Juana Aguirre irrumpió en la escena local con su deslumbrante debut en solitario, Claroscuro, un lienzo en donde convergen sus búsquedas e imágenes de una manera onírica y ceremonial. Publicado en 2021, el disco marcó el despertar de nuevas sonoridades en el vasto universo artístico que esta alma inquieta abraza en su camino, evidenciando los primeros pasos de una carrera guiada por la experimentación. Es el reflejo de una trayectoria lúdica que se abre paso con audacia, destreza y originalidad.
Oriunda de Buenos Aires, Aguirre descubrió el fuego de la música en sus venas a muy temprana edad. Inspirada por su hermana, Lola Membrillo -cantautora detrás de Perotá Chingó-, se armó con una guitarra y se adentró en su propio universo místico. En 2009 fundó Churupaca, una banda que la llevó a recorrer los caminos de Argentina y Latinoamérica, sumergiéndose en la comunión musical.
En el umbral del 2021, decidió emprendió un viaje solitario, buscando refugio en los rincones del sur argentino. Allá, erigió un santuario donde la historia que anidaba en su ser cobró vida, enredándose en melodías inexploradas y versos que aguardaban ser descubiertos. En ese santuario, su espíritu se liberó al igual que su voz, como un eco ancestral que resuena en cada acorde y cada pincelada de Claroscuro.
“Son canciones luminosas y melancólicas a la vez, una dualidad que de alguna manera también me define -cuenta Aguirre en conversación con Indie Hoy, antes de su show este jueves en Konex-Un amigo con quien tomo clases de piano, siempre me dice que estoy obsesionada con las tonalidades indefinidas entre lo mayor y lo menor, manejando siempre una suerte de tensión que no se resuelve. Obviamente hay algo de eso a lo que no soy capaz de escaparle”.
¿Cómo afectó el contexto pandémico al proceso de creación de tu disco?
Me fuí de viaje al sur, estalló la pandemia y terminé quedándome allá. Estaba en un lugar super apartado de Bariloche, como viviendo a 40 minutos de la ciudad, en medio de un parque nacional. Me quedé casi sin trabajo (además de musica, soy diseñadora gráfica) y en ese escenario, al no tener el agobio del trabajo, tuve el tiempo y espacio para empezar a experimentar. Fue un disco que grabé y produje por completo en mi computadora e invitando a algunxs colaboadores. Me atreví a asumir el rol de productora de las canciones y fue un proceso de aprendizaje enorme.
¿Qué desafíos enfrentaste al asumir ese rol? ¿Cómo los superaste durante el proceso de creación del disco?
Hago música de una forma intuitiva. Desde que era chica, toco la guitarra, canto y escribo, aunque mis conocimientos teóricos sobre música son bastante limitados. La verdad es que eso siempre me generó cierta inseguridad. Muchos años tuve la suerte de trabajar con músicos académicos muy talentosos, y siempre me sentí un poco como el bicho raro. Parte de mi viaje en este disco fué explorar mi estilo de hacer música, que implica un proceso de prueba y error, y el de asumir el rol de curadora de estos sonidos, donde los límites entre composición y producción se desdibujan. También tuve que vencer la adrenalina y la timidez que sentía al compartir mi trabajo, rompiendo con mi propia idea de lo que estaba “bien” o “mal” hecho. Mi vinculo con la música tiene un matiz bastante ingenuo, algo lúdico. Necesito disfrutar genuinamente para ponerme a hacerlo; de lo contrario, me gana la vagancia. Además hay algo hermoso escuchar los sonidos tomar forma, cuando aparece algo que me sorprende y me atrae. SI eso pasa sé que es la señal para seguir por ese camino.
¿Qué elementos del paisaje y la distancia de ese tiempo creés que se reflejaron en las canciones?
El vacío absoluto cuando amanece y esta todo quieto, la temporada de lluvias cuando se llenan los arroyos y se dejan ver los hongos por todas partes, el espacio enorme, la neurosis, prender un fuego todos los días, la calma cuando el lago está quieto y se ven los peces pasar y los troncos en el fondo, el frio helado chiflando por las ventanas a la noche, el ruido constante y la incertidubre del momento histórico que nos atravezaba a todxs. Cuando pude volver, ya no quería hacerlo. Vivía en un departamento muy chiquitito con mi compañero y mi perra. Ya estaba también muy adaptada a vivir en el bosque, tenía miedo de volver a la ciudad después de casi un año.
¿Cómo puede la soledad influir en el proceso creativo y la inspiración artística?
Me gusta mucho estar sola. Aprendí con el tiempo que funciono por ciclos, donde por momentos me gusta estar rodeada de gente y en otros tiendo a estar más aislada. Esos ciclos también definen mis momentos creativos, estar escribiendo y grabando, o saliendo a tocar. Cuando puedo, cambiar de lugar me hace muy bien, salir a la ruta. Después vuelvo y siento que todo se me ordena. A veces estar tanto tiempo en la ciudad me termina afectando y pierdo un poco el rumbo. Los amigos que tengo saben que a veces soy un fantasma y de repente aparezco. Estoy entre ese estado más expansivo e introspectivo todo el tiempo.
¿Qué nos podés contar acerca de la colaboración con Cruz en la creación del disco y la dinámica de trabajo en el estudio?
En el momento en que empecé a pensar en la posibilidad de tocar este album en vivo, ya estaba terminado, aunque todavía no había sido oficialmente editado. Tenía pendiente mezclar una canción y definir el orden de las pistas. En ese momento, recibí una invitación para tocar en un festival en Eslovenia, seguida de otra para un festival en Buenos Aires. Fue entonces cuando me di cuenta de que no podía rechazar esas oportunidades y tuve que ponerme manos a la obra. Cruz y yo nos embarcamos en un proceso largo, pensando en la posible formación de una banda y en la dirección de los sonidos. Estaba tan inmersa en el proceso creativo de este disco y que me resultaba difícil imaginar cómo llevarlo a un nivel físico, y Cruz tiene una mente muy brillante para eso. Fué fundamental trabajar con él para llevar el proyecto al escenario.
¿Cuál es la diferencia emocional que experimentás en el escenario al tocar en formato de dúo versus con la banda completa?
Cuando tocamos con la banda, hay una gama más amplia de recursos disponibles. Ese instante de ruido se intensifica de alguna manera, al igual que los momentos más minimos y las texturas de las voces. Estos recursos generan una intensidad y un contraste hermoso. Es el formato ideal. Sin embargo, cuando tocamos en dúo con Cruz, la distinción clave es la intimidad. Hay una complicidad compartida. Aunque llevamos tocando juntos un poco más de un año, no es tanto tiempo, pero nos conocemos bastante, compartimos muchos viajes y somos amigos. Suceden momentos realmente hermosos debido a este terreno común. La banda me fascina, son músicos y humanos increíbles. Con ellos se manifestó algo único en la reinterpretación en vivo de este disco, se hacen visibles otras dimensiones. Esa experiencia renueva mis vinculo con las canciones, y eso me encanta.
¿Cómo tu experiencia con el público a medida que comenzaron a escuchar tu música y a presenciar tus actuaciones en vivo?
Llevo bastante tiempo inmersa en el mundo de la música y tuve la oportunidad de tocar en diversos lugares, pero lo loco que me pasó con este proyecto fue que se me empezó a acercar gente que yo admiraba mucho. Me daba mucha intriga poder acercarme a quienes estaban escuchando mi musica. Llevar estas canciones al escenario en presentaciones en vivo fue toda una experiencia alucinante, ya que significó dejar atrás esa virtualidad. En ese momento la verdad es que me generaba mucho pánico la idea de salir a tocar en vivo, hacía mucho tiempo que no lo hacía. Además, está el hecho de que decidí usar mi propio nombre, Juana Aguirre, y pensé: “uy, no tengo escapatoria de esto”, soy yo. La situación de estar tan expuesta me removía muchas cosas, así que afrontar este desafío fue todo un proceso. Mi primer concierto fué en el Quilmes Rock, y yo me sentía un bicho de cueva, todavía sin poder salir de Bariloche. Fue muy psicodélico lo que pasó. Y la segunda fecha fue en Eslovenia en un venue increíble donde había tocado Tame Impala semanas atrás. No podía creer dónde estaba.
¿Qué te llevó a elegir a Santiago Motorizado como colaborador en “El gigante“? ¿Qué creés que aporta su estilo y visión artística a la canción?
Escribí “El gigante” mientras vivía en ese mismo lugar que te contaba antes. Me acuerdo que se me aparecía una voz grave mientras la cantaba y en ese instante me vino a la mente Santi y como no nos conocíamos, le mandé la canción por medio de un amigo. Cuando la grabó me mandó su parte; la verdad, fué emocionante. Me dió la sensación inmediata de que todo tenia sentido. Me gusta mucho él, su voz, su imaginario. La primer estrofa de la canción la canto yo y todavía me arrepiento de no haber dejado su voz en todo el tema. Tengo mi propia versión de “El Gigante” donde Santi la canta entera y es una belleza.
Y en cuanto a Lola Membrillo, ¿qué valor le otorgás a trabajar junto a alguien con quien compartís un vínculo tan cercano?
Lola Parda es mi hermana, compartimos tanto que hacer canciones es para las dos algo más que se da naturalmente. De chicas nos mostrábamos nuestras canciones, ahora hace unos años que también escribimos juntas. Me encanta su forma de hacer música, sus ideas, sus letras. Ella vino a visitarme al sur, y fue ahí donde escribimos “Ven visitarme”. Ahora estamos trabajando en un álbum de canciones “infantiles”. Espero podamos mostrar algo de eso pronto.
“El muro” fue el último single que publicaste tras la salida del álbum. ¿Forma parte de los temas que componen algo nuevo o es una canción de aquel tiempo en el sur? A propósito, ¿en qué andás?
Un poco sí, o sea, fue una canción que ya tenía cierto tiempo. Es una canción que quedó en el limbo entre etapas, no es Claroscuro, tampoco va a ser parte de un nuevo álbum. Ahora estoy grabando muchas cosas nuevas, que supongo serán parte de un disco nuevo, profundizando en un montón de aristas distintas. Siento que la idea de un segundo disco puede generar ciertos desafíos. El primero tuvo su recepción y fue recibido con amor, lo cual es gratificante. Cuando te enfrentas al segundo disco, surgen nervios y preguntas como “¿Y ahora qué?”. Hay muchas expectativas sobre algo que aún no existe.
Esta semana te presentás en el Konex junto a Julieta Laso. ¿Qué expectativas tenés para el show?
Hace mucho que tenía ganas de hacer algo con ella. Me gusta mucho su música, la sigo hace tiempo y me pareció una gran oportunidad poder hacerlo en el Konex. Me da mucha ilusión imaginarme esa noche, compartiendo nuestra música. Aunque nuestras propuestas son diferentes, siento que hay una profundidad que nos une.
Juana Aguirre se presenta el jueves 29 de junio a las 20 h en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131, CABA) junto a Julieta Laso, entradas disponibles a través del sitio de Konex. Escuchá “El muro” en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).