Cualquiera diría que es complicado, por no decir imposible, lograr ser un músico prolífico, productor, artista visual y sesionista durante estos tiempos. Tener éxito y mantenerlo a flote es otro cantar. Con una carrera de hace más de 15 años, Luke Temple lo hace parecer fácil. Desde su primera banda, Here We Go Magic, que despegó con el disco A Different Ship producido por nadie menos que Nigel Godrich, el cantautor no puede quedarse quieto.
En 2005 debutó como solista bajo su propio nombre, con el pop sensible de Hold a Match for a Gasoline World. Atinaba a un sonido inspirado en Coldplay y Radiohead, que pronto mutó en una miríada de estilos diferentes. Mientras pintaba murales para neoyorkinos adinerados, Temple estudiaba bellas artes y se grababa a sí mismo en su departamento.
Como productor trabajó con Big Thief y Mi Amigo Invencible. No se duerme en ningún estilo, prefiere ir probando todo lo que tenga a su alcance, y hoy nos enseña una nueva piel, una de sus tantas personas: Art Feynman.
Hablamos con Temple sobre el nuevo disco de este proyecto, Half Price at 3:30, publicado en junio de año. Se trata de una obra de sensibilidad única, gentil pero distópica. Entre sintetizadores y cajas de ritmo, recuerda por veces a la nostalgia rítmica de Arthur Russell, el highlife africano y un ambient de lo más oscuro. Hablamos con él acerca de este trabajo y sus procesos artísticos.
Tu nuevo disco, Half Price at 3:30, suena como del futuro pero rodeado por una atmósfera nostálgica, en consonancia con la pandemia que está afectando a todo el mundo. En este contexto, ¿cómo definirías el sonido del futuro?
El futuro es difícil de predecir porque parece que ya no nos estamos moviendo en una línea recta como en otras épocas. En este momento escucho una especie de tono post apocalíptico en casi todo el pop “serio” que consumo, como por ejemplo Arca y Perfume Genius. Y al mismo tiempo suceden actos musicales que contienen una emocionalidad bastante nostálgica. Un caso es Frank Ocean, a quien amo. Es como que estamos condenados al fin de los tiempos y extrañando todo lo que perdimos. Si logramos atravesar esta situación tan complicada a nivel mundial, no va a ser sin pérdidas, pero ojalá nos permita ser un poco más humildes. La humildad profundiza nuestro arte. Estamos tan obsesionados con la innovación que caemos en un materialismo musical que peca de artificial, y ese camino solo puede durar cierto tiempo hasta que se muestra por lo que es verdaderamente.
¿La cuarentena afectó tu proceso creativo?
No, no siento que haya cambiado mi manera de escribir, y la realidad es que yo estoy viviendo una versión menos intensa de la cuarentena de cualquier manera. Tengo que seguir con el proceso creativo porque es la única forma de terminar trabajos.
Es el segundo disco de tu alter ego Art Feynman, pero tu octavo como solista. Entre Luke Temple, Art Feynman y Here We Go Magic, ¿cómo elegís a qué proyecto va cada canción?
Estoy cambiando tan seguido que es bastante difícil seguir un solo camino. Al principio de Art Feynman me ponía limitaciones específicas que tuve que dejar de lado para crear algo que me fuera interesante. En este punto, lo que define este proyecto es un sonido específico que logro con mi grabadora de cassette 4-track. Además, intento alejarme de géneros más cerrados como el folk o el indie. Con Art Feynman suelo ser más “juguetón” a la hora de crear.
Las dos sensaciones que emergen al escuchar tu música y al ver tus obras plásticas son la comedia y el misterio. Piezas bastante oscuras y sin embargo cargadas de humor y simpleza. ¿Te definirías en relación a eso? ¿Hay un link entre esos dos mundos?
Me hace feliz que digas eso porque es exactamente lo que busco en mis creaciones. El misterio que te guiña un ojo. No me gustaría entender por completo lo que hago. Es fácil en el arte visual y difícil en el musical, porque este último parece demandar una cierta cantidad de claridad. Si ves o escuchás algo y te gusta pero no lo terminás de entender es como si tu mente racional hiciera un cortocircuito. La intuición y el subconsciente salen a flote, te empujan a vivir en el presente. Es bastante zen ahora que pienso.
Half Price at 3:30 suena más como un álbum conceptual que el resto de tus discos, pero siempre solés contar historias en tus canciones. ¿Fue este un proyecto pensado como un conjunto?
Esto se alinea con la última pregunta. Creo que la historia es más una sensación que una historia. Durante el proceso de creación de un disco estoy tanteando en la oscuridad hasta que decido que está terminado. Después de eso es como si se revelara solo.
¿Cómo fue tu experiencia produciendo Dutsiland de Mi Amigo Invencible? ¿Tenés planeado tocar en Argentina en algún momento, ya sea solo o en banda?
¡Estuvo buenísimo! Amo a esos chicos y estoy realmente contento de cómo quedó el disco. En cuanto a tocar allá, no estoy tan seguro. La cuestión monetaria siempre es un problema, ¡pero ojalá algún día!
Ahora que los shows en vivo están cancelados, ¿cuáles son tus planes para el futuro?
Tiendo a no planear mucho el futuro. Estoy haciendo lo que siempre hice, dibujar y grabar. Ya no me tienta mucho la idea de tocar en vivo y tourear, así que no extraño tanto esa parte, pero es interesante plantearse qué va a pasar con la música sin ese aspecto. Parece que esto va a durar bastante tiempo.
¿Tenés consejos para quien quiera ser un músico, productor o artista visual con tanta carrera como vos?
Creo que lo más importante es el trabajo y la consistencia. Algo como “armá algo y van a venir”. Soy un firme creyente de que uno obtiene lo mismo que da. Si querés fama y reconocimiento entonces… buena suerte. No es mi motivación. De hecho la estabilidad económica no llegó hasta que renuncié a eso. Es un cliché, pero tenés que ser vos mismo.
Escuchá Half Price at 3:30 en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).