A Philip Selway no le bastó con tener a Radiohead en el currículum para no sentir presión el día en que decidió embarcarse en la aventura de hacer música como solista. La enorme trascendencia de sus experiencias musicales no alcanzaron para envalentonar a alguien que se vio, por primera vez, a sí mismo a cargo de toda una idea de sonido, de estar al frente de una obra y de firmarla con su nombre y su apellido. Algo que él definió como “una especie de responsabilidad musical”.
Pasaron dos discos solistas (Familial, 2010; Weatherhouse, 2014) y el año pasado volvió a quedar a cargo de un proyecto, esta vez algo diferente, y en eso se basó la charla que mantuvo con Indie Hoy a fines del 2017. Selway tomó la posta para musicalizar el filme Let Me Go (Polly Steele, 2017) y allí su responsabilidad tendría que ver también con articular su música con lo visual, con la mirada de otra persona, con una historia que no le pertenecía. Y si bien, nos dijo, siempre había querido hacerlo, se sintió desde el principio como un gran desafío.
“Yo no sabía qué esperar. Siempre pensé que tendría que pasar por un largo proceso de aprendizaje antes de lanzarme a algo así, pero aprendí cosas muy importantes sobre la marcha, cada día que pasaba, y fui viendo cómo se armaba el rompecabezas”, comentó. La misma experiencia de hacer la banda sonora de una película terminó siendo ese aprendizaje, pero le sirvió no estar (tan) solo: “tenés a todas estas personas, todos estos elementos diferentes; el director, la fotografía, el guión, las actuaciones y los actores… vos respondés a todo lo que ellos hacen. Es un proceso muy inspirador para atravesar”.
Pero que la cocina de un disco esté vinculada al enorme staff de una película, bajo la mirada de una directora y unos productores, puede ser tan acogedor como agobiante. Philip asegura haber tenido un gran libertad creativa para buscar las “texturas musicales” indicadas para cada escena, y si bien hubo momentos de debate, siempre estuvo de acuerdo con Steele sobre qué funcionaría y qué no, dónde estarían los silencios, y demás.
“Me veía a mí mismo trabajando en las canciones y pensando en cómo iban a quedar con la película, fui eligiendo los músicos, todo de una manera muy natural, instintiva. Si bien, como te dije, al principio tenía dudas, luego noté que yo ya tenía toda la experiencia que necesitaba para estar ahí haciendo eso, y que el resto lo estaba aprendiendo o me estaba saliendo por mi propia lógica o mis propias corazonadas. Logré hacer que el tamaño del proyecto no me eclipsara”.
El resultado logra ser mucho más que solo un acompañamiento musical para una obra visual. Let Me Go es un disco, con canciones. “Cuando recién empezábamos a hablar sobre la música de esta película surgieron dos cosas opuestas en la charla. La primera fue que teníamos que lograr acompañar a la fotografía y al drama de la película. Pero por otro lado, también queríamos que, al terminarla, esta música pudiese funcionar como un álbum, una pieza completa en sí misma”, detalla el baterista sobre este asunto.
“Siempre tuvimos esa idea de que lo que estábamos haciendo era un disco y no solo la música de una película, aunque sí totalmente inspirado por ésta”.
Pero ¿qué tan ajeno al mundo de las bandas sonoras era Selway? ¿acaso todos los músicos, por ser músicos, prestan atención a lo sonoro de las películas? “Hay bandas sonoras que se te enganchan y se quedan con vos el resto del día o más, después de ver la película. A veces pasa un tiempo hasta que se te ocurre averiguar quién la hizo. Una peli del último par de años con la que me pasó exactamente eso fue Ex Machina. Geoff Barrow (Portishead) compuso la música de esa película, y yo no tenía ni la más remota idea. La música había influido muy fuertemente en mi percepción de la película; había funcionado de una manera increíble, era un sonido que lo convertía a todo en un solo elemento. Y no tenía idea que era de Geoff hasta que se me dio por buscarlo”.
Mientras esa búsqueda y esta nueva aventura cobraban vida, componiendo a la par del rodaje, Philip no dejó de ser el baterista de Radiohead ni por un segundo. De hecho, se dijo por ahí que el célebre A Moon Shaped Pool fue grabado en la misma época. “Sí, fue así. El proyecto de musicalizar Let Me Go surgió muy cercano al momento en que empezábamos las sesiones de A Moon Shaped Pool, así que tuve que aprovechar cada vez que parábamos para almorzar”, detalló el músico entre risas.
Con dicho grupo regresará (por fin) a la Argentina en abril, para encabezar el festival Soundhearts, en Tecnópolis, nueve años después de su histórico debut en Buenos Aires. Un concierto histórico, que aún hoy es recordado como uno de los mejores shows internacionales que haya acontecido en el país. Él también lo recuerda muy bien: “Uno siempre presta atención al nivel de conexión que se genera con la gente de un lugar al que nunca fue. Y los argentinos esa noche fueron caóticos, en el buen sentido. Hubo una conexión increíble, lo recuerdo muy bien, ese fue un gran día. Bueno, de hecho ese era un día especial para ustedes también, el Día de la Memoria, ¿no es así?”. Efectivamente, la presentación de Radiohead en el Club Ciudad de Buenos Aires fue el 24 de marzo de 2009, y ellos no dejaron pasar el asunto durante el show. Luego de unas palabras de Ed O’Brien al respecto, dedicaron “How To Disappear Completely” a las víctimas del último proceso militar.
Selway y compañía revivirán esa mágica conexión en una noche que promete muchas emociones (las entradas se agotaron dos meses antes), aunque el baterista no duda en que también disfrutaría traer a Latinoamérica su música solista: “eso sería genial”, piensa en voz alta cuando hablamos sobre la posibilidad. Con tres discos muy distintos bajo el brazo y todas las experiencias a las que Philip ya entiende que puede animarse, su nombre y apellido significan ya mucho más que algo asociado a una banda y, teniendo en cuenta que esa banda es Radiohead, eso es mucho decir.