Se lució con sus personajes en distintas series del canal de la UN3 (Tiempo Libre, Eléctrica -que tuvo dos temporadas y un especial de Navidad- y Psicosomática, donde protagoniza); además dirigió un cortometraje escrito por ella misma y hasta fue una de las invitadas a la ya clásica boda de Relatos Salvajes. Durante un año se la vio en La Pilarcita, una obra de María Marull que juntó premios y aplausos en El Camarín de Las Musas (donde continúa) y por el país: recientemente se destacó entre la programación del Festival de Teatro de Rafaela. Fue allí mismo donde Paula Grinszpan habló con Indie Hoy sobre vivir, relacionarse, crecer y dar nuevos pasos en el mundo de la actuación; el furor por las series web (el primer episodio de Psicosomática fue visto por más de 130.000 internautas) y cómo crece la relación de los actores con sus personajes, sus colegas y su oficio.
¿Cómo arrancaste en la actuación?
Empecé a estudiar teatro cuando tenía 15 años. Siempre me gustó mucho, mi papá me llevaba seguido a ver obras de Hugo Midón, que es como un genio de la comedia musical infantil. Yo me acuerdo que veía esas obras y pensaba “yo quiero hacer eso”. Así que siento que surgió un poco ahí. Luego arranqué a estudiar y no paré.
Sin embargo vos cuando terminaste la secundaria te fuiste a estudiar otra cosa, ¿no?
Claro, estudié Periodismo. Porque en ese momento yo pensaba que no me iba a poder dedicar a la actuación. Me parecía que iba a ser muy difícil y dije “bueno, voy a estudiar algo y sigo actuando”, lo dejé más como un hobbie. Hice un terciario en Periodismo y al final se dio solo, que terminé trabajando de actriz y no de periodista.
¿Y cómo es ese paso en que uno se va metiendo en el mundillo de la actuación?
Yo creo que es un poco desde el estudio y desde los grupos que vas conformando en esa búsqueda. Te encontrás con gente y empezás a hacer cosas, tenés gente con la que sentís cosas en común, el mismo humor, el mismo lenguaje. Cuando terminé la escuela de Midón me metí en la de Nora Moseinco y ahí es como que encontré gente con la que compartía muchas ideas sobre la actuación; el mismo código. Con ellos empezamos a actuar y se fue dando solo: hicimos una obra, nos vino a ver gente, nos empezaron a conocer un poco más. No se dio como una búsqueda, fue más un encuentro.
En Psicosomática los personajes tienen dudas o conflictos con lo que quieren hacer con sus vidas, hay como una crisis general sobre eso: estudiar una cosa, hacer otra. ¿Te pasó algo parecido?
La verdad es que tuve la suerte de que mis papás son bastante abiertos y nunca me impusieron nada como a Maia [su personaje en esa serie], que en su caso los padres querían que sea arquitecta. Siempre lo vi con bastante libertad. En todo caso era más una cosa mía, de preguntarme qué voy a hacer yo, ese miedo de no poder vivir de lo que quiero hacer y tener que trabajar de algo que no me gusta.
Vos también dirigiste y escribiste el guión de un cortometraje. ¿Cómo te manejás con esos otros dos roles?
Yo me siento muy cómoda actuando, y es lo que más hice también. Me gusta bastante escribir e hice el corto una vez que escribí un guión y lo llevé a cabo para poder probar cómo era sentirme en el rol de directora, que también me re interesaba. Yo también doy clases, y eso es algo en lo que me siento como muy feliz. La actuación y dar clases son las cosas donde me siento más cómoda. Dirigir y escribir son cosas que probé. Y de hecho dar clases tiene que ver con la dirección también; pero prefiero encararla desde un ámbito más… “educativo”, por decirlo de alguna manera.
¿Cómo es ese punto en el que sentís que lo que hacés también podés enseñárselo a otra persona? ¿En qué momento uno se siente preparado para estar del otro lado y enseñar?
En mi caso yo tomé muchos años clases con Nora Moseinco, que es la maestra que siento que nos une a todo un grupo de actores interesados en las mismas cosas (un cierto lenguaje, la improvisación, y demás), y se fue dando porque uno de sus profesores me dijo de ser asistente y me empezó a interesar la mirada que uno empieza a tener. Es como ayudar a encontrar a otro ese mismo trabajo. Es muy interesante y muy lindo, y se fue dando así. Más tarde Nora me dijo de dar clases en su escuela; tuve una etapa de formación con ella, en la que teníamos reuniones y charlabamos y qué se yo, y de esa manera se fue dando. Siento que tiene que ver con que me gusta tanto que también me gusta poder ayudar a generar herramientas, para que otro también encuentre esa forma.
¿Qué opinás de este formato, de estas series que son creadas exclusivamente para la web?
Para mí está re bueno, más que nada porque le permite a gente que no tiene tantos recursos hacer cosas copadas con menos plata, y que igual lo vean muchas personas. Eso está buenísimo. Es como un medio más, y que genera algo genial. De pronto lo ve mucha gente y es re loco. Yo estoy re contenta, es como algo que descubrí. Yo nunca fui mucho de las redes sociales. Cero. No me gusta Facebook ni nada de esas cosas, y al final como que le encontré su costado copado.
¿De qué manera se trabaja en ese ambiente? ¿Hay algo que cambia, que se piensa distinto al ser un producto “online”?
Me parece que no tiene tanto que ver con si es para Internet, o es para la tele, o para qué. Tiene que ver con el grupo y con el trabajo determinado. En general a mí me tocó siempre trabajar con amigos en estas series. Entonces fue muy relajado y muy desde lo lúdico, como un trabajo que no es un trabajo, y tiene mucho de placentero.
Anoche en una de las funciones en el festival de Rafaela, entre el público había muchas caras con las que compartiste proyectos, como Margarita Molfino (Relatos Salvajes) y Ariel Pérez de María (Tiempo Libre). Además de que estabas en escena con Lucía Maciel, tu compañera en Psicosomática. ¿Cómo es ese mundillo de la actuación? ¿Hay más compañerismo que competencia?
Y, es un mundo pequeño *risas*. No, la competencia no es algo en lo que piense. Uno en todos los ámbitos puede encontrarse con competencia, pero tiene que ver más con la búsqueda de cada uno. Para mí hay más compañerismo; es compartir algo. Además es re lindo encontrarse en un festival con gente que hace lo mismo que vos, e ir ver las obras de los otros, y esas cosas.
En Buenos Aires, La Pilarcita estuvo viernes y sábados con dos funciones cada noche. En el festival de Rafaela también hicieron dos consecutivas. ¿Cómo te llevás con tu personaje después de que lo hiciste tantas veces? ¿Vas descubriendo cosas nuevas?
Sí, para mí cuanto más hacés la obra, sí o sí le encontrás cosas nuevas. Cuanto más automático se vuelve algo del texto, que ya lo tenés tan tan incorporado, empezás a descubrir nuevas cosas. También porque no existen dos funciones iguales, son todas distintas. Incluso pasa que el texto termina teniendo cosas que aportamos nosotras. De tanto jugarla, el trabajo se abre a todos.
¿Cómo te trató el Festival de Teatro de Rafaela, cómo lo viste?
Estuvo buenísimo, la verdad. Nos trataron genial en todo sentido, y hacer dos funciones en una sala tan linda, tan cuidada, fue muy copado. El público re generoso, muy buena onda, se engancharon. Es una experiencia genial. Además Rafaela es hermoso, me pareció muy lindo, me sorprendió. No la conocía, no sabía con qué me iba a encontrar. Re lindo, re cuidado y tiene algo re interesante a nivel cultural.
¿Y ahora, qué planes tenés para el futuro?
Ahora tanto Lucía como yo vamos a ser reemplazadas en La Pilarcita, pero la obra sigue. Y mientras yo seguiré con las clases y sigo actuando por un tiempo, hasta que dé.