Hace una década el mundo conocía “Gangnam Style”, la canción que funcionó casi como bautismo internacional para el k-pop. No fue el primer lanzamiento que excedió las fronteras de Corea del Sur ni la primera experiencia de un mercado musical que se posicionaba como emergente. Pero sí tuvo la potencia necesaria para ser el gran hito fundacional sobre el que se construyó una escena que no deja de ganar espacios.
Con el k-pop como la gran punta de lanza, la cultura coreana se colocó en un lugar preferencial de la industria del entretenimiento en todos sus márgenes. Abrís una plataforma de streaming y el k-drama del momento nunca sale del top 10 de contenidos más vistos; Parasite, como otro gran hito de consolidación, logró la victoria épica con la que todos quieren empatizar; el taxista con la radio de fondo escucha una canción con un idioma que no entiende, pero que tampoco le resulta tan desconocido como para llamarle la atención.
“Hubo momentos puntuales que facilitaron una ruptura y un mayor alcance, esa mayor extensión de la cultura coreana, pero sobre todo del k-pop -resalta Gabriel Pressello, responsable de Gestión Cultural y Relaciones Institucionales del Centro Cultural Coreano, en conversación con Indie Hoy-. ‘Gangnam Style’ fue clave porque puso en primer plano, de forma masiva y viral, algo de música coreana, música pop coreana”.
Pasó mucho desde ese momento y hoy el nombre de PSY -responsable del hit viral que no pasó desapercibido para nadie- comparte podio con otros artistas que supieron capitalizar los efectos de esa visibilidad para transformarse en propuestas centrales para la industria musical. Desde ese síntoma de lo emergente se evolucionó hasta un momento donde, por ejemplo, podemos hablar de la Fiesta KPOP, el evento que se va a llevar a cabo en Niceto Club el próximo sábado 8 de octubre y que va a materializar todas las aristas que componen el fenómeno de la música pop coreana.
¿Pero cómo fue esa evolución, cuáles fueron sus pilares y qué impacto tuvo en la cultura latina? En primer lugar, no se puede hablar de k-pop sin hablar de dos aspectos clave para explicar el alcance que tienen hoy los artistas que surgen de esa industria: los fans y el uso de las redes sociales.
La música pop coreana no alcanzó su popularidad actual de la mano de las plataformas más tradicionales de comunicación. Factores como la barrera idiomática o la construcción de un estereotipo de fan -asociado solo a mujeres adolescentes- fueron algunos de los elementos que retrasaron un reconocimiento general. En ese marco, las redes sociales se ubicaron como ese espacio horizontal en el que cualquier desventaja se podía saldar. Cualquiera que lleve un tiempo en Twitter debe haber visto más de una vez como las tendencias son completamente copadas por temáticas relacionadas con el k-pop.
Entendiendo el rol importante que cumple en su plataforma, Twitter periódicamente difunde datos sobre la conversación sobre música coreana. Solo en el 2021, se generaron más de 7.8 miles de millones de tweets sobre esta temática, y México, Brasil, Perú, Chile y Argentina se ubicaron entre los 15 países que más volumen de contenidos aportaron.
Esa influencia se extendió y funcionó como un trampolín ideal para potenciar otras industrias culturales, que aprovecharon la potencia de la música coreana. “Si no hubiera sido por el k-pop, hubiera sido mucho más difícil que otros aspectos de la cultura coreana se hicieran conocidos -agrega Pressello-. Un ejemplo de eso que para mí es paradigmático es el tema de la gastronomía a través del k-pop. Las primeras personas que, fuera de la comunidad coreana, se acercaron en cantidad a restaurantes coreanos en Buenos Aires fueron las fans del k-pop. Antes de eso, los restaurantes coreanos eran espacios principalmente para coreanos. Sin el fandom del k-pop, hubiera sido mucho más difícil que otros aspectos de la cultura coreana se amplificaran tanto”.
Según los datos difundidos por Twitter y las mediciones internas que realizan, en la última década el k-content creció un 546% y los k-dramas y películas coreanas tomaron una relevancia cada vez mayor en las conversaciones que se dan en diferentes mercados del mundo. En ese escenario digital, todas las temáticas convergen y un consumo funciona como puerta de entrada para otro. Así, también, se incorporan diferentes generaciones y la idea del “fan adolescente” se diluye en un mercado donde todos tienen lugar.
Jini Channel es uno de los nombres que resuenan en Argentina cuando se habla de k-pop. Sus videos no solo siguen la agenda de la industria del entretenimiento en Corea del Sur, sino que propone contenidos que al mismo tiempo funcionan como una instancia introductoria. Solo como ejemplo, el video en el que explica cómo pronunciar en forma correcta los nombres de los miembros de BTS tiene más de un millón de visualizaciones.
“Yo creo que estamos en un momento muy interesante en cuanto a esta expansión, a esta mezcla de lo que son ofertas de entretenimiento internacionales o asiáticas en el mundo latino -cuenta Jini, responsable de conducir la fiesta KPOP-. Por un lado, están los papás que entran por sus hijos y están los grandes que fueron ellos que conocieron todo esto de chicos, de adolescentes que van creciendo y ellos ya adultos siguen compartiendo todo eso con sus chicos. Ya no es algo exclusivo de solamente generaciones de adolescentes, ya es algo más de familia y eso me encanta. Y en esos espacios participan todos, porque también está la tía o el abuelo que está presente porque le encanta la comida coreana”.
En ese movimiento de amplificación, Argentina tuvo sus propios hitos que potenciaron el alcance de los artistas de Corea del Sur y ahí aparece una referencia de la televisión nacional: el Bailando por un sueño. “En 2014 incluyeron el ritmo k-pop -recuerda Gabriel-. En ese momento todavía era muy fuerte el programa y eso generó que el k-pop de un salto mucho mayor, mediático y que alcance a otros públicos. Gente que no sabía nada ni de la existencia de Corea y menos del k-pop se sorprendió con un fenómeno tan importante. Fue vital esa aparición”.
Pero, además, fuimos “pioneros” al ser uno de los países de América Latina que entrevistó a BTS en un momento inicial de su carrera y mucho antes de convertirse en el grupo que catapultó a la música pop coreana a su centralidad actual. Si PSY fue la gran piedra fundacional, sobre BTS se construyó la amplia base en la que muchos artistas pudieron apoyarse para saltar al mercado internacional.
En ese marco es que llega la Fiesta KPOP, con una propuesta que responde a este momento que atraviesa la cultura coreana en Argentina, donde el público atraviesa diferentes generaciones y consumos. La fiesta va a incluir, entre otras activaciones, fandancers -con “uno de los premios más suculentos que yo he visto en concursos de este tipo”-, una neon party, random dance, barra de comida oriental, videojuegos y stands de merchandising.
“Soy alguien que está en esto hace mucho tiempo y ahora es un hecho que se multipliquen eventos en todo el país y en toda la región -concluye Jini-. Obviamente, como coreana, siento un agradecimiento profundo de que se interesen tanto en nuestra cultura. Y a veces digo ‘nuestros mejores embajadores son nuestros fans’, porque esto es gracias a ese amor tan genuino. Creo que estamos en momentos de ofrecer un espectáculo no solo para el fan que conoce, sino a todo público, y eso a mí me parece súper bueno porque significa que los podemos poner en el mismo escenario de cualquier otro artista internacional”.