Siete largos años pasaron desde A Moon Shaped Pool (2016) envueltos en un silencio de ultratumba. Desde entonces, Radiohead solo dio el brazo a torcer para ocasiones especiales: los aniversarios de Ok Computer en 2017 y Kid A Mnesia en 2021. Durante este retiro, los miembros de la banda exploraron otros horizontes y trazaron rutas solitarias que les ayudaron a transitar la pandemia para canalizar un torrente de creatividad desenfrenada. Por supuesto, ¿cuánta distancia se puede esperar de tanta lava ardiente?
Por un lado, Jonny Greenwood y Thom Yorke se sumergieron en The Smile. Por el otro, Ed O’Brien afianzó su camino como EOB y Colin Greenwood estuvo de gira con Nick Cave y Warren Ellis. En paralelo, Philip Selway, meticuloso como un relojero buscando el tic-tac perfecto, dedicó este lapso a construir su tercer álbum en solitario, Strange Dance. En la quietud del abismo, la música encontró nuevamente su voz.
El resultado de esta exploración fue una sinfonía libre de etiquetas, gestada en colaboración con el guitarrista de Portishead, Adrian Utley, la multiinstrumentista Quinta, la cellista Laura Moody, la artista electrónica Hannah Peel y la baterista Valentina Magaletti, bajo la producción de Marta Salogni. Juntos, esta ecléctica banda rompe barreras y refleja la valentía artística de Selway, quien abraza la incertidumbre y desafía la comodidad, guiada por el inquebrantable ritmo de su visión vanguardista.
Strange Dance es una odisea sonora que se aventura por una amplia variedad de géneros y texturas. Con una paleta que incluye cuerdas, metales y sintetizadores, las canciones oscilan entre momentos etéreos y meditativos hasta explosiones de optimismo radiante. Encontramos en ellas destellos de pop, rock alternativo y elementos electrónicos, así como toques de música orquestal y ambient. El resultado es un sonido enigmático, envolvente y expansivo, pero no deja de ser abrasador ni en los momentos más álgidos, invitándonos a explorar su profundidad y complejidad emocional sin ataduras.
El álbum se titula Strange Dance. ¿En qué sentido imaginaste la música como una danza extraña?
En el núcleo, hay una idea de una extraña danza en la que intentás equilibrar todos estos elementos aparentemente irreconciliables en tu vida. Pasás por muchas contorsiones, pero de alguna manera, encontrás tu camino a través de ello. Hay una coreografía en todo esto. Y son ese tipo de relaciones las que te ayudan, todos estos dilemas en los que podrías encontrarte y en los que estuviste tratando de encontrar una solución. El baile extraño se refleja también en los elementos musicales, ya que cada uno de ellos son muy contrastantes. Sabía que quería crear un paisaje sonoro muy grande, que fuera alto y amplio, pero con una vocal muy íntima en su corazón. Dentro de ese espacio, quería hacer lugar para las voces musicales que podía escuchar y que se habían construido con personas a lo largo de los años de mi trabajo. Así que músicos como Quinta y Adrian Utley fueron fundamentales. Y Laura Moody, quien realizó todos los arreglos de cuerdas y vientos en el álbum. También Hannah Peel, Valentina Magaletti y luego influyeron mucho mi perspectiva el trabajo en bandas sonoras. Así que quería desarrollar eso y explorar texturas más orquestales. Se trató de unir todos estos elementos diferentes y, sí, es un baile extraño a lo largo de todo el álbum.
En la letra de tu primer single, “Check for Signs of Life“, cantás “And this life has changed forevermore”. ¿A qué clase de cambios te referís?
Esa canción es muy significativa para mí. Era consciente de que había pasado bastante tiempo desde que había lanzado algo y, durante ese tiempo, hubieron muchos cambios enormes en el mundo. Era una reflexión sobre cómo esos cambios afectan todo. Ese proceso de cambio impacta en uno, hay una sensación de desplazamiento. Todos pasamos por ese proceso de haber estado encerrados en nuestros propios mundos durante la pandemia y luego salir y tratar de encontrar nuestro lugar nuevamente en el mundo exterior y lidiar con las secuelas emocionales de todo lo que había sucedido en ese tiempo. Creo que esos eran los cambios a los que me refería. Pero eso se aplica a cualquier transición que atravieses en tu vida. Quería hacer que las letras fueran de alguna manera más universales. No quería que se trataran tanto de mí, que estén arraigadas solo en experiencias personales. Quería sacarme a mí mismo de la canción para que las personas pudieran adentrarse en ellas como oyentes, encontrar algo que espero sea muy empático en ellas, pero luego proyectar su propia narrativa en la canción para que ese espacio se convierta en su propio espacio.
¿Cómo describirías el proceso de experimentación que marcó la diferencia con tus álbumes anteriores?
Creo que en este álbum la amplitud de la instrumentación fue mucho mayor. Se incorporaron muchas más voces musicales de personas con las que he construido relaciones musicales en otros proyectos, como el trabajo en bandas sonoras o con la compañía de danza Run Bed. Y, por supuesto, Quinta, con quien he colaborado desde los inicios de mi carrera en solitario. Hay una mayor diversidad de voces musicales presentes. Siento que es la culminación de esa primera década de mi trabajo en solitario, donde todos esos elementos convergen y puedo explorar texturas más orquestales con secciones amplias de cuerdas y metales. Si retrocedo al momento en que comencé a hacer mi trabajo en solitario, en ese entonces me propuse hacer tres álbumes y ver hasta dónde podía llegar en ese tiempo. Y este álbum se siente como la conclusión natural de ese proceso. Y, por supuesto, espero que no sea el final. Espero poder crear más discos en el futuro.
¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a decidir que Marta Salogni era la persona indicada para la producción?
Ella fue la primera persona a la que acudí cuando pensé en hacer el álbum. Originalmente trabajé con ella en mi segundo disco, Weatherhouse, donde ella se encargó de la ingeniería de las sesiones de grabación de mis voces. Me di cuenta de su enfoque en lo sonoro, la forma en que gestionaba las sesiones, su buen gusto musical y, en general, su actitud en el estudio. Sabía que quería trabajar con ella de nuevo. En el tiempo transcurrido, ella siguió adelante y realizó un trabajo increíble en ingeniería, mezcla y producción. Por eso, cuando estaba pensando en este álbum y en todos los diferentes elementos musicales que quería reunir, Marta era la persona que deseaba tener en el puesto de productora. Sabía que ella crearía la atmósfera adecuada en el estudio, una atmósfera muy colaborativa. Marta trabaja de forma rápida, escucha a todos y tiene en cuenta lo que cada uno desea aportar a la sesión, y puede fusionar todos estos diferentes elementos. Es un talento excepcional y tengo mucha suerte de que haya aceptado hacer el álbum.
¿Podrías expandir la idea detrás de la danza que se explora en las canciones y los videos del álbum?
Hay dos aspectos importantes que influyen en mi proceso creativo. Por un lado, cuando escucho o estoy haciendo música, siento que las cosas encajan cuando visualizo movimiento en mi cabeza. Algunas personas tienen sinestesia y ven colores, pero en mi caso veo movimiento. Por otro lado, estuve colaborando con la Compañía de Danza durante varios años, trabajando en una pieza junto a Quinta y Adem Ilham. Durante ese tiempo, construí relaciones de trabajo y colaboración creativa con los bailarines de la compañía. Hablamos sobre posibles proyectos futuros y eso me llevó a pensar en cómo representar visualmente el álbum en videos. En mis conversaciones con Simone Damberg Würtz y Liam Francis, dos bailarines con los que trabajé, surgió la idea de desarrollar una pieza de danza que se relacionara con las canciones del álbum. En mi mente, visualicé un cuarteto de bailarines compuesto por Simone, Liam y dos destacados nombres de la danza británica, Siobhan Davies y Kenneth Olumuyiwa Tharp. Esta coreografía sería un diálogo entre los seres del pasado y del futuro, reflejando las narrativas de las letras y enriqueciendo el contenido emocional del álbum. Fue un privilegio trabajar con estos bailarines excepcionales y pasé mucho tiempo en los estudios de danza en los últimos meses. Fue una experiencia asombrosa.
¿Qué recuerdos te inspira el contexto que rodeó la creación de tu segundo álbum en solitario, Weatherhouse, cuando se acerca el décimo aniversario de su lanzamiento?
No puedo creer que se acerquen los diez años. Aún siento que es algo muy reciente. La génesis de ese álbum fue después de la gira de Radiohead por King of Limbs, momento en el que comencé a escuchar mucha música de Adem Ilhan y me encantaba su trabajo. Incluso tocamos juntos y sentí que era alguien con quien quería colaborar. Así que decidí no producir el álbum yo mismo. Quinta también estuvo involucrado, había colaborado previamente con él en mi primer álbum, Familial, y en Weatherhouse formamos un trío central. Fue un proceso de colaboración en el que estaba buscando definir mi identidad como compositor y explorar diferentes texturas musicales. Estaba realmente orgulloso de ese disco, aunque en realidad estoy orgulloso de todos mis álbumes. Para mí, es emocionante ver cómo mis ideas musicales se proyectan en diferentes contextos y puedo incorporar diversos elementos musicales. En Weatherhouse tuve la oportunidad de trabajar con un cuarteto de cuerdas por primera vez en mi propia música, el Elysian Quartet, y fue durante esa colaboración que conocí a Laura Moody, una integrante del cuarteto. A partir de ahí, nuestra relación musical se desarrolló y posteriormente trabajamos juntos en bandas sonoras. Considero que Weatherhouse marcó un punto crucial en mi carrera solista, ya que estableció relaciones musicales y abrió nuevas posibilidades creativas que influyeron en mi trabajo en la última década.
Tiempo atrás describiste los procesos de grabación de Kid A y Amnesiac como “fabricar música en el estudio”. ¿Qué recordás de esa experiencia?
En aquella época fue una perspectiva de trabajo diferente para nosotros. Hasta entonces, solíamos basarnos en las actuaciones de la banda en el estudio y construimos a partir de ahí. Sin embargo, la dinámica cambió. Nos adentramos en capas y texturas más complejas, experimentando con diferentes elementos sonoros. Si bien hubo algunas grabaciones de la banda, el enfoque principal fue crear un álbum cuidadosamente elaborado en el estudio. En retrospectiva, considero que fue un proceso muy valioso para nosotros. Nos permitió explorar nuevas ideas y caminos creativos, desafiándonos a nosotros mismos y expandiendo los límites de nuestra música. Además, esta experiencia en el estudio tuvo un impacto significativo en nuestras presentaciones en vivo, ya que aprendimos a llevar ese sonido elaborado y detallado al escenario. Si bien no fuimos los pioneros de este método en ese momento, definitivamente cambió la forma en que abordamos la creación musical. Fue un punto de inflexión en nuestra evolución artística y sentó las bases para lo que siguió.
Hablando de aniversarios, este año se cumplen dos décadas desde Hail to the Thief, un disco que marcó a muchos fans de Radiohead. ¿Qué sentís al escucharlo hoy en día? ¿Qué recordás de su lanzamiento?
Parte de la creación de Hail to the Thief se debió a que cada álbum que hacemos siempre se siente como una reacción al anterior. En este caso, había una mayor presencia de actuaciones de la banda, pero también incorporamos elementos más electrónicos. Podría decirse que el álbum es como dos discos en uno, con una parte centrada en las actuaciones de la banda y otra con una estética más electrónica. Recuerdo especialmente las sesiones que hicimos en Ocean Way para comenzar el álbum en Los Ángeles. Fue un contexto totalmente diferente para nosotros trabajar allí. Luego nos trasladamos a nuestro estudio cerca de Oxford, donde comenzaron a tomar forma canciones como “There There“. De verdad, recuerdo que se sintió como si estuviéramos haciendo dos álbumes diferentes al mismo tiempo. Esa experiencia también influyó en la forma en que abordamos la creación de In Rainbows, ya que encontramos una fusión de los elementos presentes en ambos discos.
Escuchá Strange Dance de Phil Selway en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).