David Crosby, reconocido por su talento musical y su personalidad arrolladora, siempre fue un hombre de opiniones contundentes, capaces de irritar a la mayoría de sus contemporáneos. A lo largo de su carrera, forjó una reputación como el eterno “old man yells at cloud”, una figura difícil de ignorar debido a sus comentarios hipercríticos sobre otros artistas.
Desde su despido de The Byrds hasta las constantes tensiones en CSNY, su actitud directa y su falta de filtros lo marcaron tanto como su brillante capacidad como compositor. Sin embargo, en una conversación íntima sobre música, Crosby también mostró su faceta más reflexiva, especialmente al hablar de discos que consideraba fundamentales, aunque no recibieran la atención que merecían.
En una entrevista de 1998 con The Tapes Archive, Crosby fue consultado sobre los discos que todo el mundo debería tener pero que prácticamente nadie conocía. Su respuesta fue reveladora: Music of Bulgaria, “probablemente uno de los mejores discos que se han hecho”, y sin embargo, “muy pocas personas saben que existe”.
Esta compilación, lanzada inicialmente en 1955 por la editorial francesa Le Chant du Monde, contiene grabaciones del folclore búlgaro que han quedado fuera de los círculos musicales más comerciales, pero que, para Crosby, tenían un valor incalculable. El álbum se destacó por su riqueza histórica y por la calidad única de las voces búlgaras que capturaba. Crosby afirmó que Music of Bulgaria presentaba “algunas de las mejores voces que se han escuchado en la Tierra”.