La trayectoria de Mike Hadreas es una de constante florecimiento. Sobre el escenario, encarna la extroversión, pavonea con stilettos y sepulta cualquier resabio de heteronorma. Y sin embargo, el poder en semejante porte puede distraer de la introspección que definía a sus primeros trabajos. El músico de 38 años inició el proyecto Perfume Genius para exorcizar traumas arraigados en sus vivencias como persona queer y crónicamente enferma. La franqueza de sus relatos vino aparejada de una creciente notoriedad. Sus primeros dos discos, Learning (2010) y Put Your Back N 2 It (2012), albergaron meditaciones de piano sobre depresión, adicción y el anhelo por la saciedad. Con su quiebre comercial, Too Bright (2014), el arte de Hadreas se tornó más declarativo y muscular, más avocado a la construcción de mundos nuevos que a la confesión de aquellos internos. Esto desembocó en la ornamentación art pop de No Shape (2017), hasta entonces la afirmación más potente de su persona.
Set My Heart on Fire Immediately, el quinto LP de Perfume Genius editado el pasado 15 de mayo por Matador, es otro paso en su camino hacia el agigantamiento. Al igual que en No Shape, una figura de piano preludia la explosión que asentará el sonido de toda la escucha (en ambos casos sucede al minuto 1:10). En “Otherside” se anunciaba una lluvia de glitter; ahora, “Whole Life” le cede el paso a violines y guitarras. Set My Heart on Fire Immediately es un trabajo estilísticamente heterogéneo, pero siempre anclado en el Americana. Acá, Hadreas actualiza el gran cancionero norteamericano, insertándose en las mismas narrativas que tradicionalmente lo excluyeron y reclamando esos espacios para sí. El disco encandece, recorriendo todo desde las baladas de antaño hasta el shoegaze de los noventa. Para tal propósito, ensambló un elenco que incluye al productor Blake Mills y a una serie de sesionistas legendarios como Pino Palladino, Jim Keltner, Matt Chamberlain y Rob Moose.
Que se arme de semejantes talentos es indicativo del lugar en el que se encuentra Mike Hadreas hoy. Si antes cantaba sobre la dismorfia y el deseo de trascender su propia corporalidad, hoy se regodea en ella, desnudándose hasta la cintura en el arte de tapa y celebrando la proximidad de los cuerpos. Llamando desde su casa en Los Ángeles, Hadreas habló con Indie Hoy para discutir en profundidad sobre su nuevo trabajo.
Hace unos años escribiste en un tweet que tu próximo álbum sería tu equivalente a Nebraska de Springsteen. ¿Pensás lo mismo ahora que el disco está completado?
Tengo toda clase de ideas todo el tiempo. Como no escasean, me resulta difícil proyectar a largo plazo ya que siempre termino teniendo ideas nuevas para el momento en que la inicial se completa. Pero este disco sí tiene esa energía de Nebraska, seguro. El disco anterior es un ejemplo de lo que te digo, ese también se suponía que iba a ir por ese lado y terminó siendo otra cosa.
¿Qué buscaste lograr con Set My Heart on Fire Immediately en comparación a tus trabajos anteriores?
Lo más característico del disco para mí es que hay una armonía o conciliación entre la forma en la que escribía antes y la forma en la que escribo ahora. Al principio, cuando no podía suponer que alguien me fuese a escuchar, escribía historias que eran íntimas y personales de una manera muy privada. Con el correr del tiempo, empecé a sumar gente y el sonido creció. La historia ya no pasaba únicamente por lo lírico, sino que el mismo sonido estaba narrando cosas. La música se volvió más ruidosa y experimental y expansiva. Y este disco une todas esas cosas. El sonido es grandilocuente cuando tiene que serlo pero también hay momentos íntimos y trágicos que me remiten a cómo solía escribir. Fue liberador poder unir estos costados y descubrir que había espacio para que coexistan.
Mi canción favorita del disco es “Jason”, ¿podrías contarme un poco de las circunstancias que inspiraron esa canción?
Bueno, tiene que ver con lo que conversábamos recién. Estábamos hablando de cómo solía escribir. En un comienzo, hablaba mucho sobre la memoria y escribía acerca de cosas que me habían sucedido. “Jason” es un documento de algo que me sucedió en una relación que tuve con alguien, un vínculo que fue muy breve y efímero. No fue caótico, aunque he tenido varios de esos. Pero yendo a las especificidades, la canción retrata un momento muy extraño porque sentía que se me requerían cosas que no eran habituales. Fue muy terapéutico, no solo sexualmente sino también emocionalmente. Era raro, él estaba triste y yo también y nos dimos apoyo y contención. Pero a la larga era una cosa vacía, a la larga solo estábamos borrachos. Nunca más nos volvimos a ver. A veces pienso en cómo lo abracé mientras lloraba y me resulta tan poderoso pensar en cómo se puede tener una conexión tan intensa con alguien y que después desaparezca.
Este disco te reencontró con Blake Mills, el productor de No Shape. ¿Cómo es colaborar con Mills y de qué maneras te complementa?
Ambos estamos obsesionados con la música y con la búsqueda constante de encontrar nuevos modos de escuchar, ver y hacer cosas. Él quería darme eso mismo. Buscábamos sorprendernos y encontrar alguna nota escondida. Nuestros procesos son distintos, pensamos y hacemos las cosas de forma muy diferente, pero la intención era la misma. Nos complementamos porque podemos entrar en armonía y realzar las cualidades inherentes del otro. Mi música es mejor por tenerlo siendo parte del proyecto. Confío mucho en él también, su criterio, sus habilidades, su técnica y su forma de pensar la música. Es una asociación muy satisfactoria.
Tu disco No Shape giró en torno al anhelo de trascender el existir en una forma física. ¿Cómo te encontrás hoy en día en tu relación con tu propia corporalidad?
Este disco es más pesado y me encuentra intentando habitar mi cuerpo en lugar de escaparme de él. Antes creía que la única forma de tener algo de trascendencia o de paz supernatural era alcanzando otro lugar al que solo se podía acceder en un sueño o descargando mi consciencia en internet, no teniendo un cuerpo. De alguna forma descubrí que a través del baile y otras actividades podía conservar un poco de esa magia precisamente estando híperpresente, híperfísico, híperconectado con los demás. Me daba muchísimo miedo eso. Fue muy extraño pero me empezó a pasar. Me di cuenta de que puedo estar presente en un lugar, pensar acerca del cuarto en sí en el que estoy parado, y que ese mismo acto sea un portal a esa clase de magia. Es una idea nueva para mí así que la estoy descifrando, pero bailar y estar con cuerpos ajenos me ayudó a encontrar esa magia, la magia de escribir y la magia del lugar al que van mi cerebro y corazón cuando estoy solo pensando y buscando. Encontré eso en la fisicalidad, el baile, levantando gente y dejando que me levanten. Este disco está basado en la conexión, en vivir el momento y estar más presente, pero preservando esa cosa abstracta a la que creía que solo podía acceder estando por mi cuenta.
¿Cómo venís lidiando emocionalmente con la cuarentena? ¿De qué formas te mantenés ocupado? En un artículo de Pitchfork compartiste lo que estabas escuchando, ¿hay alguna otra cosa que quieras sumar?
Estuve escuchando mucho a Townes Van Zandt y lo que amo acerca de su música es que es una persona muy resignada. Tiene una forma muy seca de hablar sobre lo bueno y lo malo de todo. Su aceptación de lo horrendas que pueden ser las cosas es muy liberadora para mí. La mayor parte de mi vida se ha tratado de aliviar heridas y hacerme sentir mejor. Empezar a aceptar que eso no es posible me reconforta. Es difícil en estos momentos sentirse mejor, no queda otra que aceptar que las cosas son aterradoras y vamos a tener que estar incómodos viviendo con incógnitas por un tiempo. Uno solo puede leer las noticias y llamar a su familia hasta cierto punto. Esto va a seguir sucediendo, pese a lo mucho que me cueste aceptar el desasosiego.
Muchos músicos tuvieron que postergar sus lanzamientos, ¿tuviste que barajar la posibilidad?
No creo, no. Yo escribo las canciones y después solo le hago caso a la gente que las saca al mundo. [Risas] Pero nunca se habló de retrasarlo. Lo único que vengo haciendo hoy en día es escuchar música. Siempre la necesité y ahora más que nunca.
Escribiste la música de The Sun Still Burns Here, una perfo en colaboración con la coreógrafa Kate Wallich. ¿Tenés planeado publicarla? “Eye in the Wall” es una genialidad, se siente como un tema de Arthur Russell.
Wow, gracias. Grabé la música como si fuese un disco, con letras y todo. Quería que la puedas escuchar y que tengas tu propia experiencia sin sentir que te estás perdiendo algo. Por supuesto que preferiría que todo el mundo pudiese venir a la performance porque el amor que tengo por los cuerpos y por la experiencia está ahí mismo en la música. Pero intenté escribirla y concebirla en paralelo. No quería que sean un drone de veinte minutos o tracks instrumentales. Quería que la gente que lo escuche en su auto pueda adentrarse en un viaje y no sentir que le falta el componente de la danza. Intenté incorporar la danza a la misma música. Así que voy a publicarlo, solo que todavía no sé bien cuándo.
Quería retroceder un poco en el tiempo y preguntarte sobre el video de “Hood”, que tiene una aparición de Arpad Miklos, quien no mucho después fallecería bajo circunstancias muy tristes. ¿Cómo arribaste a la idea de incorporar un actor porno al videoclip? ¿Tenés alguna opinión respecto a la alta tasa de suicidios en la comunidad LGBT, sobre todo en la que es trabajadora sexual?
Uy…
Sí, es difícil esta.
[Risas] Sí, es pesada. Cuando tuve la idea para ese video, lo que buscaba mostrar era la existencia de distintos tipos de identidades, de intimidades y de expresiones; cómo la fuerza y la fragilidad pueden existir al mismo tiempo y no lucir como se supone que deberían hacerlo. Hay muchísimas reglas estrictas sobre cómo las cosas deberían lucir y ser. Yo siempre sentí que existía por fuera de muchas de ellas pero dentro de muchas otras también. Es una mezcla muy confusa de sentimientos. A veces me siento una anomalía y a veces me siento muy normal. Me encanta ir al shopping. [Risas] Y puedo estar completamente desbordado al mismo tiempo. No sé por qué estoy contándote esto. Siento que no tengo mucho sentido. Tengo muchas cosas en contradicción y a la gente no le gusta que uno no tenga sentido. El mundo quiere que seas una sola cosa, pero nadie lo es. Y es tan difícil vivir en un mundo donde sentís que estás yendo en tantas direcciones al mismo tiempo. Donde se supone que tenés que haber resuelto absolutamente todo, saber quién sos y estar orgulloso de eso pero sin haber recibido apoyo, ayuda, un mapa o una guía. El mundo no está configurado para que consigamos eso. Podemos conseguirlo y podemos encontrarnos entre nosotros, pero es difícil, en especial cuando sos joven o no tenés una familia. Es difícil esperar a encontrar una familia o esperar a poder armar la propia. Y es difícil encontrar un lugar donde te sientas seguro simplemente siendo. Mucho de ser queer tiene que ver con esperar. Y es tan solitario. Hay una soledad intrínseca. Si esperás, vas a encontrar algo. Solo deseo que la gente espere hasta encontrarlo.
Mucha de tu música lidia con el anhelo y el deseo. ¿Qué anhelás y deseás hoy?
Cuando era más chico, quería vivir con todo mi corazón y tener todas las experiencias posibles y todo el amor posible, todo lo posible de cualquier cosa. Pero a la larga se tornó muy destructivo y se sintió como una pulsión de muerte. Las drogas, lanzarme de un lado a otro, esas cosas se sentían como sentimientos grandes pero estaban vacías y yo también. Y ahora estoy descubriendo, quizás por primera vez, que puedo tener ese sentimiento de euforia de manera saludable. Puede haber lugar en mi vida para la dicha sin que tenga que ser vacía.
Escuchá a Perfume Genius en todas las plataformas de streaming.