En octubre del año pasado, Malena Villa publicó el EP titulado Ni tan bien. Fiel a su cándida poética, la artista argentina cristalizó la gama de colores del arcoíris sobre una catarata de sentimientos y reflexiones personales. Tan celestial como férvida, su proyección de luz se refractó en cinco canciones en la misma aura pop de La negación, el álbum debut que publicó en 2020 mientras el mundo se rompía en mil pedazos a raíz del aumento desmedido de contagios de COVID. Acompañada por colaboradores de la talla de Santiago Motorizado, Lara91k, Axel Fiks y Ángela Torres, Malena impulsó un fenómeno atmosférico que, aun en todo su esplendor, brillaba incompleto.
“Ya vas a ver cómo tira la piel”, repite convaleciente la cantautora de 26 años en la galopante “Velocidad”, hit del opuesto complementario que liberó dos meses después del lanzamiento de Ni tan bien. A diferencia de su antecesor, Ni tan mal ensombreció la jovialidad para añadir pinceladas de tonos grisáceos al retrato de una mujer en llamas. La espera, el desamor y la valoración de la propia intimidad, son valores impregnados a la secuela que abre “Dónde estás?” y cicatriza finalmente con “No te vayas”. Tal como había insinuado en el cierre del primer EP con “Sola”, Malena se propuso transitar por el sendero onírico despojada de colaboraciones en busca de sondear las llagas de la sensibilidad través de baladas acorazonadas por el magnetismo de los sintetizadores.
Mucho antes de pisar un escenario y pararse frente al micrófono con su guitarra, Malena Villa se desenvolvió como actriz. Entró al mundo audiovisual desde muy temprana edad, dato que aclara la destreza ostentada detrás de cámara en sus videos musicales. Debutó en la pantalla grande en 2009 con Puentes del director Julián Giulianelli, cuando tenía doce años. “Era mi primer película, yo era una niña -cuenta Malena en conversación con Indie Hoy-. Años después Julián nos llamó a los dos actores para la segunda, pero yo ya era una adulta. Debió ser rarísimo para él encontrarnos después de tanto tiempo”. El otro verano se estrenó en 2018, mismo año en que también salió La rompiente de Juan Schnitman, El lobista, y la exitosa El ángel de Luis Ortega.
A lo largo de tu carrera actoral, aprendiste a encarnar diferentes personajes según las exigencias del guion. Pensándolo a la ligera, parece opuesto al proceso musical en la comprensión de tu propia dimensión subjetiva. ¿Cuánto hay del primero en el segundo?
Al principio siempre lo sentí como algo completamente diferente. Es cierto que el escenario y estar frente a cámara suman en un montón de aspectos al hacer una canción y después tocarla en vivo. Pero también es cierto que hay algo de la interpretación que tiene mucho que ver con lo actoral. Cuando cantás o hacés una canción y después la interpretás, hay algo de lo actoral que aparece ahí. Yo creo que, sin meterse en lo audiovisual, hay un momento de ponerse en la piel de alguien más.
¿Cuál es tu relación con el cine actualmente tras la crisis industrial que provocó la pandemia? ¿Qué cineastas te gustan o inspiran tu faceta actoral?
Fue muy loco volver a filmar el año pasado porque hacía dos años que no filmaba. Fue un tiempo bastante duro a nivel ficción y producciones nacionales. En 2021 hice dos películas como protagonista con directores que admiro muchísimo. Una fue El tema del verano de Pablo Stoll, que es un director uruguayo increíble, y fue una gran experiencia. Y la otra fue la ópera prima de Santiago Fillol, la filmamos en Córdoba y se llama Matadero. Me gustan mucho los directores con los que trabajé, Luis Ortega me parece uno de los mejores directores que tenemos. De afuera soy muy fanática de Paul Thomas Anderson.
¿Cómo surgió la idea de publicar dos EPs teniendo la posibilidad de agruparlas en un solo álbum?
Empezó a gestarse en 2020 después de que saqué La negación. Yo buscaba hacer un proyecto sonoro como Ni tan mal, algo más íntimo y muy de sintetizadores. Pero un día de lluvia comenzaron a aparecer otras melodías de forma lúdica, en el estudio donde estábamos trabajando los temas medio depres. Empezaron a salir canciones un poco más arriba, más alegres y más movidas. En un momento me di cuenta que, a pesar de sus diferencias sonoras, eran parte de un mismo proyecto.
¿A qué responde esta resolución conceptual?
Desde el principio tenía muy claro el concepto de Ni tan mal. Me imaginaba todo como un cuentito que empezaba y terminaba. No veía la posibilidad de armar un disco de diez canciones, porque no las veía complementándose juntas al escucharlas. Cuando empezaron a aparecer los feats en esas otras canciones tan distintas que compuse y bastante opuestas en mensaje, decidimos que lo mejor era hacer un EP que sean solo colaboraciones.
¿Qué te llamó la atención de cada artista que invitaste a participar?
Yo los escucho mucho a todos, son amigos y además consumo lo que hacen. Por eso andan siempre dando vueltas en mi cabeza cuando compongo o hago música. Fue todo muy orgánico. En todas pasó lo mismo: salieron las canciones y pensé “este tema es muy lo que hace Ángela, o lo que hace Axel, o es muy para Larita”. Entonces se los fui pasando y se coparon enseguida. En el tema con Santi le agregamos una guitarra medio El Mató. Quisimos llevar cada canción al mood de cada artista, cuando fueron producidas elegimos a los artistas de acuerdo al sonido que tenían los temas.
La única canción de Ni tan bien que cantás sin compañía es la última, y justamente se llama “Sola”. ¿Por qué esta decisión?
Yo quería hacerlo con alguien que al final no se dio y por eso le agregamos el “feat Malena Villa”. Es una canción que sentí que tenía más que ver con Ni tan bien que con Ni tan mal. Así que, como se llamaba “Sola” y hablaba de la soledad, de repente todo me cerró la idea de hacer el EP todo acompañada y que termine sola. También era como abrir una puerta cuando sacamos Ni tan bien, no se sabía que iba a aparecer esta otra cara, como el lado B del lado B. Sirvió para adelantar que lo que se venía era sola y algo más melancólico.
Ambas partes cuentan con un cortometraje que abarca la totalidad del repertorio. ¿Cómo fue ese trabajo?
Cuando hicimos los dos EPs, yo me fui de viaje a filmar una película. Dejé todo grabado y la postproducción de ambos fue a distancia. Los productores iban trabajándolo y me lo mandaban, porque estuve dos meses afuera. Lo empezamos a planear en el bache que yo volvía a Buenos Aires por tres semanas, y después me tenía que ir a filmar otra película a Uruguay. Soñábamos hacer ese corto con todos los artistas, pero jamás pensé que iba a ser posible. Nunca, ni hasta el día anterior a filmar. Es muy difícil coordinar la agenda de toda esta gente. Tuvimos varios ensayos y todo, pero fue muy dura la tarea de organizar en un día y que todos los artistas pudieran venir en tal horario. Me puso muy orgullosa el resultado. Si bien Santi aparece un poquito porque a él no le gustan nada las cámaras, me pareció un gesto muy lindo de su parte, de asumir ese miedo que tenía y venir igual. Que todos vengan y se aprendan una coreografía lo sentí como una muestra de afecto muy hermosa, les agradezco muchísimo.
Tu disco debut, La negación, salió en el momento más crítico de la pandemia. Si bien pasó poco tiempo, ¿qué sensaciones te provoca escuchar esas primeras canciones hoy?
Lo quiero mucho a mi primer disco, me abrió un montón de puertas y me dio gente que me escucha. Fue improvisado musicalmente, pero no de producción, lo laburamos muchísimo. Me pasó algo muy curioso cuando volvimos a ensayar con la banda: no tocábamos las canciones viejas desde hacía meses y fue hermoso reencontrarse con esas melodías, tocar “Lindos problemas” con la banda en vivo. Sentimos lo divertido que era esto y lo hermoso de irse reconectando. Lo llegamos a presentar en el Hipódromo de Palermo y fue una fiesta. No tuve tanto tiempo de presentar La negación, porque después se volvió a caer todo, hasta el Niceto que hicimos a fin de año.
A pesar de la determinación, ambos EPs van de la mano, hay una dualidad que se complementa por oposición y, a su vez, documentan una nueva etapa en sincronía con el crecimiento de tu proyecto musical. Considerando a La negación, ¿cuáles son sus similitudes y diferencias?
A diferencia del primer disco, que fue algo más improvisado y espontáneo, a estos dos los soñé mucho en mi cabeza. Sobre todo a Ni tan mal. Me emocioné demasiado cuando lo terminamos y me pasaron las mezclas, porque musicalmente fue todo lo que imaginé. Quería hacer esto y que suene así. Después sucedió lo mismo con Ni tan bien. Siento que del primer álbum agarré mis dos temas favoritos: “Lindos problemas” y “Sad balada”, y le hice un disco a cada uno. Fue muy increíble, ahora no sé qué voy a hacer después.
Escuchá Ni tan mal de Malena Villa en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).