Shinova acaba de debutar en Argentina abriendo los dos shows que brindaron los urugayos No Te Va Gustar este fin de semana en el Hipódromo de Palermo. Este martes, la banda española de rock alternativo formada en 2008 va a desdoblar la apuesta con una presentación propia y más extensa en Uniclub con el objetivo de compartir las canciones de La buena suerte (2021), su último trabajo discográfico de estudio publicado por Warner Music Spain.
Conformado por once piezas, el llameante sucesor de Cartas de navegación (2018) irradia una enorme jovialidad que ayudó a combatir el mal augurio de la pandemia con reciedumbre y franqueza. Como un remedio ideal para tapar las grietas, la frescura inherente al proyecto oriundo de Bérriz toma fuerza a través de una instrumentación enérgica y una perspectiva acogedora que garantiza el buen ánimo cuando más se lo necesita.
De principio a fin, La buena suerte propone una imantación sentimental mediante distintas sonoridades que hacen de su heterogeneidad rítmica una consagración concluyente de su proceso creativo. Pero si se piensa que la fusión de texturas es lo único que engrandece a la agrupación vasca, prestarle atención a sus letras alcanza para echarse atrás con cualquier recelo existente que se pase por la mente de quienes se resistan al encantamiento de su propuesta.
Antes de su tercer show en Buenos Aires, Gabriel de la Rosa y el bajista Ander Cabello hablaron con Indie Hoy acerca de algunas convicciones pertinentes que estimulan al quinteto, como la aceptación, el optimismo y la transformación.
¿A qué responde titular un álbum La buena suerte en tiempos de crisis e infortunio generalizado?
Ander Cabello: Nace justo por eso mismo que dices. Lo definimos por el lado más positivo debido a la situación que estábamos viviendo. Veníamos trabajando en las composiciones del disco antes de la pandemia, pero luego la producción y todo lo que envuelve al concepto del disco surgió a partir de que la idea era mandar un mensaje más optimista viniendo de la desgracia que nos tocó atravesar a todos.
Gabriel de la Rosa: Las canciones resisten mejor al tiempo que las propias personas. Entonces, las canciones que escribimos antes de que llegara la pandemia cobraron otro sentido. “Ídolos”, que fue el primer single, salió en plena pandemia con todo el miedo que se generó y con toda la situación tan desastrosa que estábamos viviendo. Nosotros íbamos a salir con un single que decía “Los mejores momentos están por llegar”, entonces tuvimos muchas dudas a la hora de sacarlo: ¿somos unos cínicos de mierda, o quizás puede ayudar? Decidimos ir adelante con ello y al final el tema tomó un carácter diferente al inicial. Porque de verdad sí se trasmitió ese mensaje positivo y al día de hoy, que están todos saltando en los conciertos sin la mascarilla, es muy placentero. Cobran mucha más fuerza porque recuerda lo que sucedió y, a su vez, recuerda que a pesar de ello ahora estamos aquí otra vez.
Ahora que están llevando sus canciones a todas partes del mundo, ¿qué recuerdos y sensaciones les quedaron de aquella desventura universal?
GR: Los primeros conciertos fueron difíciles. Recuerdo que el primero fue en una plaza de toros en Gijón, donde por las restricciones de aforo que había dejaron entrar a 400 personas. Durante los primeros diez minutos de escenario nos saltaban las lágrimas de ver a todo el mundo sentado, separado y con mascarillas. Encima llovió, pero el público no se movió y siguió escuchándonos. Ahí nos dimos cuenta que, después de tantos meses detrás de una pantalla, el día que salimos a la calle la gente estaba ahí esperándonos. Esa fue la situación, que fue una constante durante todos esos meses tan malos. Ahora volvimos con muchas más ganas porque la gente tiene muchas más ganas que antes.
¿Y qué hicieron para mantener ese optimismo que subyace a lo largo del álbum sin ser eclipsados por el contexto?
AC: Tuvimos la suerte de poder enfocarnos en la composiciones. Teníamos las veinticuatro horas para meternos de lleno en la producción del disco. Fuimos afortunados en tener salud y, a la vez, afortunados por tener en qué cubrir nuestro tiempo. Fue extraño trabajar separados, ya que gran parte del disco lo trabajó cada uno en sus homestudios. Luego hubieron unas semanas que nos reunimos junto al productor que fueron súper chulas y emocionantes a pesar de las distancias y las mascarillas. Fueron dos puntos: uno el poder tener mucho tiempo para trabajar en casa y luego la satisfacción de juntarnos para poner en común todo lo que habíamos hecho.
El año pasado compartieron el disco en vivo Lluvia de agosto con un setlist lleno de interpretaciones anteriores a la pandemia. ¿Qué sintieron al escucharlo luego de todo lo sucedido?
GR: Lluvia de agosto es un disco en directo con canciones anteriores al disco que ya habíamos presentado también. Eso sucede a raíz de la fecha del Sonorama que no se pudo realizar en 2020. Entonces, la gente de la organización publicó varios conciertos de la edición anterior y uno de esos conciertos fue el nuestro. Fue el día más bonito de todo ese confinamiento. Empezamos a recibir muchísimos mensajes, además veíamos ese concierto brindando y escribiéndonos como si estuviéramos viviendo algo juntos, incluso a distancia. Fue un día muy especial para nosotros y para la gente también, por eso decidimos publicarlo. Supongo que habrá más discos en directo, pero ese es muy especial por las condiciones.
De parte del público hubo una recepción muy particular en cuanto al aspecto reconfortante que emana de La buena suerte. Muchos se apoyaron en el disco como una salvación durante las adversidades, y ahí queda evidenciado el poder sanador del arte.
GR: Es un honor, porque a nosotros la música también nos salvó. No nuestras canciones, pero recurrimos a todo aquello que nos pudiera hacer viajar o salir de esa situación, aunque sea mentalmente. La música estaba ahí para salvarnos a nosotros también, ya no solo como músicos, sino como gente que necesitaba a otra gente que nos diera algo para poder escapar. Ahí estuvieron tantísimas bandas y artistas que nos libraron de esa situación de mierda.
¿Recuerdan algún nombre en particular?
GR: Te voy a confesar esto, y no es porque estamos acá en Argentina ni mucho menos. “De música ligera” fue un tema muy especial para nosotros. Sonó tres mil millones de veces en nuestra cotidianeidad. Incluso a nivel personal, me acuerdo que con mi compañera, como eran días tan tristes, decidimos levantarnos cada mañana con una canción. Todos los días bailábamos alguna. Si pusimos doscientas canciones, cien veces fue “De música ligera”, porque era la que más nos ayudaba a levantarnos con un poquito de ganas de ir arriba a pesar de lo que estábamos viviendo.
AC: Luego fue muy interesante lo que se generó a principio de la pandemia con los directos de los artistas tocando desde sus casas y viéndolos desnudos. Habían artistas que nos flipan tocando canciones en crudo y creo que todo eso también hizo grande ese momento a nivel musical.
A principios de año estrenaron una nueva versión de “Gigantes” junto a Idoia, ¿cuál fue el motivo de la colaboración?
GR: Era un tema que no lo pensamos en single como tal, pero nos dimos cuenta que en el directo la gente lo acogía de una forma especial, por eso quisimos revisitarlo. Idolia es una artista muy buena de nuestra tierra y que pronto va a ser muy grande. Un día íbamos en la furgoneta, sonó una canción suya en la radio y nos quedamos enganchados de inmediato. Ya teníamos sobre la mesa la idea de revisitar “Gigantes” en un formato acústico, pero al oír su voz vimos clarísimo que ella tenía que formar parte.
“Ovnis y estrellas” es el cierre perfecto para un disco tan risueño porque, si bien revela cierta melancolía, no pierde los aires de esperanza que bruñen en el concepto del repertorio, ¿qué nos pueden contar acerca de esta canción?
GR: Es un tema duro. Recuerdo perfecto el día que estábamos grabándolo con Manuel, nuestro productor. Lo que está grabado es la toma que se hizo de la manera más cruda, como crudo es también el mensaje de la propia canción. Yo creo que simplemente es el retrato de un momento de tristeza, o quizás de despedida. A mí me costó mucho. Recuerdo que durante un show en Barcelona decidimos no hacerlo, porque hay veces que estás con un ánimo más alegre y otras veces más opaco. Ahora sigue siendo un tema triste, pero se puede deslumbrar una esperanza que quizás no había cuando lo escribimos. Sí la hay cuando la hacemos en directo, por eso es una canción muy especial.
A lo largo de su carrera pasaron por diferentes búsquedas sonoras y poéticas, las cuales hoy en retrospectiva revelan un crecimiento formidable del proyecto, pero ¿qué les sucede al enfrentarse con todas esas emociones que quedaron registradas en el pasado?
AC: Yo creo que la gran mayoría de artistas no escuchan sus primeros discos. A no ser que lo escuches algún día en un bar, o que te lo ponga alguien, creo que rara vez hacemos esa revisión. Al final nunca vas a ser objetivo con tu propio trabajo. Quizás cuando pasen veinte años y veamos cómo evolucionamos desde que empezamos, será diferente. Ahora mismo, como estamos dentro, es muy difícil para mí personalmente valorar el pasado. Sirve como punto de anclaje para ver dónde estábamos cuando arrancamos y valorar que ahora estamos en Buenos Aires. Tenemos un público que ha evolucionado junto a nosotros, eso también es de agradecer. Algunos no nos siguen desde el principio, pero les gusta lo que estamos haciendo en el momento. Esos de hace doce años atrás parece que ni éramos nosotros. Era otro estilo, escuchábamos otra música, es difícil sentirse identificado. Estamos orgullosos de nuestra trayectoria, pero lo valoramos desde la perspectiva actual.
GR: Fíjate del anterior disco, Cartas de navegación, hay canciones que significaban en ese momento algo muy duro y ahora es completamente distinto. Si bien no lo parece a primera escucha, es un disco muy oscuro que habla de rupturas y de finales. Y lo que en ese momento costaba tanto, cambió. Recuerdo de comentar que ahora teníamos que estar dos años cantando esto y sostener una emoción tan oscura por tanto tiempo. Por suerte no fue así, ya que al final va pillando otra forma, se va vistiendo de otra manera y va teniendo otro significado incluso para nosotros mismos.
Shinova se presenta este martes 18 de octubre a las 19 h en Uniclub (Guardia Vieja 3360, CABA) junto a Ya No Somos Dos, entradas disponibles a través de Alpogo. Escuchá La buena suerte en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).