Sin resetear el relato, Uno nos asegura que todo lo que supimos hasta el momento de Varese era tan solo un preludio. El primer LP del dúo originario de Mar del Plata y radicado en Buenos Aires ofrece una elegía a lo largo de nueve tracks que oscilan de manera pendular entre momentos de frenesí e introspección. La nocturnidad impregna cada rincón, atravesando desde el techno más agresivo con pinceladas rockeras, hasta momentos downtempo y ácidos que refractan sonoridades dubstep.
Con reminiscencias del krautrock alemán, Varese codifica una ensoñación cyberpunk donde la verdad es distorsionada por los medios de comunicación, lo esencial se diluye en algoritmos y el éxtasis en un espejismo virtual. Ante la desesperanza, paranoia y melancolía que sofoca nuestros tiempos ardientes, Uno ahonda en la importancia de conectarse con el otro, de apostar a lo colectivo y de poner el cuerpo en movimiento contra todos los males de este mundo cruel.
Estamos frente a un nuevo inicio, tal como sugiere su título. Por un lado, Uno es el trabajo más extenso del dúo hasta ahora; por el otro, busca desprenderse de la sombra pandémica que nubló por tanto tiempo el camino del proyecto. Para Varese, volver a los escenarios y mudarse a Buenos Aires fue un desafío muy espinoso, especialmente al intentar recuperar la energía de Desaparecer, el poderoso EP antecesor de 2019.
“Esa energía interna nuestra no estaba -dice Manuel Tello en conversación con Indie Hoy-. No estaba sucediendo hasta que llegó el momento de decidir hacer un disco, y que ese disco marque la cancha de los próximos años también. Es claramente un antes y un después”.
“Esta renovación es más interna que externa -agrega Gonzalo Pérez Rojas-. Más que un volver, es casi un empezar algo nuevo. La diferencia se notó sobre todo en la forma de producir. Nosotros históricamente veníamos trabajando de la siguiente manera: él hacía un tema y yo lo cambiaba, o al revés. Era más de probar y mandarnos cosas. En cambio, con Uno pensamos todo juntos”.
En esta vorágine, la dupla se dio cuenta que muchos temas quedaban en el tintero y ya no les gustaban tanto cuando los escuchaban meses después, pero sí les volvían a interesar después de un año. Esa falta de consistencia los llevó a decidirse por hacer un disco donde todos los temas surgieran desde el primer día de producción hasta el último. Después de eso, no se harían más canciones.
Durante el verano de 2023, la dupla se instaló en la casa de la abuela de Manuel en Mar del Plata. Pasaron días horas en un homestudio improvisado, comenzando un tema a la vez. Cuando salió el primero, al día siguiente surgía otro tema nuevo, y así sucesivamente, llenando los casilleros con diferentes estilos, manteniendo una rutina constante como un fuego ardiendo de enero a febrero.
“Yo creo que no podemos escapar un poco de la situación en la que producimos -explica Gonzalo-. Desaparecer es muy platense. Después, todo lo que sacamos en el medio fue un sonido de pandemia con BPM más bajo, más cancionero quizás. Y Uno es volver a Buenos Aires, en un clima de caos absoluto por todo lo que está pasando“.
Para poner en contexto, en 2019 el dúo formó parte de un movimiento de artistas platenses que alienaban al rock con la electrónica. Liderado por Peces Raros, emergieron otros proyectos como Bsides, Fus Delei y DJs como Manuel Rodríguez de la fiesta Wahr y el dúo Vurkina con su Avalancha de Techno, entre muchas otras raves que potenciaron la euforia contracultural en la ciudad de las diagonales. Aunque este movimiento se disipó como escena, cada cual siguió su propio camino con propuestas que alcanzaron nuevas dimensiones.
Durante la pandemia, Varese reveló otra faceta. Aunque continuaron explorando los vaivenes de la electrónica, se adentraron en territorios más pop e introspectivos. Estas melodías, cargadas de sentimientos contrastados, buscaban resonar con la desolación del entorno social. Tras algunos adelantos, en 2022 finalmente dieron forma al EP Desorden, un conjunto de canciones que transitan horizontes serpenteantes que se desvanecen como huellas en la arenas, mientras en tracks como “Testigo” presagiaron lo que estaba por venir.
Su meta era crear un disco bien armado, donde cada pieza tuviera su lugar y sentido, desde las letras hasta los videos. Después de juntarse, escuchar varias referencias y experimentar sin rodeos, descubrieron que la producción fluía de manera natural. A veces completaban una canción en cuestión de horas, gracias a que ambos son productores y, a su vez, tenían bien definidos los métodos desde el principio. Uno armaba un beat, el otro se encargaba de los acordes o la densidad de los sintes y las voces. Más que nunca antes, cada uno de los tracks llevaba impresa la personalidad de ambos integrantes.
“En cuanto a lo musical, tomamos un poco más de riesgo -opina Manuel-. También fuimos un poco más allá, los sintes son mucho más intensos. Utilizamos algunos que nunca habíamos usado, por ejemplo”. La mezcla de sintetizadores analógicos y digitales, combinando paradigmas de la música de los setentas, los noventas y la actualidad, fue una parte esencial del proceso.
“Todo fue minuciosamente pensado desde lo conceptual y después producido de una forma que era bastante más cómoda. Queríamos sentarnos y solamente preocuparnos por lo estético, nada más”, explica Gonzalo acerca del proceso, a lo que Manu agrega: “Nos dimos más rienda suelta a probar cosas nuevas, no había tanto prejuicio“.
El track instrumental que cierra Desaparecer, “Flores de marzo“, marcaría el camino que el dúo tomó más tarde en Uno.
El álbum abre audazmente con “Ficción“, seguido por “Fuera de lugar“, igualmente intenso e indicado para retrucar. Luego llega “Víctima del éxtasis“, más sosegado pero con los mismos destellos de poderío, para desdoblarse en “Kraut!“, que nos despierta tras la melancólica caída, creando un juego hipnótico entre la calma y el vigor. Hacia el final, “Desencuentro”, escaso en letra pero agitado, y el último, “Veneno”, totalmente instrumental y súper techno, conforman un cierre tan contundente como combativo.
“Buscamos el equilibrio entre los momentos más frenéticos y los más introspectivos”, asevera Tello, mientras que Rojas explica: “Ambos le tenemos muchísimo, muchísimo respeto a los discos. Somos gente que milita el disco, que le gusta mucho realmente. Hacer un disco fue un ritual mucho más grande que simplemente pensar un par de temas que pueden ir juntos para determinadas audiencias. Tenía que ser algo superador para la gente, pero también para nosotros”.
El dúo también optó por integrar esta renovación sonora en sus actuaciones en vivo. Aunque muchos temas quedaron fuera del repertorio oficial, algunos de ellos encontraron su lugar sobre el escenario. Esta dinámica les permite armar una nueva narración, incluyendo tormentas sónicas en el setlist que sirven de transiciones inherentes a una rave de madrugada.
Gonzalo siente que una de las razones detrás de este sonido más oscuro y agresivo fue la respuesta del público durante sus presentaciones en vivo. Las partes que más los representaban y que la gente más disfrutaba eran las más enérgicas y manijas de Desaparecer, como “Fiebre“, un track que siempre explota en cada show. “El vivo es algo que impacta absolutamente en la producción del disco”, afirma.
Por su parte, Manuel asegura que el proyecto alcanza su máximo esplendor después de las doce. Es en esas horas donde encuentran su verdadera profundidad, y esta premisa influyó fuertemente en la composición musical, llevándolos a explorar esa clase de atmósferas más intrincadas. ”Todo terminó influenciando en que la noche era como nuestro lugar, nuestro hábitat natural”, explica el cantante.
Si creemos que el tango y la electrónica son incompatibles, Uno es la excepción a la regla. El álbum que marcó el regreso triunfal de la banda a Buenos Aires también hace eco del clásico homónimo de Enrique Santos Discépolo.
Manuel recita al pie de la letra los versos introductorios de la composición de 1943: “Uno busca lleno de esperanzas. El camino que los sueños prometieron a sus ansias. Sabe que la lucha es cruel y es mucha. Pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina. Uno va arrastrándose entre espinas, y en su afán de dar su amor, sufre y se destroza hasta entender, que uno se quedó sin corazón”.
Hay una temática subyacente en todo el álbum que refleja la sensación del mundo y el contexto en el que vivimos. Es un sentimiento de darlo todo, y aun así, no sentir que es suficiente. Una lucha constante donde todos se entregan plenamente, pero el porvenir parece incierto.
“Es una especie de no future -cuenta Manuel-. Eso es lo que va expresando el disco desde distintas perspectivas y creo que ‘Uno’ es un buen disparador en ese sentido. Si bien es un tema que habla del amor, en este caso se aplica perfectamente al contexto. No es solo quedarse con la desesperanza; el disco también refleja una respuesta ante esa melancolía. Es juntarse, es tratar de construir algo colectivo. Si bien a veces se da más y a veces menos, siempre nos ha pasado de que las veces en las que mejor nos va es cuando mejor nos va a todos”.
Mucho de esto se refleja en letras de canciones como “Ficción”, donde se aborda una realidad corrompida por los medios de comunicación, las redes sociales y los elementos mediáticos que distorsionan la percepción. “Fuera de lugar” sigue a un tipo desesperado por pertenecer que, después de todo el esfuerzo, la plata tirada y el tiempo perdido, descubre que, irónicamente, todo fue en vano porque jamás lo iban a aceptar.
“Pierdo mucho tiempo intentando encajar en cosas así -dice Manuel citando la letra de “Ficción”-. Hay un llamado de atención ahí, en cuánto uno da de su vida queriendo formar parte de un grupo de gente careta, que en definitiva son los que marcan las tendencias, pero son grupos muy cerrados. Es importante tener siempre la identidad de uno al frente, poder construir algo propio y no dejarse llevar por las modas del momento”.
Gonzalo encuentra en la literatura de Jorge Luis Borges y en el punk de Flema una afinidad subjetiva, donde las metáforas forman parte la esencia misma de la poesía. Para él, las letras de Manu son el ajuste perfecto a sus producciones, y explica cómo transmite una batalla sutil, diferente al estilo directo y combativo de artistas como Sara Hebe, pero no menos magnética.
“Para mí, el baile es una resistencia, y en una sociedad que te quiere siempre produciendo cosas, tomarse un momento para uno mismo o para conectar con otra gente y otra lógica es muy necesario”, dice Rojas acerca del momento donde todo queda claro sin necesidad de palabras adicionales. Es simplemente eso, un código, un lenguaje propio. ¿No es acaso una forma de resistencia?
“Se trata de alejarse completamente de cualquier lógica capitalista o de cualquier sistema, y que sea solamente eso, ese momento y lo que importa -reflexiona Gonzalo-. Uno siempre está muy pendiente de todo, de lo que vino, lo que fue y lo que será. Y para mí, bailar es un momento de abstracción absoluta, es casi de meditación”.
En estos tiempos, donde la palabra libertad parece estar en boca de todos, Varese cree que la libertad es sumamente decisiva, pero lejos de la libertad económica o el libre mercado que propone Javier Milei. “Desde los márgenes tratamos de proponer algo distinto, y creo que la libertad está en lo diferente, en lo que puede decir y en lo que puede mostrar una visión distinta de las cosas -explica Manuel-. Nosotros trabajamos siempre desde ahí, seguimos en ese camino”.
“Generalmente la música electrónica suele tener letras sobre cerrar los ojos, sobre disfrutar, y nosotros no tenemos ningún tema que hable en ese tono, sino que son más internos, más de conflicto y más de pensar”, reflexiona Manuel. Un ejemplo para esto es “Ciclos”, un track groovero con tintes de dark disco que trata sobre cómo siempre surgen nuevos personajes que creen tenerla clarísima, y cierra con el mantra “No sos el primero”. Para Varese, es crucial que todos bajen un poco los egos.
“Hay una intención -concluye Manuel-. Uno es un disco más contextual, hay cosas que pasan que no se pueden esconder. Hablamos de las temáticas de hoy desde un lugar crítico. Somos una generación que quedó en el medio entre pegar carteles o hacer fanzines, y los pibes que hoy en día se manejan con redes sociales. En ese punto intermedio es donde vamos jugando nosotros, donde nos vamos acomodando y donde también somos críticos”.
Varese se presenta este sábado 20 de julio desde las 16 h en el festival Atlántico en BrewHouse Puerto (Diag. Garibaldi 4830, Mar del Plata), entradas disponibles en Articket y si sos miembro de la Comunidad Indie Hoy tenés un 2×1 en tickets. Escuchá Uno en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).