Hace un tiempo nos estábamos preguntando quién era esta rockera abiertamente lesbiana que llegó desde los campos santafesinos para llevarse en 2019 el Gardel de oro. Ya sin necesidad de tanta explicación, y después de pasar la cuarentena componiendo y produciendo su quinto disco, Marilina Bertoldi sabe que le espera un gran año: tras el lanzamiento de su nuevo álbum de rock poderoso y preciso titulado Mojigata, se encuentra preparando la gira que la tendrá los próximos meses tocando en todo el país.
Extremadamente pensante y entendiendo a su pasado en Sunchales como constitutivo (pero no por eso determinante), Marilina nos cuenta cómo se está preparando para su primer Luna Park, por qué sigue eligiendo ser solista, qué la entretiene cuando no está pensando en canciones y cómo proyecta el futuro: “Entre todes, tenemos que construir un mundo más queer, más lesbiano, porque, ¿hasta qué punto te imaginas algo que no ves, que no tenés cerca?”.
¿Por qué el disco se llama Mojigata?
Se llama así porque me gustaba el nombre. En realidad, trato de buscarle un sentido, pero lo que más me gustaba era el juego con la foto de la tapa, era medio provocador y tenía un giro que me parecía interesante. Siento que no soy muy mojigata, pero sí vengo de un pasado más reprimido en cuanto a un montón de cosas y ahora me intento liberar constantemente de esas opresiones. Lo siento como un punto final de esa época, de empezar a liberarme de todo eso. Además, “mojigata” es una palabra re de otra época y medio del interior, tiene que ver con mi pasado, que lo estoy tratando de destruir hace un montón y me está costando un poco.
Quizás con esto, por lo menos artísticamente, le estás poniendo un fin a ese pasado, ¿no?
Sí, ya se termina ahí. Artísticamente y también tiene un paralelismo con el resto de mi vida. Los discos siempre me hacen pasar por algún tipo de crisis. Como un proceso al cual yo lo atravieso con lo que digo en las canciones… y un poco también con lo que me obligo a decir. Porque no soy una persona que hable mucho y medio que ese es mi único lugar de catarsis. Entonces sí, por eso Mojigata. Es un poco quien yo era, a mis ojos, y es ese personaje que de algún modo tuve que construir para sobrevivir, y ahora lo quiero dejar ahí, quiero dejarlo atrás. También pasó que elegí ese nombre y esa tapa antes de empezar a componerlo. Porque me gustaba la idea y porque yo iba a producir el disco y era tanto, era realmente muy avasallante. Porque bueno, la hoja en blanco es un millón de posibilidades, ¿no? Entonces esas decisiones siento que me conceptualizaban algo que me parecía interesante y de lo que podía hablar. Me marcó un norte estético, visual. Y como con eso yo puedo construir algo en torno a lo musical, simplemente a partir de lo que veo, o incluso a partir de un concepto, me fue más fácil empezar a componerlo así. Y lo compuse bastante en orden, no exactamente en orden, pero sí tuvo un sentido.
La continuidad que sucede en el disco va creando un sentido. Es ir descubriéndolo a medida que lo escuchás…
Sí, la continuidad en el audio, en el sonido. Traté de ir contando algo. Me parecía que tenía armonía empezar con un tema con cierta referencia auditiva y seguir así. Y también para poder guiarme con la producción, porque no iba a funcionar como el resto de mis discos donde siempre tuve a alguien en quien apoyarme. Acá me tocaba tomar todas las decisiones. Era dejar atrás también a alguien que dudaba de sí misma y empezar a hacerlo al fin. Si a alguien no le gustaba no me importaba, me tenía que gustar a mí. Y esa es la confianza y la seguridad que requiere, porque no es mucho más que eso, no es dar con lo correcto, es hacer lo que una quiere, saber escucharse y hacerlo sin miedo.
Ahí es cuando lo honesto termina resultando valioso, ¿no? Pensando en lo que contás, en el nombre, en las letras del disco, quizás el paso que tenías que hacer con este álbum era integrar todo esto.
Sí, puede ser, pero sigue siendo un laburo enorme. Es que siento que todavía me juzgo por el pasado, con las condiciones y los condicionamientos que tenía, con la óptica del futuro que teníamos en ese momento, que era muy limitada. Nadie sabía que las cosas iban a terminar siendo como ahora. Podías ser optimista, pero no sé si íbamos a imaginar esta realidad donde de repente están pasando un montón de cosas que están buenísimas. Obvio, siempre falta, ¿no? Siento que si en el pasado nos hubiesen mostrado cómo iban a ser las cosas ahora, no sé, íbamos a estar mucho más relajadas. Pero bueno, es muy difícil no solamente entender los contextos, también sucede que vamos creciendo y nuestra visión cambia también. En ese momento nuestra visión era mucho más limitada.
¿Qué te pasa cuando volvés a Sunchales?
No salgo mucho de la casa de mi mamá cuando voy. Pero me gusta volver. Estoy en un muy buen momento, ya hice las paces. Por momentos me deprime un poco, tiene esa cosa muy melancólica. Creo que eso pasa en general con los pueblos, esa cosa de que son quietos, esas cuestiones como la siesta, pero me encanta. La última vez fui al club de bochas que iban mis abuelos y estaban jugando a las cartas, tomando cervezas, había perros, no pasaba nadie por la calle. Y ese es el Sunchales que me gusta, esta cosa de lo simple, la gente charlando, nadie está con el celu, todas las edades juntas. Medio como un popurrí. La simpleza. Esas cositas me hacen sentir en casa y extrañar un poco. Me encanta venir de ahí.
¿Cómo te sentís como referente?
Soy consciente en el punto donde no me lo tomo a la ligera cuando hablo en lugares y en medios. Pero después es algo que no tengo muy presente. Creo que me voy a dar cuenta en el día de mañana, cuando de repente aparezcan personas que ya estén haciendo sus vidas y sus carreras y me digan “yo cuando era chica quería ser como vos”. Pero por ahora simplemente lo tomo con mucha responsabilidad. Estoy todo el tiempo tratando de estar al tanto y de cuidar lo que digo al respecto, porque doy opiniones desde mi perspectiva y desde mi experiencia, pero yo también soy una persona con miedo de hablar mucho. Yo también tengo resentimientos del pasado y estoy tratando constantemente de luchar contra eso. Y a veces siento que no tengo la mejor energía porque a mí me hicieron mierda, ¿viste? Soy una persona de treinta años que está un poco destruida por eso. Y yo podría estar haciendo otras cosas en vez de ocuparme de eso. Lo que siento es que estoy destruyendo a la persona que construí, que la hice para sobrevivir en las condiciones en las cuales estaba, y que un poco soy presa de eso. Entonces hay veces que me pongo a hablar y me doy cuenta que todavía no puedo, que no me hace bien.
¿Usar TikTok te afloja un poco ese pesar? ¿Creaste @cococonddl pensando en eso?
Un poco sí. Pero aparte pasó que soy muy de virgo y entonces todo es ordenar. Ordenar lo que me da risa, esto va acá, esto allá, me divierto con eso. Y empecé a compartir TikToks en mi cuenta que me encantan porque me hacen acordar a los Vines, era muy fanática. Extraño mucho mi usuario, porque tenía todos likeados y ordenados, y todo se perdió. Pero bueno, en cuarentena entré al mundo TikTok, y me fascinó. Y me pasó que cuando los subía a mi cuenta era mucho y se me iba un poco de las manos, así que ahí creé Coco con dulce de leche.
¿Y después llamaste a Carolina Unrein para que participe en la curaduría?
Sí y me pareció que cura excelente, lo da todo. Cada miércoles es una fiesta. Es muy lindo tener algo en las redes donde todo lo que nos devuelven son risas y gente feliz. Es hermoso. Es una cuenta que nos ha sanado mucho a Caro y a mí.
Formar parte de la banda de Barbi Recanati es también salir un poco del foco, ¿no? Dejar de sentir el peso de ser solista.
Sí, también es eso. Y es hermoso. Para mí es conocer la profesión desde otro ángulo y otro rol y que te des cuenta que te gusta. Yo pensaba ya que no me gustaba salir de gira, que no quería tocar en vivo y no era eso, lo que no me estaba bancando era algo entre la tensión y no sé… Por ejemplo, durante el último tiempo, con la presentación del disco, tuve momentos que dije “me vuelvo loca”. Porque no es solamente estar muy expuesta, es estar todo el tiempo viéndote. Es insoportable. Y con Barbi yo pude disfrutar de eso que no implica ningún tipo de responsabilidad más que la de ir y tocar. Entonces salir de gira era la posibilidad de antes tomar algo, prenderme un puchito, no tener que dar una nota. Y ahí dije “claro, tocar está buenísimo”. Hay algo alrededor que no me gusta mucho y está bueno verlo, así podés definirlo y cuando está pasando decir “es esto”, y ahí pasa que no dejo que intoxique todo el resto.
Y entonces, ¿por qué seguís siendo solista?
Es que me resulta medio inevitable. Yo compongo desde muy chica. Es mi refugio, de verdad lo es. Ya a los cuatro años estaba tocando y no sacaba temas, componía. Tocaba los temas una y otra vez, no cantaba en esa época. Tocaba, tocaba, tocaba. Y como no había forma de grabarme, lo repetía. Todos los sábados íbamos a comer asado a la casa de mi abuela, donde estaba ese piano. Para acordarme cada sábado de mi canción, llegaba y tocaba. Y había juguetes alrededor, pero yo llegaba, tocaba el piano y armaba acordes. Y era muy chica para armar acordes, pero lo hacía. Y para mí era el único refugio para un montón de cosas que estaban pasando en esa época. Era un lugar seguro que siempre estaba ahí, que no cambiaba. Y ahora sigue siendo eso, es reencontrarme conmigo también. Es lo único que me queda de esa época que no lo tuve que hacer mierda, no lo tuve que destruir. Siento que es lo más auténtico de mí, lo más real. Ese momento que yo estoy componiendo. Y tampoco es una alegría extrema, pero es una calma en la que me digo que todo va a estar bien, es en el único momento donde no tengo una nube negra arriba. Pero yo también me pregunto ¿por qué lo hago para afuera? ¿Por qué no puedo hacerlo solo para mí? Y no lo sé…
Parece que estás construyendo un camino a consciencia, estás tratando de buscar herramientas para no sufrir tanto…
Totalmente. Estas cosas me sacan más a la luz lo que tengo y si puedo estar a la altura de la situación es una cuestión de trabajarlo, y quiero hacerlo. Pero bueno, a veces pasa que pensás que es por un lado y después te das cuenta que tenés que resolverlo por otro y termina siendo un embrollo… pero es parte del camino.
Pensando en ese camino, con Prender un fuego ganaste el Gardel de oro, ¿que pasó desde ese momento?
Lo del Gardel estuvo muy bien. Yo siempre lo agradezco, no lo quiero dar por sentado, porque siento que es algo reimportante. Siento también que el Gardel para nuestras generaciones se alejó bastante de nosotros, nunca nos representó mucho, se quedó en otra época. En un grupo de músicos y músicas consagradísimos que dieron un montón a la música nacional, pero que después no se extendió a las siguientes generaciones. Y que me lo hayan dado a mí fue un primer gesto de decir “empecemos a acercarnos”, va por este lado.
Pero después quedó ahí, ¿no?
Sí, es lo que pienso. Y no creo que tenga malicia lo que digo, pero siento que después de mi premio hubo dos oportunidades de cambiar esto porque Wos y Nathy Peluso tenían nominaciones y no se los dieron. Son dos artistas contemporáneos e irrefutables y en ese momento se lo volvieron a dar a artistas consagrados que ya los conocemos y que son espectaculares, no es por meterme con la obra, para nada. Pero hay gestos que tienen que ver con pasarle el mando a artistas que son increíbles y que encima están generando algo. Y no solo eso, son justo dos artistas que reversionan estilos y se los apoderan y hacen un estilo propio, más allá de gustos, más allá de cualquier otra cosa…
Es interesante que ahora se esté dando al revés, como la colaboración de Ricardo Mollo en el último disco de Wos o Fito Páez cantando con Nathy Peluso. Ahora son los artistas que ya tienen los Gardeles de oro quienes quieren juntarse con las nuevas generaciones.
Totalmente. Por eso me quedé ahí, como boyando. Sentí que no arrancó ese motor que hubiera estado bueno que pase. Me parece que este tipo de premios tendrían que ser el puente entre estas dos generaciones, entre las más jóvenes y toda la otra historia que ya tenemos. Porque no es casualidad que le preguntes a las nuevas generaciones sobre toda nuestra historia y capaz no sepan mucho. Para mí el nexo son estos premios, es donde la gente se encuentra.
¿Cómo te tiene el Luna? Hablando de emblemas…
Me tiene bien, pero te soy sincera, apenas lo saqué me arrepentí. Dije “cancelo, cancelo todo”. Después me dieron ganas. Es un show enorme, eso es lo que me da un poco de miedo. Pero me parece que también es una oportunidad para experimentar con otras cosas, con un lienzo mucho más grande. Es otra forma de visualizar el escenario, de escucharse, y es un lugar épico, es un nivel de ícono que ya haber podido llegar y clavar la bandera está bueno.
Solés decir que sos un personaje arriba del escenario, ¿cuán necesario es para vos ponerte en personaje?
Súper necesario. Subirse y tener ese personaje es algo que se me fue construyendo solo, es lo que me salía hacer, es mi versión de heroína en el escenario. Yo podía ser esa persona que yo quería ser, era mi momento de soñar, de ser plena, de tener toda la confianza del mundo y ser una villana. Y me empezaba a pasar eso, me subía al escenario y de repente estaba enojada, me sentía enojada. Era una energía que necesitaba sacar. Y lo lindo del personaje es que después lo colgás en el perchero y podés seguir con tu vida, además de que me parece mucho más interesante. Es algo que yo de algún modo soy, pero es más un deseo que otra cosa.
¿Y con qué estás tan enojada?
Son muchas cosas. Creo que haber crecido en un mundo tan heterosexual me enoja, es como que a medida que te vas metiendo más en el ambiente queer y empezás a estar más en contacto con lesbianas, con maricas, con todas las disidencias, con todo lo que no es ni hetero ni cis, te das cuenta del mundo increíble que hay ahí y lo fácil que es pertenecer a esos lugares. El poco esfuerzo que requiere, la poca salud mental que te requiere. Es estar en casa, siempre nutre, siempre hace bien. Es pertenecer a un lugar. Es eso que toda mi vida busqué y nunca lo encontré y ahora lo encuentro y es tan simple. Yo pensaba que tenía que trabajarlo, que tenía que cambiar ciertas cosas. Y no, es solo llegar. Estás ahí y ya está, podés construirlo y es tuyo. En el resto del mundo, que es la mayor parte del mundo y son la mayor parte de los espacios, siento que no pertenezco, que no soy parte y que estoy de prestada ahí. Y me enoja, porque es una visión muy asfixiante y es una realidad muy poco real, incluso para las personas que pertenecen a ese mundo heterosexual. Es un nivel de pose, un nivel de expectativas y presiones que me enoja. Me parece muy limitante para todo el mundo. Y a medida que voy descubriendo este nuevo espacio, estas redes que siempre se están construyendo, como si fuésemos nómades que tenemos que apoderarnos y apropiarnos de lugares conscientemente, se siente ese alivio que necesito. Y que todo el mundo necesita: hablar de las cosas que queremos, de los artistas que nos gustan, de los libros que nos parecen importantes, las películas, los personajes, los referentes. Hablar con nuestras palabras, con nuestras formas de decir las cosas.
¿Por cosas como estas elegiste colaborar con Javiera Mena? Es llamativo que la única participación del disco sea otra mujer abiertamante lesbiana…
La elegí porque justo se habían dado un par de situaciones… yo nunca invité a nadie a temas míos y esta era como una balada con un tinte medio romanticón. Si lo iba a hacer con alguien tenía que ser con una lesbiana, o una bisexual si se quiere también, pero tenía que ser una artista que esté abiertamente en esos lugares. Me parecía súper interesante y yo me iba a sentir más cómoda, quería que fuese lo más real posible. Es lo que hablamos, esto de tener o no tener referencias lesbianas, de diferentes disidencias, es muy constitutivo, ¿no? ¿Hasta qué punto te imaginas algo que no ves, que no tenés cerca? Y justo ella había hablado muy bien de mí en una nota. Nosotras no habíamos cruzado palabras, pero pensé en ella para la canción y le escribí. Y cuando sumó su voz fue hermoso, porque es una voz parecida a la mía, pero tiene una dulzura, una forma de decir…
Y ese acento chileno…
Y el chileno, claro. Y le quedó hermoso. Y siento que fue compartido el hacer, que fue significativo para las dos. Es lindo compartir algo así. Quedó un lindo disco.
Marilina Bertoldi se presenta el domingo 19 de junio a las 20 h en Luna Park (Av. Eduardo Madero 40, CABA), entradas disponibles a través de Ticketportal. Escuchá Mojigata en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).