Tomarse un tiempo puede salvar vidas. Hay un viejo adagio que reza que no hay mejor médico que el tiempo, que este lo cura todo. Ese fue el caso de Slowdive, una banda que tuvo que separarse, madurar y reinventarse para volver más formidable que nunca, la cual se estará presentando esta noche dentro del marco del festival Primavera Sound Buenos Aires.
“Eran tiempos difíciles“, cuenta el guitarrista Christian Savill sobre la separación del grupo en 1995 en conversación con Indie Hoy, justo antes de subirse al escenario Barcelona en el primer día del festival. Al músico lo acompaña Rachel Goswell, cantante y líder del conjunto, que agrega: “Cuando tirás mucho de la cuerda se rompe. Supongo que eso fue lo que pasó. Necesitábamos tiempo para volver a armarla“.
Con su hoy clásico disco Souvlaki (1993), y junto a otras bandas como My Bloody Valentine, el conjunto fue pionero y piedra basal del shoegaze. Sin embargo, las tensiones con la industria musical y entre los propios integrantes llevaron a la banda a tomar caminos diferentes en una época confusa y muy distante a la actual. Casi 20 más tarde, anunciaron su vuelta a los escenarios y sus fanáticos -un grupo que no dejo crecer con el paso de los años- se entusiasmaron de forma especial y reclamaban música nueva por parte del conjunto de británico.
En 2017, después de girar juntos un buen rato como lo hacían antes, y de participar de algunos festivales a lo largo de los Estados Unidos y Reino Unido, la banda se sentía lista para lanzar un nuevo álbum de estudio, el cual terminó siendo un LP autotitulado. “Nos aferramos a ese entusiasmo y esa energía -menciona Goswell-. Estábamos muy felices y sorprendidos de que todo fluyera tan bien. Todo funcionaba a su propia manera, cada sesión de grabación, y eso quedó plasmado en canciones como ‘Star Roving’. Todo nuestro disfrute fue lo que hizo que Slowdive sea un disco tan bueno. Disfrutamos mucho hacerlo”.
Ahora, el grupo formado por Goswell y Savill junto a Neil Halstead, Nick Chaplin y Simon Scott se encuentra presentando Everything is Alive, su nuevo álbum de estudio autoproducido, inspirado en los tiempos adversos que vivieron durante la época de aislamiento. Sin embargo, el disco mantiene una mirada positiva sobre el presente, como un testamento de que la esperanza siempre se abre paso ante las situaciones más hostiles y desafiantes.
Su nuevo álbum fue compuesto en la pandemia, una situación excepcional que terminó siendo bastante dura para ustedes. ¿Cómo fue trabajar a partir de esa coyuntura?
Christian Savill: El disco se hizo en un momento en el que muchas cosas malas estaban sucediendo, y no solo a nosotros sino a todo el mundo. El covid, la pandemia, mucha mierda personal ocurriendo al mismo tiempo. A pesar de eso, sabíamos que la vida sigue y siempre hay un halo de esperanza porque la naturaleza prevalece ante cualquier cosa. De algún extraño modo, todo sigue vivo a pesar del dolor. Por eso el título del álbum también.
Rachel Goswell: Este disco son muchas canciones que Neil trajo que son bastante personales. Después de la pandemia, todo el proceso se sentía fragmentado porque lo tuvimos que trabajar por partes separadas y muchas veces a la distancia.
El proceso de grabarlo fue bastante complicado entonces…
CS: Un poco sí. Tuvimos que alternar nuestra forma de trabajar y empezamos a hacer todo de forma moderna, digamos, mandándonos los archivos a través de internet. Muchas decisiones creativas tuvieron que ver con que Neil tira mucho hacia el folk. Tiene una voz preciosa y le gusta agarrar la guitarra acústica. Por eso creo que esta vez le dio por cambiar y optar por los sintetizadores. De alguna manera, esa decisión cambió nuestra metodología de trabajo y la facilitó en parte. Toda esta nueva fase de Slowdive arrancó en 2019, aprovechando el descanso que nos habíamos tomado el año anterior. En ese período solo hicimos algunos shows muy puntuales.
RG: Fue difícil para todos. Pero, a pesar de todo eso, hubieron momentos realmente agradables porque habíamos pasado tanto tiempo separados y en soledad por el aislamiento, que volver a vernos en el estudio y sentir que estabamos retomando nuestra “normalidad”, se sintió excelente.
Se cumplieron 30 años de Souvlaki, su segundo álbum de estudio y un LP bisagra en su género. ¿Qué reflexiones tienen sobre ese material y qué recuerdan de su lanzamiento?
RG: Lo escucho y pienso en lo ingenuos que éramos. A esa edad, siendo tan jóvenes, uno cree que lo sabe todo, incluso que sabe mucho más que sus padres. Luego, cuando uno crece, se da cuenta que en realidad las cosas no eran como las pensaba y que cada uno hace lo que puede con lo que tiene. En aquél entonces no sabíamos realmente lo que estábamos haciendo, improvisábamos en el momento y seguíamos nuestro instinto.
CS: Es extraño porque, cuando miro hacia atrás a cuando estábamos grabando nuestros primeros discos, veo a todos nuestros hijos de la misma edad y pienso: “Dios mío, ¡qué jóvenes que éramos!”. Tomo dimensión de que hicimos ese disco siendo prácticamente niños cuando veo a nuestros hijos y no lo puedo creer.
Hablando sobre la juventud y el arte, hay una especie de revival del género por una oleada de nuevas bandas encabezadas por jóvenes que los tienen a ustedes como ídolos. ¿Qué piensan de eso?
CS: Pienso que es genial. Venimos de realizar una gira extensa a lo largo de Estados Unidos y el Reino Unido y tuvimos el agrado de encontrarnos con mucha gente en estos shows y, en gran parte, mucha de esas personas eran jóvenes. Ellos le aportan una energía especial a los shows y son una pieza indispensable para el recambio generacional. Supongo que es parte del paso del tiempo y de los avances tecnológicos. Antes era mucho más difícil hacer una banda, hoy los chicos tienen muchas más herramientas para mostrar su arte, por suerte, aunque debe tener su lado negativo también. Cuando empezamos a hacer nuestros primeros shows no habían celulares, ni internet, ni gente filmando, muy diferente a lo que es ahora, y muchas veces puede ser anticlimático.
¿Les molesta que el público filme o use el celular en sus shows?
RG: Odio todo eso. Se puede decir que es una bendición y una maldición al mismo tiempo. La tecnología tiene su lado positivo y también sus desventajas. Creo que ha ayudado en muchos sentidos, pero en otros afectó la forma en que interactuamos con lo que nos rodea, ya sea con personas o con lo que está pasando en un momento determinado. A veces me pongo a pensar en cómo será el mundo en 20 años y esa escena me aterra.
CS: Rachel, seguramente ya no toquemos en vivo y nos reemplacen con una inteligencia artificial.
¿Creen que el arte corre peligro por las IA?
CS: No lo creo, pero porque siempre habrá humanos haciéndolo. Lo que sí creo que es probable que pase es que se empiece a utilizar este tipo de tecnología como herramienta creativa. Se encontrará la manera de manipularla y hacer cosas grandiosas con ellas, y que beneficien al producto final. O incluso saldrán megas estrellas musicales que sean producto de la IA. No lo sé, me imagino algo como Gorillaz en un principio. Tal vez utilicen esa tecnología para hacer un nuevo género musical… No lo sé. Espero que no.
RG: No creo que una tecnología pueda realmente reemplazar la esencia humana, en el caso de artistas y músicos. Esa mierda no tiene alma.
Slowdive se presenta el martes 28 de noviembre a las 20 h en C Complejo Art Media (Av. Corrientes , CABA) junto a Sebastián Arpesella, entradas disponibles a través de Enigma Tickets. Escuchá Everything is Alive en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).