El disco debut de Panchito Villa sirve como carta de introducción a una promisoria carrera de compositor pop. El músico argentino es dueño de una sensibilidad melódica única, la intimidad de su voz dibuja armonías que se asemejan a las confesiones de un amigo cercano que agitado por la vida solo puede cantarle al oyente al oído.
Oriundo de Parque Chacabuco, Panchito dio sus primeros pasos prestando su talento en proyectos de amigos del colegio Mariano Acosta. Empezó participando en las producciones de Renzo Montalbano, que luego derivarían en contribuir como instrumentista de la banda Gativideo. Luego formó parte de las bandas de Facu Tobogán y de Tani Wolff, y de a poco fue forjándose como el as de espadas de una naciente escena indie. Estudiante continuo de la música (estudia en el conservatorio Manuel de Falla) al día reniega de su papel de comodín pero sabe que las experiencias que postergaron su lanzamiento como artista en solitario le sirvieron de influencia para encarar su proyecto de manera sólida.
¿Cuáles fueron los tiempos y los costos del disco?
La cuestión empezó en diciembre 2018. Comenzamos la grabación en Estudio Titanio, donde hicimos sesiones principalmente para grabar todas las batas. En marzo me fui a Estudio Urbano que por suerte tenía unas jornadas de grabación gratis. Las había aplicado Agus Suaya que está laburando como manager. En realidad iban a ser sesiones para un compilado de Yolanda, pero como las bandas del sello colgaron y lo usamos para mi disco. Tuvimos todo un mes de jornadas para regrabar cosas. En agosto ya estaba terminando la mezcla con Julián Príncipe. En sí, gasté más en el videoclip de “Sábado temprano” que en el disco. Se me fue un poco de la mano porque lo hice con amigos y les quería pagar a todos, pero lo súper valió porque estoy feliz con el resultado. Hubo mucha energía de todo el mundo y todos en un plan re profesional.
¿Cómo se dio el proceso de llegar al estudio con las canciones? ¿Llegaste con todo en la cabeza o hubo arreglos de último momento?
Lo que pasó fue que hicimos un laburo previo re intenso de ensayar con la banda, los temas del disco tienen arreglos de todos. Veníamos de tocar mucho con el conjunto, de manera orgánica se dio que teníamos un disco reproducible en vivo. Al momento de llegar a Titanio, todas las líneas estaban compuestas excepto los arreglos de cuerda que los compusimos una semana antes con Príncipe. Los hicimos con un teclado midi y no tuvimos tiempo para ensayarlos, pero por suerte quedaron de lujo. Cuando llegué a Estudio Urbano me dediqué principalmente a regrabar guitarras y hacer retoques de overdubs.
El disco está muy influenciado por el indie neoyorquino y el estilo de Mac DeMarco, pero tiene un quiebre de la esencia lo-fi…
Es como una síntesis de todo lo que escuché en una parte de mi vida. De 3 a 4 años hasta hace 2 años. Es como el embudo de un despertar musical. Yo ya venía escuchando música desde chico pero cuando se me dio de salir a tocar fui influenciado por todo ese movimiento. Así es que el disco se da como un cruce entre toda esa escena indie post 2010, donde priman las capas de guitarras, y mi descubrimiento de artistas en español que me encantan como Javiera Mena. También pasó que me enamoré de la música de Fito, y ahí rompí con eso de la escuela indie de la voz bajita como una textura instrumental, y me propuse cantar con la voz en primer plano. Hay una búsqueda de un sonido pulcro que también es sacarme el ropaje lo-fi. Parte de la proyección de querer que lo escuche hasta mi abuela y que le guste tiene que ver con esta impronta de lograr un sonido limpio.
¿Cómo es tu método de composición?
Generalmente soy muy auto exigente y los resultados que más me gustan son cuando salen letra y música juntos. No me gusta estar luchando con una letra. Si algo sale muy forzado lo descarto. En ese sentido soy espontáneo. Quizás con la melodía no tengo drama en luchar porque lo musical requiere esa pelea. Me cuesta un poco perfeccionar las letras, pero en general intento que sean como mini impresiones o minimalistas. La gloria es que salgan las dos juntas. Si bien siempre fui de quitarle puntos al rol de la letra en un tema, a la vez no me gustan las canciones con mala letra. Prefiero las letras con algo fonético musicalmente hablando, como que tiren ese gancho. Su contenido tiene que estar intrínseco al tema.
¿Te reconocés como un compositor pop?
Sí, me gusta la concepción que propone el género. Soy partidario de esta idea de los artistas que tienen muchos recursos pero se despojan de eso para generar buenas canciones. Si bien no soy una persona con todos los recursos musicales, me siento interpelado por artistas como Charly o blink-182, que son gente que estudió institucionalmente y tienen con qué hacer música híper compleja, pero tienen esa premisa popular de decir algo para todos. Ese poder de síntesis y la habilidad de estar conectado con el público me parece genial. Creo que ahí está la diferencia entre el músico y el artista, en hasta dónde quiere llevar sus pretensiones musicales y de creación.
¿Sos afín a la idea de que el disco tiene que sonar como el vivo?
La verdad que no, soy más de la escuela de los que piensa que el disco debe ser un concepto en sí mismo que te lleve a un no-lugar, este espacio que no sabés muy bien dónde está o siquiera muy bien qué es, pero que habita indefectiblemente en la cabeza, en el imaginario.
¿Qué opinás del ascenso del trap?
En general, trato de tener esta actitud de dejarse tomar. Tratar de ser lo más desprejuiciado posible sin volverse loco. Me interesa musicalmente, como todo fenómeno nuevo. Yo no iría contra la corriente criticando. Creo que hay que apropiarlo como género. Lo que no me gusta es la parte de tener que vender un estilo de vida para ser influenciador. Creo que si en vez de crear la idea de un estilo de vida se laburase en hacer arte, sería todo mucho más productivo. Esta cosa de exhortar al otro a hacer algo, por momentos parece una bajada de línea. Me parece valorable que hayan aparecido traperos con cierto mensaje social en esta época. Aunque artísticamente no me interesa esa bajada porque hicieron que esa corrección política fuera estéticamente aceptable.
¿Qué planes tenés a futuro?
Este año quiero sacar cuatro temas nuevos con cuatro videos distintos. Quiero hacer un tema cada dos meses y a la vez estar laburando temas para un disco nuevo. Me pasó que una vez que solté los temas del disco, me hice espacio en la cabeza para componer cosas nuevas y surgieron cosas muy diferentes entre sí. Tengo material que no forma parte de un nuevo disco, que son estos sencillos que voy a a sacar. Bueno mirá, justo hay un tema que es como medio trap que tiene como una base característica y que parece provenir del inframundo. No sé si me emociona tanto la idea de tocar en vivo, no me cierra. Me genera también mucha exigencia construirme una imagen estética del vivo. Estoy luchando un poco con eso. Se me hace antigua la idea de calzarme los instrumentos y tocar en vivo. Pienso que en el futuro quizá sea showman, sin nada encima.
Panchito Villa se presenta el sábado 29 de febrero a las 19 h en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA), la entrada es gratuita.
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Foto principal: Magalí Huarte.