Desde hace once años, Facundo Salgado es Rumbo Tumba. Artesano de loops orgánicos -los que ejecuta con una calma particular, como inspirada en los tiempos de la naturaleza-, el músico de Campana ha realizado más de 20 giras nacionales e internacionales de la mano de un amplio set electroacústico con el que construye un nuevo imaginario sonoro de la región de Los Andes. Con la filosofía DIY que le dejó su adolescencia anarco punk, Facundo levanta Rumbo Tumba a punta de autogestión, siempre en pos de la libertad creativa, de decisión y de movimiento. Así, su reciente gira por África -la primera de su carrera- la logró realizar gracias al deseo y a la curiosidad que guía diariamente su camino.
“Para mí, lo más importante es que lo que decidas esté bueno, que sea una aventura y que siga el deseo, no solo que dé dinero -comenta en conversación con Indie Hoy-. Ir a África era un sueño para mí, y capaz si trabajara con un manager o una agencia que quiere ganar guita me hubiesen dicho ‘no, Facu, quedate en Europa’. A mí me gusta siempre estar buscando la aventura y probar nuevos escenarios, y no en el concepto de escenario donde te parás a tocar, sino que escenarios donde llevar mi música y donde ir yo, como persona. Si tengo un re deseo de ir a África, bueno, vamos a armar una gira por África, me tiro de pecho”.
Este año, además de África, Rumbo Tumba giró por Europa dos veces. La intensa temporada de conciertos lo llevó a presentarse en festivales de renombre, como Fusion (Alemania), MTN Bushfire (Esuatini), No Logo BZH (Francia) y Ariano Folk (Italia), además de dar un show en el South African State Teather y realizar un workshop de folclore sudamericano para jóvenes estudiantes de música sudafricanos, actividad que “terminó siendo una zapada inolvidable”, recuerda Salgado. A modo de celebración por otro año en movimiento haciendo lo que más le gusta, este domingo 12 de noviembre se presentará en el Teatro Xirgu, en un espectáculo que será su debut en el mítico recinto y que contará con la apertura de Terror Cactus -músico y productor argentino radicado en Seattle- y la participación de múltiples artistas invitados.
Sobre las giras, autogestión, el Xirgu y lo que viene, Rumbo Tumba habló con Indie Hoy.
¿Cómo fue esa primera experiencia tocando en África?
Estuvo buenísimo. Era un sueño para mí ir a África. Siempre me gustó mucho la música de ahí, sus danzas, la naturaleza, todo. Yo no concibo viajar en modo vacaciones, nunca voy a lugares si no es para tocar, entonces sabía que para ir a África tenía que planear algo, meter esa aventura dentro de una gira. Como toda gira, tenés que tratar de hacerla rentable, y la única forma de hacerlo en este caso era mecharla con la gira por Europa y que saliera un buen festival para poder para cubrir el movimiento. Así, uno de los festivales más grandes de África, MTN Bushfire, flasheó con Rumbo Tumba y salió una fecha. A causa de esa fecha, otros países se interesaron y salieron un par de fechas más en Sudáfrica, en Zambia y otras en Tanzania, aunque esas últimas se dieron de baja. Fue zarpado que todos los conciertos estuvieron muy llenos de gente y que las personas estaban muy flasheadas y agradecidas por escuchar música que en su vida habían escuchado. Fue hermoso. Tengo ganas de volver y quedarme un tiempo, unos meses. Conocí muchos músicos increíbles y quedó una manija muy grande de hacer cosas juntos. Es re distinto a todos los lugares por los que he caminado antes… Ya quiero volver.
Has hecho 10 giras por Europa, ¿te sigue emocionando ir para allá? ¿Qué sentís que es lo que llama la atención de Rumbo Tumba en el circuito musical europeo?
Lo que me emociona a mí es sobre todo la posibilidad de tocar y viajar. Lo quise toda la vida, desde que soy pibe. Tuve un montón de bandas, terminé tocando solo y bueno, salió esto así. No salió como les pasa a otros proyectos que por ahí tienen un golpe de suerte o una canción que pegó. En mi caso siempre fue un trabajo de hormiga, de día a día, año tras año, tanto acá como afuera. Siento que musicalmente también banco una. Rumbo Tumba se puede arrimar a algo más tradicional, y no lo es, y también por otro lado hubo años en los que estuvo súper de moda el downtempo, la folktrónica, la música electrónica más lenta, con un beat y un elemento como un charango o lo que sea. Estaba todo el mundo en esa y me decían “Facu, ponele un bombo en negra que la rompés con eso”. A mí me gusta hacer lo que hago, que es algo diferente, es otro punto de vista, y esa diferenciación es la que va, para mí. No tener eso me jugaba en contra en muchas maneras, pero siento que lo que hago es algo propio, eso es lo que me gusta y hace que lo pueda extender en el tiempo. Rumbo Tumba nunca se subió a ninguna ola y simplemente fue moviéndose muy despacito. Para mí es eso lo que hace que todo esto funcione: mucho trabajo y bancar mi arte.
Con todo lo que implica la autogestión, ¿cómo encontrás los tiempos para hacer nueva música?
Funciono por ciclos. Hay veces que tenés que tocar en un festival tremendo que implica mucho tiempo, mucha actividad, mucho movimiento, y en el medio de eso tenés que hacer contratos, facturación, papeles, cosas que nada tienen que ver con la música. Y sí, hay momentos en los que, entre todo eso, me encuentro diciendo “¿y ahora? ¿cuándo toco?”. Queda muy poco tiempo libre en la gira para grabar y componer. Siempre marco en las giras los días libres, pero cuando llegan esos días me voy a tomar un vino al lado de un río, no sé, hago otra cosa, no me da la cabeza para ponerme a grabar. Después de ya dos años girando sin parar, entiendo que me cuesta mucho encontrar ese espacio, y ya estoy necesitando fuertemente grabar otro disco, entonces tengo que delegar ciertas cosas y también generar y organizar los momentos para crear. Así como digo “de julio a noviembre hago esta gira”, tengo que decir “de enero a marzo voy a grabar”, para poder seguir creando y alimentando la parte artística. Si bien me encanta estar girando y podría vivir de festival en festival, a mí me gusta hacer música y me dan ganas de hacer cosas nuevas. Por suerte, después de años de atajar absolutamente todo, hoy estoy pudiendo armar un equipo.
¿Sentís que tenés que viajar para que el proyecto se sostenga? ¿Ves difícil el vivir como músico quedándote solo en Argentina?
Yo quiero viajar, así que trato que el deseo se convierta en el trabajo. Económicamente, vivir solo de tocar en Argentina para mí es imposible. La gira es la base de la economía, y si no toco un poco la quedo, que fue lo que pasó en pandemia. Yo laburé 15 años de otras cosas, hasta que en un momento me tiré a la pileta y puse todas las horas en Rumbo Tumba para ver si pasaba algo, para estar más feliz también. Y salió. En la pandemia me asusté, pero también laburé tanto para que cuando se abriera yo pudiera salir… Mandé tantos mails, hinché tanto las pelotas, que cuando se acabó la pandemia tenía una triple gira armada. ¡Todavía no paré de girar! También armé el disco y lo hice con tiempo. Esa pausa obligada, si bien fue dura, trajo sus cosas buenas.
Después de dar tantas vueltas, ¿qué significa para vos volver a tocar en Buenos Aires?
Para mí es la que va. Acá me está yendo como nunca. Tocar en el Xirgu es increíble, y no digo sorprendido “wow, voy a tocar en el Xirgu”, porque todo en el proyecto ha sido súper orgánico: al principio a los conciertos iban 20 personas, después 40, después 50, después 80, después no entrábamos en los lugares de 100, pasamos a otro de 150, y ahora estamos en el Xirgu… Todo ha sido por escalón, y bueno, sí, ahora voy a tocar en un teatro re zarpado. Es hermoso.
Este concierto era el cierre de la gira mundial, pero ahora anunciaste una gira por México para diciembre…
¡Sí! A México fui en 2015, cuando Rumbo Tumba estaba recién empezando, así que fue una movida súper under y no volví a ir. México es uno de los lugares donde más gente me escucha, según las estadísticas de las plataformas. También me escriben mucho por redes para que vaya y siempre lo tengo en la cabeza, pero bueno, estoy con un montón de cosas por otros lados y no me daba la energía para armar la gira desde cero. Ahora, cuando ya tenía el año cerrado con esta fecha en el Xirgu, me escribió un festival para invitarme a México y no puedo no ir, no puedo con la manija, así que voy a México y ya tengo como 8 fechas.
¿Qué puedes adelantar del concierto en el Xirgu?
Cuando saqué la fecha en el Xirgu estaba muy emocionado, y hablando con amigos, amigas, gente cercana, yo les decía “toco en el Xirgu, tengo que hacer un show nuevo, tocar cosas nuevas”, y ellos me dijeron: “Facu, tenés que tocar lo que venís tocando, eso que pensás que tenés que hacer todo nuevo te pasa a vos solo porque tocás siempre la misma lista, pero acá no te vimos haciendo ese show”. Y ahí me cae la ficha que en Buenos Aires toco poco, toqué hace 6 meses y, antes de eso, no tocaba hace 8 meses… Entiendo que es una necesidad artística mía el buscar hacer temas nuevos y mostrar otras cosas.
De todas maneras el formato circular es algo inédito para vos…
Sí, me cabe el Xirgu porque yo siempre me presenté acá en formatos más bien chiquitos y tocando en un escenario hacia el frente, más tradicional. Me gusta mucho la cercanía con el público y que se aprecie todo lo que estoy haciendo en escena. Siento que el Xirgu ofrece esa intimidad pero para un público mucho más grande, o ese es el desafío, que me parece que está re piola. El concierto va a tener momentos. Voy a tocar un poco solo, después con un conjunto de cuerdas, también va a haber un momento de performance, otro de percusión y bueno, trato de terminar siempre bastante arriba. También voy a invitar a Terror Cactus a tocar un tema… Ojalá que se pongan todos a bailar, pero hay butacas. Vamos a ver.
Para terminar, ¿hay algún objeto personal que no pueda faltar en tu maleta?
Sí, hay algo que es re loco. Yo desde pibe siempre fui re punky, muy anarco, muy anti iglesia católica, anti todo, y mi mamá es típica mamá latina que dice “que dios te cuide”, “que la virgen te acompañe”, todas esas cosas. Mi vieja desde chico, cuando yo me iba de viaje, me metía un rosario en la mochila. A mí eso me hacía enojar cuando era pibe, y ahora ese rosario tiene que estar. Me hace un poco de ruido porque es la iglesia, pero no es la iglesia, es mi mamá en realidad. Es su modo de acompañarme en los viajes.
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