“De chiquito pensaba que iba a ser dibujante, hasta que cambié esa pasión por otra que terminó siendo la música”, escribe Renzo Montalbano en su cuenta de Instagram, junto a un par de fotos de cuando era niño y donde aparece frente a un teclado eléctrico y una vieja computadora de escritorio.
Las vueltas de la vida, efectivamente, terminaron llevando a ese joven infante por el camino del arte musical como cantante y frontman de Gativideo, uno de los conjuntos más hilarantes, irresistibles e hipnóticos de la escena porteña, con una performance festiva y delirante que, después de 10 años, dos discos, y cientos de fechas desparramadas por el continente, entró en una pausa indefinida. Ese intervalo, un tanto inesperado, funcionó como uno de los catalizadores detrás del nuevo álbum solista de Montalbano titulado Hasta luego.
“El ‘hasta luego’ implica que uno se va a volver a ver en algún momento, habla de estas despedidas que no son para siempre”, dice Renzo en conversación con Indie Hoy sobre la idea fuerza detrás del disco publicado a finales de agosto y sucesor de Potente (2019). “El break con Gativideo de alguna manera me afectó -confiesa-. La vida a la que uno está acostumbrado, salir de gira, tocar en vivo o grabar discos con amigos, eso de repente ya no estaba más. Me movió bastante el piso. Fue como: ¿Y ahora qué hago?”.
La quietud, lejos de ser un remanso de paz, se convirtió en un reloj tintineante en la cabeza del artista, que contaba los minutos muertos mientras la vida seguía su curso. La ansiedad y la incertidumbre de no saber cómo encaminarse en esa nebulosa lo llevaron a retomar su carrera solista y encarar un nuevo disco con algunas canciones viejas y otras tanto que surgirían en el proceso durante el último año. Así nació Hasta luego, un disco sobre cómo transitar las despedidas momentáneas y agridulces.
“Cuando compongo, me doy cuenta que sin querer hablo de las cosas que me inquietan, como si la música fuese una especie de psicólogo -explica Renzo-. Cosas que por ahí no termino de expresar en la vida cotidiana o no me doy cuenta que las siento hasta que las explayo… afloran en la composición”.
Una de esas canciones fue “Estancado” y resume a la perfección los momentos preliminares a la producción del reciente LP. En ella, el músico canta: “Siento que la gente cambia/ Y yo sigo aquí/ Estancado”, para luego concluir con “No te desesperes más/ Todo va a pasar”. Y así fue, gracias a la asistencia y el apoyo del productor y músico Nano Casale, que Montalbano logró encauzar sus inseguridades en una colección de canciones confesionales, tragicómicas e incidentales.
Ya con la idea en mente, el músico se dejó guiar por su propio instinto, probando distintas configuraciones con las herramientas que tenía a su disposición. De esta forma, la producción partió desde lo más elemental, como la progresión de acordes, hasta elementos más complejos, como la incorporación de cuerdas y vientos que aparecen a lo largo del LP. “Algo en la mente te dice cómo seguir, la canción va cayendo sola“, explica Renzo sobre ese pulso creativo detrás del ensamble de una composición.
“Nano me ayudó a encontrar gente que pudiera materializar esas ideas que yo había creado desde la computadora -agrega-. El componente humano le da un toque imposible de lograr de otra manera“. De la grabación del disco participaron algunos colegas y amigos de Montalbano, como por ejemplo Piter Mazda y Martín Luchina -también integrantes de la banda de Fonso, Las Paritarias-, Nicolás de la Puente -baterista de Isla de Caras– y Bruno Dante -baterista de El Zar y Ainda-.
El camino al pathos de este nuevo disco estuvo signado por dos grandes influencias. Por un lado, la música orquestal y grandilocuente de películas clásicas, como la conmovedora Cinema Paradiso y la obra del maestro Ennio Morricone, o Singing In The Rain con Gene Kelly cantando bajo la lluvia. Por el otro, la sofisticación y armonía del yacht rock, un estilo con el que el músico estuvo involucrado durante la producción del álbum y lo encontró en artistas como Bobby Caldwell o Steely Dan. “Me copé mucho escuchando este género que, como dice el nombre, es un rock suave, medio de yate, que incluye a un montón de artistas que van desde los Doobie Brothers hasta Michael McDonald o Toto. Es un rock popero con muchos teclados”, detalla.
Otro de los factores clave para dar con el sonido de este material fue la experiencia que Renzo tuvo componiendo la banda de sonido para la última película de su padre, el director y guionista Néstor Montalbano (Cha cha cha, Todo por dos pesos, Pájaros volando y otros clásicos del humor argentino), titulada Las corredoras, un melodrama bizarro y de época protagonizado por Diego Capusotto y Carola Reyna, impregnado del estilo de humor que tanto caracterizó al cineasta a lo largo de su carrera y del cual, como no podía ser de otra manera, su hijo heredaría una parte.
“Para mí fue un sueño cumplido -dice Renzo-. Que mi viejo me haya confiado esa tarea fue un montón porque tranquilamente podía cagarle la película. La música transforma las escenas, te dice lo que tenés que sentir, entonces tenés que tener mucho criterio”.
Todo ese cúmulo de partes hizo que Hasta luego sea un álbum rimbombante y orquestal sin ser pretencioso, que a su vez se nutre del lenguaje del teatro musical, donde los sonidos que intervienen se comportan como diferentes personajes que entran y salen de escena, aportando contexto a la historia que se quiere contar.
Montalbano es el actor principal de su propia obra, y a lo largo de las diez canciones del disco representa con emoción cada uno de estos intervalos. Tienen su momento canciones sobre enamoramiento (“Mi amorcito“, dedicada a su novia), liberación (“Muévelo“), miedo (“Camaleón“) y, por supuesto, despedidas (“Hasta luego“), todo entre boleros sentimentales, baladas poperas, y otras composiciones que ayudan a crear la ilusión de introducción, nudo y desenlace.
Aunque es verdad que este material tiene cierto componente dramático, las diferencias con Potente -su predecesor- son claras, por lo menos para Renzo. Mientras que en su primer disco el artista tuvo la necesidad de expresarse bajo un alterego -una especie de casanova latino parecido a Sandro-, en su nuevo álbum lo hace desde una inquietud plenamente personal. “Quise plasmar este momento de mi vida y quién soy hoy. Este disco es más real, Potente fue más impostado“, sostiene.
Las diferencias con Gativideo también son notables; de hecho, y hasta cierto punto, Hasta luego funciona como una emancipación del músico de su banda principal para revelar un perfil más vulnerable y cercano a las inquietudes terrenales de cualquier persona. “En Gativideo creé un personaje que muchas veces he comparado con La máscara de Jim Carrey, aunque siempre lo sentí natural. Me subía al escenario intentando hacer reír a todos al mismo tiempo, pero con una máscara puesta -dice el artista-. Así nunca terminás de expresar otra cosa, no hay tanto lugar”.
En “Fuerte“, uno de los temas principales del álbum donde Montalbano anhela tener la fortaleza necesaria para sortear sus inquietudes, aparece una frase que describe a la perfección lo que para él es el mayor contrapunto del humor: “Disimular en lo satírico se me vuelve en contra“, canta, declarativo, sobre sobre cómo el humor puede convertirse en una trampa emocional. “La comedia me fascina, pero muchas veces es un escondite“, sintetiza.
Al igual que Renzo, cada uno de sus compañeros se tomó esa pausa para encaminar sus propios proyectos personales más allá de la banda. “Fenu [bajista] está terminando su primer disco, el baterista [Nacho Morelli] se casó, todos estamos haciendo lo que queremos hacer y está buenísimo porque tener una banda demanda mucho tiempo”, concluye Montalbano con una sonrisa en la cara, sin descartar que puedan volver en un futuro incierto, no ahora. “Todo lo que hicimos fue muy real, pero ahora necesitaba ser lo mas fiel posible a lo que siento”.
Escuchá Hasta luego en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).