A poco de la salida de su nuevo disco, shows en Rosario, Buenos Aires y una gira que los llevará por Costa Rica, México y España; Santiago Motorizado se sienta a hablar un rato con nosotros para contarnos lo acontecido con este adelanto que salió hace muy poco y su visión sobre el panorama en la escena musical actual. Él mató a un policía motorizado es una de las bandas más influyentes en el indie argentino, sus canciones se escuchan en diferentes lugares y por distintos intérpretes. Llovía y se me hacía tarde para la entrevista, me tomé un taxi y esas casualidades de la vida hizo que en la radio justo sonara uno de sus temas nuevos. Lo miré al taxista y parecía agradarle, sonreía a pesar de la tormenta. Aquella jugada del azar fue mi pedacito del tesoro en el día.
¿Cómo fue el desarrollo de este nuevo disco?
El disco lo empezamos a preparar como hace dos años, los primeros ensayos, porque en realidad lo empezamos a gestar antes que de salga “Violencia”. Le mostraba a los chicos las canciones que tenía y empezamos ahí a ordenar un poco cómo íbamos a encararlo. En ese momento notamos que “Violencia”, “El baile de la colina”, nos gustaban pero como por ahí no era tanto lo que queríamos hacer para este disco nuevo, las quisimos apartar y ahí salió la idea de Violencia y esas cuatro canciones, que quizás sirvió como una especie de nexo con La Dinastía Scorpio y lo que estamos haciendo ahora. Es el disco que más tiempo le dedicamos en la pre-producción, dimos vueltas canciones que estaban yendo para un lado y las dimos vuelta totalmente, para probar también, más allá de que quizás al principio a uno no le convence, pero probar, ¿cómo sería así? ¿cómo sería de esta manera? Y dedicarle mucho tiempo, muchas horas. En ese proceso armamos la sala… no teníamos sala. La empezamos a equipar, venía Luqui (que es nuestro sonidista), nos escuchaba, nos grababa, editábamos, grabábamos de vuelta y ahí nació básicamente el disco nuevo.
¿Todo en La Plata?
Todo en La Plata, en nuestra sala de allá. Y la idea fue cuando nos decidimos por grabar en Sonic Ranch, cuando reservamos ahí veintiún días, dijimos, bueno… vayamos con todo bien cocinado, porque el tiempo, por más que parezca mucho, es poco para la grabación de un disco, sobre todo porque lo grabamos y lo mezclamos en el mismo proceso. Por ejemplo allá cuando estuvimos nos dijeron que Beach House había estado grabando tres meses, no me acuerdo bien qué disco, y sólo grabaron, lo mezclaron en otro estudio. Imaginate, nosotros lo grabamos en diez días y flasheamos con eso, empezamos a hacer especulaciones con que, quizás iban sin nada, y el proceso previo que nosotros hacíamos, ellos lo hacían ahí en el estudio… que algún día me gustaría hacer pero es algo muy caro para nuestro presupuesto. Pero ir a encerrarse y hacer todo de cero en un estudio debe ser una experiencia que también está buena para hacerla algún día.
Y contraponiendo con sus primeros discos.
Lo que hicimos ahora como maqueta, eso era el disco. Era mucho trabajo de acumulación, teníamos la canción, la base, acá la guitarra, “ahora explota”, “acá no explota”, “más básico”, “más minimalista”. Acumular capas, generar por momentos paredes de ruido. Nos gustaba un poco esa desprolijidad, jugar con eso nos copaba y estamos orgullosos de eso.
Con respecto a la construcción de los temas, ¿en el momento de componer tienen una idea formal? Por ejemplo, la utilización de la repetición.
No sé bien cómo surge eso, cómo lo preparo. Por ejemplo, “Chica Rutera” es un tema que tema que tiene mucho de eso repetitivo y que en un momento explota y después vuelve a empezar, eso salió de un ensayo… de estar ensayando una base varias veces, cambiar la intensidad. Volvíamos a empezar y después quedó ese juego de ver para dónde iba la canción.
Pero aparte es un recurso que ya les da como un estilo.
Totalmente… de alguna manera marcó un poco el estilo. No se planea mucho, no decimos “hagamos esto que no lo hizo nadie”. Además justo esa letra es de las más cortas que tenemos y eso ayuda a esa cosa minimalista, repetitiva y eso nos copaba, porque la idea de tener una letra corta y repetirla, a veces tiene otra potencia que un texto largo… sentíamos que iba para ese lado.
En la trilogía hay una narrativa entre los temas. En este disco nuevo, ¿se sigue con la idea de una temática o son más bien temas separados?
Cuando hicimos la trilogía estuvo buenísima esa idea del disco conceptual, lo disfrutamos un montón y sirvió como disparador. Aparecieron un montón de cosas de la nada y de forma rápida. Ya teníamos la idea central y entonces empezaban a surgir más ideas, es un juego creativo que esta buenísimo. Lo hicimos, cada disco tenía su temática y en el camino iban quedando canciones que no entraban y esa era como la contraparte de la idea. En cambio, La Dinastía Scorpio fue acumular las canciones esas que fueron quedando porque no entraban en el concepto y con canciones nuevas. Entonces dijimos de parar un poco con eso, porque también está bueno no dejar pasar ciertas canciones y no encerrarse en algo tan rígido.
Y cuando arrancaron con eso, ¿vos ya sabías que querías una trilogía?
Todo nació con “Navidad de reserva” y como nos copó esa idea empezamos a planear. Después sacamos otro disco temático y después otro y los tres forman todos una gran idea: que sea Navidad el nacimiento, después la vida y la muerte.
Ustedes hoy son referentes para un montón de bandas que están saliendo y los homenajean con discos como Chicas Ruteras o diferentes covers de otras bandas. ¿Cómo les pega eso?
A mí me enloquece que hagan un compilado con nuestras canciones, me parece un delirio, te juro que es muy extraño, todo el tiempo, hasta el día de hoy siento que están hablando de otro. Me pongo a escuchar el disco y es demasiado. Me acuerdo cuando presentaron el disco, nosotros vinimos a tocar a Radio Colmena Un millón de euros en forma acústica como para completar toda aquella celebración. También me hace sentir viejo.
Y en el momento de hacer cosas nuevas, ¿ya son una referencia para ustedes mismos? ¿Cuán atados están a lo que es su discografía anterior?
Tratamos de no atarnos. Cada disco lo encaramos de manera diferente, por más que esos recursos que al principio eran limitados hacen que suene más o menos parecido. Estudios caseros, el sonido lo-fi, eran para las canciones de ese momento. Por ejemplo, en Navidad de reserva un montón de canciones que no tenían letras, dijimos: “bueno ahora las acomodamos para lo que es la Navidad, estas las acomodamos para la vida y estas otras para la muerte”. De alguna manera eran canciones de la misma camada, entonces hay una familiaridad entre ellas más marcada, por más que tratamos de darle un clima diferente. Un millón de euros es un poco menos ruidoso, por decirlo de alguna manera. Tiene guitarras más limpias, tiene otro clima, más relajado. Día de los muertos es más oscuro. La Dinastía Scorpio son canciones que fueron surgiendo en esa época y las acumulamos. De toda esa primera etapa siento que están más conectadas las canciones, cómo estaban encaradas, sus formas. Y pasó el tiempo y ahora hay una camada de canciones que con la banda las fuimos encarando ya con otro sentido y quizás ahora se nota un poco más un cambio sonoro.
Ahora se ve mucha amistad entre las bandas, antes quizás tanto no se veía. ¿Cómo funciona Laptra ahora que las bandas crecen? ¿Cómo se sigue esta idea de cooperativa?
Es verdad, nosotros toda la época de los ’90 lo vivimos como público. No sabíamos qué pasaba más allá pero vienen músicos más grandes que nosotros y nos dicen que esta época es lo mejor, antes era distinto, antes era una mierda. Había como una moda de ese concepto de divo y pelearse, la arrogancia, que era un poco en juego y otro poco verdad y en el momento se volvía molesto. Nos dicen esas cosas; y a nosotros nos gusta que las cosas sean así, pero porque somos así, nos sale naturalmente, juntarse con otros, relajarse un poco, estamos haciendo música. La idea de Laptra nace de eso, de juntarse con amigos, de juntarse con gente que tiene el mismo pensamiento con respecto a la música, con la cultura, con todo, y es básicamente una ayuda mas para las bandas mas independientes que tienen un camino difícil por recorrer.
Además, hoy ustedes ya estando más avanzados. Es un paso que ustedes ya dieron.
Claro, imaginate, nosotros en el primer día no teníamos ni idea cómo era fabricar un disco. Buscamos en internet, nos informamos sobre el tema. Me acuerdo de ir en tren a Ciudadela donde habíamos mandado a imprimir las tapitas, fuimos a una fabrica, era todo nuevo, un delirio. Suena raro, porque ahora las bandas tienen un acceso a información diferente, parece que estoy hablando de hace treinta años y en realidad fue hace muy poco tiempo. Cambió un montón eso y hoy grabar y editar un disco es más sencillo. En ese momento era raro, no teníamos a nadie conocido que haya hecho un disco, estábamos medio en la nada y fue empezar de cero. Pero todo eso que fuimos aprendiendo, medio a los ponchazos en todos estos años, ahora lo podemos volcar y le ahorramos un montón de camino a las nuevas bandas. Y ahora bandas con sus primeros discos ya están tocando en Niceto y antes para eso tenían que pasar años. Está buenísimo.
Con el avance de la tecnología y de internet, que ayuda un montón a la difusión de la música, ustedes como una banda ya consolidada, ¿cómo sienten esto de la acumulación de bandas, de la corriente que se puede venir? Siento que en un punto hay que pararse firme, en internet todo es bastante efímero en cierto punto. Las bandas de antes estaban con la idea de ser bandas eternas…
Es verdad, pero el vértigo de ahora es mucho mejor, nos mantiene en movimiento. Antes las bandas grababan un disco y hacían que suene un tema en la radio y con eso ni tenían las necesidad de tocar, hablando comercialmente, es terrible, pero es una realidad. Con la crisis del disco, bandas viejas tuvieron la necesidad de salir a tocar. Obviamente es una situación con sus trampas, cuando algo se vuelve tan efímero, es raro también, no sé hasta que punto. Te digo de algo efímero de algo como que Kanye West sacó un disco y a los tres meses ya es viejo, eso ya es un delirio pero pasa. Se aceleran los tiempos en los consumos que tiene uno en todo momento y las noticias de ayer ya son de hace un año. Eso es raro y hay que saber manejarlo. Pero por otro lado, mantiene en movimiento todo y eso es lo bueno. Esa cosa de estancamiento y como que todo va solo, de otras épocas, hoy es justamente todo lo contrario.
Ahora se vienen un montón de fechas y después se van de gira. ¿Qué le sigue acá en Buenos Aires a cuatro Nicetos? ¿Están pensando en algo más grande?
La verdad yo no, nuestro manager sí quiere hacer algo más grande.
¿A vos te gusta tocar más en lugares chicos o grandes?
Y… hay lugares como por ejemplo Obras, que no es un estadio gigante, sino uno de básquet, sería como dos veces el Konex aproximadamente y está bueno. A mí me encantaría, me acuerdo que de chico fui a ver a los Ramones en el ’95 y a mí me mata eso…
¿Qué se sentiría pisar en el mismo escenario que los Ramones?
Son esos lugares que tienen todo, porque aparte de ser lindos y cómodos para el show tienen esa fuerte carga histórica, que le da una mística especial. Estuvo cerrado, ahora lo reabrieron. Y es un sueño tocar en Obras. De cualquier lado podés ver bien a la banda. Tengo recuerdos de vivir cosas hermosas ahí. Pero hay un problema en Buenos Aires que se salta de, por ejemplo, de Vorterix al Luna Park y hay una diferencia grande, no hay un lugar intermedio y ahí las bandas que tienen una convocatoria que amaga como para ir ahí se vuelve riesgoso. Onda Vaga hizo el Luna Park y fue una movida muy grande, fue saltar del Konex al Luna y es todo un esfuerzo, todo un stress. Es raro. Yo los veía a los pibes a full, estuvo re bueno, los pibes lo re disfrutaron, fue histórico, fue genial pero es un gran trabajo para una banda independiente como ellos, como nosotros, que no solemos estar en los grandes medios. Es una apuesta muy grande, por eso da un poco de vértigo. Y sí, sueño con eso, a la vez me lo dicen mucho y eso me sirve quizás para ver una realidad que yo la veo desde el miedo y quizás no es tan así y la exagero un poco. Ver que muchos se me acerquen a decirme eso signifique algo. Estaría buenísimo hacerlo, no sé cuándo.
¿Tenés algún contacto con bandas anteriores? Muchas veces cantás algún tema de Embajada Boliviana.
Nosotros los conocimos cuando estábamos en la escuela, teníamos una banda punk y un día abrimos para Embajada en un festival y para nosotros en ese momento fue como tocar con los Ramones. Una vez nos hicieron una nota con Julián [Ibarrolaza] y a partir de ahí empezó la buena onda, me invitó a cantar en su disco solista un tema. Así que ahí le arruiné un tema. Y ahora lo amo el triple de lo que lo amaba antes, es un capo. Con el Mosca también, me lo crucé un par de veces, le regalé La Dinastía Scorpio y ya lo conocía y me dijo ¡Aguante El mató! Me tiró la mejor. Después leí una nota de Mariano de Ataque 77 que le gustaba la banda. Pero también de otras bandas muy diferentes pero que yo también soy fanático, como por ejemplo de los Cadillacs, con Vicentico y Flavio siempre la re buena onda. Me sorprendió una vez que en México estábamos de gira y fui a ver a los Decadentes, que tocaban una noche que nosotros teníamos libre. El show estaba agotado y conseguimos que nos hicieran entrar y me pusieron al lado del escenario y estaban tocando y me venían a saludar, era un delirio, porque estaban tocando y como son quinientos, venía uno me decía que le encantaba la banda y se iba para que venga otro, yo no lo podía creer.
¿Qué es la depresión sin épica?
Sería como una especie de depresión plana, cotidiana. Una depresión que está tan chata y tan normal que es parte de tu vida. Que no tiene la épica de una tragedia, de un llanto, de algo con más ritmo.