Sobre un fondo monocromático, demasiado estridente para dejarse alucinar por el rojo que embellece algunos claveles y enturbia el maremoto sangriento del Hotel Overlook, resplandece la pequeña Lara Artesi en el centro. Su dulce figura aúna en una misma mueca la inocencia de una niña y el espejismo de un brillante porvenir artístico.
“Es mi foto de jardín de infantes. Iba con la gorra hacia atrás al jardín, ¿entendés?”, dice riendo Lara91k acerca de lo que recuerda de aquel pueril retrato skater, y al instante asegura en conversación con Indie Hoy: “Sabía que en algún momento de mi vida iba a usarla en la tapa de algo”. Rodeada por la mezcolanza de tipografías en fuga, Lara advierte del graffiti una fuente de expresión poderosa que no podría pasar desapercibida al garabatear repetidas veces el titular y ahondar en la profundidad de su primer disco, Como antes.
Editado por el sello Clix en febrero de este año, el debut solista de la ex Coral Casino se adueña de nuestras emociones a partir de veinte canciones que manifiestan cuan anárquico puede resultar el corazón frente al paso del tiempo. “La nostalgia es básicamente lo que me define, soy una fucking nostálgica”, enfatiza con sencilla modestia en lo que transparentan sus letras. Como antes desata una revolución sensible para exhibir a la verdadera Lara91k en los diferentes apartados y añadiduras de su propia bitácora confesional.
Al igual que la estela de una estrella fugaz, el hilo conductor de Como antes centellea con intensidad una vez finalizada la primera escucha. Porque la preliminar es pura sorpresa, mientras que las próximas vueltas invitan a percibir una frecuencia mayor donde el todo es más que la suma de las partes. Desde “Ego” hasta “Nube”, la huella digital de Lara permanece impresa sin menguar la elegancia y pureza de su estilo.
“Me encantan los discos completos que cuentan un poco la historia del artista”, admite. Es esta honestidad en acumular destellos inherentes a su intimidad lo que hace tan fascinante a Como antes. Sin embargo, la disolución de la poética encuentra en la versatilidad un motor de gran rendimiento que le permite a la vocalista treintañera demostrar la elocuencia y el empoderamiento que filtra a cuentagotas. Durante cuarenta y cinco minutos, se encarga de desnudar por completo su temperamento en un amplio abanico de géneros que va del indie rock al pop punk, pasando por la balada, el reggaetón, la electrónica y, por supuesto, el trap.
Me gustaría que empieces hablando de la alianza que generaste con Percii en la producción musical, ¿cómo empezaron a trabajar juntos?
Lo conozco desde hace mucho tiempo, era muy fan de Un Planeta. Yo tenía otro proyecto en ese momento y ellos tenían un sello, así que en esa época me ayudó a sacar un disquito medio secret que anda por la red. En el medio lo llamé para la producción de “Isla”, era una especie de bolero que yo tenía grabado, full otro flash, y caí a su casa en diciembre del 2020 para trabajar en la nueva versión. Yo andaba dudando en cuestión de con quién laburar un montón de temas que estaba haciendo desde casa, con la idea de hacer un disco más completo en lugar de singles, y me cerró por todos lados. Lo admiro y conectamos un montón, surge algo muy orgánico de la combinación y de haber consumido mucha música parecida de chicos.
Da la sensación de que fue un aporte clave para la variedad de estilos que se retroalimentan a lo largo del disco, ¿qué bandas les hicieron congeniar musicalmente?
Un montón, desde Massive Attack hasta Boom Boom Kid. Era lo que estaba buscando, porque a veces los beatmakers no van tanto por el lugar de la armonía y lo musical, sino más por el beat, o a que suene como tal y tal género. Y con él fue todo distinto. Yo produzco también, estoy súper atrás de las canciones y varias parten de proyectos de Ableton míos. Además, él es una persona a la que le encanta eso. Me ha pasado de laburar con productores que hacen todo ellos y no está ese intercambio que tenemos con Percii de ponernos a buscar juntos el sonido de un kick. Es muy familiar lo que se arma. Hoy en día es mi mano derecha y cualquier cosa que haga quiero que esté involucrado.
En Como antes hay una fusión de géneros muy particular que funciona a modo de collage y a la vez imposibilita encasillarlo en el sonido urbano. ¿A qué responde la premisa de este desarrollo?
Responde a la idea de no considerarme una artista de género. Si bien estuve incursionando mucho en el urbano últimamente y los elementos de la producción son cien por ciento de la música urbana, siempre escuché mucha música. Encaré este disco con la premisa de que salga lo que salga y que las canciones suenen como tengan que sonar.
Las colaboraciones ejemplifican este abordaje ecléctico, ninguna se parece a otra. Luego de trabajar con Duki en su disco con “Sol“, lo invitaste a participar en uno de los adelantos del álbum. ¿Cómo surgió “Eres para mí”?
El feat de Duko fue porque pintó hacer un tema juntos. De hecho teníamos otro para el disco que al final no le gustó tanto. Me dijo de hacer algo nuevo y caímos al estudio con Yesan y Percii e hicimos el tema ahí desde cero. Llevé una referencia de Mura Masa nada que ver, y estuvo re bueno porque yo grabé todos los sintes, el bajo, había un rhodes y otros piolas bichitos ahí. Grabamos todo con eso, fue espectacular. Duki estuvo re involucrado en la estructura y en un montón de cosas que yo nunca lo había visto laburar así.
Con otros dos que volviste a trabajar después de haber participado en sus proyectos fueron Paco Amoroso y Dinastía…
A Paquito lo invité porque hicimos mucha música juntos. Somos muy amigos, habíamos hecho varios dancehalls antes que nunca salieron a la luz. Cuando hice “Besándote” no dudé que tenía que ir él. Y a Dinastía lo invité a un tema que ya estaba terminado, “Murder” es un tema corto que está escondido directamente. Yo tenía uno nada que ver a ese, le pasé unos stems a Bruno Donato y él armó eso full jugando, muy de productor que agarra samples y hace lo que se le canta el culo. Quedó ese tema que para mí es increíble, porque aparte me saca a mí de lo que hago siempre. Es otro sonido, medio hyperpop, ni siquiera te lo puedo describir. Lo quería sumar al disco a Dinastía y sentí que por su freakeada era el mejor para meterlo.
“En mi cuarto”, el tema pop punk que hiciste junto a Saramalacara, también toma distancia de la línea que acostumbramos a escuchar en tus lanzamientos y, además, es una colaboración que muchos estábamos deseando que se materialice.
El de Sara también salió de cero. Soy muy fanática de ella y ella de mí. Nos debíamos una canción y quería que esté en mi disco sí o sí. Nos juntamos las dos con Percii y la hicimos ahí desde la guitarra tirando unos acordes, armamos el beat y salió al toque. Todo en un día. Fue muy orgánico. Creo que Sara fue la única que de entrada quería que estuviera en el álbum. Las demás colaboraciones se fueron armando de forma muy casual.
Ni hablar de Santiago Motorizado en la canción homónima del álbum. Me imagino que fue un desafío para ambos cantar sobre un beat más ligado a la música electrónica. Este feat dudo que alguien lo haya previsto, quizás fantaseado como el desvarío de un sueño muy lejano, ¿cómo llegó tan pronto?
A Santi lo conocí en el cumple de Zoe Gotusso. Estaba medio en pedo y empecé a poner mis temas. Le dije que tenía que estar en esa canción y un poco lo obligué [risas]. No, no lo obligué, pero pegamos onda y era un tema clave para que él esté. Era muy chica cuando escuché por primera vez El Mató con canciones como “Jenny” o “Amigo piedra”. Siempre me volvió loca y la verdad que no había tenido la oportunidad de conocerlo antes. Nunca me imaginé que iba a colaborar con él, menos en un tema así y que sea justo el que lleva el nombre de mi disco.
Sumado a la elección del título y de la portada, los interludios refuerzan la construcción del relato en concordancia con la apuesta audiovisual, ¿cómo decidiste sumar estas grabaciones?
Me parece que los interludios son una magia entre los temas. Me encanta cuando escucho disco así, es épico. Yo también estudié la carrera de artes electrónicas y sonido en la UNTREF, y ahí me quemaban la cabeza con todo lo que tenía que ver con el paisaje sonoro. De hecho, “Toulouse” lo hice para la facu hace un montón. “Pueblo límite” lo armamos con Percii simulando el baño de un boliche, después de hacerlo le pusimos el nombre en alusión a donde salíamos en Pinamar. En “Ivo y mami” cantamos “Let’s Stay Together” de Al Green, porque es medio como mi canción, de mi familia y de mi vida. Justo tenía ese fragmento de cuando era más chica grabada con ellos, que son las personas con las que hago música. Mi vieja es una melómana y mi hermano es un músico que toda la vida estuvo tocando al lado mío.
Te metiste en todos los detalles…
Soy una enferma en serio. Ahora que me toca delegar, algo que está re bueno porque encontré un equipo espectacular para trabajar, pero siempre muy freak de querer estar atrás de todo. La portada la hicimos con Flori Amodio, una amiga que es diseñadora gráfica. Básicamente yo me había puesto a jugar un toque con Illustrator, porque soy una nerd y una manija. Agarré la tapa de Rock Steady, el quinto álbum de No Doubt, le pegué la foto encima y le mandé la referencia. Nos alejamos de la idea y la armamos a partir de lo que buscábamos con Flori.
Ya que estamos profundizando en torno a la nostalgia, hoy que podés disfrutar de la calidez del recibimiento que tuvo tu primer disco solista, ¿encontrás sensaciones equiparables a las que aparecieron con el primer disco de Coral Casino, $lytherin (2015)?
Justo $lytherin para mí tiene mucho que ver con este disco. Cómo me sentía en ese momento es muy parecido a cómo me sentí haciendo este. Esa sensación de estar haciendo realmente lo que quería, sin pensar tanto en lo demás. Si bien este disco ya tiene un recorrido, tengo una carrera encima y hay un montón de cosas que pienso diferente. Tampoco es que es full sentimiento, hay una estrategia de pensar qué puede generar, pero sí que fue jugármela a decir “bueno, está toda esta cosa comercial y mainstream pasando, es una fórmula y yo podría subirme”. De hecho muchas veces juego con eso. Podría subirme en un segundo a hacer letras más genéricas para joder y que representen a más personas, pero traté de ser lo más sincera conmigo y por eso lo siento muy hermanito de $lytherin. Aparte es una de las cosas que más me gusta que hice con Coral Casino. Me trae muchos recuerdos hermosos, como conocer a Roque [Ferrari] y flashear mucho con la música que estábamos haciendo acá en ese momento.
En aquel entonces, para muchas personas Coral Casino significó una especie de puente entre la escena de trap y la escena indie, ¿estás de acuerdo con esta conexión?
Cien por ciento. Lo sé porque me lo dijeron personas musiqueras que venían siguiendo los proyectos que habían. Fue un acercamiento para gente que realmente no escuchaba música urbana. Después había toda una movida cultural del reggaetón re zarpada, pero no había llegado el trap latino tampoco. Ese momento fue muy de generar un crossover entre mundos. A nosotros nos ponían mucho en fechas indies también porque no sabían a dónde carajo meternos.
Y pudiendo hablar en retrospectiva, ¿qué te pasa por dentro cuando escuchás las canciones que hacías con Roque siete años atrás?
Me muero, me dan ganas de llorar, pero bien. Por un tiempo necesité cortar un poco con el proyecto. Primero por la necesidad de salir a cantar mis letras sola. En un dúo tenés que encontrar la forma de comunicarte de a dos en el escenario. Y yo quería meterme adentro mío y sacar esto sola. Pero hoy en día, que ya pasó un tiempo, pienso hasta en volver a sacar algo con Coral Casino. Me encanta. Amo a Roque, me parece un capo, talentoso como el primer día que lo conocí. Sé que vamos a volver a hacer música juntos, de la forma que sea, pronto.
Coral Casino fue una banda pionera que te introdujo en el circuito urbano desde el principio de todo lo que explotó en la actualidad, ¿cuánto cambió el panorama hoy por hoy?
Pasaron mil cosas con eso. Primero me entusiasmaba mucho todo lo que estaba pasando. Después, al estar trabada con mi proyecto, me dio bronca que a todo el mundo le esté yendo bien y yo siguiera sin poder avanzar. Luego no tuve más que agradecer que haya explotado la música que se acercaba a lo que yo hago. Porque es hermoso que mucha gente entienda mi proyecto, no lo juzgue, y pueda conectar con las letras y las canciones desde un lugar de tener el oído más preparado. A mí me pasaba mucho que como el sonido era muy nuevo acá, también el proyecto y el formato en vivo, era complicado tener un público para hacer una fecha propia y que te vaya a ver gente que no sean tus amigos obligados a ir. Entonces para mí es increíble y, a la vez, también siento que cambió la forma de encarar el trap a la que era antes. Ahora desde hace un tiempo se está desvirtuando todo de vuelta. Hay artistas alternativos que aparecen y ya hacen cosas increíbles. Sara y Taichu son pibitas que aparecieron con algo diferente. Son main y alternativas al mismo tiempo. Siento que es un momento espectacular para Argentina, y en general para la música de habla hispana. Especialmente en nuestro país que hubo un hueco sobre todo, no en la música porque siempre hubieron proyectos espectaculares, pero sí en la industria. Hoy, alguien que recién empieza puede pensar que se va a dedicar a esto y vivir de la música. Yo cuando arranqué no existía esa posibilidad en mi cabeza, era un sueño loco.
Antes el escenario estaba más dividido por géneros, lo que hacía impensable la fusión entre determinados proyectos, ¿qué sucedió para que esta formalidad haya expirado en el presente?
Sí, los caminos estaban muy separados. Creo que ahí un artista como Ca7riel, por ejemplo, hizo un montón de laburo que él no debió ni enterarse de lo que hizo. Pero ir a ver un proyecto que la gente pensaba que era trap y se encontraba al chabón tocando temas como un rockero, la banda sonando de puta madre y tirando unas armonías estilo Spinetta… pasaron muchas cosas en el medio que hicieron que hoy sea todo menos catalogado.
Como antes también atrae a un montón de gente de distintos palos, que quizás se acercan al escuchar una canción particular y luego se encuentran con un repertorio heterogéneo. ¿Tuviste miedo a las críticas de los oídos más conservadores?
Obvio. Yo había sacado un tema con Duko hace poco que fue una de las llegadas más grandes que tuve de gente nueva interesándose por mi música. Y de pronto, pensé que al salir el disco que es una freakeada no le iba a dar bola nadie. Pero la verdad siento que hay una atención y una identificación conmigo de la gente que escucha. De hecho, nombrar a un tema “Zoe”, hizo que literalmente un montón de personas de su público escuche lo mío. Si me veo de afuera siento que soy una persona muy transparente que se mostró toda. Hay un lindo recibimiento del otro lado, y la gente que conectó con el disco está conectando de verdad conmigo. Eso todavía no lo había sentido tanto. El disco llama a muchas personas diferentes y eso me gusta.
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