A mediados de abril, Luludot Viento, más conocida como La Rusa, publicó su primer trabajo discográfico como solista titulado Golpe de (m)suerte (2021) bajo el seudónimo de La Piba Berreta. En los singles “Loba” y “Yoyaki” habían adelantado que el álbum debut de la vocalista de Lxs Rusxs Hijxs de Putx iba a ser tan estrafalario como explosivo.
Estos dos primeros vestigios desplegaron una propuesta ambiciosa que, además de música, implicaba otras artes como el cine, la perfomance y la poesía. Ambas piezas audiovisuales presagiaban algo mucho mayor que desbordaría cualquier tipo de expectativas en el imaginario de sus oyentes: un mediometraje con el mismo nombre que está esperando la oportunidad a estrenarse en pantalla gigante. Y si esto no basta para reconocer la impronta voluble de la oriunda de Zárate, aparte de un disco y una película, Golpe de (m)suerte desdobló su vigor conceptual en forma de libro.
A pesar de que la decena de canciones que conforma el enérgico repertorio denota una impresión pandémica debido a la persistencia de la muerte y la desolación como temáticas, se trata de pura coincidencia. Durante el período más estricto de la cuarentena, La Rusa no estaba escribiendo las letras apocalípticas de canciones como “Me voy a morir”, “Lado oscuro” o “Mundo triste”, sino otras tantas que en algún momento van a salir en lo que será el sucesor del LP en cuestión producido junto a Las Cosas Que Pasan, como adelantó la banda mendocina en conversación con Indie Hoy.
De la catástrofe universal que padeció gran parte de la humanidad en 2020, Golpe de (m)suerte solo posee la corazonada de la devastación. Y esto no quiere decir que la multifacética artista sea una visionaria que tres años antes de apagarse las esperanzas de un futuro prometedor tuvo una especie de premonición. Sino que, para ella, la desgracia y la decadencia son el precedente remoto de la existencia de todos nosotros. Mientras que el arte es un medio de escape que nos desviará, al menos por un rato, de la putrefacción inminente.
Hablamos con La Piba Berreta acerca del arduo camino de creación de Golpe de (m)suerte, un álbum temperamental y revelador que formó parte de nuestro reciente listado con los mejores discos en lo que va del año.
¿Cómo fue el proceso de producción del disco?
A fines del 2016, empecé a tocar solita con la guitarra algunas canciones que tenía y que no entraban en el último disco de Lxs Rusxs Hijxs de Putx que estábamos grabando en ese momento. Estaba convencida de que quería hacer algo con esas canciones, así que se sumó Fran, un amigo, en la batería y empezamos a girar por distintos lados. Entre esos lugares estaba Mendoza. Justo en 2017 había salido el primer disco de Luca Bocci que hizo con el Peluqui [Leandro Pezzutti] y el de Simón Saieg, que me habían gustado mucho, y le escribí a Luca para decirle lo lindo que me había parecido y él me devolvió la buena onda diciéndome que también le gustaba lo que hacía yo. Le comenté de mis ganas de grabar, del viaje a Mendoza y planeamos grabar esas canciones nuevas mías en su casa con mi guitarra. Pero vino a uno de los shows y le re cabió cómo quedaba con la bata y me propuso grabar con batería también. Entonces ahí aparecen el Peluqui, Tito y Seba que sumaron con toda su creatividad y un estudio en el sótano de un café, que funcionaba durante el día para los viejos y a la noche lo cerraban y se armaban unas fechas medio clandes, muy sarpadas. Pusimos fecha y en tres horas grabamos las bases de las diez canciones. Luego grabamos las voces y le fuimos sumando otras instrumentos, sintes, bajos, guitarras eléctricas. Viajé dos o tres veces más a Mendoza y terminamos de grabar el disco. Recién en el 2020, tres años después, pude juntar el dinero para pagar una mezcla y masterización. Y ahora en 2021 es parte del catálogo de Deseo Discos, un sello amigo del amor.
El disco es un emblema de la autogestión, me imagino que no fue tarea fácil el poder materializarlo.
Es un disco que se expande de sí mismo, es un libro y es también una película. No fue fácil pero la verdad es que tampoco fue difícil. Elijo trabajar con mis amistades que son personas que siempre me responden un “sí” hermoso. Dejé que aporten todo lo suyo, en este disco no estoy sola. Nina Kovensky y Cartón Pintado, principales cómplices de todo este mundo, han hecho que todo sea fácil, fluido y amoroso. Eso es tan importante. Si bien fue todo más lento que los tiempos industriales, también es todo más artesanal y aunque suene jipi, tiene muchísimo amor. Laburando de música es medio imposible ganar dinero, a menos que seas una de esas High Definition obedientes a la época, así que tengo que conseguir otras formas, ir por otros lados. Lo que pasa es que todo funciona de una forma muy horrible y siempre fue así. Mucho para unxs y poco para el resto. Y cuando digo mucho no me refiero solo a la guita, sino a los carteles en los festivales, notas en los medios, es todo muy verticalista. Y yo no quiero eso, no me interesa, prefiero hacerlo a otros tiempos, le doy valor a la conexión con mis amistades y a cómo nos potenciamos y nos hacemos la vida una poco más linda. Aunque creemos que estamos en el feminismo y que están cambiando las cosas, yo creo que sigue todo en su lugar y los recursos no han sido redistribuidos ni lo serán. Te soy sincera, siento que muchas están abanderándose detrás del feminismo y dan charlas por todos lados pero bien que se guardan todo para sí. Se siguen repitiendo los mismos patrones de la industria elitista, excluyente, explotadora y patriarcal. Y eso es mérito del sistema en que vivimos, que todo lo digiere, lo mastica y lo hace suyo.
Hay otro proyecto tuyo que se relaciona con el espíritu autogestivo que comentás sobre el disco que es tu antología de poemas, Poesía nuclear. ¿Cómo fue la realización de este libro?
Poesía nuclear lo escribí mientras estaba laburando en la central nuclear Atucha en Zárate en el 2017. Mi intención en ese momento era desahogarme de todo lo que yo estaba viviendo ahí, que era un universo muy distinto al que yo frecuento, estaba rodeada de muchos señores y chabones cis, muy pocas mujeres en la fábrica. Mi puesto principal era administración, porque para ellos es así: si sos mujer lo único que podés hacer es llevar y traer papeles. El lugar es inmenso, muy ciencia ficción, tienen unos piletones gigantes en donde está guardado el plutonio fluorescente, azul brilloso muy hermoso y muy contaminante también. Es parecido a donde trabaja Homero Simpson. Ahí laburaba doce horas por día, entonces aprovechaba cuando mi jefe se iba para escribir e imprimir todo lo que podía. Así empecé a armar los libritos, ahí mismo, ahí los fabricaba. Después los llevaba a los shows de Lxs Rusxs o cuando tocaba sola y la gente se re copó en comprarlos, así que también empecé a mandarlos por correo y llevarlos a mis viajes. Llegué a hacer mil copias, una por una hecha a mano. Así fue que Poesía nuclear se convirtió en un ingreso económico bastante importante para mí. Y así voy sobreviviendo. En 2022 va a tener una segunda edición con la editorial Elemento Disruptivo y agregamos muchos poemas que habían quedado afuera.
Ya que mencionás los viajes, ¿cómo surgió y cómo fue la experiencia de La Rusa en Rusia?
Lxs Rusxs ensayamos siempre en Ladran Sancho y a la vuelta hay un kiosco atendido por una familia rusa al que íbamos siempre y con quienes tuvimos siempre buena onda. Un día, yo estaba tocando en Barcelona y se apareció Sergei. Él estaba en Dinamarca y justo se había ido una semana a pasear a España, así que fue pura casualidad que nos cruzamos del otro lado del charco. Ese día nos emborrachamos y me contó que se iba una semana para Moscú y me sugirió que fuera con él. Yo tenía una gira armada, pero me había dejado una semanita libre para hacer lo que quiera y justo coincidía con su ida a Moscú. Conseguí un vuelo muy barato de Berlín a Rusia así que me mandé. Con una semana de anticipación, mi amigo Pato Kai me contactó con Bagi, un pibe de allá, y se armó un show en un bar increíble que tenía un bowl de skate adentro. Además de tocar, suelo hacer una perfo con poesías de mi librito, allí me manejaba un poco en inglés y otro poco en castellano, pero como había ido con Sergei lo obligaba a quedarse al lado mío para que sea mi traductor y toda la gente estaba estallada. Yo venía de estar en Praga y Berlín, que todo bien pero no te miran a la cara, lo máximo de afecto es que te digan “very nice” y se vayan, un nivel de frivolidad que es interesante. Y en Rusia nada que ver, me decían que querían ser mis amigues, me invitaron a pasear, me preguntaban si me podían abrazar, de hecho hasta hoy sigo en contacto con amistades nuevas de allí. Cuando vieron que la banda se llamaba Lxs Rusxs Hijxs de Putx se murieron de risa y me sacaban los discos de la mano.
Además de la música y la poesía, hay una arista muy performática en tu carrera. ¿De dónde viene todo eso?
Desde los ocho años que arranqué con el teatro, después estudié Artes dramáticas en la UNA [Universidad Nacional de Artes]. No tuve un desarrollo actoral de trabajar y de estar en obras porque soy muy antisocial y me cuesta mucho relacionarme con gente y el teatro requiere mucho de eso. Ahora estoy un poquitito más sociable y tengo muchas ganas de actuar en teatro o cine.
“Me voy a morir” es una canción llena de sarcasmo y que deja muy al descubierto esta faceta de performer que tenés. Al escucharla me llevó a temas de la banda como “Luna” y “Hambre” que siempre que las tocaban en vivo llamaba la atención el temperamento que ponías en la interpretación.
Recién hace poco pude animarme a salir de ahí y, si bien no tengo una estabilidad económica, ahora vivo o dedico tiempo solo a lo que me hace bien y me gusta y me permite desarrollarme personal y profesionalmente. Pero siempre estuve laburando en distintas cosas, con horario de lunes a viernes, con gente que no me interesa o actividades desgastantes o mal pagas. “Me voy a morir” es una canción de algo que me pasaba a diario, un mantra que me repetía a mi misma cada vez que sonaba la alarma para ir a trabajar. ¿Por qué tengo que ir? ¿Por qué tengo que hacer la vida como dicen que hay que vivirla? ¿Por qué no puedo dedicar mi tiempo y energía a lo que quiero, a lo que me gusta, a lo que me potencia? Si me voy a morir, ¿a quien le estoy dando mi vida?
En el título del disco hacés un juego de palabras entre la muerte y la suerte. ¿Cómo describirías la relación conceptual entre ambos términos aparte de la semejanza fonética?
Hay toda una cuestión que tiene que ver con la cosmogonía occidental sobre la funcionalidad y la explotación. Durante toda nuestra vida, nos van enseñando a temerle a la muerte como lo peor que nos puede pasar. Y el tema no es morir, porque todxs vamos a morir, sino cómo morimos. Al igual que la vida, la muerte es algo que nos corresponde. No hay un futuro. Lo cierto es que la muerte puede venir en cualquier momento. ¿Por qué vivimos como si nunca nos fuéramos a morir? Quizás si tuviésemos una conciencia de muerte más presente, no toleraríamos tan fácil la explotación, quizás no seríamos tan dóciles. Nos metieron en la cabeza que había que hacer las cosas bien: hacer bien las cosas sería tener hijxs y un trabajo. La dignidad como responsabilidad individual y por favor no te mueras nunca, por eso hay que cuidar la salud y sobre todas las cosas hay que cumplir. Tenés que hacerle caso a la policía que es quien te cuida, y si no le hacés caso te morís. Caso a los médicos porque ellos son los que te cuidan de que no te mueras, porque no podés morir. Tu vida vale, porque tu vida gasta más dinero que oxígeno. Incluso si tenés una enfermedad terminal te obligan a resistir hasta lo último y no tenés el poder de decidir que te querés morir. Cuando entregamos la muerte estamos entregando la vida en realidad. La muerte ya no nos corresponde. Se trata un poco de eso, de asumir la muerte, y eso convertirlo en buena suerte. Al estar conscientes de la muerte como única verdad y destino, nuestra vida cobra otro sentido, otra suerte.
Es un pensamiento que siempre estuvo latente en tu arte, con la banda giraban mucho alrededor de eso también…
Con Lxs Rusxs teníamos la frase: “Hacemos lo que amamos porque nos vamos a morir”, que para mí significa que podés ser consciente de que el mundo es una mierda, pero si podés darte cuenta que estás viviendo ahora hay que usar la vida para lo que te guste. Igualmente, entiendo que la mayoría de la gente no se cuestiona y crece, tiene hijos y después los tiene que mantener y la familia es la principal fuente de esclavitud de esta era postmoderna. Por eso yo creo que cuando está todo el tema de la diversidad y la visibilización de las disidencias me parece que hay una cuestión muy sádica de parte de la hegemonía que en vez de validar esa diversidad están universalizando todo. No digo que esté mal, no se vaya a malinterpretar, pero por ejemplo, en el matrimonio igualitario sí está buenísimo todo lo del papeleo, en ese sentido legal entiendo que tenga funcionalidad. Nos están llevando a la familia otra vez, es decir, sí se pueden amar, pero de esta forma que el Estado propone, no de otra, no de manera desobediente. Con lo de la ley del aborto y las maternidades deseadas pasa lo mismo, por un lado parece una buena noticia, pero al mismo tiempo no dejo de ver un trasfondo muy elitista disfrazado de amor y tolerancia. En realidad están diciendo que solamente la gente con plata que puede mantener a sus hijos y mandarlos a la escuela es la que debe reproducirse. Y triunfa siempre la hegemonía blanca: la familia tipo, en sus casitas, con autitos y sus tarjetas de crédito, con deudas a futuro. Por eso a mí me interesa más hablar de la muerte. En el disco no hay ni un tema de amor, no es que yo no lo sienta o no esté rodeada de amor, es que no me interesa hablar de eso. Porque es un peligro que la sociedad se la pase hablando de amor cuando es todo una mierda.
La última del disco, “Mundo triste”, es una colaboración con Ruina. ¿Podés hablarnos de ese proyecto que tenés en paralelo?
Es un dúo, el nombre es una abreviatura de “Ru” y “Na”. Ru viene de Rusa, o Rurri como me dicen mis amigues, y “Na” es por Nadia que es una de mis mejores amigas, también de Zárate. Ruina es una oda de amor al fracaso, a la inutilidad social. En este momento estamos en proceso de mezcla de nuestro primer disco, lo grabaron Violeta García y Carola Zelaschi, que juntas tienen un dúo de producción que se llama la Pyme y lo está mezclando Carlos Quebrada, integrantes de Blanco Teta, una banda increíble, y lo están dejando muy hermoso. Nuestro primer show fue junto a Blanco Teta y ese día, que fue hace cuatro años, nos conocimos y nos enamoramos. Se armó una alianza muy linda.
¿Estás haciendo una película?
¡Si! Dura veintisiete minutos como el disco y es una película de fantasía. Estamos viendo si entramos a algún festival, porque nos encantó el resultado, no solo por las temáticas que aborda a través de las letras, sino por el guion que retrata una especie de mundo paralelo con criaturas que oscilan entre simpáticas y demoníacas. La historia refleja un loop de una chica que aparece muerta y revive, muere y revive, y terminó cerrando el concepto del disco. Cartón Pintado hizo toda la escenografía y las portadas del libro-disco, Nina Kovensky estuvo ahí registrando todo y ayudándome en toda las pre producción. Con Rita Pauls escribimos el guion y todas las criaturas están representadas por mis amigues. Incluso Rio, el perrito que vive conmigo, actúa. Golpe de (m)suerte también es un libro que imprimimos junto a Deseo Discos y Cuestión Editora, Magui Testoni, otra amiga hermosa que se encargó del diseño.
¿Cómo fue la decisión de poner en pausa a Lxs Rusxs HDP para encarar cada cual por su cuenta?
Con Julián [Desbats] antes éramos pareja y una vez que se terminó la relación seguimos tocando pero de a poco todo se fue frenando naturalmente. El interés personal es fundamental y es un motor muy importante para el goce y estar en el presente con cuerpo y alma. Yo no sé si en realidad es que nos separamos, no entiendo bien qué pasó. Vino la pandemia, sumada un poco al desinterés. Juli un día nos dijo que no quería tocar más por un tiempo, Flor se fue a vivir a Quequén, y lo cierto es que estábamos imposibilitados por el contexto, no es solamente que no quisimos. Pero quién lo dice, quizás en un año o dos volvemos a tocar, porque a mí me parece que es una banda que está re buena. Hace poco me descargué Spotify y empecé a escuchar todos los discos de Lxs Rusxs y me siento muy orgullosa de lo que hicimos, de lo que decimos y aparte me divierte muchísimo. Entonces yo no le daría una muerte definitiva.
La Piba Berreta se presentará el 28 y 29 de agosto en Casa Brandon (Luis María Drago 236, CABA). Escuchá Golpe de (m)suerte en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).