Ah, la traducción oral. Ese alquímico recurso literario que intenta que la palabra escrita tenga tan sólo la mitad de la riqueza de la palabra hablada. Como poner “risas” entre paréntesis cuando alguien efectivamente se ríe, por ejemplo. Y lo usé en una primera versión de esta nota, de hecho, hasta que me di cuenta de que el uso se convertiría en abuso: más de 20 paréntesis de risas. Siempre el que reía era Neil.
El gran Neil Hannon. El todo detrás del colectivo de pop barroco (tal la caprichosa etiqueta en la cual recaló al desmarcarse del brit-pop ortodoxo) de The Divine Comedy. Neil, él mismo una rara avis musical con una interesante mixtura de formación clásica, dandismo demodé y un humor afiladísimo, ahora también se presentaba como un tipo sencillo, amable y jodón. Después de 6 años guardada, la nave nodriza de su amplio devenir artístico vuelve a ponerse en marcha a partir de Foreverland, inminente disco del cual no hubo mucha fanfarria sino hasta hace pocos meses. Con esa excusa y desde el living de un amigo que tiene mejor servicio de internet que yo, lo abordé aquella mañana entre expectante y semidormido, armado con un tazón de café negro del tamaño de su simpatía irlandesa.
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Nosotros sentimos que tu nuevo álbum con The Divine Comedy, Foreverland, es un regreso gigante. ¿Vos lo sentís como un regreso?
No es un regreso para nada. Literalmente, es sólo el momento en que por fin me mandé de cabeza a hacer y largar un nuevo disco. Un regreso siempre me sugiere que alguien se retiró y estuvo aislado por diez años.
Es que en Sudamérica es difícil escuchar de vos por otro proyecto que no sea TDC. Pero sé que estuviste bastante ocupado con otras cosas.
Ah, sí. Los irlandeses estaban hartos de mí porque yo no paraba de aparecer con cosas raras. Y los ingleses también. Pero sí, tuve montones de pequeños proyectos después del último álbum (Bang Goes The Knighthood, 2010). Escribí una pieza de órgano para el Royal Festival Hall en Londres, muy elegante. También hice una obra corta para la Royal Opera House; ahí presentan una serie de óperas de media hora escritas por personas a las que jamás deberían permitirle escribir una ópera, y una de esas personas fui yo. Y luego Thomas Walsh y yo hicimos otro disco totalmente innecesario sobre el cricket con The Duckworth Lewis Method (epónimo, 2012).
¿Y cómo te fue con eso? ¿Te sentiste cómodo en ese proyecto?
¿Con Thomas? Sí, de eso se trataba. Creo que en parte hicimos los discos porque los dos éramos muy fanáticos del cricket, pero también porque éramos fans de Electric Light Orchestra, y de los Kinks. Teníamos mucho en común y hablábamos boludeces. Y fue divertido, sí… (un sonoro maullido interrumpe. Viene de mi cocina).
Perdón, Neil, ese es el gato… Tiene hambre.
Yo me preguntaba si era un gato o un bebé… definitivamente es un gato, ¿no?
¡Definitivamente!
Los gatos suenan exactamente igual en el hemisferio sur que acá. Perdón, ¿de qué estábamos hablando?
Bueno, de este hiato de seis años sin material de estudio de TDC… ¿Fue algo natural para vos alejarte de la banda por tanto tiempo?
Tengo que decir que demoró un poco más de lo que esperaba. Desde el último disco me la pasé constantemente tipo “quiero hacer otro”; no es que hubiese estado intentando evitarlo. Pero recién cuando finalmente tuve una oportunidad de sentarme y hacerlo, lo hice. Y tomó su tiempo. Demandó cerca de tres años de comienzo a fin y parte del problema fue que en el medio tuvimos que mudarnos de casa. Eso fue todo un tema, porque nos estábamos mudando a la campiña. Tenés que llevar los equipos y demás, y volver a armar todo lleva un buen rato (el gato vuelve a maullar; uno de esos maullidos agudos y chirriantes como parlante de bar de medio pelo). ¿Le vas a dar de comer al gato?
No, después.
Sentite libre de hacerlo. El gato es más importante que yo. ¿Cómo se llama?
John Merrick.
¡John Merrick! ¡El gato elefante!
¡Así es! Pero sigamos. Una vez dijiste que uno de los mayores retos del artista es cómo seguir teniendo relevancia a medida que pasan los años, y de hecho te mantuviste al margen de todo el hype de los últimos 10 o 15… Pregunto, ¿cómo hiciste?
Es importante ser vos mismo, ¿sabés? Es algo medio básico de decir, en realidad. Pero en el momento en que intentás sonar como lo actual y lo que vende estás condenado. Aún si te funciona, después vas a querer intentar sonar como la siguiente moda y se te va a volver más difícil todavía. En los noventa, cuando estaba medio agrupado con toda la movida brit-pop (que me fue útil, debo decir), yo ya sonaba bastante diferente a los demás. Así que me fue fácil seguir directamente por ese camino y planificar mi propio y extraño sufrimiento. Cuando ya hayas conseguido tu propio grupo de fans que aprecian lo que hacés, no te pongas a buscar hits. Aún con lo que todos amamos un hit. Eso es lo último que tengo en mente, la verdad. Para ser honesto, yo hago un disco para darme la habilidad de hacer el siguiente. Suena raro, pero al hacer este disco quizás venda algunas copias (haga algo de plata), le recuerde a la gente que estoy ahí y logre que asistan a mis shows (y haga algo de plata), y de esa manera me consiga la plata necesaria para hacer el próximo disco.
Cierra por todos lados.
Sí. Y también le podré dar de comer a mi hija.
¿Cuántos hijos tenés?
Sólo una, de mi primera esposa. Hoy tiene 14 años.
Guau, ya sos todo un adulto.
¡Soy muy adulto, sí! Tengo 45 años, y puedo sentir hasta el último mes.
Quería preguntarte sobre este disco en particular, Foreverland. Ya respondiste esta pregunta muchas veces y la vas a responder muchas veces más, pero ¿de qué se trata? ¿Cuál es el concepto que subyace en el disco? Podés mentirme y hacerlo más divertido…
Bueno, a veces sí miento pero sólo cuando estoy verdaderamente aburrido. Pero no, todavía estoy bastante interesado en este disco así que no voy a mentir. Es básicamente una autobiografía de los últimos 6 años con mi novia. Mucho de eso está disfrazado con un giro temático de época, pero eso es parte de la diversión.
O sea que estos últimos 6 años tienen que haber sido años más bien felices para vos.
¡Lo fueron! Pero tuvieron sus momentos. Tienen problemas como tenemos todos y esas son cosas sobre las que terminás escribiendo. No estoy diciendo que haya sido un período particularmente difícil; es sólo lo que me estaba sucediendo y por lo tanto escribí canciones sobre eso.
¿Pero podemos concluir que este álbum tiene un trasfondo más bien optimista?
Sí.
Dejame decirte que no me lo esperaba. Conociendo el humor sarcástico y sutil que tenés, a medida que iba escuchando la canción Foreverland pensaba que en algún momento de la letra ibas a terminar tirando todo abajo y diciendo que Foreverland no existe. O algo así.
Quizás en los viejos tiempos habría dicho eso. Pero en estos días más bien siento que estoy cayendo parado. Como tu gato. Me siento como: “Dios mío, lo logré.” ¿Entendés? Vivo una vida muy, muy placentera. Supongo que para mí Foreverland es esa cosa que te pasás persiguiendo durante toda tu vida. Aún si no estás muy seguro de qué es, sabés que estás dirigiéndote hacia algún lado, sea una relación o un lugar. O un estado mental. O un trabajo. Y yo medio que siento que ya estoy ahí, lo cual es raro. No es que sienta que perdí mi motivación artística, de hecho es todo lo contrario; siento que quiero hacer un disco la semana que viene. Por desgracia ahora tengo que promocionar éste, así que no puedo ponerme a hacer eso.
¿Te resulta molesta la promoción y toda la cuestión extra-artística?
No, no está tan mal. Definitivamente hay peores trabajos que sentarte y hablarles de vos mismo a los demás.
¿Y qué me decís de los sellos? Eso suele ser tedioso. Vos al principio estuviste con Setanta Records, después con Parlophone y este va a ser el segundo disco bajo sello propio. ¿Viste mucha diferencia entre estos últimos discos y el trabajo con los sellos anteriores?
La diferencia real es que Parlophone nos tiró un montón de plata, pero no fue positivo. Nunca verían una ganancia de nuestra parte. Así que está bueno ahora porque sabemos cuánta plata tenemos, gastamos lo que creemos que debemos gastar y sabemos que al final vamos a salir ganando algo. Y de hecho eso es ampliamente preferible a lo que pasaba en aquellos días en que nadie sabía de quién era la plata. Odio hablar de plata.
Te entiendo. Sólo una pregunta más. ¿Estás contento de volver a girar un disco? Y agrego: ¿pensás venir al sur?
¡Lo estoy! Amo tocar en vivo. No estoy demasiado emocionado por la idea de estar lejos de casa por tanto tiempo, pero todos tenemos nuestras cruces que cargar. En Sudamérica no he estado nunca y me encantaría poder ir. Así que voy a ver qué puedo hacer. Lo que tenés que hacer vos es hacerme muy, muy famoso allá, así la gente podría ir a alguno de mis shows.
Estoy en eso. Creeme.
¡Muchas gracias! Dale una caricia a John Merrick de mi parte.
Foreverland ya está a la venta mediante Divine Comedy Records.