“Somos una banda de rock nacional que hace canciones. Nos cuesta definirlo a veces, pero al final somos eso: una banda de canciones de rock”, dice Lucas Finocchi para intentar describir a su banda Mostruo!.
El cantante y guitarrista no miente, pero se queda corto, pues resulta casi imposible abarcar en una sola frase la propuesta siempre cambiante y viva de este mítico proyecto de La Plata que este año celebra sus 20 años de vida y que ha tenido constantes mutaciones sonoras, además de un culto que no se detiene.
La reciente publicación de su nuevo disco titulado No morí y una serie de presentaciones en vivo vuelve a llamar la atención sobre este grupo que, dos décadas, cinco discos y numerosos singles después, no se duerme en los laureles y vuelve a experimentar, crear y sorprender.
“No morí es un disco distinto para nosotros -confiesa Lucas en conversación con Indie Hoy-. Se mantiene la esencia cancionera de la banda, pero con un sonido nuevo. Tiene un lindo pulso y creo que las letras reflejan el momento incómodo que vivimos”. Publicado en agosto a través del sello Ultrapop, el quinto álbum de la banda presenta un trabajo sonoro sorprendente y una fina búsqueda cancionera con espíritu atemporal.
“Ese trabajo tiene que ver con la mano de Alfredo Calvelo, uno de los tecladistas que terminó poniéndose el disco al hombro y tuvo mucho que ver con la producción -continúa Finocchi-. También Gabriel Ricci, el bajista. Ambos son ingenieros de grabación y le pusieron mucho trabajo a la búsqueda sonora. También tiene que ver la mezcla de Nico Carlino, ‘El Oveja’, que es nuestro sonidista en vivo y que hizo un laburo muy fino”.
Sobre las referencias e influencias que acompañaron el proceso del disco, Lucas cuenta que “referencias hay miles y ninguna, pero no hay una que pueda mencionar en particular. Hubo un juego de buscar a Los Redondos, Spinetta, Los Abuelos, Prince, Lou Reed, Wilco… pero muy lateralmente”.
El proceso de creación de No morí comenzó durante la pandemia, y algo de ese clima incierto se filtró en su composición. La imposibilidad de reunirse alteró el clásico método del grupo, y la modalidad virtual se impuso, con demos y maquetas yendo y viniendo, donde un integrante mandaba una base, otro armaba la letra y la melodía, y así, en ese ida y vuelta, las canciones tomaban forma. Este enfoque permitió que las canciones tuvieran su tiempo, una posibilidad de cambio y una búsqueda más detallada.
“Richard Coleman nos ayudó en la selección de las maquetas, y la voz de Carmen Sánchez Viamonte, que participa en varios temas como invitada, le da un plus que nos gusta mucho”, recuerda Lucas, y cuenta sobre su vínculo con estos dos invitados esenciales en el disco: “Con Richard trabajé en Radio Nacional y nos hicimos amigos. Es un tipo súper generoso y, bueno, héroe de la guitarra argentina”.
“La idea inicialmente era que fuese el productor del disco pero, pandemia de por medio, se complicó -continúa Lucas acerca del fundador de las bandas 7 Delfines y Fricción-. Al final, además de ayudarnos con la elección de los temas, lo invitamos a tocar un solo en ‘La mañana‘ y se mandó con un sonido que es espectacular, estamos muy agradecidos con él“.
“Y Carmen es una las personas más talentosas de esta generación -cuenta Lucas sobre la cantautora platense que aparece en cuatro de las diez canciones del disco-. También es amiga y es muy fan de la banda, va siempre a los shows y cantó muchas veces algún tema en vivo. Se caía de maduro que tenía que estar en el disco”.
En cuanto a las letras de las canciones, se percibe cierta historia circular de esperanza, desazón y volver a empezar. “Es un poco eso sí -coincide Lucas-. Creo que habla de la incomodidad de transitar por un mundo que ya nos cuesta reconocer, con un futuro incierto. También creo que habla del paso del tiempo y de cómo uno va transitando eso, vivimos en una realidad despiadada y apelando al amor para intentar salvarnos. A veces parece posible y a veces no alcanza”.
Hay en este disco de Mostruo! cierto perfume a otra era, a décadas pasadas, pero con un pie en la actualidad, en lo nuevo, y esa es una cualidad que no solo está presente en este registro sino en buena parte de su obra. “Somos gente mayor que sigue escuchando música nueva y ese mix se da naturalmente”, sintetiza Finocchi, y si bien mantienen esa esencia, es justo afirmar que nunca un disco de Mostruo! es igual al anterior o al que viene. Los platenses cambiaron de estilo y sonido numerosas veces, sin perder su identidad en el proceso, y dejando en cada trabajo cierto indicio o pista sonora de hacia dónde iría lo próximo.
“Se fue dando así, somos de escuchar mucha música y eso te va cambiando. Vas intentando cosas que te gustan y vas probando formas de componer que muchas veces tienen que ver con las condiciones de producción. Los primeros discos capaz salían más en los ensayos, ensayábamos más y teníamos más tiempo. La vida, los hijos, los laburos que cada vez nos ocupan más tiempo, van haciendo que las formas sean otras. Y si sabés el indicio para saber dónde va el que viene, ¡avisame!”, afirma Lucas entre risas.
El cambio con respecto a su anterior disco, Moderno de 2019, también es evidente. “Moderno tiene muchas letras escritas en el bondi que tomaba para ir a laburar en Capital, en cambio No morí fue escrito sentado en casa en pandemia -compara el cantante-. Moderno además tiene un sonido más crudo, buscamos eso con la producción de Juan Ravioli, volver al sonido inicial de la banda. En No morí creo que volvemos a la búsqueda de Profunda desorganización (2014), un poco más experimental si se quiere”.
Si hacemos un salto en el tiempo, ¿qué creen que persiste en el grupo de Grosso, su primer disco publicado en 2006? “Ese disco éramos nosotros haciendo una sátira sobre el rock. ¡Ahora ya no somos graciosos! -sonríe Lucas- Pero también era un disco con canciones y creo que eso se mantiene más allá del sonido y la búsqueda”.
Aprovechando este repaso y recuerdo, y el cumpleaños número 18 de su primer álbum, el cantante se animó a describir en una oración cada uno de los discos de Mostruo!: “En Grosso jugábamos a reírnos del rock; en La nueva gran cosa (2008) jugábamos a ser la banda más grande que podíamos ser; en Perfecto (2011) ya no jugamos tanto y creo que aparece el sonido de Mostruo!; Profunda desorganización es un disco más oscuro y a la distancia creo que se lee el fin de una era y el comienzo del momento de mierda que vivimos desde entonces; Moderno es la despedida de Luli, batero original, lo hicimos apurados porque se fue a vivir afuera, un disco urgente; y No morí es una prueba de vida”.
Con tantos discos y trayectoria, ¿cómo es hoy el proceso creativo en Mostruo!? ¿Ha cambiado la dinámica desde sus primeros discos?
En todos los discos las dinámicas fueron distintas, pero a medida que fuimos avanzando fuimos estando más seguros, y con mejores instrumentos y equipos, conociendo un poco más de nuestro sonido. Igual no sé, cada disco realmente fue un proceso que no tuvo nada que ver con el otro. Todas las vidas que fuimos haciendo en las distintas épocas fueron marcando distintas condiciones de producción. Hubo cambios de integrantes, alguna pelea, algunos viajes, hijos… todo eso cambia todo.
Pasaron 18 años de su primer disco y llevan 20 años como banda. ¿Que cambió, mejoró, empeoró, o sigue igual en estas dos décadas de ser un grupo independiente en Argentina?
Pasamos por muchas cosas, la crisis del disco, Cromañón, las plataformas digitales… pero quizás nos ha salvado el lugar que ocupa la música para nosotros. Queriéndolo o no, nadie vive de Mostruo!, todos laburamos de otras cosas. Este es nuestro refugio y eso nos hace un poco invencibles.
Hablando de ser una banda independiente, y siendo de La Plata, una de las principales usinas de grupos alternativos y autogestivos en nuestro país, y donde los Mostruo! juegan de locales absolutos, ¿qué artistas les gustaría recomendar de allí?
Bueno, Carmen Sánchez Viamonte, obviamente, pero hay muchos. Ahora pienso en Sofía Uzal, Rock Nacional, Puebla, Inés Mauri, Solda, El Tío Valen, LMDG, Un Desastre, Las Bermudas… hay un montón.
¿Qué otra música escuchan los Mostruo!? ¿Tienen nuevos discos favoritos o clásicos a los que siempre vuelven?
Tenemos gustos variados así que hablo por mí para no hacer lío. Siempre vuelvo a los clásicos, Beatles, Queen, Zeppelin, pero también ya son nuevos clásicos para mí Wilco, Whitest Boy Alive, Alabama Shakes, y bueno… Charly, Fito, Spinetta, Cerati, Virus y Los Auténticos Decadentes. De La Plata escucho a varios de los que mencione arriba más: NormA, Villelisa, Juan Irio… me gustan también Fernando Cabrera, Buscaglia, Egberto Gismonti, Alex Anwandter, pero si hay una constante los últimos años para mí es Wilco y su disco Sky Blue Sky.
En estas dos décadas de vida como grupo, imagino habrán vivido muchísimas cosas: anécdotas, momentos, encuentros, logros y recuerdos que aún son difíciles de creer. ¿Cuál es la primera que se viene a tu cabeza?
Siempre recordamos con mucha sorpresa y cariño que Gustavo Cerati nos haya tirado buena onda con el primer disco, nos ayudó un montón. Hicimos unos videoclips con Manuel Muschong y Elián Gallese que para mí siguen en el top del rock nacional, y el último de Fran Cadierno de “Estudio bar”, también es espectacular. Fuimos a tocar al Amazonas, tomamos tres aviones y nos convidaron un faso justo antes de subir que nos sacó de la cancha. Un día fuimos a El Tío Bizarro [el emblemático espacio de recitales en la zona sur del Gran Buenos Aires] y tocamos realmente mal porque nos pareció bien improvisar.
En el último tiempo cuentan con la particularidad de contar con dos tecladistas entre sus filas. ¿Que aporta o cambia esto al sonido Mostruo! y cómo se dio esa incorporación?
Bueno, ya teníamos un teclado, pero yo había compartido mi banda solista con Victor Amoresano -Tito- y me gustaba mucho tocar con él, así que les pregunté a los chicos del grupo si lo podía invitar a tocar en la banda y me dijeron que sí, ¡así que adentro! Creo que las teclas nos dieron más libertad con las guitarras, que antes tenían un plano siempre más preponderante.
¿Cuáles han sido los mayores retos que han enfrentado como banda independiente en estos 20 años, y qué han aprendido de ellos?
Al principio, es difícil bancar hasta que aparece un público genuino, y después los cambios de integrantes demandan mucho trabajo, pero la verdad que somos una banda muy afortunada, tocamos mucho y siempre se arma. No hemos sabido salir mucho de La Plata, pero a esta altura creo que tanto no queríamos. Estamos bien acá, siendo un tilo más.
Hablando de eso, hace poco presentaron No morí en vivo en Ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo fue ese show?
Estuvo muy bueno. Abrió Paul Higgs con su banda Las Avispas, que es un músico que admiramos y nos encanta, estuvo genial. Nos sentimos cómodos en el CC Richards y por suerte tocamos a sala llena. El público fue muy cariñoso y nos reclamó que vayamos más a Capital así que lo vamos a intentar. Además, subió a tocar Richard Coleman en un par de temas y llevó el level a la estratósfera, fue una linda noche.
Y este sábado presentan el disco en La Plata. ¿Qué nos podés adelantar sobre esa fecha?
Creo que va a ser una noche hermosa. Apostamos grande y lo hacemos en un galpón de la Comunidad Ferroviaria, que es un lugar muy interesante, atrás de la estación de trenes de Tolosa. Viene también a abrir Paul Higgs y compartimos la fecha con Carmen Sánchez Viamonte y su banda, que tienen un show que si no lo vieron vayan ya, porque son geniales. La idea es que cuando presentemos los temas que grabamos ella cante con nosotros, y en una de esas viene Richard también a la presentación de La Plata.
Con este próximo show en La Plata en mente, ¿cómo contarían un show de Mostruo! en vivo para aquellos que aún nos los vieron sobre un escenario?
Me animo a decir que es un show que conmueve un poco. Pasa algo, hay una conexión con el público muy sentida. No somos de agitar ni nada, pero lo sentimos y somos de prendernos fuego bastante. Tocar para nosotros es un acto fuera del tiempo. Son un poco rituales nuestros recis, cuando salen bien son rituales para quemar los bichos.
Escuchá No morí de Mostruo! en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).