No sería una exageración describir a Nadie duerma como el disco dark de Los Besos. La melancolía y la sensación generalizada de incertidumbre que empezó en los años de pandemia y no hizo más que empeorar desde entonces encontraron la forma de colarse en el imaginario de la banda más luminosa y entrañable de la escena argentina.
“Es un disco con mucha energía, pero muy sombrío a la vez -cuenta Paula Trama, cantante, guitarrista y poeta detrás de las composiciones de la banda, en conversación con Indie Hoy-. Son canciones en las que hay mucho desencanto, hay sospecha, porque nacieron de una situación de total decepción y distancia entre nosotres”.
Atrás quedó entonces la sensibilidad acústica y las irreverentes declaraciones de amor que se habían convertido en el sello de Los Besos. “Si antes había una cosa más prístina y traslúcida en la poética de Los Besos, ahora hay una energía muy de fin del mundo”, afirma Trama, señalando a El final de las cosas, el reciente álbum de Barbi Recanati, como un disco hermano de Nadie duerma.
La comparación no es casual: Trama y Recanati firmaron juntas la canción “Los días que no estás”, una oda desgarradora al sentimiento de extrañar que se publicó el mismo día en que comenzaba a regir la cuarentena en nuestro país y se volvió en un himno profético de los meses de soledad que seguirían.
“Maldita tristeza, no me hundirás“, canta Trama de vuelta a dúo con Recanati en “Un preámbulo”. Lejos de permitir que esta oscuridad los oprima, Los Besos presentará Nadie duerma en el que será el show más grande de su carrera, este viernes 12 de abril en el Teatro Vorterix. Una vertiginosa apuesta para una banda que comenzó en 2016 tocando en íntimos centros culturales.
“Es un salto”, admite Paula Trama, pero Los Besos están a la altura. Nadie duerma los encuentra trabajando más que nunca como una unidad, con un estudio de grabación propio y la publicación de un libro que acompaña al disco con fotos y textos escritos durante el proceso de grabación. La banda también compartió un mini documental que registra a modo de videodiario esos meses de reencuentro físico en el estudio, pero pone el foco en los aspectos más cotidianos de lo que significa compartir un proyecto musical.
Así vemos a los integrantes grabar sus partes, pero también cocinarse, bailar y elongar antes de comenzar el día. En una entrada del libro se lee: “Hoy en el entrenamiento previo a grabar practicamos algún tipo de telepatía grupal. Leernos la mente, leernos el cuerpo, como si todo el cuerpo tuviera ojos, ojos que ven y también antenas que perciben señales”.
“Nos juntábamos desde la mañana, así que la idea era arrancar el día con un juego y poner en movimiento el cuerpo-cuenta el tecladista Federico Fragalá-. Fue una forma de empezar el día teniendo un momento compartido entre todes, para empezar a generar ese espacio de intimidad más allá del espacio físico”.
“Nunca tuvimos la posibilidad de estar en un estudio propio y tener todo ese tiempo para compartir y disfrutar”, agrega Trama. En ese sentido, tanto el videodiario como el libro apuntan a recuperar el “estar ahí”, esa dimensión corporal de tener una banda que se había entumecido durante los meses de aislamiento.
“Creo que hay algo orgánico entre el libro y el show -suma el tecladista y productor Pablo “Peta” Berardi-. Siento que las dos cosas tienen algo de hacer crecer el universo y mostrar otros ángulos que no son solamente lo musical, sino que tienen que ver con los cuerpos en escena, el vestuario, la puesta del show”.
Ese universo se tradujo a la vestimenta negra y brillante que la banda viste en el arte de tapa del disco, idea del estilista Federico Castellón para el septeto que completan el bajista Sebastián Rey, el baterista Ariel Chisleanschi, la saxofonista Rosa Nolly y el trompetista Victor Rallis. “No es cuero, es vinilo, es un material más musical”, aclara con una sonrisa Trama sobre la ropa.
Más allá de la oscuridad, el amor sigue siendo una constante que atraviesa la lírica de Los Besos en su viaje hacia el final de la noche. A continuación, la banda eligió sus canciones románticas preferidas, esas que trascienden tiempo y espacio para volverse un refugio de ternura tan necesario en tiempos desesperanzadores.
Los Charros – “Amores como el nuestro”
“Es una canción que siempre me cautivó y siempre me cautivará -cuenta Peta-, porque hace un esfuerzo muy grande por defender una idea del amor romántico casi platónica. Es una idea eterna e inmutable del amor romántico y Los Charros están todo el tiempo diciendo que no existe más. Lo siento tan fuera de época que me parece cautivante. Creo que no importa qué idea de amor sostengas, siempre te va a traer una fantasía que vale la pena tener en cuenta”.
Rihanna – “Love on the Brain”
“Siento que es una canción muy de esta época -continúa Peta-. Es una representación del amor muy química, todo el tiempo hace una descripción sobre lo que pasa en el cerebro, en el cuerpo”.
Psychic TV – “The Orchids”
“Esta no tiene nada que ver con nada del amor -aclara Paula-, pero es como que la escuchás y te enamorás, tiene la sensación del enamoramiento. En ningún momento habla de personas, es medio dadaísta la letra, es como que está empepadísima la persona que la escribió, pero la sensación de la canción es de enamoramiento para mí. Hay canciones que no hablan directamente de amor, pero lo emulan, hacen un holograma del enamoramiento sin hablar de él“.
Gal Costa – “Não identificado”
“Esta es muy increíble -continúa Paula-. Dice: ‘Voy a escribir una canción de amor, para lanzar en un disco volador. Voy a hacer una canción de amor, como un objeto no identificado. Voy a hacer una canción para ella, brasilera, para lanzar después del carnaval’. Y como que la canción es eso, algo que no se sabe qué es. Me parece muy del amor eso, el ‘no tengo la más puta idea’. Hay algo del absurdo que es con lo que yo sintonizo en relación al amor, porque me parece una cosa que desborda lo que podés entender“.
Major Lazer – “Jessica”
“Es mi tema favorito de Major Lazer -cuenta Paula-, y pasó algo terrible que es que la bajaron de Spotify. Es como un rocksteady y yo amo el reggae. No sé por qué la bajaron, me pone triste, habrán tenido algún drama legal. Es un tema muy hermoso y está producido por alguien nostálgico porque tiene un sonido como de los 60“.
Rebe – “Pienso en tí a todas horas”
“Amo a Rebe -admite Paula-, es mi artista española favorita. Es muy joven y muy increíble, como un hada trash del beboteo. Y es muy graciosa, dice cosas que nunca te esperás”.
Entre Ríos – “Tuve”
“Entre Ríos es una banda medio olvidada en la que cantaron mil cantantes -cuenta Paula Trama-. Y esta canción… ‘Tuve tus palabras perdidas en mi boca y hoy las encontré tiradas’… Siento algo raro cuando la escucho, tiene algo de disolución. Para mí, las mejores canciones de amor son de disolución, cuando no se entiende quién es quién, cuando no se ven los yoes“.
The Flaming Lips – “Yoshimi Battles the Pink Robots”
“Con esta canción me pasa algo con la música, más allá de la letra -cuenta Fede Fragalá-. No sé si es porque siento algo medio infantil o de juego, pero musicalmente me hace sentir en un lugar seguro. La letra habla del desarrollo de Yoshimi, que va a pelear con los robots malos y salvar al mundo, que también me parece una manera de amor. Pero ya solo con la música me siento en un espacio seguro, y creo que pero eso lo asocio con el amor”.