En los momentos de mayor adversidad es cuando la creatividad puede manifestarse de forma más contundente. Un claro ejemplo de ello fue la creación de V, el quinto y más reciente álbum de estudio de Unknown Mortal Orchestra. El camino hacia este LP estuvo repleto de contratiempos, recuerdos punzantes y reflexiones sustanciales que afloraron a partir de los efectos que tuvo la pandemia en la vida del líder del conjunto neozelandés, Ruban Nielson.
Después de más de una década de girar por el mundo, la mente detrás del proyecto se topó con la urgencia de pisar el freno y darle prioridad a su propio bienestar. “A mediados del año 2019, justo después de terminar una gira, necesitaba un descanso porque mi salud estaba empeorando“, cuenta Nielson en conversación con Indie Hoy, antes de su llegada a la Argentina este domingo 12 de noviembre en C Complejo Art Media.
Poco después de que comenzara su merecido receso, las prioridades de Nielson cambiaron rotundamente debido a un factor imprevisto en la ecuación: la pandemia. Junto a ella llegó la noticia de la enfermedad de uno de sus familiares más cercanos y, desde entonces, lo que comenzó como un parate autoimpuesto para repararse y sanar, se convirtió en un período dividido entre California y Hawái.
La pérdida, el retorno a las raíces, los recuerdos borrosos, los viejos amores y la melancolía encarnada en la añoranza de tiempos mejores son solo algunos de los ejes principales que moldearon la identidad del último trabajo discográfico de Unknown Mortal Orchestra y que se presenta como uno de los álbumes más íntimos y personales que Nielsen compuso hasta el día de hoy.
V fue compuesto entre Palm Springs y Hawái. ¿Cómo influenciaron estos lugares en la creación del álbum?
Compuse todos los álbumes de UMO en Portland, pero con el tiempo empecé a querer escaparme de ahí y grabar en lugares diferentes. En este último álbum tuve la oportunidad de viajar mucho y, por pura casualidad, logré dar con un lugar en Palm Springs antes de que llegue la pandemia. Lo terminé comprando y comencé a pasar mucho tiempo ahí, organizando y renovando las cosas para el nuevo disco. Cuando llegó la pandemia, fue como quedarme atrapado sin salida. Pasé mucho tiempo solo en un lugar que se me presentó como la antítesis de lo que es Portland, que es conocida por ser una especie de ciudad hipster, media deteriorada y donde llueve mucho. Por otro lado, en Palm Springs vive mucha gente mayor porque es un lugar donde las personas van a retirarse ahí, al medio del desierto. Así que fueron dos experiencias totalmente diferentes. Estar en Hawái, que si bien de alguna manera se asemeja a Palm Springs por las palmeras, el sol y cosas así, fue distinto también. Estuve ahí por cuestiones familiares, porque toda mi familia materna es de ahí. No fueron unas vacaciones ni nada por el estilo, y no pasé mucho tiempo nadando en la playa ni nada de esas cosas turísticas. La mayor parte del tiempo estuve con mi madre y con mi tío, quien estaba enfermo y falleció. Van a hacerle una gran despedida pero lamentablemente no podré estar por compromisos con la gira.
“I Killed Captain Cook” fue uno de los primeros singles que publicaron como adelanto y hace referencia a eventos históricos que tuvieron lugar en Hawái y que tienen que ver en parte con tus raíces también. ¿Podrías profundizar en el significado e inspiración detrás de la letra de esta canción?
James Cook es una figura famosa en Nueva Zelanda pero también lo es en Hawái. Cuando era niño, se solía decir que él fue quien “descubrió Nueva Zelanda y Hawái”, pero bueno, no es del todo así porque ya había civilizaciones viviendo en estas tierras. Si bien el término “descubrir” dejó de utilizarse, mi madre siempre se sintió orgullosa de que Cook muriera en Hawái. Eso siempre me llamó la atención y quise escribir esta canción para ella, desde la perspectiva de uno de nuestros ancestros que mató a James Cook. Si bien yo nunca construí un odio visceral hacia su figura, leí bastante sobre él. Murió tratando de secuestrar y tomar como rehén al rey de la isla donde vive mi familia ahora, y los isleños lo terminaron asesinando. ¿Conocés la frase “el que juega con fuego se quema”? Bueno, él jugó con fuego y se quemó.
En el LP hay otra canción que se llama “Guilty Pleasures” y que parece ser otro de los ejes del disco. ¿A qué te referís con esos placeres culpables? ¿Cuáles son?
Cuando empecé a componer el disco, quería inspirarme en grupos y artistas como Toto, Journey, o incluso Christopher Cross. En la escena punk de mi ciudad, estas bandas eran consideradas poco cool, no era el tipo de música que podías poner en una fiesta. Yo amaba, respetaba y disfrutaba un montón de estas canciones, sobre todo porque siempre pensé en lo difícil que debía de ser hacer música así. Está muy bien construida. Entonces, para este disco, se me había ocurrido emular todas estas canciones típicas de radios con éxitos de rock a la vieja escuela. El título del álbum originalmente iba a ser “Guilty Pleasures”, básicamente por mis gustos musicales cuando era joven. También pensé que el nombre del LP podría servir de disparador para hablar de otros gustos que me generen culpa. Hasta ese momento fue un proceso similar al otro álbum que hice llamado Multi Love, donde pensé primero en el título y traté de buscarle un enfoque nuevo y futurista a la música de Arthur Lee de la banda Love o a The Beatles, que están bastante asociados con esa palabra: “love”. Pensé que la versión futurista de todo eso sería Multi Love, aun sin entender muy bien lo que significaba esa frase. Con Guilty Pleasures se dio de la misma forma en un principio, pero luego el disco se transformó y se convirtió en una obra mucho más relacionada con mi pasado, con mi familia y con mi vida. Así es como el álbum terminó llamándose “five” [V].
“In the Rear View” es otra de esas canciones más personales e íntimas. ¿De dónde surgió?
“In the Rear View” trata sobre una relación que tuve y que se terminó. Creo que es una forma de meditar acerca de cómo a veces el amor desaparece y luego te quedás pensando si esa persona alguna vez piensa en vos y se acuerda de lo que vivieron juntos. Las canciones son una forma de comunicarte con alguien que ya no está en tu vida. Sobre todo porque a veces no es una muy buena idea intentar comunicarte de forma directa. Digamos que intentar llamar a tu ex no es la idea más brillante del planeta, pero con una canción podés transmitirles algo que le quieras decir. Para mí es como querer decirle algo a alguien que falleció, entonces le escribís una carta, la metés adentro de una botella y finalmente la tirás al mar o algo así. Hay algo terapéutico en hacer canciones.
A lo largo de tu juventud tuviste una relación conflictiva con tu padre, Chris, por sus adicciones a las drogas y el alcohol. Sin embargo, él aparece en algunas canciones de este disco tocando el saxo y otros instrumentos. ¿Cómo fue compartir esta experiencia con él, teniendo en cuenta todo lo que sucedió entre ustedes?
Para nosotros fue un proceso sanador y casi terapéutico. Tuvimos un par de años realmente difíciles, pero creo que fue bueno no solo pensar en el dolor y sufrimiento que nos causamos, sino también que después de tanto tiempo nos tenemos el uno al otro y a la música que nos une. La música, en esta familia, siempre sirvió como un bálsamo y un recordatorio de que nunca es tarde para empezar de nuevo. Aunque a veces no seamos los mejores comunicando lo que nos pasa, la música encuentra un sentido en esos vínculos y los vuelve algo agradable.
Más allá de la música, otro de tus pasatiempos es la fotografía. ¿Qué encontrás en esta disciplina que se pueda relacionar con hacer canciones?
La fotografía se volvió algo clave, no solo para mí, sino para todos en UMO. Cuando era un niño solía tomar fotos, pero después me alejé por varios años. Jake, el bajista de la banda, es quien estuvo sacando fotos durante la mayor parte del tiempo que la banda se encuentra en actividad. Durante la pandemia, decidí retomar la fotografía analógica y estuve sacando muchas fotos. Por otro lado, también quería tener algunas imágenes para cuando llegara el momento de elegir el arte de tapa y esas cosas, porque es difícil decidir y yo soy muy exigente con las portadas de nuestros discos. Por eso me aseguré de tener muchas fotos para elegir en caso de que lo necesite. Actualmente tenemos a un amigo mío, Michael Romero, que es un chico de Portland que se encarga de todo el desarrollo y escaneo, entre otras cosas. Es un fotógrafo realmente increíble que ha estado de gira con nosotros, tomando muchas fotos de los bastidores, en el escenario, en los ensayos y cosas así. Pero todos en la banda tenemos nuestras propias cámaras y nos la pasamos sacando fotos. Creo que es similar a la música en el sentido de que, a medida que envejezco, me doy cuenta de que necesito guardar esos recuerdos, y la música tiene el poder de transportarte a determinados momentos. También pasé mi vida tatuándome y mucha gente en mi equipo tiene tatuajes, entonces empezamos a darnos cuenta de que estos tatuajes son otra forma de conectar con momentos específicos. Ahora, cada vez que decidimos agregarnos tinta es porque queremos inmortalizar algún recuerdo. Con la fotografía analógica me pasa exactamente lo mismo, se convirtió en una forma de activar mi memoria.
Una de sus portadas más emblemáticas, que también es una fotografía, es la de su segundo disco de estudio, II, el que cumplió 10 años desde su lanzamiento este 2023 y fue uno de sus trabajos más aclamados. ¿Qué pensamientos y reflexiones tenés sobre ese trabajo?
Es interesante porque, en el momento en que hice este disco, no tenía plata ni un contrato discográfico. No tenía nada. La verdad es que lo hice mitad por hobby y la otra mitad con la esperanza de que alguien lo escuche y se interese por la banda. No tenía nada para ser un éxito. De alguna forma, también era mi carta de presentación como artista. Lo terminé presentando en un montón de lugares, algunos bastante austeros. Sin embargo, sabía que musicalmente estaba siendo bastante ambicioso. Hoy es imposible que haga un disco de la misma manera, porque ya hay mucha gente que conoce mi proyecto y se pierde esa sensación de incertidumbre. A veces me pregunto si debería volver a intentar a componer de esa forma, contando solamente con mi notebook y algún que otro instrumento. Capaz podría subirme al auto y manejar sin destino, ir al extranjero, y hacer de mochilero solamente con lo que llevo puesto. Me pregunto si sería capaz de ponerme en una situación así… Quién sabe, tal vez lo haga para el próximo álbum.
Unknown Mortal Orchestra se presenta el domingo 12 de noviembre a las 19 h en C Complejo Art Media (Av. Corrientes 6271, CABA), entradas disponibles a través de Passline. Escuchá V en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).