Pinta de leñador ya tiene. Shaman Herrera se va de La Plata después de 17 años de vivir en la ciudad de las diagonales, de haber sido parte protagónica de una escena que revolucionó y redefinió la música independiente en el país. Esta vez, en lugar de irse a su Comodoro Rivadavia natal, se mudará a la montaña, a un pueblo a 30 km. de El Bolsón, en Chubut. Se va a cortar leña, cocinar lo que se cosecha, y hacer canciones en un nuevo aire. Antes de eso queda una cosa por hacer: tocar por última vez con Los Pilares de la Creación en el Xirgu Espacio Untref el 7 de septiembre, junto a Los Reyes del Falsete.
En una noche de mucho frío en Colegiales, Shaman habla sobre sus planes, lo que estuvo soñando para él y su familia, los motivos de la mudanza, de Sueño Real, el último disco que grabó con Los Pilares de la Creación y de un álbum solista pero coral que sacará en breve.
¿A dónde te vas, Shaman?
A Epuyén, a la montaña. Es mi lugar preferido en el mundo. Cuando vivía en Comodoro, cada verano iba a esta zona de la cordillera, es un lugar mágico para mí. Y pasó algo re loco que es que se puso en alquiler una casa donde veraneábamos, de unos amigos de mis viejos. Es una parcela de una chacra, medio una comunidad.
¿Y cuál es tu plan?
Hacer base allá. Salir a tocar desde ahí. El país es gigante, hay que recorrerlo y el federalismo hay que llevarlo a la práctica. Aunque no sea ese el objetivo de la mudanza, creo que se va a dar de manera natural conocer a la gente de allá, ver en qué andan, y tocar.
¿Qué te impulsa a irte? ¿Cierto malestar con la ciudad?
No es malestar. Hace 17 años que estoy en La Plata, lo que fui a hacer ya lo hice: tener un entorno estimulante, hacer canciones y salir a tocar. Toqué un montón. Ahora me pinta otro paisaje, otro aire.
En esa mesa de café en Colegiales hay un té y dos cafés, todos los participantes de la conversación tienen origen patagónico. El debate sobre la ciudad siempre gira en ciertos ejes: hay una sencillez que se pierde en el trato con el otro, un caparazón que es necesario emplear para vivir en este entorno. El tiempo trabaja distinto en uno mismo. Hay un momento en que es necesario desactivar los estímulos externos y concentrarse en el núcleo familiar, en la vida que acaba de nacer.
Entonces en esta mudanza hay una doble búsqueda, la interior hacia la crianza de su hija y la exterior, la de una nueva música.
“Sí, tiene que ver con encontrar la inspiración. Cada vez que voy a la cordillera una semana me vuelvo con cinco canciones, acá hago una canción en meses. Me pasa que en la ciudad uno se pone cierto antivirus interno, casi biológico, que uno tiene que tener para relacionarse con la gente todo el tiempo, estar con gente que por ahí nunca más vas a volver a ver, formas de cuidarte. Eso ocurre en la ciudad y en otros lugares no es necesario, nosotros como familia queremos experimentarlo. La vida es larga pero también es corta, y este es el momento para estar en esa, estar en los primeros años de mi hija ahí con ella”, dice Shaman.
La idea es el refugio pero no la aislación, se va con trabajo para hacer. Antes de la fecha del 7 de septiembre Shaman espera terminar de grabar el nuevo disco de Los Pilares de la Creación y llegar a ese toque en el hermoso teatro de San Telmo para despedir Sueño Real, un disco bisagra en su carrera.
¿Qué les dejó Sueño Real? ¿En qué cambiaron?
Con Neto (N del E: Ernesto García, productor mexicano del disco) me entregué. Con él aprendí muchas cosas. Él es una persona muy especial y fue como un curso acelerado de producción. Es muy serio y ordenado para trabajar. Yo siempre trabajé medio caótico y en este disco nuevo adoptamos su método de trabajo. Él me lo dijo: “Guey, a que nunca más vas a hacer un disco sin el esquema de las cartulinas”. Y tenía razón. Estéticamente también nos marcó. Sueño Real es un disco muy diferente a todo lo que había hecho antes. El disco que se viene es más chico en producción y más grande musicalmente por la orquestación.
¿Cómo vienen?
Ahora estamos grabando. Ya tenemos las bases y estamos componiendo una orquestación: cuarteto de cuerdas, vientos. Va a ser más como The Beatles, Beach Boys, habrá coros. Estamos en ese proceso. Mi idea es terminar de grabar, llevarme todo, mezclar allá y cuando vuelva el año que viene presentarlo en una gira.
¿Cómo es hacer de una banda de rock una orquesta?
En principio tenemos dos integrantes nuevos: Julián Rossini es un pianista que se incorporó a la banda, y a Pablo Girardin que toca la tuba. A partir de ahí ajustamos muchas cosas internas. El bajo tuvo que sonar diferente para que entre la tuba. Con Julián estamos componiendo la música de los violines. Estamos flasheando esa.
Vos solés componer de manera muy narrativa, ¿cómo adaptás tu forma de componer para una canción orquestal?
Son todas canciones con letras extensas, poesías largas. Soy bastante recurrente en las temáticas, escribo lo que siento o lo que la melodía me sugiere. Hay muchas palabras que se repiten en mis canciones, como la montaña. En esta oportunidad hay mucho de ciudad, de lo que se oprime, cómo me siento acá, cómo creo que me voy a sentir en el viaje.
Shaman fue fundacional en la escena de la música independiente nacional. Allá cuando Él Mató empezó a crear su camino, Shaman fue el productor de su trilogía Navidad de Reserva, Un Millón de Euros y Día de los Muertos, también de Prietto viaja al cosmos con Mariano, de La Patrulla Espacial, Sr. Tomate, y ahora al nuevo e inédito disco de Mi Amigo Invencible.
Cuando La Plata parece haber terminado un ciclo de creación, que retomó y reformuló Mendoza, Shaman se va a la montaña a barajar de nuevo. Él, que formó su carrera artística rodeado de amigos, ve ahora los frutos después de tanto trabajo.
De hecho, ese mismo día había almorzado junto a Maxi Prietto y Mariano Castro. “A Maxi lo conocí en el colectivo, estudiábamos sonidos juntos, yo le pasé un disco mío y él el primero suyo, a los días nos llamamos re flasheados para trabajar juntos. Al poco tiempo conoció a Mariano”, dice Shaman, contento de ver a su amigo recibiendo el merecido reconocimiento como cantante de Los Espíritus.
Y en ese espíritu colaborativo, de armar las uniones con base en el amor, Shaman tuvo una experiencia única en 2015. Con Sueño Real fue la primera vez que no produjo su propio disco. El productor mexicano que trajo Concepto Cero, su sello, para trabajar el disco se llevó todas las pistas para mezclarlas en Ciudad de México. “No sabía qué hacer. En general ahí empezaba lo bueno para mí, me quedé sin saber para dónde disparar así que tomé las pistas grabadas y empecé a cortar y pegar, armar estructuras de canción de modo más electrónico, algo que nunca había hecho antes. Compuse diferente y mucho. Así es como decidí convocar a gente para que pusiera la letra y la voz a esas canciones, se las entregué”.
Así es La voz de los demás, un disco “solista” pero coral. Shaman compuso la música y se la entregó a distintas voces y letras, entre ellas, Rosario Bléfari, Ale y Poli de Sr. Tomate, Javi Punga, Juanjo Harervack de Gualicho Turbio, Diego Martez, entre otros. Este disco saldrá luego de la fecha del 7 de septiembre, también por Concepto Cero, y tendrá luego otros volúmenes que ya comenzó a componer.
Tiene otro detalle más, cada canción tiene un baterista diferente. Algunos de los que colaboraron fueron Rey Fajardo, Hernán Torres de Güacho, Tulio Simeoni de La Patrulla Espacial, Guillermo Ruiz Díaz de Él Mató, entre otros.