ligada a la retroalimentación, ¿cómo describirían el proceso de transformar canciones del pasado, como las de su disco Chango, desde la perspectiva del presente?
MS: Con “Latas de cerveza”, agarramos el tema, que es medio movidito, tradicional, y dijimos, ¿cómo sería si la tocara Joy Division en la última semana de vida de Ian Curtis? Lo tiró Lauti en un ensayo y salió en 5 minutos. Me gustó mucho, quedó muy interesante.
LC: Nos damos la libertad de retocar los temas. La verdad es que lo que quiere el espectador o la espectadora es ver una banda que se divierta arriba del escenario. Ahí conectás. Para nosotros tocar los temas tal cual son desde siempre termina siendo aburrido. La gira pasada, “Nada acá” lo hicimos medio Charly García en Clics modernos. Es un tema muy slow motion y lo hicimos re para arriba. Tiene que ser divertido para nosotros tocarlos. De hecho, a Chango le fue bien al año y medio. En esa época de tocar en vivo, yo sufría un montón, venían 30, tenía que tocar en lugares muy chicos. Una vez fuimos a Villa María a tocar y vinieron 6 personas. Hoy se volvió un disco que se editó en Japón, le fue re bien, tiene temas con millones de plays… pero pienso, qué culo que ahora podemos tocar en Lunario, en Vorterix, y tener una banda con la que disfruto tocar en vivo. Y en los primeros dos años me daba pánico. Me ponía nervioso de más. Ahora los nervios se vuelven positivos porque hay un feedback muy claro entre el público y la banda. Lo más loco fue cuando con Pancho nos fuimos de gira a un festival de Estados Unidos en formato reducido y hubo una pareja de colombianos que nos dijeron “¿No van a tocar ‘Ya sé‘?”. Es el primer single de la historia de Isla, previo a Chango. Hacer canciones es tirar una botella al mar y ver qué pasa, y a veces llegan a lugares rarísimos.
Isla de Caras se presenta el viernes 4 de agosto a las 20 h en Teatro Vorterix (Av. Federico Lacroze 3455, CABA), entradas disponibles a través de Allaccess. Escuchá Gran turismo en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).