Hay una huella acuática en la música de Renata di Croce. Sea al ritmo de la marea, al tronar de la lluvia, o anclada en una lágrima cayendo por su mejilla, la artista argentina parece fascinada por abstraer la armonía -y el tormento- inherente a las transiciones amorfas del agua, y sus poderosos efectos en nuestras emociones. Sea lo cristalino del amor, o la hondura de la tristeza. Sea junto o separado. Mejor aprender a nadar contra la corriente de un remolino privado, antes que ahogarse en la falta de coherencia que esconden los sentimientos. Porque en ellos también habitan infinitos vestigios y tesoros de un reino perdido. Es nostalgia en su estado más puro, y a la vez, un renuevo de lozanía con el deseo de sumergirnos en un trance orgánico desde una perspectiva multisensorial. Haciendo eco de su elegía preliminar: “Lo que se mueve dentro es como el mar”.
La frescura y la melancolía son dos caras de la misma moneda en El cuerpo de la nueva era, su cálido y reluciente álbum debut, el cual formó parte de la selección de los mejores discos del 2021 en Indie Hoy. La intimidad sustancial del dream pop le permitió a la artista originaria de La Plata profundizar a modo de catarsis en el enigma insondable del ser mediante una poética sensible, fluvial y reveladora; mientras que los pulsos electrónicos del house se encargan de desdibujar su fragilidad emocional en canciones que estimulan el movimiento corporal a través del dinamismo y espacialidad de los sintetizadores.
“Es un disco pensado de principio a fin, cubriendo cada una de las aristas que para mí implicaban el encuentro con el cuerpo -cuenta la artista-. Desde la inocencia, la liberación, el baile, la búsqueda del bienestar, el encuentro con lx otrx y el verdadero cuerpo del que hablo, que es un cuerpo colectivo. Como dice la primera canción del disco: ‘Y hoy no esperaba encontrarme, pero te vi bailando’”. Producido por Iñake y Marte Attacks, El cuerpo de la nueva era difumina el horizonte entre lo personal y lo político para magnetizar nuestra atención con una analogía del sortilegio que entraña el canto de las sirenas en una odisea irisada.
Meses después de publicar el single “Diferente” en abril de este año, Renata denotó su exploración creativa al servicio de alborear los días oscuros a partir de un EP conceptual que cambió el rumbo de su carrera: “Con Bienvenide mi sueño me despedí de la bohemia”, asegura su autora. Las tres canciones cristalizan su imaginario onírico al combinar fragancias de lo que fue, razonamientos en boga y paisajes esperanzadores hacia una emulsión ultrasonora.
“Quería que se escuche en un contexto especifico -continúa-. Me di cuenta que si está lloviendo y está nublado tiene un sentido, pero si hay sol no es lo mismo. En el vivo quiero encontrar la manera de generar ese clima”. 10 minutos son suficientes para que la cantautora veinteañera invite a meditar al oyente acerca de la dualidad ética-afectiva que rige todos nuestros actos con la naturalidad de su voz dulce y reconfortante.
Bienvenide mi sueño amplía tu horizonte a nuevas dimensiones estéticas con un desplazamiento formal que refleja cierta voluntad de experimentación, sin escatimar el sentimentalismo propio de su antecesor. ¿Cuál fue la premisa que despuntó el trasfondo conceptual del EP?
Primero pensé el título. En base a eso hice la primera canción, la cual llamé igual. Quise redundar sobre lo mismo, la primera canción igual que el titulo “Bienvenide mi sueño”, la segunda “Si” y la tercer canción quería llamarla “Mi sueñito”, después se me ocurrió “Trance orgánico” cuando la estaba haciendo porque está bueno decir lo mismo de otra manera. La idea es retratar un sueño hecho realidad y hablar de cómo me sentía. Estás en un trance, pero es todo real. Y quería que eso se refleje en cómo suena la canción.
Cuando no es de forma literal, en tus canciones se pueden distinguir varias alusiones y metáforas acuáticas. Hasta creo que tenés unos corales tatuados. ¿De dónde viene esa influencia?
Eso viene de Cerati, era muy fan de Amor amarillo y Bocanada, toda una etapa que tiene eso del ámbar, del fondo del mar. De hecho, la primera banda que tuve se llamaba Ámbar. Yo hacía las canciones, estaba Iñake -quien ahora me produce-, Marcos Fava y Caro Conzonno, que también hoy hacen su música. Había instrumentos acústicos como un chelo por ejemplo. Entonces viene de toda esa etapa. Podías interpretar a Ámbar como algo que venía de la profundidad, de la oscuridad. Después salió “Como el mar”, que era una canción que hacíamos con el grupo. Con respecto a la lluvia, en lo último que hice es para llevar al oyente a un lugar en específico, una sensación de intensidad, algo que arrasa.
Una pieza clave de tu sonido es Iñake, con quien antes compartías otro proyecto completamente distinto y ahora congenian en la producción. ¿Cómo fue el desarrollo de su colaboración hacia tu propuesta solista?
En la banda que teníamos antes él era percusionista. Dejamos de tener la banda porque no tenía sentido utilizar esos instrumentos para la búsqueda electrónica, así que Iña empezó a producir. Nos fuimos a Magdalena en cuarentena a grabar las ocho canciones de mi primer disco. Magdalena es mucho campo, es re chico, está por afuera de La Plata. Tardamos en hacerlo, pero en el medio aprendimos mucho. En el EP nos dijeron que se nota que logramos el sonido que veníamos buscando desde que empezamos. Hice maquetas de los primeros dos temas, luego llamé a Iña para pulirlos. En el último quise encararlo directamente con él para que sea una sola cosa. Empezamos a usar samples de los dos primeros temas, e hicimos algo full electrónico y muy sintético.
¿Recordás la razón que derivó tu propio despertar estético?
En un principio tenía una banda de folclore donde tocaba la guitarra. Después fue una búsqueda del cuerpo, algo que le pasó a muchas personas. De repente vi que había gente haciendo música en su casa con una DAW. Para mí, era una locura poder producirse desde la compu. Empecé a usar el Ableton, y a buscar música con una finalidad dirigida hacia el baile, un encuentro con el cuerpo, de eso iba el disco que hice antes. Fue experimentar en la compu en mi casa.
Desde hace unos años, La Plata promueve una escena emergente muy significativa con varias propuestas ligadas a la interpretación de la música electrónica con voces e instrumentos. ¿Cuándo te deslumbró esta cualidad autóctona?
Empecé a tocar en la banda con instrumentos acústicos, y de repente vi a Lupe en un formato de electrónica y me quedé de cara. Me encantó lo que estaba escuchando. También vi a Jazmín Mazzuchelli, Paz Asurabarrena, y un montón de proyectos más que me sorprendieron. Ahí me di cuenta lo que quería.
¿Cuál es tu relación con la escritura?
Me gusta mucho escribir, después busco la música que puede ir con lo que quiero decir, pero lo que más me considero es letrista. Antes me gustaba mucho escribir cuentos y poesías, dibujar y realizar historietas también. Ahora escribo letras.
“Lucía” fue uno de los primeros singles que sacaste a la luz, y a su vez, el único que remixaste. En la versión original utilizaste un sample de Cortázar para acompañar tu vocalización. ¿Por qué elegiste ese fragmento?
Esa canción donde metí el sample de Cortázar es la segunda que saqué y fue la primera que hice en Ableton con la intención de hacer algo que conecte con el cuerpo. Había ido por primera vez a una fiesta electrónica, vi la gente bailando y me pareció hermoso. Hice esa canción desde la inocencia. Me gustaba mucho la idea de Cortázar cuando escribe sobre los cronopios que sueñan que los invitan a las fiestas, y en realidad no los invitan nunca a nada. Pero ellos se van a dormir felices pensando que hay fiesta en algún lado.
¿A qué te referís con hacer desde la inocencia?
Siempre me gustó eso de la inocencia, que las cosas te hagan mierda, que te arrasen. En el disco hablo desde ese lado, desde una entrega, de cuando las cosas te suceden por primera vez y te sorprenden. Es algo que me pasa a mí, una intensidad, y que todo me afecta un montón. Quise homenajear eso en lugar de ocultarlo. Laika Perra Rusa tiene algo similar. Cuando tocaban te daban un manual escrito por una chica que lo leía ahí a los gritos en el escenario, hablando de que te liberes y esas cosas. Por ahí, el exceso de conocimiento o experiencia te limita, en cambio esa cosa más inocente de entregarse a algo te está liberando un montón. Si estás entregado al cuerpo y nada más estás súper libre. En cambio si estás pensando, dándole demasiadas vueltas a las cosas o sabés mucho, la vas a pasar mal.
¿Y ahora qué sentís cuando la gente baila tus canciones?
Cuando alguien me decía que le habían dado ganas de bailar mientras estaba tocando, para mí era un montón. Tengo que hacer música cuando me pasa algo. Antes no estaba planeando hacer, de repente me sucede algo y decidí hacer un EP, algo corto para poder plasmar lo que estoy sintiendo ahora. Es triste y medio de trance, traté de compartir literalmente eso. Tuve dudas en si sacarlo o no, porque no es tan bailable. En cambio ahora estoy haciendo algo completamente diferente, más para bailar.
Entre el disco y el EP publicaste “Diferente”, una canción con una elocuencia poética que fluye sobre un beat enérgico y sugestivo. ¿Qué nos podés decir acerca de este single?
Fue el primero que produje. Pasó que se me rompió la compu y tuve que empezarlo de nuevo. Ahí le pedí ayuda a Iñake para fabricar los sonidos a los que había llegado porque no podía. Quedó mucho mejor de lo que yo había hecho, me gustó mucho más. Fue una canción que ya sabia cómo quería que suene, quedó muy bien logrado. Cuando salió “Diferente” me re enojé con la inocencia, salió rabia en forma de single.
En el video de esa canción, al igual que en los anteriores, se pueden apreciar diversos enfoques conceptuales en los que se logra evaluar la atmósfera emocional de lo que escuchamos. ¿Cuán importante es la parte audiovisual para tu proyecto?
Un montón. En este último EP no hay porque sentí que no iba a sumar. Ya es muy visual todo, no es algo para hacer un videoclip, pero me encanta. Hasta me gusta más que la música, los dirijo yo de manera autogestiva. Me encantaría poder hacer de todas las canciones, poder pensar la música en base a los videos.
¿Qué sigue después de Bienvenide mi sueño?
Estoy haciendo música más pensada para el baile en vivo. Quiero sacar una canción por mes. Cada canción cuenta una historia, y hay un orden entre ellas. El mes pasado salió “Xperimento”, una canción de Livia en la cual me invitó a participar. Hace poco salió otro feat llamado “Cerca” junto a Marcos Fava. La que va a salir en enero lo decidí así porque quiero que salga el primer mes del año. También voy a hacer otro show con canciones nuevas, a este último EP no lo voy a presentar. Quiero hacer algo que vaya por otro lado, una propuesta hecha para la búsqueda que tengo ahora. Ya tengo todas las canciones, aun no las saqué, pero quiero tocarlas. Me despido de la bohemia y a bailar.
Escuchá Bienvenide mi sueño en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).